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Entrevista a Eric Toussaint

Resistir el Sistema Deuda

Fuentes: CADTM

La combinación de la pandemia, la severa recesión mundial, la inflación y las subidas de tipos de interés de los bancos centrales han desencadenado una nueva crisis de deuda en todos los países del Sur. Las Naciones Unidas han publicado recientemente un nuevo informe según el cual cincuenta y dos países, es decir, casi el 40% de los países en desarrollo, están atrapados en «graves problemas de deuda». El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial ya están renegociando la deuda que reclaman, no para abolirla, sino para otorgar más préstamos y reprogramar sus pagos, todo para preservar el sistema de deuda que mantiene al Sur bajo el yugo del capital.

Ashley Smith entrevista a Éric Toussaint sobre la historia de este sistema de deuda y sobre la nueva crisis de la deuda.

Ashley Smith: La deuda soberana ha sido durante mucho tiempo un tema crítico para los países del Sur Global. ¿Cuáles son las causas y la historia de este problema? ¿Cómo utilizaron las potencias imperialistas occidentales y sus instituciones financieras internacionales la crisis de la deuda para promover sus intereses? ¿Cuál es su impacto?

Éric Toussaint: A lo largo de la historia del capitalismo, los Estados imperialistas han utilizado la deuda para subordinar países. Varios marxistas han analizado este fenómeno, comenzando por el mismo Karl Marx y especialmente Rosa Luxemburgo, entre muchos otros. Desarrollé sus trabajos en mi libro El sistema deuda.

Las grandes potencias crearon este sistema después de que los Estados se independizaran del dominio colonial. En América Latina, las grandes luchas contra el imperio español lideradas por José de San Martín y Simón Bolívar permitieron la creación de nuevos Estados independientes a principios del siglo XIX. Los capitalistas británicos les ofrecieron préstamos, endeudándolos desde su nacimiento. A partir de entonces, estos Estados fueron oprimidos por el imperialismo occidental y el gran capital financiero.

A lo largo de la historia del capitalismo, los Estados imperialistas han utilizado la deuda para subordinar países

Gran Bretaña y otras potencias utilizaron entonces la incapacidad de estos Estados para pagar su deuda para justificar una intervención militar. También impusieron tratados de libre comercio para abrir los mercados locales a sus empresas.

Rosa Luxemburg examinó esta cuestión en su libro La acumulación del capital. Uno de sus ejemplos es la conquista y subordinación de Egipto por el imperialismo británico en 1882. Examinó varios otros ejemplos en América Latina y Asia, especialmente China.

Así, las potencias imperialistas europeas y Estados Unidos instauraron el sistema de la deuda en el siglo XIX y lo extendieron a todo el mundo, incluso dentro de la propia Europa contra sus Estados menos desarrollados.Por ejemplo, el capital británico endeudó a Grecia durante su lucha por la independencia en 1830 y lo utilizó como palanca para someter la economía y la política del país a sus intereses en complicidad con Francia y la Rusia zarista.

A principios del siglo XX, Estados Unidos aprovechó especialmente la incapacidad de los países para pagar sus deudas para llevar a cabo intervenciones militares en toda América Latina y el Caribe. Por ejemplo, Washington utilizó esta coartada para invadir Haití en 1915, ocuparlo hasta 1934 y obligarlo a realizar pagos. La deuda y la intervención militar son, por lo tanto, dos herramientas clave de la dominación imperial.

Ashley Smith: ¿Cómo evolucionó este sistema de deuda durante la Gran Depresión?

Éric Toussaint: El sistema deuda entró en crisis en la década de 1930. Alemania suspendió los pagos de préstamos en 1931, seguida por Gran Bretaña, Bélgica, Italia y Francia, que dejaron de pagar a Estados Unidos. Catorce países latinoamericanos hicieron lo mismo. Así, durante la Gran Depresión, hubo una situación general de suspensión de pagos de la deuda soberana.

El sistema deuda entró en crisis en la década de 1930. Durante la Gran Depresión, hubo una situación generalizada de suspensión de pago de la deuda soberana

Esta es una de las principales razones por las que Estados Unidos creó el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Durante la Segunda Guerra Mundial, la administración de Franklin D. Roosevelt reconoció que los mercados financieros estaban en crisis y decidió que Estados Unidos debería establecer nuevas instituciones internacionales para hacer cumplir los pagos y financiar la reconstrucción de Europa.

También los diseñaron para mantener su dominio imperial sobre países que se habían independizado como resultado de las luchas de liberación nacional y descolonización de la posguerra. En esencia, crearon el Banco Mundial y el FMI para convertirlos en los policías económicos de su dominio global sobre sus antiguos rivales y sobre el Tercer Mundo.

Para darles una apariencia de legitimidad, se crearon el Banco Mundial y el FMI como instituciones multilaterales que incluyen a todas las demás grandes potencias, así como a los países deudores. Pero Estados Unidos los manipuló con un sistema de votación ponderado que les dio la mayor parte de los votos, asegurando así que sirvieran a sus intereses.

Después de la guerra, el FMI y el Banco Mundial convencieron a muchos países recién independizados de que se endeudaran más prometiéndoles el desarrollo. Por supuesto, los préstamos venían con condiciones que requerían que los países deudores permanecieran abiertos al capital estadounidense y al europeo.

Ashley Smith: ¿Cómo utilizó Estados Unidos al FMI y al Banco Mundial contra los intentos de los países del Tercer Mundo de liberarse del dominio imperial?

Éric Toussaint: Estados Unidos los utilizó contra los intentos de los Estados de implementar procesos de industrialización endógena. Lázaro Cárdenas en México, Juan Perón en Argentina, Gamal Abdel Nasser en Egipto y Mohammad Mosaddegh en Irán, Kwame Nkrumah en Ghana, Patrice Lumumba en Congo, Julius Nyerere en Tanzania, Jawaharlal Nehru en India y Sukarno en Indonesia trataron de constituir una estrategia de sustitución de importaciones con la esperanza de un desarrollo independiente liberado de las cadenas de las potencias imperiales.

Las revoluciones china y cubana sentaron precedentes aún más radicales al liberarse del sistema de endeudamiento imperialista. Todos los Estados aprovecharon la suspensión de pagos durante el período de entreguerras para hacer avanzar este proyecto.

Estados Unidos y las demás potencias imperialistas han utilizado al Banco Mundial y al FMI como instrumentos de revancha, un medio para lanzar una contraofensiva contra este desafío del Tercer Mundo a su dominación. Como en el pasado, combinaron la coerción económica con la intervención militar.

Estados Unidos y las demás potencias imperialistas han utilizado al Banco Mundial y al FMI como instrumentos de venganza

Estados Unidos, en particular, han dominado el arte de crear políticas de desestabilización económica y social para facilitar golpes militares contra los gobiernos radicales. Ante un gobierno de izquierda en un país subdesarrollado, Washington conseguía que el Banco Mundial y el FMI suspendieran su línea de crédito, lo que provocaba daños económicos.

Luego apoyaba un golpe militar para devolver el «orden» a la sociedad. Luego, el Banco Mundial y el FMI vuelven a abrir el grifo de los préstamos e inyectan dinero a las nuevas dictaduras. Los ejemplos de esta estrategia son legión.

Washington derrocó a Mosaddegh en Irán en 1953 y a Jacobo Árbenz en Guatemala en 1954, y apoyó golpes militares en Brasil en 1964, Chile en 1973 y una serie de golpes en Argentina. Han llevado a cabo operaciones similares en Asia y África, a menudo apoyando a dictadores brutales como Mobutu Sese Seko en Zaire. Así, mientras la desestabilización económica era fundamental, los principales instrumentos utilizados por Washington para reimponer su autoridad sobre el Tercer Mundo fueron las operaciones de la CIA, los asesinatos y las intervenciones militares directas.

Washington derrocó a Mosaddegh en Irán en 1953 y a Jacobo Árbenz en Guatemala en 1954, y apoyó golpes militares en Brasil en 1964, Chile en 1973 y una serie de golpes en Argentina

Robert McNamara es el mejor ejemplo de cómo estos dos brazos del imperialismo, el financiero y el militar, han trabajado juntos para promover los intereses estadounidenses. En la década de 1960, lideró la escalada de la intervención estadounidense en Vietnam. Tras la ofensiva del Tet en 1968, fue nombrado presidente del Banco Mundial, donde multiplicó por doce los préstamos a países del tercer mundo, principalmente a dictaduras en Asia, África y América Latina.

Cuando dimitió en 1980, su programa de préstamos preparó regiones enteras del mundo para la crisis de la deuda y la ofensiva neoliberal. En un contexto de estancamiento económico e inflación galopante, Paul Volker, presidente de la Reserva Federal de EE. UU., elevó las tasas de interés a casi el 18 % en los Estados Unidos. Esta medida desencadenó una profunda recesión que socavó los precios de las principales materias primas, golpeando duramente a los países del Tercer Mundo.

Robert McNamara es un ejemplo de cómo las dos armas del imperialismo, la financiera y la militar, han trabajado juntas para promover los intereses estadounidenses

Como resultado, un gran número de países ya no pudieron pagar sus préstamos. El Banco Mundial y el FMI renegociaron su deuda, otorgándoles nuevos préstamos a condición de que los países implementaran un programa de ajuste estructural neoliberal: privatización, desregulación, reducción del Estado de bienestar y apertura de sus mercados de capitales multinacionales.

Para luchar contra esta ofensiva neoliberal, Fidel Castro lanzó en 1985 una campaña internacional por la cancelación de la deuda. Esta campaña fue apoyada por otros, en particular por el gobierno de Thomas Sankara en Burkina Faso. Pero no lograron agrupar a los gobiernos burgueses del resto del mundo en desarrollo.

Como resultado, Estados Unidos, junto con las potencias europeas y Japón, llevó a cabo su ofensiva neoliberal global. Tras la implosión de la Unión Soviética, esta ofensiva se extendió a Europa del Este a través de la terapia de choque, poniendo en pie así las cadenas integradas de producción, entrega y venta del capitalismo de hoy.

Ashley Smith: Desde la Gran Recesión, la crisis de la deuda ha empeorado. ¿Por qué ? ¿Cuál es su impacto en las economías más endeudadas?

Éric Toussaint: Estamos en una nueva coyuntura, una nueva crisis de deuda de enormes proporciones que ha sido provocada por cuatro sacudidas para capitalismo global. Primero, la pandemia de coronavirus, que ha causado muertes masivas en todo el mundo, confinamientos generalizados, rupturas en las cadenas de suministro, …

En segundo lugar, la crisis económica agravada por la pandemia. Ha socavado las economías de los países en desarrollo, desde América Latina hasta Asia pasando por África. Países como Sri Lanka y Cuba, que habían adoptado una estrategia económica basada en el turismo, se vieron especialmente afectados por el cese del transporte aéreo.

La interacción de estas dos sacudidas sentó las bases de la nueva crisis de la deuda soberana. Cuando los Estados han tenido que aumentar el gasto público para rescatar a las empresas y apoyar a los trabajadores que se enfrentan al desempleo causado por el cierre de empresas y los despidos, sus economías han entrado en recesión, agotando los ingresos fiscales. Como resultado, la deuda soberana ha estallado.

El tercer impacto fue la invasión rusa de Ucrania. Inmediatamente provocó aumentos especulativos masivos en los precios de cereales como el trigo. Digo especulativo porque durante los primeros meses de la guerra las reservas de cereales de Ucrania y Rusia no disminuyeron. Muy pronto, sin embargo, se detuvieron las exportaciones, lo que tuvo el efecto de ahogar los suministros y aumentar aún más los precios, hasta que se orquestó un acuerdo para permitir que se reanudaran los envíos. Acuerdo cuestionado desde finales de julio de 2023. También ha habido un aumento en los precios de los fertilizantes químicos, así como del petróleo y el gas.

Los precios se han disparado en todo el mundo, especialmente en los países que importaban la mayor parte de sus alimentos, fertilizantes y combustibles. En los países asiáticos y africanos, la inflación ha pesado mucho sobre las poblaciones, ya empobrecidas por la recesión, a la hora de hacer frente al aumento de los precios de los alimentos y los combustibles.

La cuarta sacudida fue la decisión unilateral de la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra de subir sus tasas de interés. En Estados Unidos, la Fed elevó sus tipos de casi 0 a más del 5%, el Banco de Inglaterra hizo lo propio mientras que el Banco Central Europeo los subió al 4%.

Estos aumentos han tenido un efecto devastador en los países del Sur. El capital financiero, que había comprado bonos soberanos en estos países, se dio cuenta de que el aumento de las tasas de interés en el Norte significaba que podía obtener una mayor tasa de rendimiento comprando dichos bonos a los Estados Unidos, Europa y Gran Bretaña. Por lo tanto, hemos sido testigos de una repatriación de capital financiero del Sur al Norte.

Peor aún, los fondos de inversión les dijeron a los Estados del sur que si querían refinanciar su deuda, tendrían que pagar tasas de interés del 9 al 15% o los fondos no comprarían sus bonos. Si los países no han tenido más remedio que aceptar, muchos de ellos no tienen forma de hacer sus pagos a tasas tan altas. El resultado es una nueva crisis de deuda soberana.

Ha adquirido tales proporciones que incluso el Banco Mundial y el FMI están llamando la atención sobre la crisis. Ahora dicen que es necesario reducir parte de la deuda o aplazar los pagos para que los países puedan seguir pagando sus préstamos. Así, a pesar de sus lágrimas de cocodrilo, su objetivo es proteger y preservar su sistema de deuda, no abolirlo.

Ashley Smith: En el pasado la deuda soberana de los países del Sur estaba en manos principalmente de Estados Unidos, Europa, Japón, sus bancos, sus fondos de inversión y las instituciones financieras internacionales. Hoy, China es uno de los principales tenedores de esta deuda. ¿Por qué esto es así? ¿Cómo causó esto un cisma entre las potencias occidentales y China por la deuda? ¿Por qué China se ha mostrado reacia a aceptar la reestructuración de la deuda?

Éric Toussaint: Lo primero que hay que decir es que China, a pesar de todo el bombo mediático, no es el principal acreedor de los países del Sur. Los acreedores privados, como los fondos de inversión y los grandes bancos, poseen más del 50% de la deuda soberana de los países en desarrollo. Los otros tenedores son los depredadores multilaterales, en particular el Banco Mundial, el FMI y las potencias imperiales tradicionales del Club de París.

China ahora se ha impuesto como un nuevo acreedor. Sus bancos estatales, empresas estatales y empresas privadas han aumentado considerablemente sus préstamos a los países del Sur, convirtiéndose en los tenedores de una gran parte de la deuda soberana.

Sin embargo, a diferencia del Banco Mundial y el FMI, China no impone condiciones neoliberales ni programas de ajuste estructural. Pero seamos claros, no se trata de filantropía. China es una nueva superpotencia capitalista en competencia con Estados Unidos, las potencias europeas y Japón.

Como tal, utiliza sus préstamos para promover sus intereses. Financia a determinados países para que desarrollen industrias para exportar materias primas a China, abran sus mercados a las empresas chinas y se conviertan en aliados geopolíticos.

En el contexto de la nueva crisis de la deuda, el FMI y el Banco Mundial han pedido a China que reduzca sus activos y los renegocie. China ha respondido que ya estaba renunciando a algunas deudas, reestructurándolas y posponiendo los pagos. Lo hace para inducir a los países endeudados a seguir sus intereses de política exterior.

Por ejemplo, China convenció a entre quince y veinte países africanos de no reconocer a Taiwán y obligar a Taipei a cerrar sus embajadas. Como resultado, ahora solo hay un país del continente que reconoce a Taiwán como un país independiente.

Al mismo tiempo, China ha denunciado la hipocresía del Banco Mundial y la pretensión del FMI de cancelar la deuda. Ha señalado que si bien las instituciones financieras internacionales reducen parte de la deuda, nunca la cancelan. Por lo tanto, advirtió a las otras potencias contra el engaño y reveló que todas sus renegociaciones de la deuda eran solo una mascarada.

China tiene razón. Tomemos el ejemplo de la República Democrática del Congo. El FMI y el Banco Mundial afirman haber detenido el pago de la deuda del país, pero mienten. De hecho, crearon un fondo fiduciario en el que potencias imperialistas como Francia, Bélgica y los Países Bajos depositan fondos para el Congo. El FMI y el Banco Mundial luego han utilizado este fondo para reembolsar sus préstamos.

China también se ha opuesto al desequilibrio de poder en el FMI y el Banco Mundial. Ha subrayado que Estados Unidos todavía tiene más del 15% de los votos, lo que le permite a Washington controlar eficazmente a estas dos instituciones. En cambio, China, a pesar de su condición de segunda economía más grande del mundo, solo posee el 6%. Por eso pidió razonablemente una redistribución de los derechos de voto.

Frustrada por la negativa de Washington a acceder a su petición, China ha creado con Brasil, Rusia, India y Sudáfrica el banco de los BRICS, el nuevo banco de desarrollo. Tiene su sede en Shanghai y su nueva presidenta es la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff. China pretende que es una alternativa al Banco Mundial y al FMI. No es así. Financia exactamente el mismo tipo de proyectos extractivistas que el capital occidental ha apoyado en los países en desarrollo.

A pesar de la apertura de este banco multilateral, China no otorga préstamos a los países a través de él, sino a través de sus bancos estatales, empresas públicas y empresas privadas. ¿Porqué ? Porque China sabe, al igual que Estados Unidos, que si bien los bancos multilaterales son útiles, la mejor manera de controlar a los países es establecer relaciones financieras bilaterales. Por lo tanto, los bancos y las empresas chinas siguen estando en el centro de sus operaciones de préstamos internacionales.

Reproducen a su manera la estrategia puesta en marcha por Estados Unidos con el Plan Marshall tras la Segunda Guerra Mundial. Washington proporcionó subvenciones y préstamos a países bilateralmente para financiar la reconstrucción y asegurar su influencia geopolítica frente a la Unión Soviética. China está haciendo lo mismo para asegurar la lealtad de los países del Sur y competir con las antiguas potencias imperialistas.

Si bien debemos llamar la atención sobre este punto, debemos evitar demonizar a China. No es peor que Estados Unidos, Francia o Gran Bretaña.

Ashley Smith: El Comité para la Abolición de la Deuda Ilegítima (CADTM), del cual usted es uno de sus principales dirigentes, ha hecho de la cancelación de la deuda una de sus principales misiones durante las últimas décadas. ¿Qué defiende y cuál es el Estado del movimiento por un jubileo de la deuda?

Eric Toussaint: El movimiento de cancelación de la deuda se encuentra en una situación difícil. Nos inspiramos en el llamamiento de Fidel Castro en 1985 para la abolición de la deuda y hemos hecho campaña a favor desde entonces. Hemos colocado esta demanda en el centro de las discusiones mundiales, pero también hemos sufrido profundos reveses,como la capitulación de Syriza ante el Banco Central Europeo y las instituciones financieras internacionales en 2015.

En los treinta años que transcurrieron entre 1985 y 2015, fuimos testigos de olas masivas de lucha, que culminaron en el Movimiento Antiglobalización a principios de la década de 2000 y continuaron hasta 2008, cuando Rafael Correa de Ecuador suspendió el pago de su deuda. En el año 2000 organizamos una marcha de 30.000 personas contra el Banco Mundial en Washington y movilizamos un número similar de personas contra otras cumbres de instituciones financieras internacionales y grandes potencias.

Desde la capitulación de Syriza en 2015, la movilización de los movimientos por la cancelación es más difícil, con algunas excepciones como Argentina, donde cientos de miles de personas se manifestaron en las calles contra el FMI. Pero, en general, los Estados se han mostrado reacios a anular su deuda y nuestro movimiento no ha podido construir una movilización popular de la amplitud de la de principios de la década de 2000.

Al mismo tiempo, la red internacional CADTM ha ampliado su presencia geográfica y sus capacidades. Por ejemplo, una gran coalición mexicana de más de veinte organizaciones acaba de afiliarse a nosotros. Incluye sindicalistas, zapatistas, grupos feministas, organizaciones campesinas, exmaoístas, trotskistas y otros que apoyan de forma crítica al gobierno “progresista” de Andrés Manuel López Obrador.

Tenemos una organización muy activa en la colonia Estadounidense de Puerto Rico y hemos construido una extensa red en el norte de África, la Red de África del Norte por la Soberanía Alimentaria. Además de nuestras organizaciones establecidas desde hace mucho tiempo en los países de África occidental de habla francesa, acabamos de agregar otras nuevas en África oriental, acogiendo un grupo en Kenia, un país de habla inglesa fundamental en la lucha contra la deuda.

Así, hoy contamos con personas afiliadas en más de treinta países. En general, las organizaciones no son masivas, pero sí de carácter militante y activista. Nuestro sitio web www.cadtm.org recibe más de 200.000 visitas al mes.

Estamos reuniendo a todos nuestros afiliados y socios en la lucha con ocasión de una contracumbre de movimientos sociales el próximo octubre contra la próxima asamblea del Banco Mundial y el FMI en Marrakech, Marruecos. A pesar de las dificultades organizativas ligadas al carácter represivo de la monarquía que gobierna el país. ATTAC-CADTM Marruecos, que comparte la secretaría internacional de la red internacional Cadtm con Cadtm Bélgica, realiza un notable trabajo de preparación y movilización. Está asociado a toda una serie de organizaciones marroquíes y de la región árabe.

Para dar una idea de las dificultades a las que nos enfrentamos, ATTAC-CADTM Marruecos no obtiene la renovación de su tarjeta legal desde 2002 y uno de sus miembros, Omar Radi, fue condenado a seis años de prisión por su activismo y su trabajo como periodista de investigación. Ya ha cumplido tres de esos años. Desgraciadamente no descartamos el riesgo de que la monarquía intente crear problemas durante la celebración de nuestra contracumbre.

Una parte de la sociedad civil controlada por elementos históricamente conocidos por su colaboración con el poder de turno ha convocado una iniciativa civil paralela a la reunión del FMI-BM. Están tratando de sembrar confusión y división en el proceso de preparación internacional para la contracumbre y organizar una cumbre en armonía con las dos instituciones y el régimen.

No por casualidad esta coalición de la sociedad civil oficial se denomina “Foro Paralelo a las Reuniones Anuales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional”. Ha invitado a los líderes del FMI y del Banco Mundial a participar en un diálogo. Quieren trabajar con las instituciones financieras internacionales, no desafiarlas ni deslegitimarlas. Así, una parte de quienes participarán en esta cumbre recibirán una ayuda para asistir y serán utilizados por la monarquía represiva de Marruecos para servir a sus intereses. Recordemos que el régimen marroquí no respeta el derecho a la autodeterminación de los pueblos, que reprime las luchas sociales y no respeta la libertad de expresión, que ayuda a Europa a reforzar una política de inmigración inhumana y que recientemente formalizó y aceleró su asociación con el Estado de Israel dándole un poco más la espalda al pueblo palestino.

A pesar de esta competencia de la sociedad civil aliada a la Monarquía, creemos que lograremos organizar nuestra contracumbre, porque hasta ahora, la monarquía ha dudado en reprimir a los extranjeros provenientes de los países del norte. Por supuesto, esperamos que el régimen represivo nos cree problemas, que nos impida encontrar lugares para reunirnos, pero no que lleve a cabo una represión abierta.

De hecho, utilizaremos la contracumbre para ayudar a nuestros camaradas que han sido reprimidos y encarcelados por la monarquía. Reforzaremos la campaña para liberar a todas las personas presas políticas del país. Así pues, estamos entusiasmados y confiados en ejercer nuestros derechos como ciudadanos y desafiar a la monarquía, al FMI y al Banco Mundial.

Ashley Smith: Ucrania se ha convertido en uno de los campos de batalla en esta lucha por la cancelación de la deuda. Rusia devastó partes enteras del país durante su invasión imperialista. Ucrania ya está profundamente endeudada, una deuda odiosa impuesta desde la década de 1990. Mucha gente teme que reconstruir el país solo lo endeudará más y favorecerá los intereses de las corporaciones multinacionales. ¿Cuál es la alternativa a tal reconstrucción neoliberal del país?

Eric Toussaint:La lucha por la cancelación de la deuda en Ucrania debe verse como un elemento central de nuestro movimiento global. Ucrania sufrió una especie de terapia de choque a manos de las potencias occidentales tras su independencia en 1990 y, tras dieciocho acuerdos con el FMI y el Banco Mundial, vio su deuda ascender a 15.000 millones de dólares con el FMI y 4.000 millones de dólares con el Banco Mundial.

Por lo tanto, estas dos instituciones tienen casi 20 mil millones de dólares de la deuda externa de Ucrania. Tienen toda la intención de utilizar esta deuda para imponer al país políticas neoliberales cada vez más radicales: más privatizaciones, más desregulación, más austeridad y más aperturas para los capitales multinacionales. La cancelación de la deuda es, de hecho, un requisito previo para cualquier reconstrucción progresiva del país después de la guerra.

Los buitres del capital internacional ya están sobrevolando Ucrania. Las dos compañías más grandes que se posicionan para beneficiarse de la reconstrucción de la nación son BlackRock y JP Morgan Chase. Estas dos empresas jugaron un papel central en la reciente conferencia sobre la reconstrucción de Ucrania celebrada en Gran Bretaña.

BlackRock quiere financiar las industrias extractivas, particularmente en el campo de los minerales, mientras que JP Morgan se esfuerza por convertirse en un actor central en las finanzas del país. Todo el proceso de reconstrucción del país está diseñado para ser controlado por las grandes corporaciones capitalistas y las grandes potencias capitalistas. Debemos oponernos totalmente a este tipo de reconstrucción.

Esto plantea preguntas cruciales sobre el gobierno de Volodymyr Zelensky. Ha impuesto sus propias políticas neoliberales durante la guerra, incluso socavando los derechos de las y los trabajadores a sindicarse y aprobando los planes depredadores de las potencias occidentales para la reconstrucción de Ucrania. Debemos trabajar con nuestras y nuestros camaradas de Sotsіalnyi Rukh, el movimiento social ucraniano, para proponer un plan alternativo para la reconstrucción progresiva del país.

Fuera de Ucrania debemos convencer a las organizaciones internacionales del movimiento de cancelación de la deuda para que se opongan a las potencias occidentales y su agenda neoliberal. En los Estados Unidos, debemos presionar a Jubilee USA, que tiende a seguir la dirección de Washington, para que se nos una en esta oposición.

Ashley Smith: ¿Por qué la izquierda y el movimiento internacional de cancelación de la deuda deberían apoyar la lucha de Ucrania por la autodeterminación y la reconstrucción gradual del país? ¿Cómo construir esa unidad desde abajo en todo el mundo?

Éric Toussaint: Nos hemos visto confrontados a desafíos reales en la construcción de la solidaridad con Ucrania. Esto no debería sorprender. La gente observa cómo las potencias occidentales han apoyado a Ucrania y aceptado personas refugiadas, mientras se niegan a extender una solidaridad similar a otras luchas por la autodeterminación, como Palestina, y bloquean la entrada de refugiados de países racializados.

Esta hipocresía hace que algunas y algunos se pregunten por qué deberían apoyar la lucha de Ucrania por la autodeterminación y exigir la cancelación de la deuda cuando las y los ucranianos son privilegiados. Nuestra tarea es convencer a la izquierda internacional, especialmente en América Latina, África y Asia, de que las potencias imperialistas no son generosas con el pueblo ucraniano.

Estados Unidos y otras potencias de la OTAN suministran armas a Ucrania por poderes para debilitar a Rusia. Le conceden dinero para establecer una dependencia e imponerle su programa neoliberal. En realidad, están tratando de manipular y explotar a Ucrania y a su pueblo.

Pero no es fácil convencer a las poblaciones de los países que, con razón, ven a Estados Unidos y a las potencias europeas como su principal enemigo. En África occidental, por ejemplo, algunos participaron en manifestaciones contra los imperialistas occidentales portando banderas rusas. Por supuesto, no son partidarios de Vladimir Putin y del imperialismo ruso, pero ven la bandera rusa como una especie de alternativa a Occidente y, en el caso de países como Malí, Burkina Faso y Níger, como una alternativa al imperialismo francés.

Tenemos que demostrar que Rusia es solo otra potencia imperialista, aunque sea menos poderosa. Intentaremos plantear en este argumento durante nuestra contracumbre en Marruecos. Invitaremos a la socialista ucraniana Yuliya Yurchenko como una de las oradoras para abogar por la solidaridad con Ucrania.

Será una importante oportunidad para construir la unidad desde abajo contra el imperialismo, el neoliberalismo y la deuda ilegítima. Pero no será fácil. Hace veinte o treinta años, el movimiento por la justicia global estaba más unido y no estaba predispuesto a apoyar a ninguna potencia o campo imperialista en particular.

Pero intentaremos reconstruir la unidad para resistir la propaganda estadounidense y rusa y la atracción que ejerce sobre los componentes de los movimientos antiimperialistas. Debemos rechazar ambas. Para hacer esto, necesitamos más educación y un análisis francamente marxista del imperialismo actual para que la gente pueda unirse y construir un movimiento común contra el sistema de la deuda sin ninguna excepción.

Intentaremos hacer esto en nuestra contracumbre en Marruecos y en el próximo Foro Social Mundial en Nepal en febrero de 2024. Ya estamos trabajando con nuestras y nuestros compañeros en el sur de Asia que entienden que debemos oponernos tanto al imperialismo ruso como al imperialismo de Estados Unidos y la OTAN. Ambos son enemigos de las clases trabajadoras del mundo y de nuestra lucha colectiva por la abolición de la deuda.

Eric Toussaint es doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, es el portavoz del CADTM internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.

Texto original: https://spectrejournal.com/resistin…

Traducido por Alberto Nadal Fernández

Fuente: http://www.cadtm.org/Resistir-el-Sistema-Deuda