Evo Morales no la tiene fácil, pues sus colegas brincan por los efectos de la nacionalización
AGARRADAS CON LOS dedos en la puerta, en medio de investigaciones sobre evasión fiscal, contrabando e importación ilegal de equipos de perforación, los corporativos trasnacionales no han atinado a dar una respuesta a la altura de las circunstancias.
A PESAR DE CONTAR con el apoyo popular, Evo Morales no la tiene fácil. Dos de sus colegas sudamericanos (Lula y Kirchner) brincaron por el efecto político y económico que dicha nacionalización les representa, mientras la presidenta chilena dedica buena parte de su tiempo a explicar que no ha felicitado al mandatario boliviano por cumplir con sus promesas de campaña.
MAS DE UNA DÉCADA de control trasnacional de los energéticos, no sólo en Bolivia sino en buena parte de América Latina, complica el escenario. La Cepal detalla el panorama: las empresas de hidrocarburos han sido algunas de las primeras y mayores inversionistas latinoamericanas fuera de sus fronteras, sobre todo como resultado de la lógica empresarial del negocio petrolero. Al igual que las principales petroleras trasnacionales, las translatinas del sector invirtieron en exploración y producción en lugares tan distintos como América Latina, Asia, el Mar del Norte y Medio Oriente, como una manera de reducir el riesgo ligado a sus operaciones.
EN EL PERIODO reciente han comenzado a invertir en actividades de refinación y distribución de combustibles, para diversificar operaciones. El mercado mundial está dominado por dos grupos de compañías: trasnacionales con origen en los países consumidores, y empresas estatales de países productores en desarrollo. Este segundo grupo es particularmente importante porque posee cerca de 80 por ciento de las reservas conocidas de hidrocarburos del planeta.
MIENTRAS LAS COMPAÑIAS estatales concentran gran parte de su capacidad en el segmento de exploración y extracción (suministro de materias primas), las trasnacionales privilegian refinación, distribución y comercialización, debido a que son compradores netos de petróleo en el mercado. La presencia de América Latina entre las mayores petroleras del mundo de ambos grupos es considerable. Destacan Petróleos de Venezuela y Pemex, las empresas estatales de los dos países más ricos en cuanto a reservas conocidas de la región. Les siguen la brasileña Petrobras, que posee la mayor cantidad de activos en el exterior, y Yacimientos Petrolíferos Fiscales, adquirida en Argentina por la española Repsol en los años 90. Más atrás se encuentran las estatales petroleras de Chile, Colombia y Ecuador. La mayoría de estas empresas latinoamericanas ha realizado inversiones considerables fuera de sus fronteras.
LA TENDENCIA GENERAL observada en la región (excepto México) con intervalos significativos se ha caracterizado por el importante papel inicial asignado a las trasnacionales a comienzos del siglo XX; la posterior creación de empresas estatales y la nacionalización de activos petroleros con diferentes acuerdos para la participación de las trasnacionales en la industria; y desde la década de 1990 en adelante, una tendencia hacia la privatización y la apertura a nuevos competidores en todos los segmentos.
ACTUALMENTE EL ESTADO ha resurgido como actor relevante en algunos países. Tal es el caso de Bolivia, donde se intenta reactivar Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos; Argentina, en virtud de la creación de la compañía Enarsa; Venezuela, donde se estudia la idea de promover una entidad regional-estatal para la industria, y un posible proyecto para la compra en conjunto por esas empresas de Repsol-YPF.
EN GENERAL, LAS reformas económicas de los años 90 tuvieron dos grandes efectos en la inversión en el exterior de esta industria. En primer término, las privatizaciones crearon oportunidades de inversión para compañías de otros países, incluidos los vecinos latinoamericanos. Por ejemplo, la venta de activos estatales en Perú y Bolivia permitió la llegada de empresas españolas y brasileñas a los segmentos de petróleo y gas natural. Asimismo, las restricciones impuestas por las autoridades argentinas a la adquisición de YPF por parte de Repsol crearon oportunidades para inversiones brasileñas en Argentina. En segundo lugar, ha cambiado el comportamiento de las empresas de la industria, incluso las estatales, que ahora privilegian la obtención de utilidades, la eficiencia en la gestión y una mayor agresividad en la búsqueda de oportunidades de negocios.
EN ESTE CONTEXTO, las empresas trasnacionales y estatales dominaron la industria, dejando relativamente poco espacio para el desarrollo de sociedades privadas locales, muchas de las cuales, sin embargo, progresaron como subcontratistas en actividades de apoyo como ingeniería y construcción. En Argentina, las políticas relativas a los subcontratistas y la forma en que se privatizó la estatal YPF permitieron que algunas de estas empresas adquirieran cuantiosas reservas y se convirtieran en compañías petroleras. Más adelante, todas fueron adquiridas por firmas extranjeras.
EN GRAN MEDIDA la trasnacionalización de las petroleras latinoamericanas ha estado determinada por la distribución de las reservas. Se identifican dos tendencias: países con grandes reservas de hidrocarburos -destaca Venezuela- que han concentrado sus inversiones en el extranjero en la capacidad de refinación, como una manera de asegurar los canales de comercialización -en Estados Unidos y Europa- para el petróleo producido localmente, y Pemex que no ha llevado a cabo inversiones significativas en el exterior. Están además los países que poseen reservas, pero no lo suficientemente abundantes, y para los cuales la trasnacionalización es una manera de asegurar el abasto nacional.