En una reunión este mes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), expertos advirtieron que los tratados de libre comercio provocan con frecuencia una importante pérdida de espacio político para los países en desarrollo, además de situar en desventaja a sus bancos, industrias, agricultores y consumidores. Los tratados de libre comercio (TLC) entre países […]
En una reunión este mes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), expertos advirtieron que los tratados de libre comercio provocan con frecuencia una importante pérdida de espacio político para los países en desarrollo, además de situar en desventaja a sus bancos, industrias, agricultores y consumidores.
Los tratados de libre comercio (TLC) entre países en desarrollo pueden ayudar a fortalecer la cooperación regional, pero cuando se celebran entre un país industrializado y poderoso y países en desarrollo, pueden provocar muchos problemas para los consumidores, agricultores e industrias de estos últimos. Esta preocupación se planteó en Ginebra, en una reunión sobre la conexión entre el sistema multilateral de comercio y los acuerdos regionales de comercio, organizada por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Los acuerdos regionales Sur-Sur (como el de la ASEAN en el sudeste asiático y el Mercosur en América del Sur) se realizan entre países vecinos con grados similares de desarrollo, mientras que en los TLC Norte-Sur, el país rico está tan aventajado económicamente que sus mercancías y empresas pueden avasallar a la economía de la otra parte. Lakshmi Puri, directora de la división de comercio de la UNCTAD, señaló que los nuevos acuerdos regionales de comercio trascienden el comercio para abarcar servicios, inversiones, competencia y propiedad intelectual. Sin embargo, excluyen a los subsidios agrícolas, que son una herramienta fundamental de protección para los países industrializados. Esta cuidadosa selección de los temas, tratada por los expertos reunidos en Ginebra, refleja el desequilibrio de tales acuerdos. En estos se incluyen cuestiones como la inversión y la propiedad intelectual, que benefician a los países en desarrollo, y se excluyen las que más podrían beneficiar a los países en desarrollo, como la eliminación de los subsidios agrícolas del Norte, por insistencia de los países más poderosos. Ransford Smith, subsecretario general de la Commonwealth, dijo que los países en desarrollo tienen razón en preocuparse por los acuerdos regionales de comercio Norte-Sur, como el que negocian actualmente la Unión Europea y los países de África, el Caribe y el Pacífico (ACP).
En tales acuerdos, los países en desarrollo deberían reclamar un trato especial y la facilitación del movimiento de sus trabajadores hacia los países industrializados.
Yash Tandon, director del South Centre, señaló que hay algunos acuerdos regionales en que predomina la solidaridad y el apoyo a los socios más débiles. Pero otros, que involucran a países en desarrollo e industrializados, tienen una «estructura forzada» en que una parte impone los términos y la otra debe limitarse a tomarlos o dejarlos tal como están, dijo.
Tandon hacía referencia a lo que se denomina una «plantilla», es decir, un modelo de acuerdo con cuestiones y demandas fijas de los países industrializados. Solo hay espacio para una variación muy limitada. Si el país en desarrollo discrepa, no hay acuerdo. Y si se firma el tratado, el país en desarrollo acepta un arreglo desequilibrado y debe implementar políticas con frecuencia perjudiciales. La influyente organización Oxfam afirmó que los TLC que involucran a Estados Unidos o a la Unión Europea y a países en desarrollo despojan a estos del espacio político que precisan para gobernar eficazmente sus economías.
Los TLC con Estados Unidos retardan la introducción de medicamentos genéricos, advirtió Celine Chaveriat, directora comercial de Oxfam. En Colombia, los costos de los fármacos aumentarán 919 millones de dólares para 2020 debido a su TLC con Estados Unidos. Con ese dinero se podría tratar a 5,2 millones de pacientes, dijo.
Los TLC que involucran a Estados Unidos o a la Unión Europea, agregó Chaveriat, exigen al país en desarrollo que apruebe una ley para derogar el derecho de los agricultores a guardar o compartir semillas, lo que aumenta la vulnerabilidad de ese sector.
Estados Unidos y la Unión Europea también desean abrir, a través de TLC, los servicios financieros en el Sur. Por otro lado, los países en desarrollo liberalizan esos servicios en la esperanza de lograr una mayor eficiencia, pero ocurre lo contrario. Recientes estudios de la ONU y del Fondo Monetario Internacional (FMI) demuestran que la apertura del sector bancario lleva a los bancos extranjeros a elegir solo a los clientes más lucrativos y a dejar a los clientes más pobres y riesgosos a los bancos nacionales, con lo cual la rentabilidad de estos se reduce.
En México, tras la firma de su TLC con Estados Unidos y Canadá, la propiedad extranjera de los bancos aumentó a 85 por ciento entre 1994 y 2000, pero los créditos a empresas mexicanas cayeron de 10 por ciento a 0,3 por ciento del producto interno bruto en el mismo período.
Los países en desarrollo también son presionados para que eliminen sus aranceles a los productos agrícolas y manifacturados, mientras que los países industrializados se niegan a negociar sus subsidios agrícolas, que perjudican gravemente a los agricultores del Sur, observó Chaveriat.
La experta citó un estudio según el cual, en Colombia, los ingresos podrían reducirse 57 por ciento y el empleo 35 por ciento en nueve sectores agrícolas, como resultado del TLC con Estados Unidos.
Oxfam exhortó a revisar las normas de la Organización Mundial del Comercio y de los acuerdos regionales de comercio, así como a promover un cambio de mentalidad de los grandes actores acerca de sus políticas comerciales hacia los países en desarrollo.
David Vivas, del International Centre for Trade and Sustainable Development, también destacó que Estados Unidos utiliza sus TLC para proteger los intereses de sus empresas, insistiendo en disposiciones sobre propiedad intelectual que van más allá de las actuales normas internacionales. Los países en desarrollo tendrán más dificultades para proteger el interés público a medida que la expansión de los derechos de propiedad intelectual reduzca su espacio político para hacerlo. Por lo tanto, deben ser cuidadosos al aceptar esas condiciones, añadió.
Funcionarios de varios bloques regionales, incluida la ASEAN, estuvieron presentes en la reunión, así como representantes de distintos gobiernos