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Entrevista al economista financiero Michael Hudson

Revelaciones de un experto acerca de los centros bancarios en paraísos fiscales

Fuentes:

Traducido para Rebelión por Marga Vidal y revisado por Francisco González

Hace casi un siglo que la industria petrolera inventó la práctica de usar países con «bandera de conveniencia» como medio para eludir los impuestos sobre la renta. Desde la década de 1960 el propio gobierno de los Estados Unidos ha animado a los bancos estadounidenses a crear filiales en centros de «dinero caliente» caribeños o en islas aún más alejadas como medio de atraer dinero extranjero hacia el dólar. El objetivo inicial fue ayudar a financiar la guerra de Vietnam convirtiendo a los Estados Unidos en una nueva Suiza para el «dinero caliente» del mundo.

Esta política tuvo éxito en la medida en que convirtió a los Estados Unidos en un refugio de capitales para dictadores del tercer mundo, presidentes mexicanos y oligarcas rusos. La antigua Unión Soviética ahora financia una porción sustancial del déficit de la balanza de pagos estadounidense con el capital evadido que los «reformistas» neoliberales facilitaron al respaldar a los cleptócratas. El resultado ha ido creciendo hasta convertirse en un sistema hecho y derecho que permite a las corporaciones multinacionales evadir impuestos en todo el mundo, incluidos los propios Estados Unidos. Permite a los inversores nacionales globalizar sus operaciones fundando filiales, a su libre voluntad, al estilo de Enron en las Islas Caimán, las Indias Holandesas u otras pequeñas y sólo recientemente conocidas islas del Pacífico.

El permisivo ordenamiento relativo a estas cabezas de puente de la elusión fiscal ha evolucionado hasta tal punto que permite a los inversores estadounidenses y europeos sustraerse a los impuestos simplemente contratando a un abogado que cree una oficina-cuartel y encuentre una empresa auditora dispuesta a aceptar sus libros contables tal cual – lo cual es suficiente para que las autoridades fiscales lo acepten en estos tiempos de reducción de plantillas del fisco. La resultante caída de la tasa de las obligaciones fiscales empresariales en los ingresos nacionales han sido el factor principal en el vertiginoso déficit presupuestario estadounidense. Las empresas, en especial en el sector financiero, establecen falsas compañías y ajustan sus transferencias de pagos (por ejemplo para las ventas de materia prima a las refinerías, o de productos refinados o semifacturados a sus distribuidores finales en los países industriales) de forma que pueden trasladar todos sus beneficios a estos enclaves libres de impuestos.

El capital fugitivo no abandonaría su país de origen si no tuviera un sitio medianamente seguro al que ir. Un creciente número de islas libres de impuestos han aprovechado el hecho de ser lo suficientemente pequeñas para adoptar la regulación fiscal que mejor les place. Los abogados que actúan por cuenta de los lobbies financieros y económicos en Estados Unidos y en Europa han diseñado las leyes que convierten estos centros bancarios en lo que el profesor Hudson llama «anti-estados».

SS: En anteriores entrevistas Ud. describió cómo la economía ha sido «financierizada» en formas que eximen a las empresas de pagar impuestos. ¿Qué papel desempeñan los paraísos fiscales en esto?

MH: Las empresas crean compañías comerciales en islas libres de impuestos y declaran que todas las rentas y plusvalías [FG1] de capital obtenidas de propiedad inmobiliaria, acciones u otras inversiones proceden de estas compañías huecas. Esto ha llevado al chiste de que los impuestos se han vuelto totalmente voluntarios en los negocios modernos.

SS: ¿Cómo afecta esto a la economía nacional de los Estados Unidos?

MH: El hecho de no gravar las rentas de las empresas, y en especial las rentas financieras en particular, deja toda la carga fiscal a los contribuyentes individuales, a través de las retenciones salariales para la Seguridad Social, el sistema público de seguro médico [Medicare] y las contribuciones a los fondos de pensiones. También son los consumidores quienes soportan una creciente carga mediante los impuestos sobre las ventas y otros impuestos locales.

SS: ¿Esto se ve confirmado por las estadísticas?

MH: Los paraísos fiscales permiten a las compañías multinacionales dar la impresión de que no ganan suficiente en los negocios que realizan en los países en que se recaudan impuestos al nivel europeo y estadounidense. La realidad es que las compañías estadounidenses ganan muchísimo más dinero del que declaran. Sin embargo, los bancos en los paraísos fiscales las liberan de tener que pagar impuestos sobre estos ingresos, o sobre las ganancias de capital. Este es el motivo por el cual tenemos actualmente estos enormes déficits presupuestarios.

SS: Tengo entendido que Ud. tiene más de cuarenta años de experiencia en estos bancos en paraísos fiscales y enclaves libres de impuestos.

MH: Me enseñaron el oficio en el curso de mi trabajo como economista especialista en balanza de pagos y más tarde como director de un fondo de inversión. Los primeros indicios sobre el funcionamiento de estos enclaves los percibí cuando trabajaba para el Chase Manhattan Bank en 1965-1966 y se me asignó la tarea de elaborar un informe sobre el impacto de la industria petrolera sobre la balanza de pagos estadounidense. Tras leer los libros habituales sobre cómo operaba el cartel a escala mundial, seguía teniendo dificultades para comprender las declaraciones de ingresos y gastos de la industria petrolera y las estadísticas publicadas por el Ministerio de Comercio.

Mi principal problema era determinar dónde realizaban exactamente sus beneficios las compañías petroleras. ¿Era en la producción, cuando se extraía el crudo del suelo, o era en la etapa de procesado, cuando se refinaba el petróleo, o en la distribución, cuando se vendía a los consumidores finales para caldear edificios, mover coches, hacer volar los aviones o para transformarlo en productos petroquímicos y plásticos?

David Rockefeller me organizó un día una cita con Jack Bennett, el tesorero de la Standard Oil of New Jersey (la antigua Esso, antes de que cambiara el nombre por Exxon). «Los beneficios se obtienen justamente aquí, en las oficinas de la tesorería», me explicó, «en donde yo decida». Me enseñó el amplio margen de libertad del que un conglomerado global organizado verticalmente gozaba, al poder asignar los «precios de transferencia» para declarar el beneficio global en los sitios en que las tasas fiscales fueran más bajas en el recorrido estadísticamente laberíntico del crudo desde el yacimiento petrolífero hasta la gasolinera.

Los impuestos eran más bajos (de hecho no existían) en Panamá y en Liberia, en donde los tanques petroleros registraban sus banderas de conveniencia. Standard Oil facturaba su petróleo muy barato a estos transportistas filiales, y lo vendían muy caro, casi a precios de minorista, a las refinerías y subsidiarias comerciales de los países industriales consumidores de petróleo.

SS: ¿Cómo se pueden utilizar las estadísticas para seguir lo que está pasando?

MH: No es fácil encontrar transacciones con estos países titulares de las banderas de conveniencia en las estadísticas de las balanzas de pagos estadounidenses. En lugar de figurar como países bona fide en Africa o Latinoamérica, aparecen en una columna bastante oscura que lleva el rubro de «internacional».

Mirándolo superficialmente se tiende a no verlo, dado que no se especifica un país o región específicos. Alguna gente podría imaginar incluso que se refiere a venerables organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, el FMI o el Banco Mundial. Pero lo que «internacional» significa aquí es, simplemente, «transportistas internacionales» registrados bajo bandera de conveniencia. En propiedad no pertenecen a la economía nacional de un país extranjero, dado que es una ficción legal de la que hacen uso las compañías estadounidenses simplemente para hacer constar unos datos fiscales sobre una ficticia base irreal.

SS: Está Ud. diciendo que las estadísticas son traducidas a un lenguaje irreal.

MH: Una irrealidad cuidadosamente estructurada – y que tiene consecuencias sobre el mundo real, ciertamente. La esencia del juego consiste en que Esso y las otras principales petroleras fueron capaces de «cazar» a los sistemas fiscales del mundo vendiendo su crudo a un precio tan bajo a sus compañías de petroleros que apenas dejaban un pequeño ingreso a Arabia Saudita, Venezuela u otros países productores de petróleo. Esto les disuadió de la idea de tomar el control de su propia riqueza mineral, en especial ya que no tenían flotas de petroleros para trasladar el petróleo. Los transportistas filiales de las corporaciones daban vueltas y vendían su petróleo a las refinerías río abajo. Generalmente, éstas estaban ubicadas en territorios sujetos a una jurisdicción política diferente, fuera de las fronteras, (por ejemplo en Trinidad para el petróleo de Venezuela). El petróleo era transferido a un precio tan elevado que a pesar de las fuertes inversiones que requieren estas instalaciones, los refinadores y los distribuidores registraban pérdidas, año tras año, década tras década.

SS: ¿Cómo no pudieron las autoridades fiscales europeas y americanas darse cuenta de lo que estaba pasando?

MH: Aquí es donde entra en juego el poder de los lobbies políticos que actúan en beneficio de los intereses principales. Su habilidad para evitar tener que declarar los beneficios sobre los cuales hubieran tenido que pagar impuestos reflejaba la pasividad de los recaudadores de impuestos en Europa y Estados Unidos, en donde se situaban las instalaciones subsiguientes. Cabría esperar que tales gobiernos decidieran gravar un impuesto mínimo, basándose en el principio de que cualquier inversión debe esperar obtener un rendimiento normal, como mínimo; de lo contrario no se haría o no se mantendría esa inversión. Sin embargo, haciendo la vista gorda, los gobiernos aceptaban las declaraciones de pérdidas y ganancias que les enviaban los contables de las compañías. Permitieron que los beneficios de la extracción, el refino y la comercialización desaparecieran en el agujero negro estadístico de los transportistas internacionales.

Las compañías mineras seguían una práctica contable similar, con sus flotas de petroleros y sus refinerías. Estas compañías mineras y petroleras eran de las multinacionales de mayor envergadura.

SS: Está diciendo que los beneficios cayeron en los balances contables, pero no en la realidad. ¿Qué significa esto para la teoría de que los precios de mercado asignan los recursos de forma eficiente al reflejar los costes de suministro y demanda?

MH: El desarrollo de paraísos fiscales en países con bandera de conveniencia en los cuales declarar los beneficios empresariales difícilmente puede ser considerado un fenómeno marginal. Durante casi un siglo ha desempeñado un papel central en las economías de EE.UU. y de Europa. Pero los precios son más bien ficciones y no se basan en costes reales, o en el juego de la oferta y la demanda. Sólo el inmenso poder político de estos sectores extractivos pudo haber inducido a sus gobiernos a permanecer pasivos a la vista del drenaje fiscal que conllevaban – un tratamiento fiscal favorable denegado a otros contribuyentes.

Gradualmente, no obstante, otros sectores aprendieron a emular la estrategia de eludir impuestos usando bancos en paraísos fiscales.

SS: Aparte de transferir la facturación, ¿qué otros trucos contables usaban?

MH: Las compañías matrices consolidaban sus campos de petróleo en el Cercano Oriente, en África y en Sudamérica en sus balances nacionales estadounidenses, organizándolos no como filiales extraterritoriales con personalidad empresarial distinta, sino como «sucursales». Ello les permitía técnicamente aplicar de forma íntegra a sus ingresos la desgravación fiscal estadounidense a los recursos no renovables. El agotamiento de los recursos de otros países era tratado como si fuera parte de la economía estadounidense – sólo que los beneficios se recogían en Liberia y Panamá.

SS: ¿Tuvo Ud. algún problema cuando estaba trabajando con el Chase y las compañías petroleras para elaborar este informe?

MH: No me pusieron ninguna traba. Me dijeron que obtuviera las mejores estadísticas posibles. Dejaron claro que si las respuestas no eran lo que ellos y la industria petrolífera esperaba, no publicarían mi informe, pero al menos querían conocer cómo andaba la situación estadística. Yo acepté el encargo en esos términos.

Cómo los gobiernos ruso y estadounidense alimentaron los refugios en dólares para los capitales evadidos

SS: ¿Cómo se convirtieron estos paraísos fiscales en centros financieros independientes de las operaciones de fletes empresariales?

MH: El denominador común es la elusión de impuestos, pero la proliferación de los bancos en paraísos fiscales ha cobrado una vida propia, basada en el capital huido y el «dinero caliente».

SS: ¿Esto ocurrió también como resultado de las maniobras fiscales empresariales?

MH: Esta no era la motivación principal. Suiza y Liechtenstein hubieran sido suficiente para el nivel de huida de capitales y ahorros delictivos que caracterizó la década de 1950. Para que emergieran los modernos paraísos fiscales para el «dinero caliente» había que crear una estructura institucional que mantuviera dólares y otras divisas fuertes fuera de sus países de origen, – en algún sitio que proporcionara el mismo grado de «privacidad», «confidencialidad» y por tanto inmunidad frente a las autoridades que proporcionaba Suiza con sus conocidas leyes del secreto bancario.

Las compañías petroleras y mineras no querían violar la ley o hacer nada ilegal, y por tanto no necesitaban este tipo de privacidad. Ellos simplemente redactaron y enmendaron las leyes fiscales para introducir agujeros legales en su propio beneficio. El dinero real se guardaba en sus oficinas nacionales. Pero los centros bancarios en los paraísos fiscales tenían por objeto una fuente diferente de depósitos: los que necesitaban dejar fuera del alcance de las autoridades europeas o estadounidenses.

SS: Entonces ¿cómo evolucionaron los instrumentos extraterritoriales para los depósitos de dólares?

MH: En realidad, los grandes catalizadores eran los propios gobiernos soviético y estadounidense. La historia comienza con la creación del mercado de eurodólares durante los años de la guerra fría.

A finales de los años cincuenta, la Unión Soviética tenía un problema. Necesitaba cuentas bancarias denominadas en dólares para sufragar sus diversos programas de gastos en Occidente. Pero a medida que la guerra fría se iba calentando, tenía miedo de que el gobierno estadounidense pudiera confiscar sus cuentas bancarias estadounidenses (como haría el Chase Manhattan cuando se derrocó al Sah en Irán). Rusia inició entonces una aproximación hacia una serie de bancos británicos y sugirió abrir cuentas que permitieran a las agencias soviéticas mantener sus pagarés denominados en dólares estadounidenses (y no convertirlos en libras esterlinas) y usar estas cuentas en dólares para pagar dólares a diversos proveedores en Occidente (sin mencionar a agentes más inicuos). Los bancos británicos se mostraron de acuerdo, y así nació el mercado de eurodólares – un mercado para depósitos en dólares, mantenido fuera de los Estados Unidos.

SS. Así que una gran innovación del capital financiero fue creada por los propios soviéticos. ¿Se dieron cuenta de lo que estaban haciendo? Y, al intentar evadir el control estadounidense, ¿acabarían contribuyendo o dañando los intereses globales estadounidenses?

MH: En un principio nadie comprendió las implicaciones. Como sucede tantas veces, esta innovación financiera dio lugar a una retahíla de consecuencias no anticipadas. A las multinacionales les resultaba útil mantener dólares en el extranjero para facilitar sus propias transacciones, especialmente cuando empezaron a comprar empresas europeas y de otros países extranjeros y a crear sus propias sucursales extraterritoriales.

Los bancos estadounidenses crearon sucursales en Londres y en otros centros financieros para atender a estas compañías. Cuando la política monetaria se fue estrechando durante la guerra del Vietnam en estos años, estos bancos encontraron que la forma más sencilla de dotarse de dinero venía de sus sucursales extranjeras. Los organismos de control bancario no habían previsto esta evolución y no habían impuesto ningún requisito en cuanto a que las matrices mantuvieran reservas sobre los depósitos que venían de estas sucursales extraterritoriales. De modo que los depósitos de eurodólares se convirtieron en una gran fuente de depósitos de los grandes bancos estadounidenses, con los que prestar dinero cuando empezó a restringirse el dinero como resultado del drenaje de la balanza de pagos por la guerra del Vietnam.

Cómo el gobierno estadounidense urgió al Chase a establecer sucursales en centros de «dinero caliente»

SS. ¿Cuál ha sido la experiencia más notable que tuvo Ud. con estas instituciones?

MH: La guerra del Vietnam estaba empujando la balanza de pagos hacia el déficit, drenando las provisiones de oro que respaldaban la moneda. El oro había sido la palanca del poder financiero internacional desde la primera guerra mundial, y ahora estaba saliendo para pagar la guerra en el sudeste asiático.

Los gobiernos de Johnson y Nixon sabían que si librar la guerra suponía un menor consumo a escala nacional, los votantes se opondrían a la guerra. Así que siguieron una política de armas y mantequilla, promoviendo un fuerte consumo interior y un presupuesto deficitario, dejando poco para vender en el exterior. Los Estados Unidos no estaban dispuestos a permitir que sectores económicos clave fueran vendidos a extranjeros para equilibrar su balanza de pagos internacional, aunque esto es lo que ordenó hacer a los otros países deudores después de 1980.

Los funcionarios estadounidenses buscaron provocar el cambio extranjero en cualquier modo posible, pero sus opciones eran limitadas. Les quedaba una gran posibilidad: atraer al capital fugado. Esto se podía hacer sin tener que subir las tasas de interés en el propio país, pero proporcionando refugios seguros para el dinero caliente extranjero. Por tanto, lo que los estrategas geopolíticos estadounidenses estaban dispuestos a aceptar era depósitos bancarios en el extranjero, independientemente de dónde vinieran.

En términos de balanza de pagos, el dinero extranjero convertido en dólares y guardado en sucursales extraterritoriales de los bancos estadounidenses tenía la misma función que el dinero en los bancos estadounidenses, siempre que dichos depósitos se mantuvieran en dólares y no en moneda extranjera.

SS: ¿Esta política era así de explícita?

MH. Bien explícita. En esta época el «dinero caliente» se estaba yendo a Suiza hasta tal punto que el franco suizo se estaba convirtiendo en la divisa más dura del mundo. Los estrategas financieros americanos buscaban una política que diera soporte al dólar de la misma forma. El Ministerio y Departamento del Tesoro se acercó a los principales bancos internacionales del país con una propuesta de hacer algo que éstos hubieran temido hacer sin el apoyo o inducción oficiales. Tenían que establecer y expandir sus propias sucursales en los principales paraísos financieros del mundo – y quizá incluso ayudar a crear algunos nuevos. Esto no sólo atraería a los capitales evadidos, sino que dejaría también al país importantes cantidades que estaban siendo enviadas al extranjero por quienes se evadían del fisco estadounidense.

En 1996 un antiguo empleado del Departamento de Estado que ahora era ejecutivo del Chase solicitó mi opinión en un memorándum que delineaba el interés común entre la diplomacia económica estadounidense y los bancos internacionales del país en cuanto a la creación de sucursales en el extranjero destinadas a atraer parte del dinero caliente del mundo, arrebatándoselo a Suiza y otros paraísos fiscales.

Los Estados Unidos probablemente sean el segundo paraíso fiscal del mundo, aunque con pocas probabilidades de rivalizar con Suiza en un futuro previsible. Como en el caso de Suiza, el dinero evadido fluye hacia los EE.UU. probablemente desde todos los demás países del mundo. Este dinero es manejado casi exclusivamente por los principales intermediarios, abogados y bancos comerciales en Nueva York y Miami. Los ejecutivos del Departamento Internacional y Departamento Fiduciario del CMB confirman que el propio cuartel general del CMB maneja una importante cantidad de dinero extranjero evadido. Sin embargo, es insignificante en relación al potencial total disponible.

Existe un consenso general entre los funcionarios CMB y los expertos estadounidenses y europeos en cuanto a que las entidades con base en Estados Unidos o controladas desde allí se encuentran muy penalizadas a largo plazo a la hora de competir por el dinero caliente con Suiza u otros paraísos fiscales extranjeros. Esto se debe a los siguientes factores interrelacionados:

a) la demostrada capacidad del tesoro de los EE.UU., su ministerio de Justicia, la CIA y el FBI para obtener los registros contables de los clientes, de embargarlos y de forzar el testimonio por parte de funcionarios estadounidenses y las entidades controladas por los EE.UU., debidamente respaldados por los tribunales estadounidenses;

b) las restrictivas regulaciones y políticas de inversión e intermediación estadounidenses, que limitan la flexibilidad y el secreto de la actividad inversora;

c) los impuestos estadounidenses sobre la propiedad inmobiliaria y las retenciones fiscales estadounidenses a las inversiones extranjeras;

d) el papel de los EE.UU. como el principal contrincante de la guerra fría, y la consiguiente posibilidad de que las inversiones a través de una entidad estadounidense se vean expuestas a hostilidades o congelación de activos como resultado de la Guerra Fría;

e) la visión generalizada (en parte sin ningún fundamento) por parte de muchos extranjeros sofisticados de que los responsables estadounidenses de inversiones son ingenuos y carentes de experiencia en la manipulación de fondos extranjeros, especialmente en mercados extranjeros.

A pesar de las antedichas limitaciones, los EE.UU. han atraído a los gestores de dinero en otros aspectos. Estos incluyen: los mayores y más activos mercados de valores del mundo, que garantizan tanto la liquidez como la diversificación. La facilidad de realizar transferencias y el manejo mecánico de las inversiones, en parte a través de la red mundial de bancos estadounidenses. La principal divisa mundial: el dólar estadounidense. En años recientes, la estabilidad financiera sin igual y uno de los mayores niveles de crecimiento económico entre las principales naciones industriales. Y finalmente la insignificante probabilidad de revolución o confiscación, y la baja probabilidad de no convertibilidad.

El memorándum citaba Beirut, Panamá, Suiza y otros centros desde los cuales el gobierno de los Estados Unidos invitaba al Chase a atraer a capitales evadidos poniendo sus servicios a la disposición de los clientes existentes y futuros, dictadores, traficantes de drogas, criminales e incluso adversarios en la Guerra Fría.

El Chase y otros importantes bancos financieros estadounidenses respondieron creando una red de centros extraterritoriales que convertirían a Estados Unidos en una Suiza de alto nivel.

SS: ¿Y fue esto lo que ocurrió de hecho, y estuvo de acuerdo el gobierno con ello?

MH: El gobierno y los bancos tenían plena conciencia de que los ladrones son la gente con la mayor liquidez del mundo, por la simple razón de que temen ostentar propiedades a la vista de las autoridades – excepto en los casos en los que la propiedad existente puede ser lavada a través de una maraña de compañías pantalla y testaferros en los archivos legales de los despachos de los abogados en centros extraterritoriales, que viven de gestionar tales estratagemas financieras. Las más importantes compañías auditoras, bufetes de abogados y asesores de inversiones en los EE.UU. pronto se metieron en el negocio de asesorar a las corporaciones y a los clientes acaudalados sobre cómo abrir cuentas en bancos extraterritoriales a nombre de tapaderas.

SS: Esto me parece un bombazo. ¿Alguna vez lo ha publicado?

MH: Se lo enseñé al catedrático de economía y periodista canadiense Tom Naylor, que lo reprodujo en 1987 en su libro «Hot Money», pp. 33-34. El libro ha sido traducido a muchos idiomas y reimpreso numerosas veces. Está a punto de ser salir nuevamente este año, publicado por la editorial McGill-Queens University Press de Canadá, y de hecho estoy escribiendo una introducción a la edición más reciente. Pero en realidad no ha habido mucho debate, porque el tema del dinero caliente permanece al margen de los intereses de la mayoría de los economistas académicos.

SS: ¿Hubo algún tipo de debate sobre si ésta era la mejor manera de hacerlo?

MH: Sí, se produjeron unas cuantas audiencias en el Congreso, y se incluyeron numerosos informes excelentes. Pero la moralidad del bien o del mal no desempeña un gran papel. Una de las cuestiones políticas principales fue simplemente discutir si el gobierno debería imponer una retención fiscal del 15 por ciento a los depósitos extranjeros de valores del Tesoro, basándose en la suposición de que probablemente éste sería el único impuesto que jamás pudiera conseguir. Algunos portavoces gubernamentales convencieron al Congreso para que no impusiera este impuesto, arguyendo que desanimaría al dinero caliente extranjero – y también al dinero caliente estadounidense, por cierto – respecto a mantener bonos del tesoro. En aquel momento, los Estados Unidos necesitaban cualquier mercado que pudieran crear para sus bonos, para frenar la salida del oro. Así que se abolió la retención fiscal extranjera.

SS: En otras palabras, el Tesoro permitió la evasión fiscal nacional estadounidense a fin de mantener una entrada de dólares en la balanza de pagos, y para mantener bajos los tipos de interés nacionales.

MH: Sí. La agencia tributaria ya había permitido la evasión fiscal bajo la presión de las grandes multinacionales, tales como las compañías petrolíferas y mineras. La integración vertical les permitía administrar las transferencias de precios de modo que minimizaran su base imponible fiscal global. El frenar el gravamen sobre los intereses pagados por los bonos del tesoro estadounidense favorecía al dinero caliente estadounidense.

Hacia finales de los sesenta los Estados Unidos habían hecho ya bastante progreso para convertir a los EE.UU. en el paraíso fiscal del capital evadido mundial. Citibank, Chase y otros se establecían o expandían sus operaciones para las filiales dedicadas al «private banking» ofreciendo «confidencialidad» a los clientes, desde los principales políticos mexicanos hasta los cleptócratas rusos de los noventa.

SS: Pero el precio era el de proporcionarle a los delincuentes internacionales un mejor tratamiento fiscal que a los ciudadanos contribuyentes y respetuosos con la ley.

MH: Sí, y hay una razón para ello. Lo extraordinario es que los ahorradores con mayor liquidez en la sociedad actual son los delincuentes y los evasores de impuestos. Tienen buenos motivos para evitar las propiedades inmobiliarias y otras propiedades tangibles. Son demasiado visibles a los ojos de la justicia y del fisco. Por eso las estadísticas de las balanzas de pagos clasifican a los movimientos de capital como «invisibles». Prestigiosas empresas auditoras y bufetes de abogados dedican muchos recursos articulando estratagemas de evasión de impuestos y creando un velo de tapaderas para proporcionar un manto de invisibilidad a la riqueza construida por desfalcadores, evasores fiscales, un puñado de traficantes de drogas, traficantes de armas y agencias de inteligencia gubernamentales para que los usen en sus propias operaciones encubiertas.

SS. De modo que todo esto hizo más cosmopolita al capital financiero y menos sujeto a regulaciones nacionales y controles gubernamentales.

MH: Sí, y a finales de los ochenta, los gestores financieros estadounidenses estaban creando fondos de inversión extraterritoriales para explotar los mercados mundiales de capitales.

Cómo los centros financieros de dinero caliente convirtieron los capitales evadidos en un mercado de deudas estatales

SS: ¿Cuál fuel el efecto de estos paraísos fiscales y centros bancarios en las economías de otros países?

MH: Tal como las autoridades estadounidenses habían esperado, al dinero caliente mundial le resultó de lo más práctico entrar en los bancos extraterritoriales dolarizados.

SS: ¿Puede dar algún ejemplo de cómo funcionaba esto?

MH: En 1989 fui contratado por Scudder, Stevens and Clark, una empresa de gestión financiera en Boston, para que dedicara unos cuantos meses de mi vida organizando un fondo de inversión en deuda estatal, es decir, un fondo que invirtiera en los bonos de un gobierno del tercer mundo. Este iba a ser el primero fondo de inversión del mundo de estas características, y comenzó lo que luego sería un verdadero torrente en los noventa. Pero en esos momentos tan tempranos, Scudder era incapaz de encontrar clientes estadounidenses dispuestos a meter 75 millones de dólares en una región en la que se habían quemado gravemente durante las secuelas de la insolvencia mexicana de 1982.

Por otro lado, aquel suceso traumático había subido los intereses de los préstamos hasta casi el 45 por ciento anual para los bonos argentinos y brasileños denominados en dólares, y cerca del 25 por ciento para los bonos del tesoro mexicano a medio plazo, denominados en dólares. Estas tasas de interés permitían que el fondo tuviera un notable éxito en encontrar compradores extranjeros. Constituida en las Antillas Holandesas (Indias Occidentales Holandesas) como la sociedad Sovereign High-Yield Investment Cp. N.V. sus acciones cotizaban en la Bolsa de Londres. El avalista de la suscripción, Merril Lynch, los vendió mayormente a familias argentinas bien relacionadas a través de sus oficinas en Buenos Aires, siendo adquiridos los demás principalmente por compradores brasileños y de otros países latinoamericanos.

Su dinero era invertido en bonos altamente remunerados de sus propios gobiernos. La ironía era que los desorbitados pagos de intereses que se realizaron en 1990 se debían fundamentalmente a la evasión de capitales argentinos y a familias brasileñas que operaban extraterritorialmente en forma de «Yankee fund». El hecho de que se creara en centros extraterritoriales significaba que no se permitía a inversores estadounidenses adquirir estas acciones.

Los mayores inversores eran personas cercanas a la política que se habían metido en el fondo sabiendo que sus bancos centrales pagarían sus deudas en dólares a pesar de las primas de alto riesgo. Mientras que estos oligarcas locales aparecían en las estadísticas como «acreedores de dólares» frente a sus propios países, de carácter altamente explotador, los demagogos nacionales acusaban a los yanquis, al FMI, al BM y a los banqueros británicos de imponer la austeridad financiera a estos países. Sin embargo, la deuda en dólares de Argentina a principios de los noventa estaba en manos, fundamentalmente, de argentinos que operaban en bancos extraterritoriales. Los mayores beneficiarios del servicio de deuda externa eran los propios evasores de capitales, no los tenedores de bonos en Norteamérica y Europa.

Para Argentina, el «extranjero» probablemente era un oligarca local, que operaban desde una cuenta extraterritorial invisible a su propio gobierno (que consistía en su mayor parte en la propia familia). Uno se encuentra con el mismo fenómeno en la actual Rusia, en donde un «inversor extranjero» tiende a ser un ruso con una cuenta extraterritorial que opera desde Chipre, Suiza o Liechtenstein, quizá en sociedad con un americano u otro extranjero como camuflaje político.

SS: ¿Qué rendimiento dio este fondo?

MH: El primer año de funcionamiento se convirtió en el segundo en el ranking mundial (El primero fue un fondo inmobiliario australiano). Los inversores globales pronto entraron en acción cuando vieron que la oligarquía financiera latinoamericana reciclaba su propio capital evadido dolarizado hacia los países de origen, vía enclave extraterritorial.

No obstante, el fondo con el que yo estuve relacionado se limitó a una duración de cinco años, porque en 1989 me parecía que esto era todo el margen que permitía seguir malversando ingresos del tercer mundo hasta que eclosionara una nueva crisis. En el momento en que este período finalizaba, los bonos del tesoro mexicanos se habían convertido en los favoritos de los inversores hasta tal punto que su tasa de interés cayó por debajo del 10 por ciento. El país estaba malvendiendo su sistema telefónico y otras empresa públicas con cuyo producto se estaba rellenando las reservas de divisas del banco central – el último acto oficial de la dictadura del PRI antes de perder la presidencia.

Pero México se columpiaba sobre el filo de la suspensión de pagos en la crisis del peso de aquel año, justo una docena de años después de que hubiera desencadenado la bomba de la deuda latinoamericana de 1982 al anunciar que no podría pagar su deuda externa. El gobierno de Clinton «rescató» a México, o mejor, el Secretario del Tesoro Robert Rubin «rescató a sus acreedores».

SS: Así que, finalmente, los especuladores en bonos en dólares del tercer mundo perdieron.

MH: No fueron los únicos. El proceso suponía que el capital evadido se convertía en legado de deuda externa oficial. Incluso se convenció a Argentina para que se uniera a las filas de Panamá y Liberia dolarizando su economía. En lugar de crear un crédito nacional mediante déficits presupuestarios, como hacen otras naciones, su gobierno emitió un enorme volumen de bonos pagaderos en dólares. Sus tasas de interés cayeron por debajo del nivel del 10 por ciento cuando los inversores en los países acreedores quisieron creer que se había descubierto el secreto de la solvencia monetaria. Se pidieron prestados dólares extranjeros para financiar las políticas nacionales.

Mientras, la caída de los tipos de interés que resultó del aumento de la «confianza» en la locura de Argentina proporcionó abundantes plusvalías del capital a los inversores que habían comprado los bonos a un precio tan bajo que obtenían un retorno de cuatro o cinco veces su importe. Pero, a fin de cuentas, ¿qué es la confianza sino una oportunidad de jugar al juego de la confianza? – ¡un juego en el que los reaseguradores financieros han afilado su experiencia durante siglos! El fondo de Scudder y otros inversores tempranos vendieron sus bonos a los nuevos fondos de inversión y a otros compradores inexpertos en riesgos internacionales durante los burbujeantes noventa, cuando todo el mundo trataba de adelantar en ganancias al otro, independientemente de a dónde conducía esto a largo plazo.

Esto promovió un innecesario endeudamiento extranjero, cuyo actual colapso amenaza con separar a Argentina de las demás naciones. Luego, en el 2001, la pirámide de la deuda colapsó, y los bonos se han desplomado. Eso borró una porción sustancial de los «malos» ahorros» que eran la contraparte contable de estas «malas deudas».

Algunas alternativas políticas

SS: ¿Cuánto dinero en estos paraísos es capital huido ilegalmente y ahorro producido por la evasión fiscal?

MH: Lo más notable es el punto hasta el cual los inversores han hecho uso legal de estos paraísos. Al patrocinar al eurodólar, por ejemplo, el gobierno británico animó la creación de depósitos intermedios para eludir impuestos en algunas de las islas ubicadas en los inhóspitos territorios del Canal de la Mancha y el Mar del Norte. Por el simple hecho de registrar propiedades inmobiliarias en alguna de estas islas, a los propietarios británicos se les permite eludir pagar impuestos sobre las rentas del capital, dado que éstas no gravan a los inversores «extranjeros».

SS: ¿Cuál es la diferencia entre alguien que elude impuestos y un evasor de impuestos?

MH: Hacer uso de las leyes existentes para minimizar los impuestos a pagar es totalmente legal. El evasor de impuestos es alguien que infringe la ley realizando declaraciones falsas o realizando complicadas operaciones financieras cuya única función económica es eludir el pago de impuestos.

SS: De modo que la lógica británica era igual a la lógica estadounidense de los sesenta: Necesitaba dinero, independientemente de dónde viniera. El coste finalmente era el de facilitar eludir los impuestos.

MH: La lógica era que la libra esterlina necesitaba que la inversión extranjera diera apoyo a la cotización de su divisa. El principal efecto, no obstante, era el de proporcionar un privilegio fiscal a los grandes inversores nacionales en oposición a los propietarios de viviendas nacionales o los pequeños inversores que no abrían cuentas extranjeras. Un inversor británico puede crear una empresa tapadera en estos enclaves y eludir el pago de impuestos sobre beneficios del comercio e tierras y edificios, acciones, bonos y otros activos.

Es perfectamente legal, dado que todo país tiene derecho a gravar – o no gravar – con impuestos los patrimonios, plusvalías de capital o los ingresos. En la medida en que las plusvalías de capital tienden a superar el crecimiento de los ingresos salariales, la función económica de tales centros extraterritoriales desempeña un papel central en la acumulación global de bienes. A medida que la inflación global de los precios de instrumentos de inversión cobró impulso entre los ochenta y noventa del siglo pasado, el atractivo de tales centros aumentó proporcionalmente. Esto significa que los economistas difícilmente pueden analizar el crecimiento y la polarización de la riqueza nacional y global sin tener en cuenta la telaraña de derechos y obligaciones financieros asociados a tales centros.

SS: Pero la capa de ilegalidad está creciendo, ¿no es así?

MH: Ciertamente, pero se ha mezclado con «invisibilidades» en lo que se refiere a las cifras económicas, y lo mismo le ha sucedido a la teoría económica, por las mismas razones. La delincuencia es uno de los sectores clave para el que no se realizan estimaciones. Y sin embargo es el de mayor liquidez, dado que los dictadores y cleptócratas, estafadores y traficantes de drogas temen colocar sus activos en forma demasiado visible. Ellos son la incorporación más reciente a la clase rentista mundial, y se han convertido en una fuente de liquidez para las actuales economías.

Rusia ha sufrido una evasión anual de capital del orden de los 25.000 millones de dólares desde los años noventa. El préstamo urgente recibido del FMI en agosto de 1997 desapareció en un oscuro banco de una isla británica del canal de la Mancha, desde donde fue reexpedido a Chipre, Suiza y los Estados Unidos. La mayor parte de los préstamos del FMI a África y Latinoamérica ha sido absorbido completamente por las huidas de capital, subsidiándolo bajo el eufemismo de «estabilización de moneda». Lo que se estabiliza es principalmente la tasa a la cual el capital furtivo es cambiado por divisas fuertes (si es que aún se puede llamar al dólar una divisa fuerte).

SS: ¿Cómo podrían los gobiernos contrarrestar esta estratagema para poder gravar con un impuesto a este dinero?

MH: Es lo que se está debatiendo en Rusia en estos días. Parece que el único tipo de impuesto que se puede recaudar de las multinacionales actualmente es gravando lo que queda visible, no lo que es invisible – es decir, lo que es invisible a las cifras económicas nacionales y a la agencia tributaria. Los rusos están debatiendo un impuesto sobre la renta, recaudado en forma de impuesto sobre el exceso de beneficios de los exportadores de petróleo y minerales.

SS. Si miramos los balances tal cual se presentan, las entidades bancarias extraterritoriales aparecen como acreedores netos, y el resto de países del mundo como deudores netos. ¿Es así?

MH: No exactamente. Los «ahorradores» que tienen cuentas abiertas en estas entidades bancarias extraterritoriales tienen saldos acreedores contra dichos bancos, que a su vez representan las obligaciones de estos enclaves como contrapartida a sus derechos contra el resto del mundo. Pero los saldos acreedores financieros en estos paraísos son propiedad, a su vez y como contrapartida, de los «ahorradores» extraterritoriales.

La información que falta en estos datos es que debería haber datos sobre los saldos de estos «ahorradores» – los evasores fiscales, delincuentes, etc. – clasificados en cuanto a los países de origen. Estos ahorros subrepticios se pierden bajo el rubro del FMI titulado «errores y omisiones». Esto es así porque, por ejemplo, las Indias Holandesas Occidentales pueden deber dinero a una tapadera panameña, que a su vez debe dinero a una tapadera en la Isla de Man, etc. El último titular de los derechos sobre el «dinero caliente» es difícil de identificar. Los flujos de depósitos entrantes en estos enclaves encuentran su contrapartida del balance en el propio endeudamiento creciente de los evasores y tramposos de Europa, América del Norte y del Sur, Asia y África. Pero las estadísticas guardan silencio respecto a quiénes son realmente estos ahorradores invisibles y en dónde residen de verdad.

Un exportador argentino o ruso vende a un precio/factura ficticiamente bajo, pidiendo al comprador que deposite la diferencia en una cuenta bancaria extraterritorial. No hace falta decir que el argentino o el ruso no declararán esta empresa, de modo que no aparece en las cuentas oficiales. Pero en la realidad sí existe. Por eso las deudas mundiales registradas exceden los ahorros localizables, mediante un margen de «errores y omisiones».

SS: Cómo funcionan exactamente las operación de falsas facturaciones?

MH: De dos formas. La más sencilla es que los importadores declaren pagar más por las importaciones que el verdadero precio económico. Esto es lo que hacen las compañías petrolíferas cuando venden el petróleo a sus refinerías a un precio tan alto que las refinerías no pueden declarar ningún margen de beneficios, década tras década.

La imagen especular de este fraude tiene lugar cuando los exportadores declaran recibir menos de lo que realmente reciben. Es el margen lo que ellos pueden disimular. El comprador habitualmente paga la diferencia a una cuenta «particular» en alguno de los centros bancarios extraterritoriales, facilitado por alguno de los bancos estadounidenses, británicos o canadienses establecidos a tal útil efecto. Esto es el significado de la banca «privada». Es así como los exportadores rusos de petróleo, aluminio y otras materias primas disimulan sus ingresos reales ante el gobierno ruso. Explica la emergencia de tantos multimillonarios post-soviéticos que se benefician de un enriquecimiento «inexplicado».

SS: El gobierno ruso, ¿no recauda todavía la mayor parte de sus impuestos de las exportaciones de petróleo y otras materias primas?

MH: Sí, pero falla cuando se trata de gravar los ingresos reales. Si lo hiciera, el señor Jodorkovsky y otros cleptócratas no se habrían unido tan rápidamente al club de las personas más acaudaladas de la tierra en sólo una década, y no estarían ahora procesados por evasión fiscal criminal. Es significativo que la prensa financiera occidental escriba editoriales angustiados denunciando este hecho como poco menos que fascismo de camisas pardas, nacionalismo y totalitarismo. Los gacetilleros de la administración de Bush, tales como el secretario de Estado Powell expresan su preocupación por que esto amenace los verdaderos pilares de la «empresa privada». Esto muestra qué poco valor le dan al castigo de la evasión fiscal en el propio país.

SS: Presumo que vamos a tener que cubrir estas maquinaciones con mayor detalles en nuestra próxima entrevista sobre Rusia después de la elección presidencial del 14 de marzo. Volviendo al tópico de los centros bancarios extraterritoriales, está Ud. describiendo alguna técnica desarrollada simplemente por individuos particulares, o se ha institucionalizado a niveles más altos, con mayor alcance, a un nivel superior, de mayor alcance económico?

MH: Los ingresos de las mayores empresas auditoras y jurídicas de Norteamérica y Europa provienen en una proporción cada vez mayor del asesoramiento a las empresas que buscan hacer uso de estas tácticas. Los principales usuarios son los gestores de dinero y las principales compañías, para ocultar sus beneficios (o sus pérdidas, en el caso de Enron o Parmalat) a las autoridades de sus propios países. En la década de 1990 Enron, Parmalat y otras gigantescas corporaciones delincuentes pudieron organizar los mayores fraudes financieros de la historia usando estructuras financieras que incluían refugios para el dinero caliente.

SS: ¿Acaso no existe una ley estadounidense que persigue la actividad de organizar un complejo entramado de negocios con el único fin de evadir impuestos?

MH: La ley ciertamente existe sobre el papel, y el IRS (Agencia Tributaria Estadounidense) ha denunciado en concreto que la empresa KPMG ha organizado sistemáticamente tinglados para evadir impuestos. Pero los neoliberales han situado a sus propios funcionarios de acuerdo con su ideología en estas agencias gubernamentales, gente que se ha jactado en mi presencia de que simplemente se niegan a regular a fin de «matar a la bestia», es decir, el gobierno, que se supone que es el cerebro que guía la economía. Su inactividad ha corrompido el sistema legal y regulador, inactivándolo. El poder es ejercido por los donantes a las campañas políticas, donantes cuya riqueza ha convencido a los políticos para otorgar a los evasores de impuestos el derecho a mostrar la tarjeta roja a cualquier agencia regulatoria gubernamental que muestre un celo excesivo por hacer cumplir las leyes, y especialmente las leyes fiscales.

SS: ¿Qué me dice del Fiscal General de Nueva York, Elliot Spitzer?

MH: Obviamente reconoce lo que está pasando, y parece haberse sorprendido al descubrir hasta qué punto ha arraigado esta práctica. Lo que descubrió al preparar los cargos contra Arthur Andersen en la causa contra Enron fue que la totalidad de las principales empresas auditoras estaban inmersas en las mismas prácticas fraudulentas. Esto le creó un problema de orden práctico. ¿Iba a clausurar todas las empresas contables aplicando la ley a todas ellas?

Si lo hubiera hecho, ¿quién auditaría las cuentas de las empresas estadounidenses? Habría hecho caer la bolsa y toda la economía. Así que decidió multar a los bancos y a las empresas financieras y contables con multas proporcionalmente mínimas sobre los beneficios obtenidos, dejando a sus socios con sus confortables retiros y haciéndoles prometer que dejarían de infringir la ley en el futuro.

Por otra parte, pienso que incluso aunque hubiera clausurado estas empresas, – y recuerde que yo trabajé para Arthur Andersen y ya me parecía una empresa totalmente corrompida en la década de 1960 – el sistema se habría reproducido de manera casi inmediata. Es cierto que las empresas actualmente existentes habrían sido eliminadas y muchos de sus socios principales habrían ido a la cárcel – probablemente no más de un centenar – o al menos habrían perdido sus pagas de jubilación. Pero la mayoría de los contables restantes se habrían juntado para crear nuevas empresas, libres del estigma de corrupción que ha caracterizado a Deloitte and Touche en la causa contra Parmalat, o a KPMG por sus tinglados para evadir impuestos, y a las demás empresas auditoras actuales.

SS: ¿Hasta qué profundidad cabe seguir las pistas de estos problemas?

MH: El camino que conduce al actual estado de cosas fue inaugurado a finales de la 2ª Guerra Mundial. Los diplomáticos estadounidenses ejercieron presión sobre el Fondo Monetario Internacional para que liberalizara los movimientos de capital, en un momento en que era suficientemente evidente que la mayoría del capital huiría hacia el dólar, huyendo de las economías que estaban siendo reguladas. Bajo nombres eufemísticos como «reforma económica» y «libertad de elección» el traslado hacia la falta de control financiero abrió la vía al desarrollo de los paraísos fiscales. Esto formaba parte de la brecha fatal abierta en el ADN del sistema de Bretton Woods de después de la guerra.

El gobierno de los EE.UU. mantuvo el control, y como ya he explicado anteriormente, cuando la Guerra del Vietnam impulsó a la balanza de pagos hacia una posición deficitaria, el gobierno animó a los grandes bancos financieros a abrir sucursales en estos enclaves, para que actuaran facilitando el robo y el fraude mundiales, así como otras actividades delictivas. Ha sido a través de estas cómodas operaciones que el mundo no delincuente – el mundo de los hombres y mujeres honrados, la industria, el comercio e incluso los gobiernos soberanos – se han endeudado progresivamente con los delincuentes, al igual que los contribuyentes fiscales cada vez se endeudan más con los evasores de impuestos.

Gran parte de la deuda externa estadounidense, junto con la de otros países como Argentina, se adeuda a estos refugios del capital. En esto se ha convertido el significado de la globalización en su dimensión financiera.

Ya he señalado anteriormente cómo las entradas de depósitos en estos refugios se han reflejado en las estadísticas oficiales de los otros países como errores u omisiones. El fenómeno económico más importante del mundo, que determina actualmente los cambios de divisas ha sido relegado a la invisible economía sumergida – no se trata sólo del mundo criminal, sino también en lo que se está convirtiendo el volumen predominante de riqueza personal y empresarial. Hoy es más invisible que nunca, para evitar la mirada de la justicia y del fisco.

Lo que es digno de mención es que los neoliberales lo aclamen en lugar de denunciar este fenómeno. El resultado ha sido crear una situación en la que si alguien necesita poseer tierras, otro activos tangibles o financieros, la mejor forma de evitar impuestos o embargos es registrarlos en nombre de testaferros extranjeros.

El siguiente paso para estas entidades extraterritoriales es prestarse nuevamente el dinero a sí mismos, cargando intereses suficientes para absorber los primeros ingresos tributables. Las entidades con tamaño suficiente para crear sus propias compañías de seguros pueden descontar el resto de sus ingresos como pagos de primas de seguros desgravables a la entidad extraterritorial creada a tal efecto, junto con los habituales cargos abultados de emolumentos gerenciales a propietarios y principales ejecutivos.

Los actores con sus sofisticados recursos financieros envían su dinero al extranjero y se lo prestan a sí mismos, pagándose suficientes intereses, seguros y emolumentos gerenciales a sí mismos como para absorber las ganancias y liberarse de impuestos. Estos pagos realizados a sí mismos aparecen en la contabilidad nacional y en las estadísticas fiscales como costes de la explotación, mientras que las estadísticas de las balanzas de pagos los reflejan como salidas internacionales en concepto de «servicios» bajo la rúbrica de «invisibles». Es así como las estadísticas cada vez son más una ficción.

SS. Ud. ha descrito cómo el auge de estos centros ha llevado a que las estadísticas económicas pierdan su valor. ¿Cómo puede entonces analizarse y cuantificarse la economía bajo estas condiciones?

MH: Los paraísos fiscales contribuyen a que los ingresos y las ganancias del capital desaparezcan de las estadísticas de las contabilidades nacionales como capital huido, reapareciendo sólo como deudas de economías sometidas a «extranjeros« que actúan en estos enclaves. Sus transacciones en la balanza de pagos aparecen como «errores u omisiones«. La mayoría de los economistas saben que esto es un eufemismo para «movimientos de capital a corto plazo«, lo cual es a su vez un eufemismo para huida de capitales y evasión fiscal.

Lo que la gente percibe básicamente es que lo que se puede evitar declarar a las autoridades nacionales no será regulado, gravado con impuestos u objeto de persecución judicial. La estrategia implícita en esta idea refleja décadas de actividades de lobbying por parte de las compañías y personas más acaudaladas del mundo para anular la capacidad de sus gobiernos para imponerles impuestos. Empresas auditoras, bufetes de abogados y bancos de presencia mundial les ayudan mediante sus estructuras financieras para esconder sus ingresos y riquezas – al igual que sus deudas y fraudes financieros. Cuanto más delictiva la actividad del cliente, tanto mayores los honorarios que se le cobrarán por el asesoramiento necesario para garantizar su privacidad. En una sociedad en la que la recompensa del delito es mayor que la de la mayoría de las profesiones honorables, el saber financiero y bancario se venden caros. Los expertos se considerarán felices trabajando para Enron y Parmalat, salvaguardando sus conciencias al creer que todo ello es parte del libre mercado en su misión civilizatoria dentro de la lucha por la existencia entre los sistemas en competencia de la economía global, y dejando en la cuneta al comunismo.

La simbiosis entre los centros bancarios extraterritoriales y la riqueza oligárquica, cleptocrática y criminal puede ser observada en los pleitos que han adornado las primeras páginas de la prensa internacional en los años más recientes. Las mayores quiebras de los años más recientes han implicado maquinaciones en las que intervenían dichos centros. En el caso de la quiebra de Parmalat la defensa legal alegada por los auditores de la compañía, Deloitte and Touche, es que no tenían ningún modo razonable de saber que los 4.000 millones de dólares supuestamente depositados en una cuenta de dinero caliente extraterritorial del Bank of América no existían realmente. Otros héroes de película de este universo depredador de huida de capitales son las entidades extraterritoriales creadas por Arthur Andersen y Citibank para Enron, los bancos suizos famosos por atender a Idi Amin y otros señores de la guerra, y el Bank of New York y sus hermanos que ayudaron a los oligarcas rusos a desfalcar 250.000 millones de dólares en la década de 1990.

Una vez que se han explicado detalladamente las tramas fiscales, los lectores atentos podrán reconocer que lo que se está describiendo es cómo las actuales multinacionales están estructuradas sistemáticamente para extraer ingresos y minimizar (es decir, evitar) impuestos. Los economistas desde John Maynard Keynes han utilizado la palabra filtración para describir los fondos extraídos a nivel internacional del flujo de ingresos nacionales. El término implica que se pierde dinero, y desde luego que se pierde para el recaudador de impuestos. Pero ese dinero no desaparece. Situado en los centros del anti-gobierno mundial, el capital huido asume el poder acreedor que está endeudando a los Estados Unidos, Europa, Asia y África, extrayéndoles sus excedentes financieros en forma que permanece invisible a la mayoría de los estadistas y economistas, políticos y votantes.

SS: Ud. presenta un panorama desolador. ¿Qué sentido tiene intentar gravar los ingresos empresariales y financieros si no se eliminan las transacciones con estos paraísos fiscales?

MH: El resultado ya se está imponiendo de hecho. Si estos paraísos fiscales no se cierran, la única gente que seguirá pagando impuestos será la clase media y los empleados.

Las compañías actualmente tienen dos tipos de cuentas anuales. Una es para los accionistas y la otra para el inspector de hacienda. Las cuentas para hacienda no reflejan beneficios, porque las compañías no quieren pagar impuestos. El informe a los accionistas refleja beneficios máximos, porque las compañías quieren inflar el precio de sus acciones. Los votantes han elegido a políticos cuyas campañas electorales son pagadas por lobbies contratados para movilizar el apoyo a estas políticas, mientras las cátedras universitarias reciben fondos para contratar a tontos bienintencionados o «idiotas útiles« para enseñar que esta filosofía anti-gobierno representa una «reforma« positiva en lugar de describirla como un parasitismo a ultranza.

La opinión pública está siendo dirigida hacia objetivos erróneos en una doble estrategia. En primer lugar, a los gobiernos se les pagan impuestos declarando que los beneficios están menguando, mediante artificios contables que constituyen la base de las estadísticas oficiales. Y mientras, a los accionistas se les cuentan ficciones de beneficios elevados, al menos en casos como Enron o Parmalat.

Los clientes de este mundo de islas flotantes usan un sistema que ha sido establecido por quienes son considerados los pilares fundamentales de la integridad mercantil y la economía global, y no meramente por una casta del submundo de la periferia. Estos enclaves deberían estar en el centro del análisis económico, y sin embargo usualmente son tratados como una anomalía en lugar de como órgano integral de la moderna acumulación de riqueza.

SS: ¿Cómo podrían cerrarse estos centros extraterritoriales? La ley dice que no puedes castigar o multar a gente que obedece las leyes aplicables en su momento. No puedes imponer penas con carácter retroactivo.

MH: No hace falta. Las leyes contra el fraude, la malversación y la evasión fiscal llevan muchos años en los códigos, aunque muchas de estas leyes no han sido aplicadas hasta sus últimos efectos seriamente. Una de las leyes más fáciles de aplicar hasta el final es el principio del «enriquecimiento injustificado«. Esta es la forma, por cierto, en que se creó una de las grandes fortunas del mundo – y esta es la ley que Putin está aplicando al señor Jodorkovsky.

Los bancos de los EE.UU., Canadá, Europa y Asia podrían ponerse de acuerdo para no reconocer las transferencias de depósitos situados en estos enclaves. Las compañías y los agentes de bolsa se negarían a abonar dividendos a direcciones situadas en ellos. Los países dictarían normas para legalizar la propiedad de estos depósitos, acciones u otros derechos financieros.

Una pregunta obvia sería sin duda indagar cómo una persona consiguió obtener propiedades en estos enclaves. ¿Se obtuvo esta riqueza a partir de los ingresos habituales de dicha persona? Y si no fue así ¿cómo fue?

Una solución más general sería simplemente no reconocer los derechos bancarios y acreedores de estos centros. Esto podría ser una forma de repudiar las malas deudas mundiales.

SS. Sería necesario hacerlo de manera súbita, por supuesto. Será mejor que dejemos este tema más amplio para una entrevista futura.

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Michael Hudson es un economista financiero independiente de Wall Street. Tras trabajar como economista especializado en la balanza de pagos para el Chase Manhattan Bank y Arthur Andersen en la década de 1960, dio clases de finanzas internacionales en la New School de Nueva York. Actualmente es profesor honorario de ciencias económicas en la universidad de Missouri (Kansas City). Ha publicado numerosas obras sobre el dominio financiero estadounidense. También ha sido asesor para los gobiernos de Canadá, México, Rusia y EE.UU. Sus libros incluyen «Trade, Development, and Foreign Debt» (Pluto, 1992, 2 vols.). Es autor de la obra Super Imperialism.

Standard Schaefer es periodista independiente, escritor especializado en asuntos financieros, historiador cultural, crítico literario, poeta y escritor de novelas cortas. Da clases en el Otis College of Art and Design. Es editor de la parte de ensayo del New Review of Literature. Pueden contactar con él en [email protected]

© 2004 Hudson y Schaefer, avance del libro. Para uso razonable solamente / For fair use only / Pour usage équitable seulement

[FG1]o bien «ganancias de capital»