Para dar la pelea con mayor fuerza moral y orgánica, durante de la Segunda Batalla de Santa Inés, es indispensable combatir a la contrarrevolución. La mala gestión de algunos funcionarios del Estado, (central, regional o local), así como las posturas autocráticas de dirigentes cupulares, no favorecen a la campaña por los 10 millones de votos. […]
Para dar la pelea con mayor fuerza moral y orgánica, durante de la Segunda Batalla de Santa Inés, es indispensable combatir a la contrarrevolución. La mala gestión de algunos funcionarios del Estado, (central, regional o local), así como las posturas autocráticas de dirigentes cupulares, no favorecen a la campaña por los 10 millones de votos. Seguir en la vía de la pasividad y tolerar el pragmatismo corruptor que se deriva de esas actitudes contrarias a la esencia revolucionaria, es mantener un plomo extrapesado en las botas de los patrulleros que van a la captación de los 7 millones que faltan.
Si bien los 10 meses de la Batalla llevan implícito en su estrategia de acción, la búsqueda del equilibrio armónico de las fuerzas que se confrontan y, en consecuencia, lograr el escenario más favorable a la reelección del Presidente Chávez, no podemos taparnos los ojos y negar la existencia de los factores contrarrevolucionarios que siguen presentes en la gestión de mando de los burócratas. El vicio de la reforma y el apego al bien material de las cosas, ha hecho que el pueblo identifique a quienes no se ocupan de su trabajo. Han engendrado su rechazo por parte de la comunidad y de las organizaciones sociales. Funcionarios usufructuarios del poder que continúan apegados al método de mando de la IV República. Sus antecedentes les delata como vividores del poder y sus prácticas públicas las sustentan en la gestión clientelar, la alineación y la corrupción. Esos funcionarios, gobernadores, alcaldes y concejales contrarrevolucionarios, tienen que salir y no al final de su período, sino inmediatamente después del triunfo de Hugo Chávez
En el primer trimestre del año 2007, es decir dentro de once meses, la comunidad tiene que ejecutar el referendo revocatorio. Pero su procesamiento empezará ya, dentro de la propia Batalla de Santa Inés. Los grupos organizados de carácter revolucionario en las localidades donde se ha enquistado la contrarrevolución, tendrán que trabajar en dos direcciones complementarias: la captación de los votos para el Presidente y la preparación de las condiciones para que el CNE fije las fechas del instrumento constitucional. Esta acción en lugar de debilitar o distraer la misión encomendada al pueblo venezolano, fortalecerá la búsqueda del faltante. Además, moralizará al captador de votos y neutralizará a la propaganda desestabilizadora que tiene de donde agarrarse a fin de desprestigiar a Hugo Chávez.
Por otro lado, la Batalla de Santa Inés, la cual tiene su estructura a la que debemos realistar de inmediato, estimula la unidad de los factores políticos a través de la Plataforma Unitaria. Pero, esa unidad de factores, sentados en una mesa para definir unitariamente los aportes de sus esfuerzos a la Batalla, tiene que hacerse después de la legitimación de sus dirigentes en asambleas populares. Si el líder de la Revolución pregona el poder popular y ordena la transformación del gobierno en instrumento del pueblo ¿cómo pueden mantenerse los apartaos políticos del Proceso bajo el mando de cogollos? En la revolución las decisiones no las puede seguir tomando la cúpula. El pueblo ha demostrado la suficiente conciencia para exigir que se cumplan las instrucciones, orientaciones y caminos que ha abierto el Presidente Chávez. Por eso insisto en la vía para la generación de confianza y simpatías al Proceso y a los partidos: tomar la decisión de implantar la metódica desde abajo. Que su autoridades renuncien por propia convicción y organicen las asambleas de sus partidos con el objeto de realizar consultas y elecciones sin ningún tipo de manipulación. Ese gesto los hará elevarse a la dimensión revolucionaria y, con toda seguridad, les hará ganar respeto y admiración. Por supuesto una acción de este tipo en plena Batalla contribuirá a sumarle votos al Presidente.
Una vez constituidas las direcciones de los partidos y demás factores que apoyan al Proceso bajo la metódica desde abajo, podrá viabilizarse la consolidación de la Plataforma. Su objetivo inmediato será luchar unidos por los votos hasta lograr la cifra más aproximada a los 10 millones. Si esto se logra, gana el Presidente, gana el Proceso y ganan los mismos partidos. De esa manera, sin cogollos, se puede acelerar el tránsito a la profundización de la revolución. Lo que sumado a la reelección del Presidente, podríamos decirle a Bolívar que nunca aró en el mar.