Ahora es cuando, tal como se desenvuelve el proceso bolivariano es señal inequívoca de que Chávez, uno de los mejores hijos de Venezuela, vive en el corazón del pueblo, en todos sus logros, su obra y su vida entran en una nueva etapa de trascendencia y afirmación. El pueblo es la base sustentante de la […]
Ahora es cuando, tal como se desenvuelve el proceso bolivariano es señal inequívoca de que Chávez, uno de los mejores hijos de Venezuela, vive en el corazón del pueblo, en todos sus logros, su obra y su vida entran en una nueva etapa de trascendencia y afirmación. El pueblo es la base sustentante de la lucha, el chavismo se asume como parteaguas en la historia del país con su perspectiva revolucionaria socialista.
La labor de siempre de los enemigos de las clases explotadas y oprimidas intenta infinidad de maniobras para descarrilar el objetivo, creyeron capitalizar en su favor la muerte del Comandante, así como planificaron el momento suponen que merecen cosechar el poder político para sí. Por ello mismo no tomaremos a la ligera lo que ocurre en el campo burgués con su retrógrada pretensión de afincarse en las relaciones de poder y dominación.
Los enemigos del pueblo en primer plano presentan el dominio de la experiencia en función de los postulados capitalistas, es decir la fenomenología de la política burguesa para simplificar la realidad e impedir el desarrollo de la conciencia clasista. En su rechazo al elemento social chavista los laboratorios mediáticos particularmente pregonan balances inmediatistas, donde hay especulación sólo ven «desabastecimiento», donde hay guerra económica sólo resaltan «incapacidad oficialista», donde prevalece la conciencia popular sólo notan «hordas», donde hay lucha de ideas reclaman la hegemonía del pensamiento burgués, donde hay beneficios sociales sólo perciben «enchufados», donde subsiste la barbarie capitalista sólo reconocen un shock natural; es el mundo a través del interés particular burgués y pequeñoburgués.
Los propagandistas de la burguesía promueven un mundo político en que no puede haber criterios revolucionarios, éticos, clasistas, culturales y sociales distintos a los que su largo ejercicio de dominio impuso. Gastan grandes recursos para que todo «vuelva a la normalidad» del saqueo, se esmeran en opacar los logros actuales comenzando con la negación absoluta de la heroicidad del pueblo venezolano de tomar el morral de los sueños y la senda trazada por su líder histórico Hugo Chávez en la ruptura con el capitalismo.
La oposición burguesa sostiene una campaña de odio en un género barato de reality show, afirmando por todos que esa es la política general, que en Venezuela no hay democracia de ningún tipo, que no existen siquiera embriones de democracia popular -dicho sin ruborizarse en un país de grandes actos democráticos año tras año, que bastante aventurerismo le ha permitido a la derecha-. Esta falta de paradero en la política antichavista, además de sus raíces oligárquicas nacionales también se debe a que es una política claramente manufacturada por los yanquis del «consignar el autoritarismo» frente a la «sociedad mundial» para sentar precedentes de intervencionismo, que poco están dispuestos a juzgar con igual celo el contenido neofascista de la actual estructura social norteamericana y su retrógrada rol internacional.
Los esbirros patentados como Enrique Krauze con su pensamiento frívolo de inmovilización social, en los marcos de los intereses del imperialismo, la burguesía y oposición venezolana, ven el inicio a mediano plazo de una nueva era neocolonial. Las tesis básicas de los plumíferos se sintetizan en aseverar que: 1.- Venezuela estaba secuestrada por un caudillo, 2.- el pueblo no gozaba de libertades ni beneficios, 3.- «Maduro va a ganar pero no va a mandar«, 4.- que en breve tiempo el pueblo entenderá que sus mejores amigos son los gringos y oligarcas, y 5.- la soberanía, la patria, el sentimiento nacional, la condición de clase y la conciencia no valen para el mundo capitalista posmoderno.
Otros obstáculos al pensamiento y la revolución se exhiben en la forma de «rutinización» del chavismo e «institucionalización» de la revolución (Weber-Wallerstein) concebidos como únicos elementos que siendo importantes para la consolidación de cualesquiera relaciones sociales, sin el sentido revolucionario de clase y popular a lo sumo alargarían ciertas condiciones sociales, pero que harían desaparecer todo proceso revolucionario. Estos son criterios pregonados por toda la calle de en medio, de mucha tradición académica, pero que no caben en tanto juicios de valor, mucho menos cuando tienden a menospreciar varios elementos que juegan un rol destacado en el proceso bolivariano: 1.- la actividad política de las clases populares, 2.- el plan socialista, 3.- la lucha de clases, 4.- el desarrollo de relaciones revolucionarias en la sociedad venezolana, 5.- al potencial revolucionario del pueblo, 6.- a la clase obrera consciente, y 6.- al desarrollo de los liderazgos progresistas y revolucionarios. Si consideramos la cuestión de hacer de la revolución un frente de lucha en todos los sentidos, dichos criterios hoy deben someterse a reflexión a la luz del análisis profundo de los acontecimientos y de rescate del papel de primer orden que deben cumplir las clases populares, sus representantes, las y los revolucionarios antes de anteponer el fin del proceso.
Con estos precedentes la plutocracia se cuelga de sectores de las capas medias y burguesas atadas al ejercicio de relaciones de dominación. Encantadas con la pirámide social sin importar lo que suceda en sus bases, arrastrando tras de sí elementos desclasados. Todo para mantener las apariencias de una supuesta victoria electoral en rumbo a la agresión al pueblo, su gobierno y su proceso.
Las posiciones burguesas sobre Nicolás Maduro por su condición proletaria y de digno continuador de la lucha por el socialismo; se concentran en el trance de impedir que se desarrolle su liderazgo revolucionario, inviabilizar la colectividad revolucionaria, identificar al chavismo exclusivamente con las debilidades del proceso, y rechazar la elevación del papel activo de las clases populares. En torno a estas cuestiones es que se desata la agresión general de las clases opresoras al proceso revolucionario que pueda desplazarlas definitivamente de la arena política, económica y social de Venezuela. Por ello ante el desbordamiento del pueblo revolucionario, se denota la bancarrota opositora, el desespero e impotencia del burgués Henrique Capriles y su equipo para desarticular, sabotear y dividir a las fuerzas chavistas frente a la calurosa y entusiasta recepción que tiene el «hijo de Chávez» a dondequiera que se presenta.
Así mismo los agentes de Washington apuestan a la redistribución del poder entre las burocracias, su descomposición, su división, el despertar de ambiciones de poder, el control social, y/o componendas. Con el desarrollo de las modernas relaciones políticas de poder en el seno de toda estructura y organización social, esto es parte de los avatares de la lucha de clases a los que la clase obrera, sus mandos y todo el pueblo deben poner atención para encontrar soluciones multidisciplinarias. A ello hay que incorporar el hecho de que florece el problema de impedir la formación de liderazgos por bloqueos en detrimento de la lucha revolucionaria de los pueblos, circunstancia que emana de las condiciones de las relaciones sociales burocráticas de poder y su organización social alimentadas por el sistema capitalista imperialista global; a lo que se debe hacer frente con todas las fuerzas populares y estructuras comprometidas con el proceso.
Tal mando es necesario como línea de proletarización del proceso bolivariano con estas precisiones: 1.- para vencer el pensamiento burgués, la alta política elitista, la economía capitalista las relaciones de explotación, 2.- como vigorización de la conciencia y papel protagónico de las clases y sectores explotadas y oprimidas, 3.- como desarrollo de las instancias de organización popular asambleísta, de poder popular, 4.- como mando desde abajo, con que el pueblo tome instituciones e instrumentos para hacer la vida pública y social contra la burguesía y su sabotaje, 5.- como mando de dirección político-cívico-militar. La elección de Maduro, el desarrollo de su liderazgo, la recuperación del vanguardismo proletario, el ascenso del control obrero y popular de los destinos del país, son pasos indispensables para los nuevos golpes a la burguesía y al imperialismo, todo ello hay que conquistarlo cotidianamente.
Las tensiones mundiales ocasionadas por la crisis mundial, los apetitos monopolistas y las hegemonías imperialistas están cambiando en el panorama social, provocando que América Latina enfrente nuevas ofensivas de los opresores de siempre. Si bien es cierto que ello amenaza a todos nuestros pueblos y en especial a las conquistas sociales de Venezuela, también impulsan el abanderamiento de la lucha antiimperialista en nuevos marcos para el desarrollo de la lucha de clases en el proceso democrático-revolucionario latinoamericano y caribeño.
El proceso bolivariano plantea retomar otros aspectos indispensables para continuar la revolución en el programa socialista contra las amenazas de la burguesía:
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Consecución de la batalla para la rotunda victoria popular electoral de Nicolás Maduro candidato de la patria, líder de la irreversibilidad del proceso.
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Reconocimiento popular del momento histórico, conciencia y certeza de la importancia estratégica de golpear a la burguesía. Así en los grandes combates como en las pequeñas escaramuzas. Dotarse de tal percepción política proletaria.
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El desarrollo de una correlación de fuerzas contundente en pro del indispensable cambio en las relaciones sociales generales y económicas, de la corrección en las deformaciones burocráticas y oportunistas.
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Legitimidad y legalidad revolucionaria donde en el pueblo residan sus facultades de poder y decisión efectiva en materia de gobierno.
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Hacer renacer el pensamiento y teoría revolucionaria en el seno de los explotados y oprimidos, abriendo una amplia red para la realización concreta de la formación política.
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La importancia de la coherencia y cohesión del proceso revolucionario, bajo ejes de atención al problema revolucionario: 1.- garantizar la unidad popular nacional, 2.- convocar constantemente a la unidad latinoamericana y caribeña de los pueblos en la acción, 3.- atención a la necesidad más pujante del proceso revolucionario que muta hacia la proletarización de las relaciones políticas, las organizaciones y los liderazgos.
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Unidad de mando del tren ejecutivo de Chávez a pesar de que la oposición apostaba a la disolución del mismo. Sostener dicha unidad para resolver todo tipo de contradicciones en la construcción del gobierno obrero y popular.
Más allá del indispensable respaldo contundente, se requiere la unidad de pensamiento y acción de todos los sectores, clases populares y sus organizaciones, la consecuencia de revolucionarias y revolucionarios, la dignificación del contenido social y clasista de los altos logros, el asentamiento de un firme poder popular. Chávez vive, la lucha sigue, por la transición del proceso revolucionario y socialista.
* Felipe Cuevas Méndez es del Partido Comunista de México
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