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Río 2010, etapa superior del paracapitalismo tropical

Fuentes: Alainet

Traducido para Rebelión por Elba Durán

Las imágenes todavía están bien presentes en la memoria de todos: decenas de soldados de tráfico huyendo de las muchedumbres en la carretera de tierra en lo alto del la Villa Cruceiro, rumbo al morro del Alemán, una de las más miserables áreas de Río. Jamás podrían rodar una película de gánsters en los grandes estudios de Hollywood: la mayoría apenas vestía pantalón corto y sandalias havaianas -y su única cosa de valor eran las armas que llevaban en bandolera, como la marca de las más lucrativas industrias del mundo globalizado.

Exactamente cien años después de la histórica Revuelta de la Chibata, ¿quiénes son esos parias que militares y gobernantes tratan de aniquilar? Ciertamente, no recuerdan a los marineros de la revuelta que, bajo el liderazgo de Joao Cândido – el maestresala de los mares – exigieron el fin de los malos tratos que les infligían los oficiales de la Marina. Al contrario: son apenas la quinta generación de una (seudo) organización que un día, en las celdas de la Isla Grande, decidió luchar por «la paz, la justicia y la libertad», inspirada en ciertas lecciones de marxismo-leninismo que los presos políticos de la dictadura legaron a los fundadores del Comando.

En los años 1970 y 1980, como estampa de justicieros sociales, figuras como José Carlos do Reis Encina, o Escandinha, ocuparon el imaginario popular. Eran los tiempos románticos del bandidaje, que prohibía el robo de trabajadores y promovía asaltos espectaculares a bancos, iniciativa que, a juicio de las masas, no merecía censura, ya que «el ladrón que roba al ladrón (¡y qué ladrón!) tiene cien años de perdón»… Esculachar a un obrero (cosa que el milagro económico del régimen ya hiciera hasta el agotamiento) era una cobardía: confiscar parte de los exorbitantes lucros que los banqueros acumulaban a costa de nuestra plusvalía, y dejar algunos dividendos de la operación con la comunidad jamás sería visto en los morros cariocas.

No hay más Robin Hoods en Bruzundanga. En perversa sintonía con la era neoliberal regida por el dios Mercado y bajo el decálogo del Consenso de Washington, los «marginales» de hoy son meros delincuentes alucinados, en vísperas de más de un sinuoso salto de calidad en el paracapitalismo tropical. Como ya cantara hace décadas el clarividente Chico Buarte, ahora es la vez del granuja profesional, «con aparato de granuja profesional» o «candidato a granuja profesional». Descalzo y con bermudas no puede: carece de chaqueta, corbata y cosa tal.

En Río la pillería profesional se dio cuenta del chollo. Viendo los estrambóticos negocios de la Copa 2014 y de las Olimpiadas 2016, el Estado y las milicias dividieron la Ciudad Maravillosa en zonas de actuación. El cinturón en torno a los parques deportivos (fuente de infinitos lucros para los contratistas de turno) quedará como el bando oficial: allí surgieron las UPPs y otras pirotecnias de compensación social. De la barra de la Tijuca en Maracaná, Del Eugenio a Marina de la Gloria, la «paz» estará garantizada por los generosos gobernantes locales. En los grotoes de la Zona Oeste, las milicias se encargaron de la «seguridad pública», de la entrega del gas y de «gatonet«, entre otros servicios «comunitarios». ¿Qué sobró para el viejo tráfico? La reacción desmedida, un mes después de las elecciones, indica los precarios acuerdos eventualmente cosidos antes de la disputa, no se cumplieron al pie de la letra.

Los medios de comunicación bendijeron el paquete. Los helicópteros de la Venus Plateada acompañaron a las incursiones a la Villa Cruceiro y al Alemán. en línea. Río 2010, de hecho, apenas es un preanuncio de lo que viene por ahí; esperen a la próxima atracción (plim, plim). Consciente de que las tragedias de la historia solo se repiten como farsa, este humilde cronista prefiere tan solo saludar «al navegante negro que tiene por monumento las piedras pisadas del muelle…»

Luis Ricardo Leitao es escritor y profesor adjunto de la UERJ. Doctor en estudios Literarios por la Universidad de La Habana, es autor de «El campo y la ciudad en la literatura brasileña» y «Lima Barreto: el rebelde imprescindible».

Fuente original: www.alainet.org