El movimiento cinematográfico cubano de bajo presupuesto avanza en el auspicio de la diversidad cultural y la fuerza de sumarse a la lucha contra la pobreza en el mundo, al unísono con la consolidación de su convocatoria internacional. El cineasta isleño Humberto Solás, presidente del Festival de Cine Pobre de Gibara, localidad distante 775 kilómetros […]
El movimiento cinematográfico cubano de bajo presupuesto avanza en el auspicio de la diversidad cultural y la fuerza de sumarse a la lucha contra la pobreza en el mundo, al unísono con la consolidación de su convocatoria internacional.
El cineasta isleño Humberto Solás, presidente del Festival de Cine Pobre de Gibara, localidad distante 775 kilómetros de La Habana, explicó a IPS que el proyecto «va funcionando y tiene futuro» como se demostró en su última edición.
Esta cita no establece «patrones estéticos dogmáticamente enarbolados», sino que «es un lugar de encuentro» en el que los realizadores «que tenemos ideas afines intercambiamos capacidades artísticas», añadió quien es también su creador.
Subrayó, como uno de los méritos del movimiento, la «labor de cohesión entre cineastas del Tercer Mundo o de la periferia de los grandes centros culturales», que logran a partir de ese contacto para «encontrar vías de realización».
Para el director del festival, Sergio Benvenuto, lo que «demuestra el grado de influencia» del evento proviene de «que se consolida una muestra de filmes de mucho nivel y de gran diversidad formal y de procedencias».
En opinión del directivo, antes que promover novedades «estamos más bien trabajando en ideas» de los inicios, como garantizar «ayudas presupuestarias a los autores», porque «debemos defender el Festival como plataforma estable».
Sin embargo, en la conversación con IPS puso énfasis en dos nuevas proyecciones del encuentro, las cuales lo incorporan a la defensa de la diversidad cultural y al combate internacional contra la pobreza.
En el cuarto Festival de Cine Pobre de Gibara, realizado en abril, «publicamos la Convención sobre la diversidad cultural», informó y agregó que se convocó para un premio sobre la referida temática.
En su opinión, ese documento aprobado en octubre de 2005 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) «es una herramienta muy amplia y muy útil» y factible de «utilizar por el Festival».
El texto establece una cercanía evidente con los preceptos del cine pobre cubano, que antepone los valores culturales y artísticos de las obras por encima de los factores netamente económicos.
La Convención en uno de sus logros por cuanto fija que «las actividades, los bienes y los servicios culturales» sobre todo son «portadores de identidades, valores y significados», de manera que «no deben tratarse como si sólo tuviesen un valor comercial».
Propone además «el acceso equitativo» a las variadas expresiones culturales «de todas partes del mundo» como «elementos importantes para valorizar la diversidad cultural y propiciar el entendimiento mutuo».
El premio sobre esta temática, denominado «las cámaras e imágenes de la diversidad», recayó en el documental peruano «Camino de la escuela», que narra la lucha de una comunidad indígena por derechos elementales como la escolarización.
Benvenuto añadió que «con la Unesco venimos trabajando desde hace tres años, creando espacios para el debate sobre la diversidad cultural», y que, aparte del galardón, «hemos realizado dos foros al respecto» dentro de los festivales desde el año pasado.
Particularmente recalcó la importancia que concede a la vinculación con la campaña contra la pobreza, con la que reconoce «tenemos una afinidad muy grande, porque el Festival está concebido para ofrecer espacios a los que menos tienen».
El movimiento de cine pobre cubano parte «de la conciencia de que el mundo está desbalanceado» y, por ende, se empeña en «compensar esas diferencias ya sea con mecanismos internacionales o con la propia política que defiende» el Festival.
En la Organización de las Naciones Unidas se aprobaron en 2000 ocho Objetivos de Desarrollo para el Milenio, que encabeza el compromiso de reducir a la mitad para 2015 la cantidad de personas en pobreza extrema y con hambre, con referencia en los indicadores de 1990.
En el catálogo del último Festival de Gibara, la organización no gubernamental portuguesa OIKOS promocionó dos premios relacionados con la campaña de lucha contra la pobreza.
El correspondiente al mejor documental, obra experimental o videoarte, lo obtuvo el realizador cubano Gustavo Pérez por su obra «Despertando a Quan Tri», que gira en torno al «sentido de pertenencia a una nueva circunstancia que reemplaza motivaciones preconcebidas».
El otro premio especial «Pobreza cero» reconoció al cineasta iraní Mahmoud Reza Sani y su filme de ficción «Ganso salvaje», el cual aborda la insensatez de la guerra a través de dos personajes sencillos.
En este punto, el director del evento aclara que en la selección de estas obras no hubo «paternalismo» a causa de la temática, puesto que el Festival no admite «concesiones con respecto al estilo ni al nivel de factura artística de las obras».
Reconoce que evitar tal desliz convierte «en dura y fatigosa» la labor del jurado, habida cuenta que «justamente en los países más pobres es más difícil hacer cine», pero aún así prefieren mantener los preceptos estéticos de altos valores del proyecto.
Precisamente con la ayuda de OIKOS, el evento de la isla establecerá presencia en Lisboa en noviembre, fecha «que aún puede incidir mucho en la convocatoria de obras para el quinto festival» desde Europa, especificó Benvenuto.
Respecto de la creación del Centro Cultural de Cine Pobre en La Habana, concebido para acercar a la comunidad a este tipo de audiovisual y dotar de conocimientos académicos a cineastas aún en formación, el directivo admitió que todavía «es cosa de futuro».
«Es un proyecto muy complejo que aún está en fase de evaluación», justificó acerca de la propuesta que vendría a apuntalar la vocación del Festival por la diversidad cultural y en beneficio de los más desfavorecidos económicamente.
Solás concluyó en uno de los documentos del cuarto Festival, que al final la iniciativa será agradecida porque con ella «evitaremos la desalienación» y además «constituiremos espacios para enriquecer la espiritualidad».