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Robo de cerebro.com

Fuentes: Rebelión

La cifra resulta demoledora: 24 000 profesionales universitarios latinoamericanos emigraron en 2005 hacia los países altamente desarrollados lo que representó para los primeros la pérdida de 5 000 millones de dólares solo en la educación y preparación de ese personal. La denuncia fue realizada por Carlos Lage, vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba, ante […]

La cifra resulta demoledora: 24 000 profesionales universitarios latinoamericanos emigraron en 2005 hacia los países altamente desarrollados lo que representó para los primeros la pérdida de 5 000 millones de dólares solo en la educación y preparación de ese personal.

La denuncia fue realizada por Carlos Lage, vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba, ante los jefes de Estado y Gobierno durante la recién concluida XVI Cumbre Iberoamericana efectuada en Montevideo, Uruguay.

El representante cubano denunciaba que médicos, informáticos, maestros, enfermeras y otros profesionales y técnicos, son estimulados a emigrar a los países ricos con todas las facilidades, ofreciéndoles salarios y condiciones que en nuestros países no pueden obtener. Para ellos no hay muros ni devoluciones forzosas, por el contrario, hay planes y programas para captarlos.

El ejemplo más fehaciente de esta realidad es Estados Unidos, la potencia hegemónica mundial que para mantener su desarrollo y producción necesita constantemente de mano de obra y de jóvenes profesionales que, sin gastar un centavo en sus formaciones, les sirven a sus intereses.

Estados Unidos depende de la mano de obra barata proporcionada por los inmigrantes (la mayoría indocumentados) para trabajar en las siembras y recogidas de las cosechas agrícolas.

Ahora ese gobierno obliga a los indocumentados a que se registren (si no lo hacen son cazados y expulsados) y cuando terminan las labores por las que fueron contratados, tienen que regresar a su país de origen, sin tener derecho a reclamos sociales ni pagos de seguros.

Pero el robo de cerebros va más allá. Desde hace dos años en la página Web de la multimillonaria corporación Yahoo, en Internet, aparece un llamativo y permanente cartel donde se anuncia que Estados Unidos ofrece 50 000 tarjetas green card para vivir y trabajar en el país.

Este mensaje, muy bien pensado, va dirigido a los que en el mundo subdesarrollado tienen la oportunidad de poseer una computadora con acceso a internet y al correo Yahoo. Por tanto, se supone que sean personas con niveles culturales y posibilidades intelectuales que repercutan en un rápido beneficio para Washington, si deciden emigrar.

El anuncio explica que resulta fácil el registro Online y le incita a llenar la boleta. El primer requisito es que el solicitante debe poseer por lo menos el 12 grado (en el caso de los estudiantes) y en el de los trabajadores, poseer dos años de experiencia en una ocupación que requiera por lo menos dos años de capacitación para ser realizada.

La mayoría de los aprobados son personas de menos de 35 años y en el caso de que pasen esa edad, deben poseer títulos universitarios en ingeniería, telecomunicaciones, medicina, física, matemáticas u otras carreras.

Según cálculos conservadores, la formación de un profesional universitario, según sea la carrera o el país de Latinoamérica donde curse los estudios tiene un costo que estriba entre los 40 000 y 80 000 dólares y lo más perjudicial es que después, si emigra, no prestará ningún servicio a sus países ni a sus pueblos que tanto lo necesitan.

Las palabras de Carlos Lage repercutieron en la sede de la Cumbre Iberoamericana cuando enfatizó: «El Norte opulento y derrochador usa y discrimina a los inmigrantes. El Sur es el proveedor de la materia prima del Norte, el almacén de donde sacan recursos de todo tipo, desde el mineral hasta el talento.»

Una publicación del Banco Mundial reprodujo recientemente un estudio titulado Migración Internacional, Remesas y Fuga de Cerebros en el cual se asegura que algunas de las naciones más débiles económicamente de la región son afectadas por esas políticas e informa que 8 de cada 10 haitianos y jamaicanos con títulos universitarios viven en el extranjero, y más del 50 % de los graduados en altos centros de estudios de Centroamérica y el Caribe.

En América, otras dos naciones cuentan con un alto grado negativo en este aspecto: Guyana con 86 % y Surinam con 90 % de profesionales emigrantes.

Varias naciones desarrolladas se encuentran a la cabeza de este robo de cerebro y entre las que sobresalen aparecen Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Inglaterra y Noruega.

Esa indiscriminada emigración profesional ha permitido en parte que del millón de patentes que se registran anualmente en el mundo, el 80% corresponde a los países industrializados pese a que los premios fueron entregados a personas o entidades no residentes. Es decir, los descubrimientos, conocimientos científicos y autorización de comercialización quedaron en manos del país receptor del emigrante.

Otro dato sumamente contradictorio es el de las remesas pues aunque América Latina recibe cada año 60 000 millones de dólares de todo el mundo por ese concepto, el 90 % de los ingresos que los trabajadores reciben se queda en la economía interna del país receptor y solo el 10% restante equivale a los envíos de algunos a sus lugares de origen.

Es en definitiva otra forma de explotación de las naciones pobres por las más ricas que permiten a las primeras recoger las migajas del suculento pastel que a diario se engullen. Como puntualizó Lage, que una nación tenga que vivir de las remesas es una humillación.