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Roque Moyano (1927-2010). Te vas Negro, pero seguís con nosotros

Fuentes: www.lajornadaquincenal.com.ar

Vencido por un cáncer generalizado, que no pudo doblegar su ánimo ni su constante espíritu bromista, murió Roque Moyano, el «Negro Giménez». Desde el 1948 compartí con él ideas y militancia y, por lo tanto, con el Negro entierro hoy parte de mi propia vida. Lo conocí cuando el Negro, a quien entonces le decían […]

Vencido por un cáncer generalizado, que no pudo doblegar su ánimo ni su constante espíritu bromista, murió Roque Moyano, el «Negro Giménez». Desde el 1948 compartí con él ideas y militancia y, por lo tanto, con el Negro entierro hoy parte de mi propia vida.

Lo conocí cuando el Negro, a quien entonces le decían Pulga, era panadero y activista del gremio dirigido por Conde, el burócrata sindical nombrado embajador en la Unión Soviética que quiso llevarse un opositor en un baúl como valija diplomática, o sea cuando para hablar en las asambleas los opositores debían tener uno o dos guardaespaldas visiblemente armados. Con él y el Gallego Martín (también panadero, de origen anarquista), integrábamos la célula de panaderos del Grupo Cuarta Internacional (después POR), en la que también entonces militaba Adolfo Gilly, recién ingresado al Grupo, como yo, proveniente del Movimiento Obrero Revolucionario, una escisión de izquierda del Partido Socialista.

Teníamos 20 años y el Negro, que era tucumano y antes había sido peón cañero, era tan alegre en 1948 como hasta el momento de su trágica desaparición. Cuando el bombardeo Plaza de Mayo por la Marina, Moyano fue uno de los miles de obreros que se armó como pudo y, aunque no era peronista sino marxista revolucionario, atacó a tiros a los insurrectos hasta lograr su rendición. Después, a fines de los cincuenta, militamos juntos en varias fábricas textiles como Grafa, Sudamtex o la Danubio y, en esta última, el Negro fue uno de los animadores de importantes y memorables luchas de la lista Verde, que agrupaba mayoritariamente a trabajadores peronistas revolucionarios y antiburocráticos. Posteriormente, en otros gremios- la alimentación, la construcción, en papeleros fue el candidato de la oposición y le ganaron las elecciones a tiros, y donde dirigió el control obrero en la papelera Mancusso y Rossi de La Matanza hasta el golpe de 1976, tuvo también un papel protagónico, al mismo tiempo, como dirigente barrial muy respetado.

Nunca dejó de luchar, contra dictaduras, represión, contra todo y contra el poder capitalista, por el socialismo y la igualdad y la justicia, contra el totalitarismo y las burocracias sindicales o «socialistas». El Negro fue siempre un internacionalista convencido y un organizador nato, un combatiente incansable para quien la lucha era una obligación moral y, al mismo tiempo, una fuente de alegría y de solidaridad humana.

Nos deja ahora el recuerdo de un combatiente, pero también el de un gran amigo y una persona de excepción. Al dar un abrazo a los tuyos que te sobreviven, simplemente te digo, como tantas otras veces menos tristes ¡Chau Negro, ahí nos vemos!

Tomado de: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3471