La advertencia pública de Roy Chaderton, embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (OEA), de que la Revolución bolivariana pudiera perder las elecciones del 2010 y 2012, «si no revisamos, rectificamos y reimpulsamos radicalmente», y «entonces perderíamos la patria y el socialismo: solo nos quedaría la muerte», expresa la […]
La advertencia pública de Roy Chaderton, embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (OEA), de que la Revolución bolivariana pudiera perder las elecciones del 2010 y 2012, «si no revisamos, rectificamos y reimpulsamos radicalmente», y «entonces perderíamos la patria y el socialismo: solo nos quedaría la muerte», expresa la creciente desesperación de la absoluta mayoría del servicio diplomático venezolana ante la incapacidad del gobierno de resolver los grandes problemas del país.
Desde la distanciada perspectiva del exterior ven, en palabras de un importante funcionario del Estado , que las decisiones gubernamentales «no dan pie con bola para solucionar el caos que comienza a generarse, intencionadamente desde afuera y desde adentro», como la seguridad, la corrupción, la crisis económica — con una caída del PIB del 4.5% en el tercer trimestre, una inflación del 30%, falta de fondos públicos, un mercado negro y dólar incontrolables, el sistema bancario comprometido— y la pérdida de credibilidad del discurso oficial, entre otros. A esos problemas internos se agrega el avance de la preparación de la guerra de agresión por Washington, con la activación de seis batallones de aviación colombianas y bases militares en la frontera con Venezuela.
El decano de la diplomacia venezolana dice, que si las elecciones se pierden será «por culpa de unos cuantos corruptos e incompetentes». La estratagema usada generalmente en Venezuela para asignar responsabilidades políticas a la crisis consiste en culpar a «la burocracia», estratagema que es una variante de la disidencia colonial: «Viva el Rey. Abajo el mal gobierno». Es una formula diplomática, pero, en este caso, disfuncional porque oculta la verdad.
La principal responsabilidad de la situación radica en el sistem a de conducción del proceso y en la Nueva Clase Política (NCP). El primero es dirigido por el Presidente y el segundo proporciona los sujetos que conducen la política. La responsabilidad de la situación, por lo tanto, es doble: radica en el conductor del sistema y en los sectores dominantes de la NCP. Éstos se han subordinado totalmente a los designios del líder, movidos por sus intereses personales de poder y descuidando su responsabilidad histórica de ser garante de los intereses de la causa y de las mayorías. A raíz de esta sumisión, racionalizada ideológicamente con la falsa ecuación de que: líder igual a causa e intereses mayoritarios, nunca se han transformado en vanguardia; siguen siendo una élite política cualquiera.
El llamamiento de atención del Embajador y ex Ministro de Relaciones Exteriores, sobre el problema, no es el primero. Pero , se produce en una coyuntura, en la cual el futuro colapso del proceso se hace cada vez más palpable, para la intelectualidad, las clases medias y la alta oficialidad. En esto radica su importancia y en esto descansa el valor cívico del Embajador.
Roy Chaderton le ha hecho un servicio público a la Revolución bolivariana, al llamar coram publico a las fracciones progresistas de la elite bolivariana a asumir su responsabilidad ante la crisis, forzando un cambio del rumbo del Titanic. ¿Se atreverán los líderes progresistas del PSUV, el republicano General (r) Mueller Rojas, los gobernadores Vilmar Castro, Henry Falcón, Tarek William Saab, Willian Lara, el ministro Alí Rodríguez, el ex Vicepresidente José Vicente Rangel, entre otros, a hablar colectivamente con el Presidente, negociando un nuevo modelo de gobierno que puede garantizar la sobrevivencia de la Revolución? ¿O seguirán en su actitud atentista — qui tacet, consentire videtur , quien calla parece otorgar— que es poco comprensible después de la experiencia del primer golpe de Estado en abril del 2002?
Hugo Chávez actuó cual conciencia de la humanidad en Copenhague cuando, en el espíritu de Alí Primera —«Basta de mentes hipócritas… que nos quieren matar»— llamó a Barak Obama repetidas veces «Premio Nobel de la Guerra». Fue un acto valiente y progresista, como tantos otros actos internacionales que el Presidente tiene en su haber. Pero, ni este acto, ni la constitución de la V Internacional, cambian en nada la correlación de fuerzas en Venezuela a favor del gobierno.
» Podríamos perder si no revisamos, rectificamos y reimpulsamos radicalmente», dice el Embajador de Venezuela ante la OEA. «Entonces perderíamos la patria y el socialismo: solo nos quedaría la muerte.» Ante esta cuestión de vida o muerte, se ve dentro de Venezuela una sola fuerza capaz de iniciar la refundación colectiva urgente del Proyecto: los líderes de la fracción progresista de la Nueva Clase Política bolivariana, apoyados por ciertos sindicatos, sectores campesinos progresistas e intelectuales críticos.
Si los líderes no asumen su tarea histórica de vanguardia, la historia no los absolverá. Y las masas pagarán el precio en sangre.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.