Introducción
En la interpretación de El Capital, tanto por parte de autores marxistas, como de otras corrientes que critican a Marx, se encuentran diferencias importantes, en varios temas. Llama la atención que después de 155 de años de publicado el tomo I de El Capital existan todavía diferencias tan grandes entre los propios intérpretes marxistas (ni para que mencionar a críticos desde otras escuelas). Se han elaborado interpretaciones muy distintas sobre la teoría de la mercancía, el valor y el dinero, lo mismo que sobre el tema del fetichismo de la mercancía, pero no es el único tema en el cual debaten teóricamente pensadores marxistas; algo similar ocurre con la interpretación de la transformación de los valores en precios de producción, con la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, las crisis, y los esquemas de reproducción, para mencionar quizá los más destacados.
Recientemente Fred Moseley publicó un libro dedicado a criticar la interpretación de la teoría del valor por parte de Michael Heinrich, que es otra evidencia de las grandes diferencias existentes entre autores marxistas, especializados en el estudio de El Capital.[1] Moseley considera que Heinrich no ha comprendido bien el primer capítulo de El Capital y llega incluso a plantear que lo considera una mala influencia para la juventud[2].
Esto es un indicador de la dificultad de los tres primeros capítulos de El Capital, algo que el propio Marx advirtió desde el prólogo de 1867. Con respecto al tomo I Marx señaló las dificultades de su texto a las cuales podrían verse enfrentados los lectores. Premonitoriamente afirmó que “la comprensión del primer capítulo, y en especial de la parte dedicada al análisis de la mercancía, presentará, por tanto, la dificultad mayor” (p. 43)[3]. “He dado el carácter más popular posible a lo que se refiere más concretamente al análisis de la sustancia y magnitud del valor.” Y advierte que las dificultades principales pueden encontrarse en la sección sobre la forma del valor: “Exceptuando el apartado referente a la forma de valor, a esta obra no se la podrá acusar de ser difícilmente comprensible.” (p. 44). Althusser incluso propuso que para facilitar la aproximación a El Capital era conveniente empezar su lectura por el capítulo 4 y luego sí regresar a los tres primeros capítulos[4].
La lectura de El Capital, pero especialmente de los tres primeros capítulos, requiere de apoyo. En mi opinión, el mejor texto reciente para acompañar la lectura de El Capital es el libro de Michael Heinrich, Crítica de la economía política. Una introducción a El Capital de Marx[5]. Como ayuda para los primeros cinco capítulos, considero que el mejor es el texto de Heinrich, ¿Cómo leer El Capital de Marx?[6] Pero existe un antecedente importante en la obra de Isaac Rubin publicada en 1928, Ensayos sobre la teoría marxista del valor[7].
Este libro de Rubin es quizá el texto más completo y uno de los mejores como instrumento como orientación para entender la teoría del valor en El Capital. Tiene la ventaja de que aborda en detalle todos los temas tratados por Marx y explica los errores en las interpretaciones tradicionales de otros autores marxistas, y de los críticos opuestos a la teoría de Marx. Heinrich afirma que este libro de Rubin “todavía hoy se lee con provecho.”[8]
Autores como Heinrich, Gill, Fineschi en lecturas más recientes han señalado los problemas que encuentran en interpretaciones tradicionales y expuesto lo que consideran una interpretación más apropiada de El Capital. Fred Moseley en su reciente libro da un magnífico ejemplo de dichas interpretaciones tradicionales. Rubin se anticipó a señalar y explicar los problemas de estas interpretaciones erróneas y limitadas, al punto de que en diversos pasajes parece una crítica directa al libro de Moseley escrito casi cien años después[9].
Por lo anterior considero pertinente hacer un repaso de los planteamientos de Rubin, haciendo énfasis en los puntos centrales y buscando identificar los puntos de controversia. Esto servirá además para comparar luego con los planteamientos de Heinrich y otros, para identificar en qué asuntos concretos coinciden estos autores y en cuáles se diferencian.
Relación de la teoría del valor con la concepción materialista de la historia
Marx no incluye en los prólogos una “explicación” sobre su método de exposición ni sobre la relación de El Capital con la concepción materialista de la historia. Tampoco presenta una introducción en la cual aborde estos temas. Hace unas muy breves referencias al método de la abstracción, el cual debe reemplazar al microscopio y los reactivos en al análisis de las formas económicas, pero nada más. Menciona la relevancia de estas formas económicas, en particular de la mercancía, que es la forma que adopta el producto del trabajo en el modo de producción capitalista, y del valor, que es la forma que adopta la mercancía en esta sociedad, con lo cual menciona aquí la distinción entre contenido material y forma social. En prólogos o epílogos posteriores, hace algunas referencias a su método y en particular en respuesta a los comentarios de un articulista ruso en una edición de una revista dedicada al tema del método en Marx, se refiere al método dialéctico y comenta algunos aspectos de su relación con Hegel.
Rubin plantea que la teoría económica de Marx y la teoría sociológica están relacionadas conceptualmente. Considera que la teoría sociológica es la teoría del materialismo histórico. Plantea que la teoría del valor y la teoría del materialismo histórico tienen el mismo punto de partida, el trabajo como elemento básico de la sociedad humana. Igualmente, dos elementos centrales de esta concepción son las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. Las fuerzas productivas son el elemento material común a toda sociedad, mientras que la forma específica adoptada por las relaciones sociales de producción le da su carácter particular a cada modo de producción. Marx considera que no tiene sentido estudiar la producción, la distribución o el consumo en general, sino que es preciso estudiar los modos de producción específicos, y en concreto, el modo de producción capitalista.
Marx estudia en El Capital el modo de producción capitalista, enfocándose específicamente en las relaciones sociales de producción que lo conforman y no en el proceso técnico-material de la producción. Destaca que la economía política no es una ciencia de las relaciones entre las cosas, como pensaban los economistas vulgares, ni de las relaciones entre las personas y las cosas, como afirmaba la teoría de la utilidad marginal, sino una ciencia de las relaciones entre las personas en el proceso de producción. (p. 49). A lo largo del texto, Rubin va a enfatizar esta diferencia entre el fundamento material y la forma social, algo que se presenta en el análisis de la teoría del valor, pero también en todo el desarrollo de El Capital.
Rubin considera que Marx ofrece en su teoría del fetichismo de la mercancía, que se expone principalmente en la sección 4 del capítulo 1 del tomo I, las categorías generales para comprender la sociedad capitalista y la teoría del valor. Afirma que la teoría del fetichismo “podría ser llamada más exactamente una teoría general de las relaciones de producción en la economía capitalista mercantil.” (p. 50).
Esta tesis de Rubin es muy importante como apoyo en la lectura de la teoría del valor de Marx. En su libro, aborda el tema dividiéndolo en dos grandes partes. En la primera parte expone la teoría marxista del fetichismo de la mercancía y en la segunda, la teoría del valor-trabajo de Marx. Es decir, expone la materia en un orden inverso a la forma en la cual Marx realiza la exposición en el primer capítulo.
En mi opinión, esta posición de Rubin es bastante útil para la comprensión de la materia. Es, por tanto, conveniente, examinar los argumentos de Rubin con relación al fetichismo de la mercancía y su relevancia para la comprensión de la teoría de la mercancía y del valor de Marx.
La estructura de la sociedad mercantil
Para comprender la teoría del valor es necesario entender que Marx estudia las características de la producción mercantil, como una forma particular de la organización social de la producción, en la cual los productos del trabajo necesariamente se convierten en mercancías, es decir, que además de un valor de uso tienen valor.
El valor de las mercancías solo existe en una sociedad mercantil
El punto de partida de la explicación de Marx es una forma de producción, la producción de mercancías[10], que es algo observable empíricamente. El modo de producción capitalista tiene una dimensión básica de producción de mercancías, que es el fundamento de las demás dimensiones.
La producción de mercancías la realizan productores privados formalmente independientes. Por tanto, el trabajo base de toda la organización social es, a su vez un trabajo particular: trabajo privado realizado por individuos formalmente independientes[11].
Es decir, el trabajo útil, que es condición de vida del ser humano,[12] se realiza en la sociedad capitalista bajo esta modalidad particular de la producción mercantil. En otras sociedades la producción se realiza por parte de una comunidad sin necesidad del intercambio.
Esta modalidad de producción tiene como condición de vida la división social del trabajo[13], que no es establecida conscientemente por un órgano social; es resultado de las decisiones individuales, privadas, de un número elevado de productores. Igualmente, la producción de mercancías tiene como condición de vida la producción de valores de uso diferentes[14].
Dado que la producción se realiza por productores privados independientes que realizan, cada uno, una parte de la producción total es necesario el intercambio de los productos. Cada productor necesita de los demás productores para obtener los valores de uso que necesita; cada uno aporta su valor de uso y espera mediante el cambio obtener otros valores de uso necesarios para su vida. Este intercambio es un hecho objetivo observable. La sociedad se constituye como un todo de esta manera.
En el intercambio los productos del trabajo se convierten en mercancías, se crea el valor de las mercancías y se establecen las proporciones de cambio de un valor de uso por otro valor de uso; no es algo predeterminado o decidido unilateralmente. Es un resultado que se obtiene en el proceso de cambio. Pero se fundamenta en las condiciones materiales de producción, es decir en las condiciones técnicas del trabajo, el estado de la ciencia y la tecnología, las formas de organización de la producción, la destreza y la habilidad de los trabajadores, la productividad, la duración e intensidad del trabajo, el grado de calificación del trabajo.
Empíricamente esto se realiza mediante el intercambio de un valor de uso por dinero y luego este dinero por otro valor de uso; este es otro hecho, observable a simple vista.
El resultado de todo este proceso social es que se genera la reproducción social en su conjunto, los productores se distribuyen entre ramas de producción, se intercambian los productos, y se satisfacen necesidades del consumo y de la producción.
El cambio de los productos es un cambio de trabajos
Los productores cambian valores de uso, pero lo que realmente están cambiando, en el fondo, son sus trabajos. Estos trabajos son iguales en un sentido cualitativo dado que son todos privados e independientes.
Los trabajos de los distintos productores también tienen en común que se trata en todos los casos de gasto de fuerza de trabajo humana en el sentido fisiológico: gasto de músculos, de cerebro, de nervios, de mano, etc.
Pero son diversos en muchos aspectos: a) Son trabajos concretos diferentes (carpintería, panadería, sastrería, etc.) orientados a la producción de valores de uso específicos; b) Son diferentes en la proporción en que se gasta cerebro o músculo; c) Difieren en el grado de cualificación del trabajo: trabajo simple y trabajo complejo; d) Son distintos en aspectos como la duración, la intensidad y el grado de productividad al interior de la producción de valores de uso específicos (trabajo individual vs trabajo promedio social).
Estos diversos trabajos privados, concretos, fisiológicos, individuales, o complejos se materializan en valores de uso. El resultado inmediato de la producción directa es un valor de uso.
Al igualarse en el mercado, mediante el cambio de los productos, todos se expresan en una unidad común, se hace abstracción de sus características particulares y se reducen a trabajo abstracto, es decir, trabajo despojado de sus características concretas. Esta abstracción (o reducción) es una abstracción real que ocurre por medio del intercambio; no es algo que ocurre en la mente. Es un hecho real, es una situación real. Pero se refleja en la mente del analista mediante el concepto de trabajo abstracto.
Este trabajo abstracto (abstraído realmente) se objetiva socialmente en la mercancía, como una materialidad espectral, un coágulo de trabajo humano, una gelatina de trabajo humano indiferenciado (todas son expresiones de Marx). Esta objetivación es el valor de la mercancía. El valor es, por tanto, la objetivación de dicho trabajo abstracto, común, general, igual, que se produce en el intercambio en una sociedad de productores de mercancías.
Reducciones o abstracciones en el intercambio
Mediante el intercambio de los productos del trabajo ocurren varias reducciones o abstracciones simultáneamente:
a) El trabajo privado se convierte en trabajo social: es decir, se vuelve parte de la totalidad del trabajo social, de la totalidad de fuerzas de trabajo de una sociedad. En otras sociedades el trabajo es directamente social, dado que desde el comienzo se decide qué hace cada cual, es decir, se distribuye explícitamente el trabajo, y el producto es colectivo y se reparte entre todos sus miembros. En la economía capitalista el trabajo no es directamente social, solo se vuelve social mediante el intercambio (si alguien no logra vender su producto no consigue que su trabajo privado se vuelva social, es decir, no hace parte, en esta dimensión fundamental, de la sociedad).
b) El trabajo concreto (las diversas formas particulares, carpintería, panadería, etc.) se convierte en trabajo abstracto, se reduce a trabajo abstracto. El trabajo abstracto es una reducción de los trabajos concretos. Este trabajo abstracto es la sustancia del valor, es una sustancia social.
c) El trabajo complejo se convierte en trabajo simple: es equiparado mediante el cambio, en el proceso de cambio se valida esta transformación.
d) El trabajo individual se convierte en trabajo socialmente necesario, es decir, en el cambio se reconoce un promedio de la cantidad de trabajo socialmente necesaria para producir una mercancía.
La categoría de trabajo abstracto es fundamental porque en una economía mercantil el trabajo se hace solamente social en la forma de trabajo abstracto.
A partir de lo anterior, se concluye que el valor es la expresión objetiva del trabajo abstracto, es la objetivación del trabajo abstracto. El trabajo abstracto que es la sustancia del valor aparece objetivamente en el cambio como una determinada cantidad de dinero que se da por una cantidad determinada de una mercancía. La sustancia social del valor es una sustancia social común[15] en un sentido particular: no es una sustancia que existe en cada mercancía por separado, sino en el acto de igualación en el intercambio.
La magnitud del valor de la mercancía depende de la cantidad de tiempo de trabajo abstracto socialmente necesario. No depende del trabajo individual de cada productor sino del trabajo realizado en las condiciones medias de producción y con el grado de destreza usual en el trabajador.
Todo lo anterior ocurre en el intercambio, pero no es un proceso consciente por parte de los productores privados. Lo observable es el cambio de los productos en una determinada proporción, lo observable es que todos los valores de uso tienen valor y magnitud de valor (específicamente valor de cambio). Lo observable es que los valores de uso, desde la perspectiva del cambio se igualan y se reducen a algo en común, a una unidad común. Ahora las mercancías se diferencian cuantitativamente y no solo cualitativamente.
Los productores al intercambiar sus productos no solamente crean el valor y el valor de cambio, sino que también reducen el trabajo concreto al trabajo abstracto, el trabajo privado al trabajo social, el trabajo complejo al simple y el trabajo individual al trabajo socialmente necesario. Lo hacen, pero no lo saben. Todo esto ocurre a sus espaldas[16].
Lo fundamental no es el cambio individual sino la distribución social del trabajo
Adicionalmente, el cambio no se limita al cambio individual de mercancías, y a las proporciones de cambio entre las mercancías. Se trata del cambio de todos los productores en una sociedad determinada: es un proceso social de cambio de la totalidad de las mercancías. Al hacer esto, se determina también la distribución del trabajo social entre las distintas actividades o ramas de producción. La sociedad en su conjunto necesita una determinada cantidad de hierro, de trigo, de levitas, de camisas o de pan. Mediante el cambio se determina cuánto del trabajo social se destina a la producción de cada uno de los valores de uso. El asunto, por tanto, no es solo ni principalmente, de la magnitud de valor de cada mercancía, sino de la magnitud del trabajo social que se destina a cada rama productora de valores de uso.
Esto último es para Marx un elemento fundamental. La distribución proporcional del trabajo entre distintas ramas de producción está regulada por el tiempo de trabajo socialmente necesario como ley natural reguladora, la ley del valor.
Esta distribución cuantitativa del trabajo social se vincula con el desarrollo de las fuerzas productivas, lo cual se expresa en el tiempo de trabajo socialmente necesario. La cantidad de tiempo necesario para producir una mercancía determina su magnitud de valor, pero también la magnitud del trabajo social destinado a dicha rama de producción; al cambiar la capacidad productiva, la fuerza productiva del trabajo, se pueden producir más valores de uso en el mismo tiempo de trabajo, se reduce el valor de la mercancía individual, pero también cambia la totalidad de trabajo social destinada a la producción de cada conjunto de valores de uso.
El valor, por tanto, se vincula, por un lado, con las fuerzas productivas de la sociedad, mediante su magnitud; es una expresión de la magnitud de dichas fuerzas productivas. Por el otro, el valor es una expresión de las relaciones sociales. Es una forma social específica que indica el tipo de relaciones sociales de producción existentes.
El objeto de la teoría del valor es “…captar y explicar teóricamente el proceso de igualación de las mercancías que se produce regularmente en el mercado, en estrecha conexión con la igualación y distribución del trabajo social en el proceso de producción; vale decir, descubrir la relación causal entre ambos procesos y las leyes de sus cambios. El análisis causal de los procesos reales de igualación de diversas mercancías y diversas formas de trabajo, y no el hallazgo de patrones prácticos para su comparación, tal es la tarea de la teoría del valor.” (Rubin, p.178).
El valor, como forma general, se expresa en una forma específica: el dinero. Este es otro hecho empírico, objetivo, observable, verificable en la vida cotidiana del capitalismo. (Todo el mundo sabe esto, aunque no sepa nada más). Marx busca explicar qué es el valor, mostrando: a) cómo se fundamenta en la sustancia y la magnitud del valor (y, por este camino, en el desarrollo de las fuerzas productivas); y b) como se expresa en una forma de valor específica, la forma equivalente del valor, que es la expresión material general de las relaciones de producción.
Marx primero explora a partir de las relaciones observables en el capitalismo (el valor de cambio de las mercancías, la magnitud de valor de las mercancías), sus fundamentos, encontrando que se trata: a) de la expresión de un tipo de sociedad particular, la sociedad productora de mercancías; b) de la manera en la cual los trabajos privados, concretos, complejos e individuales, se convierten en trabajos sociales, abstractos, simples y socialmente necesarios.
Marx encuentra, por un lado, el trabajo detrás del valor, pero fundamentalmente por el otro, muestra que una forma específica de organización del trabajo, el trabajo a partir de productores privados formalmente independientes y autónomos, genera necesariamente el valor y la magnitud del valor, se debe expresar obligatoriamente en valor.
El asunto de fondo para Marx es la totalidad de la organización social, la manera en la cual funciona la sociedad en su conjunto, la forma en que se convierte en sociedad, la lógica de este funcionamiento, el orden del mercado. En esta sociedad de productores de mercancías, es decir, de productores privados formalmente independientes, pero interdependientes materialmente, las relaciones entre los productores se crean mediante el intercambio de los productos de sus trabajos, que se convierten así en mercancías.
El vínculo no es directo, como miembros de una sociedad que decide colectivamente organizar la producción para satisfacer sus necesidades. El vínculo es por medio del cambio de los productos del trabajo.
La cosificación de las relaciones de producción
En esta sociedad es inevitable que las relaciones de producción se cosifiquen, que las personas se cosifiquen, y que las cosas adquieran personalidad propia. Parece entonces que la propiedad de los valores de uso de ser portadores de valor, de tener una objetividad de valor, fuera una propiedad que le corresponde a las cosas (productos del trabajo) en sí mismas, por su naturaleza material. Este es el fundamento de la cosificación, del fenómeno del fetichismo de las mercancías. Algo que solo ocurre en la sociedad mercantil capitalista, la existencia del valor, se considera que es propio de los objetos en sí mismos (la concepción naturalista).
El valor de la mercancía es una categoría fetichista. El precio de la mercancía es una categoría fetichista. Y estas son las categorías de la economía política. Son categorías objetivas: expresan lo que realmente ocurre en la sociedad mercantil capitalista.
Marx en los tres primeros capítulos examina una dimensión de la sociedad capitalista, su dimensión como sociedad productora de mercancías. No examina una sociedad precapitalista o no capitalista. Está examinando un primer tipo de relaciones sociales de producción, la relación entre productores privados de mercancías, sin considerar todavía la relación entre capitalistas y obreros, y entre los propios capitalistas y éstos con los terratenientes, y de todos con el Estado.
El análisis de Marx aplica por completo al capitalismo y además lo dice expresamente. De hecho, todos los conceptos posteriores expuestos en El Capital parecen ser una deducción lógica a partir de la noción del valor, y además el fetichismo aplica no solo a la mercancía.
Notas:
[1] He reseñado algunos aspectos de este debate en: https://www.sur.org.co/los-inquisidores-moseley-y-roberts-condenan-al-hereje-heinrich-por-interpretar-mal-la-teoria-del-valor-de-marx/; https://rebelion.org/la-critica-de-moseley-a-heinrich-sobre-la-interpretacion-de-la-teoria-del-valor/; y https://rebelion.org/la-critica-de-rubin-a-la-interpretacion-de-fred-moseley-de-la-teoria-del-valor-de-marx/
[2] “Me preocupa la influencia de Heinrich en la comprensión de la teoría de Marx. Su interpretación es muy influyente en Alemania y en otras partes del mundo, especialmente entre los jóvenes. Y estoy convencido de que se trata fundamentalmente de una mala interpretación de la teoría de Marx. Por eso creo que es importante abordar su interpretación por popular que sea, pero errónea. Espero que mi libro sea leído especialmente por los jóvenes y los anime a hacer un estudio más profundo de la teoría del valor de Marx en el Capítulo 1 de El Capital y más allá.” En https://www.sinpermiso.info/textos/la-teoria-del-valor-de-marx-y-la-interpretacion-de-la-forma-del-valor
[3] Marx, Karl, El Capital. Crítica de la economía política. Libro primero. Editorial Siglo XXI, 2017. (p. 43).
[4] “Las mayores dificultades teóricas y otras que obstaculizan una lectura fácil del libro I de El Capital se concentran desgraciadamente (o felizmente) en el comienzo mismo del libro I, más precisamente, en su sección I, que trata de “La mercancía y el dinero”. Por lo tanto, doy el siguiente consejo: poner PROVISORIAMENTE ENTRE PARÉNTESIS TODA LA SECCIÓN I y COMENZAR LA LECTURA POR LA SECCIÓN II (“La transformación del dinero en capital”). Desde mi punto de vista, no es posible comenzar (y solamente comenzar) a comprender la sección I más que después de haber leído y releído todo el libro I a partir de la sección II. Este consejo es más que un consejo: con todo el respeto que les debo a mis lectores, es una recomendación que me permito presentar como una recomendación imperativa”. (Althusser, Louis, Guía para leer El Capital, Dialéktica, Revista de filosofía y teoría social, Ano 1, Número 2, Buenos Aires, 1992, p. 11).
[5] Heinrich, Michael, Crítica de la economía política. Una introducción a El Capital de Marx. Escolar y Mayo Editores, Madrid, 2008. Existe otro texto, mucho más extenso y detallado, de gran utilidad para apoyar el estudio de El Capital: Gill, Louis, Fundamentos y límites del capitalismo, Editorial Trotta, 2002, Madrid. Publicado originalmente en francés, Fondements et limites du capitalisme, Les Éditions du Boréal, 1996.
[6] Heinrich, Michael, ¿Cómo leer El Capital de Marx? Indicaciones de lectura y comentario del comienzo de El Capital, Escolar y Mayo Editores, Madrid, 2011; Heinrich, Michael, How to Read Marx´s Capital. Commentary and Explanations on the Beginning Chapters, Monthly Review Press, New York, 2021; Heinrich, Michael, Die Wissenschaft vom Wert, Verlag Westfalisches Dampfboot, Munster, 1999.
[7] Rubin, Isaak Illich, Ensayos sobre la teoría marxista del valor, Cuadernos de Pasado y Presente, Ediciones Pasado y Presente, Buenos Aires, Septiembre de 1974 (traducción de Néstor Miguez); Rubin, Isaak Illich, Essays on Marx´s Theory of Value, Black and Red, Detroit, 1972 (Translators Miloš Samardžija and Fredy Perlman)
[8Heinrich, Michael, ¿Cómo leer El Capital de Marx? Indicaciones de lectura y comentario del comienzo de El Capital, Escolar y Mayo Editores, Madrid, 2011, Nota 6, página 105.
[9] https://rebelion.org/la-critica-de-rubin-a-la-interpretacion-de-fred-moseley-de-la-teoria-del-valor-de-marx/
[10] Marx menciona explícitamente, por primera vez la “sociedad productora de mercancías” en la sección 2 del capítulo 1, cuando examina el tema de la división social del trabajo (El Capital, Tomo I, FCE, p. 9)
[11] “Solo los productos de trabajos privados independientes los unos de los otros pueden revestir en sus relaciones mutuas el carácter de mercancías.” (El Capital, Tomo I, p.9, FCE).
[12] “Como creador de valores de uso, es decir, como trabajo útil, el trabajo es, por tanto, condición de vida del hombre, y condición independiente de todas las formas de sociedad, una necesidad perenne y natural sin la que no se concebiría el intercambio orgánico entre el hombre y la naturaleza ni, por consiguiente, la vida humana.” (El Capital, Tomo I, p. 10, FCE).
[13] “…la división social del trabajo, condición de vida de la producción de mercancías, aunque ésta no lo sea, a su vez, de la división social del trabajo.” (El Capital, Tomo I, p 9. FCE).
[14] “Si no fuesen valores de uso cualitativamente distintos y, por tanto, productos de trabajos útiles cualitativamente distintos también, aquellos objetos bajo ningún concepto podrían enfrentarse el uno con el otro como mercancías. No es práctico cambiar una levita por otra, valores de uso por otros idénticos.” (El Capital, Tomo I, p. 9, FCE). “Los valores de uso no pueden enfrentarse los unos con los otros, como mercancías si no encierran trabajos útiles cualitativamente distintos.” (El Capital, Tomo I, p. 9, FCE)
[15] “Pues bien, considerados como cristalización de esta sustancia social común a todos ellos, estos objetos son valores, valores-mercancías.” (El Capital, Tomo I, FCE, p. 6).
[16] Al referirse a la reducción de trabajo complejo a trabajo simple dice Marx: “Las diversas proporciones en que diversas clases de trabajo se reducen a la unidad de medida del trabajo simple se establecen a través de un proceso social que obra a espaldas de los productores, y esto les mueve a pensar que son el fruto de la costumbre.” (El Capital, Tomo I, FCE, p. 12).
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