Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens ¿Qué se supone que hagas si la nación excesivamente armada, beligerante y peligrosa del mundo, que gasta más que todo el resto del mundo en su conjunto en armas, y que es el principal proveedor de armas para el resto del mundo, le dice a un pequeño […]
Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens
¿Qué se supone que hagas si la nación excesivamente armada, beligerante y peligrosa del mundo, que gasta más que todo el resto del mundo en su conjunto en armas, y que es el principal proveedor de armas para el resto del mundo, le dice a un pequeño país como Venezuela y comete el crimen de gastar «demasiado» en sus fuerzas armadas?
La primera reacción es reírse. ¿Bueno el chiste, verdad? Venezuela, rebosante de ingresos del petróleo y que se siente algo amenazada por amenazas de Usamérica de asesinar a su líder y por el financiamiento usamericano de grupos que tratan de fomentar un golpe, quiere gastar algunos cientos de millones de dólares en aviones de España y Brasil para modernizar su fuerza aérea, y el Departamento de Estado de USA se excita sobremanera.
Las transacciones son algo «que consideraríamos un gigantesco incremento militar,» dice el portavoz del Departamento de Estado Sean McCormack.
«¿Gigantesco incremento militar?»
¿Cómo describe McCormack el presupuesto militar de 441.000 millones de dólares para 2006 de USA (un aumento de un 4% desde el año pasado)? Nótese que Venezuela tiene una población de 25 millones, o sea un doceavo del tamaño de USA, pero su presupuesto militar es de sólo un poco más de 1.000 millones de dólares, que efectivamente disminuyó en los últimos años, lo que corresponde a menos de un 0,25% del presupuesto militar usamericano. Los militares usamericanos bajo Bush aumentaron sus gastos a niveles de la Guerra Fría en términos de dólares reales.
Así que ¿qué país, USA o Venezuela, comete el crimen de un «gigantesco incremento militar»?
Desde luego, nada de esto es mencionado en los artículos en los medios usamericanos sobre los esfuerzos de USA por bloquear la compra venezolana de aviones de España y Brasil. La acusación de que Venezuela «gasta demasiado» en equipos militares, y que los gastos militares del país podrían «contribuir a la desestabilización» en Latinoamérica es simplemente citada y aceptada.
Que USA se queje de que haya países que «desestabilizan» a Latinoamérica suena, por cierto, como un chiste aún más extravagante que la queja del Departamento de Estado sobre el gigantesco gasto militar de Venezuela. Después de todo, ¿a cuántos gobiernos de países latinoamericanos ha derrocado Venezuela recientemente? A ninguno. ¿Y USA? Bueno, veamos, en la memoria reciente tenemos a Grenada, Haití, Chile, Nicaragua, y… claro, la mano de USA estuvo detrás del golpe que derrocó brevemente al presidente democráticamente elegido de Venezuela, Hugo Chávez – un golpe que la administración Bush inicialmente aprobó en público, hasta que las manifestaciones de masas en el país volvieron a conducir a Chávez al palacio presidencial.
Así que riámonos un poco de esta última queja del Departamento de Estado. ¿Cómo se las arreglan para decir cosas semejantes sin reírse?
Pero a pesar de todo, es bastante trágico, si uno lo piensa.
Es verdad que Venezuela podría utilizar esos 200 millones de dólares que quiere gastar en cazas para la construcción de casas y escuelas.
Más verdad todavía es que USA podría ayudar a aliviar los sufrimientos de los entre 30 y 40 millones de usamericanos que viven en la pobreza y que van a escuelas con más de 40 niños por clase, si no derrochara 442.000 millones de dólares en armas.
Tal vez el presidente Chávez podría decir algo al respecto.
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Dave Lindorff es autor de «Killing Time: an Investigation into the Death Row Case of Mumia Abu-Jamal». Su nuevo libro de columnas de CounterPunch intitulado «This Can’t be Happening!» es publicado por Common Courage Press. Información sobre ambos libros y otros trabajos de Lindorff se encuentra en www.thiscantbehappening.net.
Para contactos: [email protected]
http://www.counterpunch.org/lindorff01212006.html
Traducido del inglés al castellano por Germán Leyens, miembro de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística ([email protected]). Esta traducción es copyleft. «