En silla de ruedas, con una enfermedad incurable, el vocalista de Real de Catorce habla de su último proyecto llamado Lucy Blues: nuevas generaciones retoman la música como expresión de la resistencia y esperanza. «Bajaré a la fosa clandestina, a tocar un blues de vida, un blues de luz». Para los 43 normalistas desaparecidos […]
En silla de ruedas, con una enfermedad incurable, el vocalista de Real de Catorce habla de su último proyecto llamado Lucy Blues: nuevas generaciones retoman la música como expresión de la resistencia y esperanza.
«Bajaré a la fosa clandestina, a tocar un blues de vida, un blues de luz». Para los 43 normalistas desaparecidos
José Cruz Camargo Zurita, legendario cantor de blues del grupo Real de Catorce, habla sobre el papel de los gobiernos y la cultura, y de Lucy Blues, su nuevo grupo. «La visión de los gobiernos es impulsar una cultura que no está en el pueblo. Los pueblos con sus propios usos y costumbres la están generando, eso es legítimo y autentico. Necesitamos desnudarnos para verla, eso es lo que hacemos nosotros en Lucy Blues«, afirma el cantor.
Junto con Miguel Korsa y Charly Mercado, desde 2014 José Cruz ha dado vida a Lucy Blues, una propuesta musical que se afirma en la realidad cotidiana y la recoge mediante el canto y la melodía; que enaltece la resistencia y la esperanza de un pueblo, la fe como fuerza y patrimonio de la humanidad.
Lucy Blues es un proyecto independiente que realizó colectas para juntar fondos y poder grabar su primer disco, Nación Blues. «Nuestro proyecto es austero y lúdico: a toda madre. Nos obliga a ser austeros en nuestro lenguaje y ricos en la expresión», afirma José Cruz, maestro del blues en México.
El grupo de músicos y cantantes estrenará Nación Blues en los próximos meses. En sus páginas de redes sociales anuncian los lugares de conciertos y dónde comprar el disco.
José Cruz Camargo Zurita, poeta, compositor, músico y cantor nació el 2 de noviembre de 1955; su talento poético crece desde temprana edad, pues cuenta que ya a los 10 años estudiaba a los poetas españoles del Siglo de oro. En 1987 José fue entre los fundadores de la agrupación Real de Catorce, quienes producían blues en español cuando se pensaba que éste género era exclusivo del idioma inglés.
José Cruz en la entrevista, Radio Educación.
El grupo Real de Catorce lleva el nombre de un poblado ubicado en las montañas del desierto de San Luis Potosí, en el norte de México. Durante las épocas colonial y republicana fue un importante centro minero, y se le dice Real porque las minas pertenecían al rey.
El grupo Real de Catorce es parte importante de una generación del movimiento social de México, pues con compromiso y entusiasmo participaban en los conciertos organizados por jóvenes de la UNAM en apoyo al movimiento zapatista, en contra de las mineras en territorio wixárrika o en innumerables eventos de protesta social, y más recientemente por la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa en el estado de Guerrero.
José Cruz sufre de enfermedades crónicas e incurables, una de ellas es la esclerosis múltiple que no le permite caminar, pero tampoco lo detiene para seguir. En silla de ruedas y siempre acompañado por Patricia, su compañera en la vida y en la profesión, explica que la fortaleza «es resistir y saber que existe la esperanza».
Patricia Aguirre, manager del nuevo trío Lucy Blues, Miguel Korsa, guitarrista, y el compositor José Cruz empezaron a idear un «blues blanco más universal como el que nos legaron los afroamericanos», explica José. A la pregunta «¿A quien le cantan Lucy Blues y Real de Catorce?» José Cruz responde: «a la esperanza y la fe ya que son patrimonio del mundo, no de las iglesias. La esperanza y la fe nos pertenecen a los seres humanos», afirma.
Somos altamente políticos
Para el músico, los grupos Lucy Blues y Real de Catorce son altamente políticos: «en la canción ¡ Oh Madre blues!, ya decíamos de la revolución que venía con los zapatistas: Prendió, la fiebre ya, la guerra comenzó, soy un soldado más. Perdí la piel, papá, rociaron con napalm, escríbanle a mamá, díganle por favor, a qué lugar me voy».
A partir de 2014 «vino un auge de lucha con los 43 normalistas, la gente respondió al llamado» y así lo hizo el grupo Lucy Blues, que canta: «Bajaré a la fosa clandestina, a tocar un blues de vida, un blues de luz».
Existe un país que se levantó, declara el cantante de Real de Catorce, «estamos con un México en la calle, que pone las cosas en su lugar con miles de ideas» y que, menciona, «obliga a pensar en los liderazgos, si son útiles o no para darnos rumbo. En la exigencia de que aparezcan los 43 normalistas estamos experimentando nuevas formas de imaginar la solidaridad con la música».
Este nuevo trío se suma a la idea de «humanizarnos mediante la música, en contraposición al neo-colonialismo que está provocando que este país se rompa en pedazos, y que nuestros recursos naturales se estén otorgando a las empresas trasnacionales», expone el cantautor.
Como nace Lucy Blues
El nombre del nuevo trío Lucy Blues nace en el campo, en una sesión de fotografías, relata Miguel Korsa, guitarrista y voz, «la idea del nombre viene de un momento imperceptible de una experiencia cotidiana».
La escena que inspiró el nombre del grupo, relatan los músicos, fue el encontrarse con una camioneta amarilla abandonada en el campo en un lugar completamente desolado. Este «cuadro» que fue la inspiración en nombrar al trío de músicos, esta propuesta es de «blues rustico en español» y al mismo tiempo se apega al sentimiento de la raíz de este género musical y a la experiencia de la vida cotidiana.
Estos m úsicos experimentan con la fusión entre el blues, género que hunde sus raíces en la cultura afroamericana, y la música de los diferentes pueblos indígenas mexicanos: la propuesta musical es entonces «una forma de retribuirles el legado que nos han dado».
José Cruz, Charly Mercado y Miguel Korsa integran Lucy Blues; sus historias nacen de distintas experiencias y generaciones que comparten la vida y la resistencia. Para estos músicos, el grupo es una forma para «mantener en la música la coherencia con la vida». Mientras José Cruz tiene más de treinta años imaginando, componiendo y «arañando blues» con sus inseparables guitarras y armónica, Charly y Miguel son músicos más jóvenes, aunque comparten la visión de la música y del compromiso social.
Cuenta Miguel Korsa: «yo experimenté la música desde los diez años de manera espontánea, empecé tocando rock, apenas son seis años conocí el blues y me desarrollé como músico e interprete», explica que el es «autodidacta en la música y aprendiz de la vida y del trabajo».
Para Miguel Korsa los artistas tienen responsabilidad social y es inevitable no sentir ante la alarma social como las vivimos en México, «el deber más grande es la sinceridad. Los artistas comprometidos con el arte no podemos ser ajenos a lo que estamos viviendo, es la importante plasmar la vida a través de la música».
Para los esclavos el canto es la fortaleza
José Cruz, conocedor de intérpretes del Blues de los barrios de Estados Unidos y México, menciona que la intención del nuevo trío es «dar a conocer un género que está lleno de evidencias, que no tiene que ver IndieRock pero tiene que ver con la violencia reflexionada que emana desde la profundidad del ser y del estado «Blue».
Para el músico el estado Blue es «cuando estamos en un momento de dicha o bien podemos estar tristes y melancólicos».
Lo dicen los negros y los afroamericanos cuando cantan en el estado «Blue», explica Cruz, «jamás hablan de esclavitud, el canto en su música es de fortaleza, es una alegoría y canto a la vida, la fuerza de avanzar». Es en este sentido, explica, es que nace este trío, dos armónicas, dos guitarras, percusiones y la voz cómo huella digital del ser humano».
El Blues no es un canto de tristeza, ni depresivo, es todo lo contrario, explica el maestro, «el estado Blue es un estado de realización, de orgasmo, de éxtasis». Al principio de su carrera, en los años ochenta, «yo cantaba en Garibaldi con los mariachis borrachos, era un Blues callejero, no un modo de vida, sino es sacar a pasear y ventilar el alma».
«Yo empecé a respirar al interior de la armónica y buscando en la música la composición de las melodías que hago, no existe ortodoxia en el Blues»; este género musical es un sincretismo y «está influenciado por culturas y subculturas o contraculturas a la vez, no se necesita ser negro para tocar esta música», aclara el músico mexicano.
José Cruz ha convertido la música y su experiencia en una escuela con talleres literarios donde recrea con sus alumnos el entorno y cada uno reflexiona sobre sí mismo, «la idea de los talleres es crear la imagen de la sombra, parte de nosotros mismos que estamos negando, si vamos a estudiar a un autor tenemos que pensar qué pasaba por su cabeza, si hablamos de Cesar Vallejo tenemos que saber qué esperanza o tristeza tenía». Los talleres literarios se desarrollan porque «existe un miedo ahora en la nuevas generación en la búsqueda de lo desconocido».
Muchos jóvenes se esconden tras la mascara del intelectualismo expone, «mis alumnos le entran al estudio de sí mismos y de la vida cotidiana», señala; «la literatura no está en los libros, está en todas partes de la vida social».
«Tendrían que matarme, para arrancarme el blues», cantaba José Cruz hace ya algunos lustros. Ahora, el blues es lo que lo sostiene en la lucha cotidiana contra la enfermedad degenerativa que padece, y cuando la voz se debilita, es la armónica que canta a la vida y a sus amores. Lucy Blues y Nación Blues, los proyectos actualmente en marcha, son ejemplos de la calidad de la aportación de Cruz al panorama musical contemporáneo en México, y al mismo tiempo ejemplo de la compartición de la experiencia y del conocimiento musical, poético y social.