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Sacristán sobre Heinrich Heine. Antología

Fuentes: Rebelión

Mi querido amigo: Aprovecho el paso del portador de estas líneas, el señor Annenkow, un ruso sumamente amable y culto, para hacerle llegar mis mejores saludos. Hace algunos días cayó casualmente en mis manos un pequeño libelo difamatorio contra usted: cartas póstumas de Börne. Jamás le hubiese considerado tan insulso, mezquino y absurdo como cuanto […]

Mi querido amigo:

Aprovecho el paso del portador de estas líneas, el señor Annenkow, un ruso sumamente amable y culto, para hacerle llegar mis mejores saludos.

Hace algunos días cayó casualmente en mis manos un pequeño libelo difamatorio contra usted: cartas póstumas de Börne. Jamás le hubiese considerado tan insulso, mezquino y absurdo como cuanto puede leerse allí en letras de molde ¡Y qué míseros disparates hay en el apéndice de Gutzskow, etcétera! Escribiré en alguna revista alemana una crítica detallada de su libro relativo a Börne. Difícilmente pueda hallarse en ningún período de la literatura un tratamiento más torpe que el que ha experimentado este libro en manos de los asnos cristiano-germánicos, aunque no hay ningún período alemán que esté exacto de torpeza.

Si usted tiene aún algo de «especial» que comunicarme acerca de su trabajo, hágalo rápidamente.

Su,

K. Marx

[Rue de l’Alliance, 5, hors de la Porte de Louvain. Bruxelles. Alrededor de 5 de abril de 1846].

Sacristán tradujo, anotó y presentó la obra narrativa de Heine para su edición en clásicos Vergara, magníficamente ilustrada por F. Todó. Se publicó en 1964: Heinrich Heine, Obras. 1.073 páginas en total (Albert Domingo Curto ha calculado en casi 29.000 el número de páginas traducidas por Sacristán desde el griego clásico, el alemán, el italiano, el inglés, el francés o el catalán).

Su prólogo, «Heine, la consciencia vencida», fechado en enero de 1963, páginas 7-98 de esta edición, fue reimpreso en Lecturas, Icaria, Barcelona, 1985, junto a otras aproximaciones a la obra -o a obras- de Goethe, Brossa, Wilder, O’Neill, Sánchez Ferlosio, Moravia, Thomas Mann, Orwell o Salinas.

Pero Sacristán no se limitó, como se apuntó, a escribir este prólogo sino que anotó cuidadosamente la edición y presentó sucintamente los diez escritos de Heine que fueron incorporados. Todas estas presentaciones quedan recogidas en esta antología.

Años más tarde, Sacristán prologó también una edición de la poesía de Heine traducida por Feliu Formosa. Igualmente, en sus clases de Metodología de las ciencias sociales solía hacer referencia a pasajes de las Noches florentinas, junto a fragmentos de La teoría de los colores de Goethe, como ejemplos de primeras críticas internalistas y/o externalistas a la tecnociencia contemporánea.

Rafael Argullol y José Mª Valverde se han referido en diversas ocasiones al interés, no sólo histórico, de algunos de estos trabajos de crítica literaria de Manuel Sacristán.

*

1. Pinceladas.

1.1 Baja altura y elevada autoconsciencia

El día primero de mayo de 1831 cruza el Rin, camino de París, el voluntario pero prudente destierro, el poeta que a los treinta y cuatro años de edad tiene ya casi la celebridad del anciano Goethe: Heinrich Heine. Es un hombre de baja estatura -1,58- pero de alta consciencia de sí mismo: al pasar bajo la puerta de Saint-Martin se agachará para no derrumbarla con la cabeza.

1.2. Publicidad comercial

Heine es tal vez el primer poeta europeo que ha contemplado con inquieta reflexión la constitución de la publicidad comercial, ese confuso voluntarismo del mercado, en base y dueña de la literatura periodística primero, y la consiguiente y pervertida realización concreta del postulado revolucionario de la libertad de Prensa. «Aquí se fundan periódicos cuyos costes naturales rebasan con mucho el precio: periódicos cada ejemplar de los cuales, cuando aumenta la venta, sería una pérdida si no se basara todo en las tarifas de publicidad» «La Prensa cotidiana francesa es, en cierto sentido, una oligarquía y no una democracia. Pues la fundación de un journal francés supone tantos gastos y tantas dificultades que sólo personas capaces de poner en juego sumas enormes pueden contar con un periódico. Son, por tanto, capitalistas o industriales en general los que ponen el dinero para fundar un periódico».

1.3. Inconsistencias

Del hombre que ha descubierto que la monarquía burguesa se ha interpuesto entre las esperanzas de los pueblos y el «sol de Julio», del hombre que ha descubierto también la inconsistencia de la demagogia sentimental, mística y estética de esa «revolución» paternalista y de élite que es el saint-simonismo final, de ese hombre podía esperarse también, sobre todo desde las barricadas de junio de 1832, que comprendiera que la antorcha de la libertad cambiaba de manos ante sus ojos. Y, efectivamente, la consciencia de Heine ha estado siempre abierta a esa grande y decisiva novedad. Ya antes del exilio, en 1830, su entusiasmo por París estaba relacionado con el carácter realmente popular de las jornadas de Julio y con su pronta sospecha del posible engaño del pueblo…

Pero en el momento crítico, cuando parecen cumplirse, en 1848, las profecías de Heine, éste se sume en un colérico pánico conservador. Ya antes de esa fecha había manifestado en alguna ocasión, aunque sin demasiado énfasis, la idea de que un dominio proletario era inevitable, pero que sería poco duradero, por la incapacidad del mismo para construir un estado consistente…

Pero hasta esa tenue apariencia de teoría depone Heine ante la impresión que le produce la revolución de Febrero. En las cartas íntimas aparece al desnudo el hombre vacilante que ha perdido la pensión que le pagaba el gobierno de Luis Felipe, y ha perdido las acciones en el hundimiento de la Bolsa; el hombre, además, al que ya el nuevo gobierno republicano -y por boca de un colega poético: Lamartine- ha denegado la continuación del pago

(…) La interpretación psicologista y moralista de la vida y la obra de Heine puede ser más o menos oportuna. Pero el intento de construirla linealmente, como la historia de una aspiración quebrada es un momento determinado y convertirla en vileza

egoísta es desde luego, insostenible sin correcciones.

1.4. Grande del arte

Heine ha estado «con la consciencia» por encima de su «situación externa» como todo grande del arte o del pensamiento. La situación «real» de un ápice de la humanidad es siempre complejidad dialéctica de pies y barro, de dato y construcción.

1.5. Tendencia sublimadora

Su única cosecha duradera de la enseñanza de Hegel fue el entrenamiento en el pensar y un idealismo genérico que, por lo demás, era fruto del ambiente. Este idealismo se manifiesta desde el principio en su concepción de la historia y del tema por el cual quería ser un «valeroso soldado» en cuyo ataúd hubiera que deponer «una espada»: la «Revolución», la «misión de Europa». Esa revolución es asunto de ideas religiosas, dice saint-simonísticamente en 1832, «las cuales no necesitan más que ser pronunciadas para encarnarse más pronto o más tarde». Ese idealismo tiene su mordiente para la comprensión de algún hecho de cultura. Marx aprendió probablemente de Heine su célebre paralelo entre la Revolución Francesa y la filosofía alemana. Pero las más de las veces determina una soberbia irrealidad en la concepción de la «misión de Europa». No ha sido Hegel el que le ha enseñado a creerse un dios, sino que él, Heine, poco dispuesto a cansarse con el maestro entre los aparatos del complicado taller dialéctico, ha cortado por lo sano, sublimando en irrealidad lo que es complicación de realidad. Esa tendencia sublimadora se aprecia incluso en sus formulaciones más concretamente «programáticas»: «La gran palabra de la Revolución pronunciada por Saint.-Just –le pain est le droit du peuple-, dice según nosotros: le pain est le droit divin de l´homme. No luchamos por los derechos humanos del pueblo, sino por los derechos divinos del hombre». No sólo malos conceptos da de sí esa inconsistente revolución de Prometeo idealista, sino también malos versos con cierta frecuencia…

1.6. Romanticismo

Pasarán diez años y Heine conseguirá claridad suficiente como para saber qué son para su uso de poeta «clasicismo» y «romanticismo»: «Las expresiones «clásico» y «romántico» se refieren, pues, sólo al espíritu del tratamiento. «El tratamiento es clásico cuando la forma de lo expuesto es totalmente idéntica con la idea de lo que hay que exponer…El tratamiento es romántico cuando la forma no manifiesta la idea por identidad, sino que la deja adivinar parabólicamente». Pero esa claridad para uso propio no habrá superado la incertidumbre, la angustia ideológica y poética de la que nació aquella ocurrencia incomparable del último verso del tercer poema del «Regreso» [Hoch auf der alten Bastei (Arriba en el viejo bastión)]. Aquella «diferencia en el tratamiento» que distingue en la teoría al romanticismo del «clasicismo» es, en realidad, la transposición de la disputa de las estéticas al nivel de la radical cuestión heineana de la armonía del hombre, del artista. Y el «enterrador del romanticismo» alemán seguirá siendo en sus más veraces momentos «romántico» en un sentido: en el de ser él mismo inarmónico, inevitablemente «parabólico», como el arte europeo desde él.

1.7. Balance

A pesar de todas las inconsecuencias de pensamiento teorético y político, Heine habría pasado a la historia como consecuente descubridor si su producción poética hubiera terminado en 1844. Mas para eso habría hecho falta que fuera posible lo imposible: la coherencia del pensamiento poético a pesar de la incoherencia del pensamiento filosófico. Por eso, porque lo imposible es imposible, en el Romanzero (1851) y en sus últimas poesías aquella inconsecuencia de pensamiento se traduce inevitablemente en la definitiva quiebra de su obra: el Romanzero y las últimas poesías son el olvidadizo intento de volver a hacer lo que el Atta Troll y el Deutschland mostraron imposible, o que la prosa crítica del propio Heine había demostrado imposible: una poesía que confía en sus propias bases, una poesía artísticamente no problemática. El resultado es un fracaso integral: la virtud capital del verso de Heine, la tensa concisión, desaparece y da paso a una laxitud verbal que a veces llega a dulzona y cursi verborrea, ñoñamente ineficaz en la subjetiva sinceridad de las poesías de tema lírico, difusa, relajada y vulgarmente didáctica en las composiciones épicas de tema histórico o exótico. Aparte de la influencia de la lírica francesa que haya en esa relajación del estilo, lo que hay sobre todo es impotencia: las estrofas introductorias de los últimos poemas épicos -como Bimini- suponen evidentemente un plan inicial que comprendía cuatro o cinco veces más materia y más versos que los efectivamente logrados o, más precisamente, malogrados…

(…) Sin duda, la necesidad de vivir y de asegurar la existencia de su Matilde para después de su muerte fue una de las causas de esa última mala poesía contradictoria de la verdad hallada en su acmé. Pero la causa radical de esa ruina de su poesía está en la quiebra, ya vista, de su pensamiento. Y la causa de esa quiebra -y, por tanto, de todas las demás- es la ambigua cobardía intelectual y práctica que define el destino de Heine: tras haber visto la verdad del tiempo, contra la cual naufragaba la justificación tradicional del arte, el intentar ignorar sus consecuencias era ya, en la segunda mitad del siglo XIX, mentirse y negarse, no sólo, como aún pudo hacer Goethe, dejarse engañar por la utopía y por el pesimismo.

1.1. «Heinrich, la consciencia vencida»,Lecturas. Icaria, Barna, 1985, p. 134. 1.2. Ibid., pp. 140-141. 1. 3. Ibid., p. 150. 1.4. Ibid, pp.153 y 157. 1.5. Ibid., p. 165. 1.6. Ibid, pp. 191-192. 1.7. Ibid. p. 212-213 y 215.

2. Notas de traductor

2. 1. Poesía oriental.

A. El descubrimiento de la poesía oriental -y la moda de ésta, llevada hasta el amaneramiento- es en gran porte fruto del romanticismo alemán. En Bonn (1819) estudió Heine con August Wilhelm Schlegel, uno de los introductores del movimiento literario-filológico medievalista y orientalista, y hasta tuvo acceso familiar a su casa. Durante mucho tiempo, hallándose ya muy lejos ideológicamente del filólogo, Heine evitó criticarle. Lo hizo por último, y de modo violento, en La escuela romántica.

B. A partir de 1818, nombrado profesor en la Universidad de Bonn -recién fundada-, A. W. Schlegel se dedicó a estudios de literatura hindú. Heine le conoció precisamente en Bonn, donde empezó su vida de estudiante.

2. 2. Monumentos

Hasta 1945 no había en Alemania ningún monumento a Heine. La estatua más conocida del poeta se encuentra en la isla de Corfú.

2.3. Erudición

Desde Strodtmann se ha llamado la atención sobre el hecho de que las burlescas parodias eruditas de Heine se basan en verdadero conocimiento libresco, cosa que da su peculiar valor a la intención parodística (incluso la disertación de Mathias Gesner sobre la antigua dignidad de los asnos se halla en este caso: se publicó en los Commentarii Societatis Regiae Scientiarum Gottingensis en 1753, vol y pág. citados por Heine). El poeta sintió siempre mucha y muy consciente necesidad de lectura científica y erudita. En una carta a su hermana, del 9-I-1824, se encuentran las siguientes palabras. «Estoy intentando asimilar los más diversos conocimientos, y así me mostraré luego como escritor tanto mas polifacético y elaborado. El poeta no es en mí más que una pequeña parte, y creo que me conoces lo suficiente para comprenderlo». Sumido ya en su «sepultura de colchones» de París, Heine acosa constantemente a su hermana y a los libreros de Hamburgo para que le manden libros.

2. 4. Wagner

A. La versión de la célebre saga [El holandés errante] que se encuentra más adelante es la base dramática de la ópera de Wagner. Éste pidió permiso a Heine para utilizar su trabajo, cosa que luego negó, interesado en borrar sus anteriores relaciones con el poeta progresista y proscrito, hebreo y nada teutonizante.

B. Desde las investigaciones de Ernst Pasqué al respecto, se considera invención de Heine esta representación teatral [el holandés errante, el terrible Mynheer], y, por consiguiente, creación poética suya la versión de El Buque fantasma que sigue.

2. 5. Censura fraterna

Teresa Heine: el hecho de que Maximiliam Heine haya destruido aquí [Memorias, p.409] un fragmento parece indicio considerable de que, contra todas las declaraciones de la familia a la muerte del poeta, Heine tuvo efectivamente una relación sentimental con la hija del banquero.

2. 6. La influencia de Hegel y el arte medieval.

En la general vacilación teórica de este escrito de Heine [La escuela romántica] -y de toda la vida y la obra del ambiguo y trágico poeta- el único punto doctrinal consecuente es el que acaso menos lo parezca hoy: la escasa sensibilidad para el arte medieval le viene, en efecto, de Hegel, igual que la observación acerca de la dialecticidad del acaecer histórico. Para Hegel, la edad artística del mundo es la antigua, mientras la Edad Media «romántica» es la edad de la religión, a la que tenía que suceder finalmente la edad de la Filosofía.

2. 7. Heine-Goethe.

La breve narración de Heine [La escuela romántica, p.506] no es sustancialmente falsa, pues centra el desarrollo de su única entrevista con Goethe en una sensación propia de timidez y empacho. Esa timidez le hizo cometer una imprudencia: al preguntarle Goethe por sus actuales trabajos, Heine, en una de esas comunes exacerbaciones de la timidez en violenta petulancia, contestó que estaba escribiendo un Fausto, Goethe se irritó y le despidió poco después.

2. 8. Conversión y ortodoxia.

A. Hengstenberg era un teólogo protestante tradicionalista y muy conservador. Heine lo nombra junto con los revolucionarios hegelianos por humorada, y acaso también para ir introduciendo la idea de que su conversión religiosa no es conversión a ninguna ortodoxia. En la edición francesa había prestado más atención a este punto concretamente, al deseo de que el lector no le creyera convertido de nuevo a su protestantismo oficial…

B. El Romanzero, publicado con el Fausto, en octubre de 1851, o sea, menos de un año antes de escribir este prólogo de la conversión, se empezó a componer en 1849. En abril de este año el poeta describía el trasfondo físico y moral de su bancarrota. «Ya no soy un bípedo divino, ya no soy «el más libre de los alemanes desde Goethe»…, ya no soy el gran pagano número dos…, ya no soy un heleno amigo de la vida y un poco gordo que sonríe con desprecio contemplando a los tristes nazarenos: ya no soy más que un pobre judío enfermo de muerte, imagen desolada de la miseria, hombre infeliz». Y un año después (1-VI-1850) sentía ya la necesidad de precisar su conversión, pero en términos todavía muchos menos categóricos que los presentes. «No me he convertido en un beato, pero no por eso estoy dispuesto a jugar con el buen Dios: al igual que con la humanidad, quiero proceder honestamente también con Dios, y con resuelta mano he arrancado todo lo que aún quedaba del anterior período blasfematorio, las más hermosas flores venenosas, dada mi ceguera física tal vez haya echado a la chimenea más de una planta inocente que estuviera demasiado cerca de aquellas. Confieso que cuando todo ello restallaba en la llama me sentí mal, sin saber si estaba actuando como un héroe o un insensato…». Por lo demás, los comienzos de la conciencia de la conversión pueden fecharse bastante antes de 1849, que parece ser la fecha insinuada por el poeta, y acaso ya en 1844 (Cfr. Introducción).

C. Heine se convirtió al protestantismo cuando aún pensaba en emprender una carrera jurídica o comercial.

2.9. Socialistas utópicos, proximidades.

Se trata del saintsimoniano Olinde Rodrigue, junto con Prosper Enfantin, uno de los representantes del grupo más próximo ideológicamente a Heine en la época de la redacción de estas páginas [Ludwig Börne].

2.10. La tumba.

La tumba de Heine se encuentra en el Cementerio de Montmartre, menos distinguido entonces que el Père Lachaise, pero con numerosas tumbas de desterrados alemanes.

2.11. «Carácter»

La polémica contra Heine se centra generalmente, desde mediada la década de los 30, en torno a ese tema. En su penúltimo gran poema -el Atta Troll- Heine hace frente a esos ataques de un modo algo diverso: satirizando al escritor que es sólo «un carácter» en la figura del oso pirenaico Atta Troll, «nada poeta, todo carácter»

2. 12. Revolución de Febrero.

A. Mientras en París estallaba la Revolución de febrero (de 1848), Heinrich sufrió el ataque definitivo de su mal (última vista al Louvre…); por otra parte, la Revolución suprimió el «fondo de reptiles» con que el anterior gobierno francés subvencionaba a personajes extranjeros como Heine, nuestro Godoy, etc.

B. Heine pidió en 1848 al gobierno republicano que continuara pagándole su pensión. El gobierno, acosado por los gastos y no atreviéndose aún, en presencia del pueblo todavía en la calle, a reconstituir los «fondos de reptiles» denegó la petición.

C. El nombre de Heine aparece en la lista con el del zángano don Manuel Godoy. Esto hace tristemente inútiles los esfuerzos de Heine para convencerse de que ese «pan del exilio» era la ayuda de «la grande nation» a quienes habían «luchado por la libertad». No sería Godoy, ciertamente. La razón de la pensión está secamente indicada, con exacta crueldad burocrática, en el título que se da a Heine en la lista: no «autor del Buch der Lieder [El libro de las canciones]», sino «correspondant de la Gazette d´Augsburg» «

2.13. Mathilde.

A. Heine vivió varios años con Mathilde sin contraer matrimonio

B. «Carísima» es irónica alusión a las costumbres, por lo que parece manirrotas, de Mathilde. En cartas a su madre, Heine llama a veces a su mujer la «deliciosa dilapidadora», y, cuando está de peor humor, expresa más rudamente su preocupación al respecto: «Mi mujer se porta ahora bien. Si no se portara bien, le daría ahora la libertad, como los reyes a sus pueblos» (carta a la madre, 30-III-1848).

2. 14. Orden de detención.

El escrito de Heine a la Dieta Federal [«A la Alta Asamblea Federal»], o Asamblea Federal, no fue tenido en cuenta por este organismo. La decisión de la Dieta no era por sí misma ejecutiva, sino que la ejecución competía a los distintos gobiernos alemanes, los cuales la aplicaron en algunos casos aún más severamente de lo que indica el texto mismo, cuya parte principal es como sigue […]. No fue ése el único choque abierto de Heine con las autoridades alemanas. Una circular del Ministerio del Interior prusiano, del 16 de abril de 1844, dirigida a los presidentes (gobernadores) provinciales, documenta el segundo y último choque, posterior a la ruptura con Börne y la «Joven Alemania». «El contenido de los dos primeros fascículos de los Anales franco-alemanes, publicados en París por A. Ruge y K. Marx, constituye, tanto por su tendencia cuanto por numerosos detalles, un crimen de alta traición y lesa majestad. Responsables son tanto los editores cuanto los autores de los diversos artículos. Ruego a Su Excelencia que dé órdenes a las autoridades policiales de detener, sin causar revuelo, a los doctores Ruge, K. Marx, Heinrich Heine y F. Bernays en cuanto crucen la frontera confiscar sus papeles y darme inmediatamente cuenta de su detención, enviándome al mismo tiempo los papeles confiscados, para la apertura de instrucción judicial contra ellos». La contribución de Heine a los Anales fue los «Cantos de alabanza al rey Luis» (de Baviera).

2.15. Ludwig von Embden.

Hijo de la hermana del poeta, Carlota. Publicó un pequeño volumen titulado Heinrich Heines Familienleben (La vida familiar de H.H.). Hamburgo, 1892, que, a pesar del visible interés por defender tesis de familia acerca de la vida del poeta, es de utilidad por las 122 cartas del mismo que contiene.

2.16. Riego.

El gesto de Riego fue la buena nueva tras el hundimiento de Waterloo. Mientras al fragor de las marchas y contramarchas de Riego por Andalucía nacía el Resurgimiento italiano, Heine recogía en su tragedia Almanzor (escrita en 1821, publicada en 1823) el inesperado y esperanzador eco: ¡Quiroga y Riego! ¡Mágicos nombres! / Al decirlos fluyeron ríos rojos / Se hundieron en humo y fuego / Castillos de tiranos, mazmorras de la fe, /Y del fuego y del humo se irguió / La palabra eterna, la primera nacida, / Radiante en gloria rosa y roja.

2.1.A. Nota de la traducción de Ob., pp. 117-118, n. 6. 2. 1. B. Ibidem, p. 48, n. 16. 2. 2. Ibidem, p. 123, nota 10. 2. 3. Ibidem, pp. 157-158, nota 14. 2. 4. Ibid., p. 270-271, n. 7. 2.5. Ibid, p. 409, n. 5. 2. 6. Ibid, pp. 463-464, n. 3. 2. 7. Ibidem, p. 506, n. 20. 2. 8. Ibid, p. 627, 629 y 813, notas. 6, 8 y 10. 2. 9. Ibid. p. 665, n. 23. 2. 10. Ibid, p.927, n. 52. 2. 11. Ibid. pp. 932-933, n. 54. 2.12. A. Ibid, p. 1019, n. 17. 2. 12. B. Ibid, p. 30, n. 30. 2. 12. C.Ibid, p. 37, n. 45. 2.13.Ibid, pp. 1034 y 1055, n. 20 y 4. 2. 14.Ibid, pp.1049-1050, n. 2. 2.15.Ibid. p.1066, n. 19. 2.16.Ibid, p. 23, n. 16.

3. Marx-Heine

1. Puntos de contacto.

Marx al que Heine ha llamado, según las ocasiones, «el más inteligente» y «el más irreductible» o «endurecido» de los emigrados alemanes, tenía sin duda muchos puntos de contactos personales e ideológicos con Heine. Al joven Heine que busca la «verdadera moralidad» libre de tabúes corresponde el joven Marx con su valoración de Epicuro en su tesis doctoral. Marx ha defendido a Heine, incluso en las debilidades de éste, contra los austeros radicales del tipo de Börne y contra la simplista condena del libertinaje de Heine y sus coqueteos con Luis Felipe por el joven Engels. Las relaciones de Heine con Marx son principalmente:.1º) La colaboración de Heine en los Deutsch-Französischen Jahrbürchen [Anales franco-alemanes] (1843-44, en la época… decisiva de la poesía de Heine); 2º) la carta de Heine a Marx sobre el Deutschland (1844); 3º) la relación de Heine con el delegado de la Liga de los Comunistas en París, G. Weerth (1848-1851). A Weerth escribió Heine una carta muy importante…; 4º) la relación entre Heine y Marx a través del secretario del primero, Richard Reinhardt. Estas relaciones se prolongan hasta 1852, cuando Reinhardt rompe con Heine por motivos personales (unos derechos de traducción).

2. Deutschland.

Por eso Karl Marx es una de las primeras y pocas personas a las que Heine escribe, aun desde Hamburgo, para movilizarla en favor del Deutschland. «Mi libro (Neue Gedichte [Nuevos poemas], con el Deutschland) está impreso, pero no se distribuirá aquí hasta dentro de diez o quince días, para que no se arme en seguida el alboroto (quiere decir: para que no se arme hasta que Heine esté otra vez en tierra francesa). Mando a usted las galeradas de la parte política, donde está mi gran poema (el Deutschland), primero, para que se divierta usted con él, segundo, para que tome usted en seguida medidas en favor del libro en la prensa alemana, y, tercero, para que, si le parece aconsejable, haga usted imprimir en el Vörwats (¡Adelante!) lo mejor… Escriba usted, por favor, unas palabras de introducción a esa selección» (Carta a K. Marx, 21-IX-1844).

3. Comunismo.

El hecho de que Heine ponga aquí en relación el comunismo con Hegel indica que no está pensando ya en los escritos ingenuos e idílicos de Weitling, sino en Marx.

3. 1 y 3.2. Obras, pp. 33-34 y 78-79, n. 39 y n. 126. 3.3. Ibidem, p. 1015, n.16

Nota SLA:

En las clases de «Metodología de las ciencias sociales» de 1981-1982, Sacristán puso a Heine y a Goethe como dos ejemplos muy tempranos de reacción cultural frente a la nueva tecnociencia contemporánea. Heine es el otro autor, «buen observador, de los comienzos de la tecnociencia inglesa moderna». A diferencia de Goethe, él ha dejado un tipo de crítica más externalista. «En Heine, que no era un científico, era un poeta, sin personalidad científica como Goethe, hace una crítica más externalista, más cultural, pero de mucho interés.»

Así, prosigue Sacristán, Heine que está explicando las impresiones de su primer viaje a Inglaterra en un texto de Las Noches florentinas, dice:

Madera, hierro y latón parecen haber usurpado allí el espíritu del hombre y haber enloquecido por su usurpada plétora de espíritu, mientras que el hombre desespiritualizado cumple con sus sólidas ocupaciones de un modo completamente mecánico, como un fantasma vacío. Come bistecs a una hora determinada, pronuncia discursos parlamentarios al momento debido, se cepilla las uñas a hora fija y sube a la diligencia o se suicida según horario

Sacristán indicó que esta impresión de una vida mecanizada en la que las máquinas habrían usurpado la inteligencia y el hombre no sería más que un simple autómata, «sin más contenido interior, psíquico, que la sumisión al orden de estas máquinas», es también, al igual que en el caso de las críticas del Goethe de la Teoría de los colores y de la primera parte del Faust, una clara manifestación, e igualmente temprana –Las Noches florentinas son de 1830- «de este malestar ante esta tecnociencia moderna.»

El poeta Heine se ha sentido, añade, muy dividido en su espíritu, entre una actitud progresista y otra regresista, «como lo muestra este párrafo de una carta a un amigo que quería citar, que es también de 1830». Dice así:

Lo más peligroso para mí es ese brutal orgullo aristocrático que me arraiga en el corazón, que todavía no he podido extirpar y que tanto desprecio me inspira por el industrialismo, hasta el punto de que podría tentarme a las más elegantes perversiones

Hay que precisar, señaló Sacristán, que en esta época Heine es políticamente un hombre de extrema izquierda, «un amigo personal de los saintsimonianos franceses, de Marx, de algunos de los primeros anarquistas». No es, por tanto, concluye Sacristán, un simple reflejo conservador el que produce esta sensación de malestar ante esa nueva ciencia que «está en la producción, que está en las fábricas, que vacía al hombre de su inteligencia».

4. Ruge y Heine

4.1. Razones de una discrepancia

Arnold Ruge (1802-1880), editor de los «Anales de Halle» (Hallesche Jahrbücher), y luego, junto con Karl Marx, de los «Anales franco-alemanes» (Deutschfranzösische Jahrbücher), en cuyos dos únicos fascículos se encuentran los primeros textos clásicos de lo que luego sería el marxismo. Hegeliano de origen, como Marx, Ruge era escasamente compatible con éste dos razones: su permanencia en posiciones liberales, mientras que Marx se dirigía a puntos de vista comunistas, y su moralista condena de poetas poco edificantes, como el propio Heine, al que había dedicado críticas un tanto severas en los «Anales de Halle», aunque luego soportaba sus poesías satíricas a Luis de Baviera en los «Anales franco-alemanes», seguramente por influencia de Marx; éste, en cambio, sostenía la noción de la bondad en sí y los derechos del «genio» poético. Con esta palabra se refería Marx a Heine y a Herwegh en sus discusiones con Ruge. En la ruptura final entre ambos desempeñó un papel decisivo, externamente al menos, esa cuestión de las relaciones entre la moralidad cotidiana y el genio del poeta: «Marx se separó formalmente de mí con una carta, aprovechando para ello que yo me había expresado un poco duramente sobre el sibaritismo y el espíritu escéptico de Herwegh, tan contrarios a su carácter. Marx defendió a Herwegh diciendo que era un genio…» (Carta de A. Ruge a Feuerbach, 15-V-1844).

4.2. Dos apuntes

4.2.1. Ciudadanos especiales

El juicio [«sinvergüenza sin carácter»] es de Ruge (Werke [Obras], Berlín 1867, vol V, páginas 30-31), que otras veces llama a Heine «zorro». En el mismo sentido se expresa el joven Engels (…). Karl Marx, en cambio, que romperá con Ruge también por culpa de un poeta «sin carácter» (Georg Herwegh), defiende a Heine, y, a falta de mejor razón teórica, que probablemente no tenía aún por entonces, se refugia en la insinuación de que «los poetas son ciudadanos especiales».

4.2.2. Mediocre buena intención (1964)

Algún crítico y antagonista del poeta comprendió ya en su tiempo que la debilidad de Heine no comenzaba en fecha determinada, como no fuera la de su primer verso. Los críticos que esto vieron acuñaron la etiqueta de la «falta de carácter» de Heine. Eran gentes -Börne, Ruge- de mediocre buena intención, rectitud más o menos estólida y puritanismo trivial y sin problemas. Heine les devolvió lo debido en el epitafio al oso Atta Troll:

Atta Troll, tendenci-oso, moralmente

Religioso, muy apasionante esposo,

Y, tentado por la historia,

Sansculotte de las selvas;

Bailó muy mal, pero tuvo

Un ideal en el pecho

Más que rudo. Olió muy mal.

Sin talento; pero fue todo un carácter

Aunque los «osos» notaron sobre todo en el terreno político la «falta de carácter» de aquél a quien no podían negar talento, donde el drama de la inconsistencia de Heine se representa más reveladoramente es en el terreno religioso.

4.1. Ob., p. 626, n. 3. 4.2. 1. Introducción, Ibid., pp. 38-39, n. 48. 4.2.2.»Heine, la consciencia vencida» , Lecturas, op. cit, p.163.

5. La poesía de Heine

Pocos críticos se han negado a ver en esa impotente poesía la quiebra final de un poeta. Es la quiebra de una clarividencia que no arraigó en consecuencia. Sobre algunos de los pocos críticos que pretenden con la mejor voluntad entusiasmarse con la última poesía de Heine vale más dejar caer un piadoso silencio, respetuoso de sus humanos motivos; por esa razón no se discutirá aquí la valoración del Romanzero y de sus «Melodías hebreas» por parte de algún crítico que habría podido terminar en Auschwitz. Pero una breve consideración del positivo juicio sobre el Romanzero dado, por ejemplo, por un germanista tan venerable como Charles Andler en su libro póstumo sobre Heine, puede ilustrar por contraste la dimensión del hundimiento final de la poesía de Heine. Andler, cuyos gustos literarios se habían formado todavía en la lírica romántica, ve en la poesía definitiva de Heine, en el Atta Troll, el Deutschland y los Zeitgedichte emparentados con ellos le danger (… ) que la réflexion tend peu á peu à evaporar le lyrisme [el peligro de (…) que la reflexión tienda, poco a poco, a difuminar el lirismo]. No es esa poesía la que hace evaporarse al lirismo. Es, como ha enseñado Heine, el moderno y «desgarrado» mundo el que lo hace imposible sin mendacidad, al menos en ingenua «pureza». De ese errado juicio sobre el silence effrayant du lyrisme pasa Andler consecuentemente a una valoración positiva de los últimos, fallidos, ensayos de Heine, precisamente porque en ellos se hace el inconsecuente intento de declarar vivo a un muerto. Heine mismo vio más exactamente la situación: en su carta de oferta a su editor para encarecerle la nueva mercancía, el Romanzero, no encuentra más que tibios elogios para éste: «Mis nuevas poesías no tienen ni la plenitud artística, ni la intensa espiritualidad, ni la fuerza pletórica de mis poesías anteriores; pero la temática es más atractiva, más colorística, tal vez el tratamiento las haga más accesibles al lector vulgar, y esto podrá procurar a usted un éxito y larga popularidad.» Elogios para mercenaria literatura fácil de poner en tecnicolor; razones usadas, a lo sumo, por el clarividente poeta para someterse, como él mismo dijo de Walter Scott, «a sus clientes, que son, al mismo tiempo, sus patronos».

Sin duda, la necesidad de vivir y de asegurar la existencia de su Matilde para después de su muerte fue una de las causas de esa última falsa poesía contradictoria de la verdad hallada en su acmé. Pero la causa radical de esa ruina de su poesía está en la quiebra, ya vista, de su pensamiento. Y la causa de esta quiebra -y, por tanto, de todas las demás- es la ambigua cobardía intelectual y práctica que define el destino de Heine: tras haber visto la verdad del tiempo, contra la cual naufragaba la justificación tradicional del arte, el intentar ignorar sus consecuencias era ya, en la segunda mitad del siglo XIX, mentirse y negarse, no sólo, como aún pudo hacer Goethe, dejarse engañar por la utopía y por el pesimismo.

5.»Heine, la consciencia vencida», Lecturas, op. cit, pp. 214-215.

6. Presentaciones

I. Ideas, o el libro del Tambor Le Grand

1. Presentación

Escrito en 1826 y publicado como parte de las Estampas de viaje, vol II, en abril de 1827. Se trata probablemente del libro con más contenido ideológico de todos los escritos juveniles de Heine: la pasión bonapartista, que es la forma más clara y consistente de su espíritu burgués-revolucionario, antifeudal y anticlerical, cobra precisamente en este libro su formulación más segura. A partir del tercer volumen de las Estampas de Viaje, la situación ideológica del poeta perderá ese relativo equilibrio que fue el bonapartismo para el espíritu revolucionario y progresista, pero escuetamente burgués, en la Europa del siglo XIX. A pesar de su trascendencia ideológica, el libro debe incluirse en la obra narrativa de Heine, y no en la ensayística, por dos motivos. Primero: la exposición ideológica -muy literaria e impresionista, por lo demás- parece destinada por Heine a su prima (Teresa) en un último esfuerzo para inclinarla a su favor. El escrito sería así una especie de exposición personal -bastante enigmática, y hasta jeroglífica a veces- de lo que el poeta puede dar por la mano de su prima, frente a la posición comercial del que llegó a ser, finalmente, su marido. Segundo: el propio Heine calificó el escrito de «fragmento autobiográfico» en un párrafo de una carta a Varnhagen (14-X-1826) que vale la pena reproducir porque contiene un juicio bastante esencial del autor sobre su obra: «También he intentado el humor negro y libre en un fragmento autobiográfico. Hasta el momento he cultivado el chiste, la ironía y el capricho, pero nunca el humor puro y auténtico» .

2. Notas traductor (1964).

1. [«…y nos torturamos despiadadamente con el acusativo y el dativo»]. Heine tuvo, efectivamente, durante toda su vida una curiosa dificultad con la declinación en su lengua.

2. En el vol. II de las Estampas de Viaje -donde, como queda dicho, se publicó Ideas por vez primera- seguían a continuación las Cartas desde Berlín, en las que Heine habla de El cazador furtivo de Weber, al que pertenece ese tema.

1. De la traducción de Ob., p. 102. 2. 1.Ibidem, p. 133, n.12. 2.2. Ibidem, p. 187, n.15.

II. El rabino de Bacharach

1. Presentación

El rabino de Bacharach fue el calvario de Heine como narrador. Tenía ya parte de él escrito en el verano de 1824, siendo aún estudiante. El plan inicial del libro era el de una narración de largo aliento, y no el texto definitivo conservado, rotulado «fragmento» por el propio Heine dieciséis años más tarde. Concorde con aquel plan fue el programa de estudios de historia hebrea que se trazó y realizó el poeta… El comienzo de la elaboración artística del material fue satisfactorio; Heine puso grandes esperanzas en el libro, y se encontró en poco tiempo con «casi una tercera parte» del proyecto. Estudio histórico y sensibilidad poética le sumen en el tema y en el problema hebreo en general con más profundidad que nunca, ni antes ni después. Pronto, empero, empieza a sentir la dificultad que le plantea siempre la narración larga; «carezco completamente del talento de narrador, aunque acaso sea injusto al decir esto, y no haya más que la sequedad de la materia» (carta a Moser, 25-VI-1824). El bautizo y el doctorado vinieron además a interrumpir el trabajo… Por una carta a Merkel del 24 de agosto de 1832 puede suponerse que el libro estaba terminado en esa fecha. El manuscrito se encontraba empero en Hamburgo, en casa de la madre del poeta, y en el incendio del inmueble se perdió el texto. A fines de julio de 1840 Heine envió a su editor Cape el fragmento salvado (los dos primeros capítulos) para el IV volumen de El Salón. Parece haber añadido entonces el fragmento del capítulo III, para redondear la narración. Y dio su último y ya desilusionado juicio sobre la misma: «Hace unos quince años escribí este cuadro de costumbres medievales y lo que ahora publico no es más que la exposición del libro, que ha ardido en casa de mi madre -y acaso por fortuna mía. Pues en lo que seguía destacaban los puntos de vista más heréticos, los cuales habrían provocado gran gritería entre hebreos y cristianos» (carta a Campe, 21-VII-1840).

2. Problemática hebrea (1964).

Estos pocos párrafos [«Se oyó entonces el ruido de la espada bajo la capa del español, cuyas mejillas volvieron a empalidecer; se dibujó en sus labios la lucha del dolor con la burla, apuntó en sus ojos…» (p.232)] son probablemente la más precisa confesión de la personal y ambigua problemática hebrea de Heine.

1. Traducción castellana de Ob., p. 190. 2. Ibidem, p.232, n.4.

III. De las memorias del señor de Schnabelewopski

1. Continuidad religiosa

Publicado en el vol. I del Salón en 1834, contiene material anterior, especialmente de las Cartas hamburguesas. Como otros muchos textos narrativos de Heine, es probablemente fragmento de una obra planeada y no realizada. Estas memorias documentan la continuidad de la preocupación religiosa de Heine.

2. Notas traductor.

1. De la traducción francesa (1964).

[«por encima de sus cabezas cuelga un negro cuadro de honor con los nombres de destacados conciudadanos»(p.250)] En la traducción francesa -dirigida por el propio Heine- se vierte interpretativamente este punto como sigue: «concitoyens distingués par des banqueroutes frauduleuses».

2. Crítica de Wolfgang Menzel (1964).

En su crítica de las Memorias del Señor de Schnabelewopski, el amigo y posterior denunciante de Heine, Wolfgang Menzel, notaba como defecto fundamental de esta pieza, cuya «comicidad» alababa en general, el exceso de subjetivismo y de referencia personal. Afirma Menzel en su crítica que «la posteridad» condenaría ese rasgo. Hoy, empero, el lector concederá sin duda más autenticidad y relevancia histórica a desarrollos tan «subjetivos», personales y verdaderamente reales como el que aquí concluye [«Yo, que sé todo eso, muero de las terribles angustias y de las espantosas dulzuras de nuestro tiempo», p.294] que a los chistes de la narración objetiva acerca de las costumbres holandesas.

1. Ob., p. 240. 2.1. Ibid, p.250, n.5 2.2. Ibid, p.294, n.9.

IV. Noches florentinas

1. Presentación

Publicadas por vez primera durante la primavera de 1836 en el Morgenblatt de Stuttgart, y luego en el vol. III de El Salón en el verano de 1837. Este volumen de El Salón contenía además los Espíritus elementales. El prólogo contra Menzel, escrito para todo el volumen, fue eliminado por la censura -como más tarde el volumen entero, a pesar de su carácter apolítico-, y se publicó a continuación por separado con el título «Contra el denunciante». Haciendo aparecer un trabajo con su firma en el momento en que ésta quedaba prohibida, Heine, como se desprende de su carta a su editor Campe de 6-VI-1836, quería que el público perdiera el temor a la censura. Para conseguir la publicación y hacer «perder la cara» a dicha censura ofreció un volumen sin problemas: «estoy satisfecho de mi libro, aunque ha perdido mucho con la eliminación de lo político y religioso» (carta citada). En carta a Lewald (3-V-1836) había descrito Heine concisamente su estado de ánimo en los años de represión subsiguientes a la prohibición de sus escritos por la Dieta Federal (10-XII-1835): «Por esta segunda Noche Florentina verá usted seguramente que, caso necesario, si se me prohíben la religión y la política puedo ganarme la vida escribiendo cuentos. Dicho sea sinceramente, la cosa no me haría mucha gracia. Me divierto poco con este trabajo. Pero en malos tiempos hay que saber hacer de todo». Pese a la intención apolítica de las Noches Florentinas, cada una de ellas contiene unas páginas valiosas de visión de la realidad social por un artista verdadero: la extraordinaria reviviscencia del concierto de Paganini la primera noche, y la impresión de la incipiente sociedad maquinista inglesa la segunda.

2. Notas traductor.

2.1. Johann Peter Lyser fue, efectivamente, un amigo hamburgués de Heine.

2.2. [Eugene Renduel]. Este importante editor romántico publicó la primera edición francesa de Heine.

1. Ob., p. 310. 2.1. Ibid, p.330, n.2. 2.2. Ibid, p.352, n.3.

V. Memorias

1. Presentación

Con las Memorias se cierra el dramático ciclo de la narrativa de Heine de un modo verdaderamente simbólico del narrador fallido. La primera mención de las Memorias se encuentra en una carta del año 1823. Durante toda su vida trabajó el poeta en ellas, dispuesto a convertirlas en la pieza más valiosa de su obra. Su propio desarrollo personal -«la transfiguración» de su vida «en la Idea»-, los ambientes conocidos, incluso «la cuna de la posteridad», tenían que presentarse en sus páginas a los lectores futuros. En 1840 escribe que el libro -«el libro que propiamente se espera de mí»- abarca ya cuatro volúmenes. Pero en las Memorias se refleja del modo más tangible la trágica crisis de la ambigüedad del artista revolucionario frenado a la vez por la endeblez de su teoría y por los lazos que siempre le unen a su familia de banqueros: muerto el tío Salomón de Hamburgo, el jefe de la casa de banco Heine, su heredero Karl consigue de su primo el poeta, a cambio de la continuación del pago de la pensión que le pagaba el difunto, la promesa escrita de que en las Memorias no se referirá a asuntos familiares. Dada la importancia de la familia del banquero, la condición suponía la destrucción de todo lo referente a Hamburgo. A esa capitulación particular se suma poco después la capitulación general del espíritu de Heine ante la enfermedad y la revolución de febrero de 1848. Su cambio de ideas religiosas y sociales le decide a quemar «así la mitad» de las Memorias. En 1854 se pone de nuevo al trabajo de reconstrucción de las mismas, «con heroísmo» según su propia expresión. Escribe, en efecto, acostado, con lápiz y con grandes caracteres, a causa del pésimo estado de los ojos, en las grandes hojas de folio que vio Meissner. Pero de esa reconstrucción no queda más que el mazo de páginas siguientes. Aun en ese texto mutilado -y abundante en falsedades, según unánime opinión de la crítica- han intervenido los familiares del poeta, como se señalará en las notas siguientes, y la familia es con toda probabilidad responsable también de la destrucción de lo que quedara de la versión primitiva luego de destruida «casi la mitad».

2. Notas traductor

1. [p.383]. Falta el texto inicial, destruido por el hermano de Heine, Maximilian.

2. [«y al abandonar tras tanto fiasco la dirección de mi vida lamentó, como ya hemos visto…», p.390]. Alusión a un texto destruido por Maximilian Heine.

3. Heine, que evidentemente cita de memoria, se equivoca. Del que habla mucho Goethe -en Poesía y verdad– es de su abuelo materno. El sastre fue el paterno.

4. [«¿quién no recuerda ante esto las palabras del honrado Yago en Otelo, cuando dice al enamorado Rodrigo: Take monney in your pocket!»]. Otra cita de memoria: Put money in the purse (Acto I, 3).

1.Ob., p. 380. 2.1.Ibid , p.383, n.2. 2.2. Ibid, p.390, n.3. 2.3. Ibid, p.405, n.4. 2.4. Ibid, p.430, n. 6.

VI. La escuela romántica

1. Presentación

Escrito a fines de 1832 y principios de 1833. El texto alemán fue presentado primero en dos volúmenes (marzo y julio de 1833) en París, con el título de Contribución a la historia de la literatura moderna alemana. El texto aquí traducido es el de la reimpresión ampliada de 1835, ofrecido por Elster en su edición crítica, con todos los fragmentos que suprimió la censura. Hüffer probó en 1885 (Deutsche Rundschau, [Una visión global alemana] vol. XLIII, pp. 139 ss.) que la redacción original del estudio fue en lengua alemana, contra la afirmación del propio Heine en su prólogo a la edición parisiense de 1833 y en el prólogo a la aquí traducida.

2. Notas traductor.

1. [«La traducción de Shakespeare […] no estaba destinada más que a cubrir objetivos polémicos que sería demasiado largo discutir aquí», p.470].Sustancialmente, según opina Heine en su escrito «Muchachas y mujeres en Shakespeare», la «apoteosis de Shakespeare debía servir indirectamente para rebajar a Schiller.

2. Gemüt es alma, corazón, la facultad anímica a la vez afectiva y receptiva.

3. Menzel, primero amigo de Heine -el cual reseñó su estudio acerca de la literatura germana-, es el posterior denunciante de la Joven Alemania.

4. Michel, un campesino un tanto estúpido, con el gorro de dormir siempre puesto, es la personificación caricaturesca del pueblo alemán.

5. Como parece indicar, líneas atrás, la alusión al valor literario del título de conde, Heine está pensando probablemente en su polémica con el conde Platen (1828).

6. [«el señor August Wilhelm Schlegel se retiró a la pagoda de Brahma», p.485]. A partir de 1818, nombrado profesor en la Universidad de Bonn -recién fundada-, A.W.Schlegel se dedicó a estudios de literatura hindú. Heine le conoció precisamente en Bonn, donde empezó su vida de estudiante.

7. [«Se trata del mismo Fausto que inventó la imprenta», p.500]. Como ya se indicó, esta falsa identificación se basa efectivamente en una leyenda popular en Alemania hasta el siglo pasado. Pero, como resume Elster, «no puede dudarse de que la saga de Faust se basa en una persona real que vivió a principios del siglo XVI».

8. [«organizar un homenaje público a Schiller para ofender a Goethe», p.504]. Tanto Schiller como Goethe -cuyas relaciones eran bastante mejores que las de sus partidarios- obstaculizaron el barroco espectáculo en que debía consistir aquel homenaje.

9. Heine recibió en Italia la noticia de la enfermedad de su padre, y la de su muerte cuando se hallaba camino del Norte.

10. [«Ludwig Achim von Arnim nació en 1781 en Berlín y murió en el invierno de 1831», p.565]. Corrijo los erróneos datos ofrecidos por Heine en la edición básica aquí traducida.

11. Tieck, que era un gran recitador, tenía, efectivamente, la costumbre de recitar sus piezas ante sus amigos, invitados frecuentemente a esas sesiones.

12. [«No, el señor Cousin ha respetado siempre en la filosofía alemana el séptimo mandamiento…», p.616]. Corregido el error de Heine, que escribe por lapsus «sexto mandamiento».

1. Obras, p. 448. 2.1. Ibidem, p.470, n.7. 2.2. Ibid, p.472, n.11. 2.3. Ibid, p.481, n .13. 2.4. Ibid, p.483, n.14. 2.5. Ibid, p.484, n.15. 2.6. Ibid, p.485, n.16. 2.7. Ibid, p.500, n.18. 2.8. Ibid, p.504, n.19. 2.9.Ibid, p.550, n. 24. 2.10. Ibid, p.565, n.27. 2.11. Ibid, p.582, n.30. 2.12. Ibid, p. 616, n.31.

VII. Contribución a la historia de la religión y de la filosofía en Alemania.

1. Presentación

Este estudio apareció por vez primera en el 2º volumen de El Salón, a fines de enero de 1835. La afirmación de Heine según la cual el texto de esa edición estaba gravemente mutilado por razones políticas queda bien documentada, pues aun cuando un año antes, anunciando a su hermano Maximilian el manuscrito, escribía que, no quería «publicar nada político (aunque he escrito mucho), ni quiero publicar sino libros mansos en este período de reacción» (carta del 2-IV-1834), el hecho es que apenas conocido el texto alemán el poeta protesta en carta a su editor Campe: «En absoluto tengo la mala fama de demagogo: he dado a los gobiernos pruebas de mi moderación, y en un libro filosófico podía sin duda permitirme unas cuantas boutades revolucionarias » (carta del 18-III-1835). Lo que, en cambio, no resulta nada convincente es la tesis de Heine del segundo prólogo, tendente a hacer creer que el libro era sobre todo político.

2. Notas traductor (1964).

1. [Samson]. Un célebre verdugo de los tiempos de la revolución francesa.

2. «Homousios»(griego) = de la misma sustancia o esencia. Término que designa el problema trinitario y cristológico de la consustancialidad del Hijo con el Padre.

3. [Cerintho]. Gnóstico cristiano de principios del siglo II

4. La narración procede del libro «Fe popular y sagas heroicas de la Edad Media alemana» (Des deutschen Mittelalters Volksglauben und Heroensagen), 2 vols, Berlín, 1815, de Dobeneck, libro que sirvió también a Heine para sus exposiciones mitológicas de «Espíritus elementales» (Elementargeister). La interpretación histórico-cultural es toda del poeta. El final está también modificado por él (en la leyenda, el ruiseñor contesta al exorcismo diciendo que es el alma de un condenado en espera del Juicio Final).

5. [Bosco] Célebre prestidigitador italiano de la época.

6. [«¿Crees que porque tú seas virtuoso no va a haber en esta tierra agradable tartas ni dulces vinos espumosos?»]. El texto de Shakespeare –Cómo gustéis, acto II, escena 3ª- dice propiamente: Dost thou think, because thou arte virtuous, there shall be no more cakes and ale?.

7. Las citas de Fichte, como más tarde las de Goethe, presentan algunas variantes sin importancia, que corregimos, aunque una vez traducidos los textos apenas si tienen relevancia.

8. [«A pesar de lo notable que es, no puedo decidirme a comunicar esa carta en lengua francesa», p.751]. Se recuerda al lector que el presente texto castellano no está traducido de la edición francesa, sino de la versión alemana del propio Heine.

9 Los embajadores revolucionarios franceses Roberjot y Bonnier fueron asesinados por húsares alemanes, y, según se cree, por orden del gobierno de Austria, el 28 de abril de 1799.

10. [«Hace poco he visto la buhardilla donde murió el ciudadano Georg Foster»]. Jacobo de Maguncia, llegado a París con una embajada, declarado proscrito por el Sacro Romano Imperio, y muerto en París en 1794 a los cuarenta años de edad.

11. El patriotismo panalemán era, en efecto, perseguido como revolucionario en la Alemania de la época, dividida en numerosos reinos.

1.Ob., p. 620. 2.1. Ibidem, p.635, n.9. 2.2. Ibid, p.636, n.15. 2.3.Ibid, p.638, n.17. 2.4.Ibid, p. 642, n.18. 2.5 Ibid, p.665, n.22. 2.6. Ibid, p.701, n. 29. 2.7.Ibid, p.749, n. 34. 2.8. Ibid, p.751, n. 35. 2.9. Ibid, p.762, n. 36. 2.10. Ibid, p.765, n. 40. 2.11. Ibid, p.766, n. 41.

VIII. Ludwig Börne.

1. Documento importante (1964).

Aparecido a fines de julio de 1840. Este escrito, documento importante para la historia espiritual -moral, política e ideológica- de Heine, ha sido objeto de consideración en el prólogo a este volumen [«Heine, la consciencia vencida»].

2. Notas de traductor (1964).

1. [Rahel] Rahel Varnhagen von Ense, esposa del crítico goethiano [Varnhagen von Ense].

2. [«un panteísta de alegre observancia»]. Elster piensa que Heine alude aquí a si mismo.

3. El concepto aquí vertido por «gruñir» da la idea de «alemán hablado por hebreos».

4. [«Creía que era una vaca con cuernos de oro», p.806]. Esta imaginación se basa en un juego de palabras con el léxico alemán: Bula de Oro = Goldene Bulle; Bulle = bula y toro. El niño entendía, en vez de Bula de Oro, Tor [a] de Oro.

5. Heine tuvo bastante trato con el jefe de la rama parisina de la casa Rothschild.

6. Heine se convirtió al protestantismo cuando aún pensaba en emprender una carrera jurídica o comercial (Cfr. Introducción).

7. Según cuenta Laube, el amigo al que Heine dedicó el Rabino de Bacharach, la primera versión de Börne no contenía este libro segundo, compuesto de cartas, escritas anteriormente. Laube da poca importancia al añadido, que le parece de poca monta comparado con lo mucho que él, Laube, insistió cerca del poeta para que alterara esencialmente el sentido general del libro contra Börne. La inserción de estas cartas tiene, sin embargo, como se ha indicado en la Introducción, verdadera importancia. Con ellas Heine desea evidentemente probar dos cosas: que sus discrepancias ideológicas con Börne se basan en pensamientos formulados ya en 1830 (en estas cartas desde Helgoland), y que el objeto de su polémica en el Börne no es sólo el personaje, sino también una determinada ideología revolucionaria, el «ultraliberalismo nazareno».

8. [«¿Acaso debíamos hacer mercancía de la virginidad de nuestra hermana?», p.828]. Traducción del mismo paso (Génesis, 34,31) por Nácar-Colunga (Sagrada Biblia, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1947): «Ellos le respondieron: ‘¿Y había de ser tratada nuestra hermana como una prostituta?’ «.

9. Heine cita de memoria estos versos de la 2ª estrofa de «La Campana» [de Schiller] que dicen propiamente: Teme al esclavo que rompe las cadenas / No tiembles ante el hombre libre.

10. Polichinela es personificación del pueblo napolitano. Paddy, del irlandés.

11. «Un pobre perro» es locución que significa aproximadamente «un infeliz».

12. [«Prefiero mil veces al estúpido mozo von Raumer…», p.855]. Friedrich Ludwig Georg von Raumer, historiador, autor de la Geschichte der Hozenzollern und ihrer [Historia de los Hozenzollern y de sus tiempos], miembro de la censura, que dimitió de este cargo por su tendencia moderada.

13. [«…en la liberada Grecia, se instituye ahora la servidumbre alemana», p.862]. Otón de Baviera, segundo hijo del rey Luis de Baviera, ocupó el trono de Grecia en 1833.

14. «[Sí, es terrible que el rey de Baviera, ese pequeño tirano y pésimo poeta…», p.862]. Heine escribió en los «Anales franco-alemanes» de Marx y Ruge un «Elogio» burlesco al rey Luis y a sus poesías.

15. Sturm und Drang es el nombre del movimiento literario prerromántico alemán contrario al neoclasicismo (clasicismo, en terminología histórico-literaria alemana).

Schiller y Goethe tienen su período Sturm und Drang. La expresión misma procede de un drama de Klinger. Sturm und Drang significa «Tormenta y afán».

16. [«Pues viene de la boca de un hombre cuyo corazón palpitó muy tempranamente por Polonia», p.873]. En 1822 escribió Heine su memoria «De Polonia», que apareció en el Gesellschafter en enero de 1823.

17. [«La «Asamblea popular» alemana en París no fue en sus comienzos sino una filial de la Asociación de la Prensa de Zweibrücken»]. Zweibrücken fue el centro de los revolucionarios del Palatinado.

18. [«…me habría dejado encarcelar tranquilamente como el valiente Wirth y los demás», p.881]. Wirth, como Siebenpfeiffer, fue encarcelado a raíz del acto de Hambach.

19. «Welsch» palabra que designa en general a los latinos, y especialmente a los franceses (en Alemania) y a los italianos (en Austria), tiene significación despectiva, como la expresión «boche» usada por los franceses para designar a los alemanes.

20. [«Para decir verdad: yo veía en la casa de Börne una inmoralidad que me repugnaba», p.892]. En una carta al Dr. Wertheim de 22.XII.1845, reproducida poco después por la «Gaceta Renana» de Augsburgo, Heine se retracta de esta página poco gloriosa: «Ya entonces [cuando se batió con el esposo de Madame Wohl, el Dr. Strauss] estaba yo firmemente convencido de que las impertinencias de que soy culpable hacia esa dama se basaban en hipótesis absolutamente erróneas e infundadas».

21 [«(…) cuando una tarde de finales de otoño recibí la noticia de que Börne había muerto», p.898]. La frase, como no sea lapsus de Heine, es difícil de entender, pues Börne murió el 12 de febrero de 1837.

22. [«Por lo que a mí hace, aunque casi al mismo tiempo que él publiqué yo también un escrito contra Menzel», p.903]. El prólogo al II volumen del Salón (1837), luego titulado «Sobre el denunciante».

23 [«Hasta le divertía que sus enemigos, dada la pureza de su vida…», p.918]. Este descuido de Heine es relevante para juzgar de sus anteriores afirmaciones acerca de Börne y el matrimonio Strauss.

24. [«Ese texto de mi libro «De l´Allemagne» (que falta en la edición alemana)…», p.925]. Falta en la primera edición alemana, pero no en al segunda, de 1852 (Contribución a la historia de la religión y la filosofía en Alemania), que es la traducida en este volumen.

25. [«y en el rey de Baviera a uno de los príncipes más nobles e inteligentes que jamás hayan adornado un trono…», p.936]. Cfr. nota 30. Pero durante su estancia anterior en Munich, Heine parece haber tenido deseos de entrar en buenas relaciones con la corte bávara.

26. [«…pequeñas bestezuelas venenosas que acaso procedan de Egipto», p.944]. Posible alusión a la propia ascendencia judía.

27. [HH: «Por de pronto, cayó en el círculo insensato como centro del cual podía considerarse al célebre librero F.», p.863]. Elster cree probable que se trate del librero de Stuttgart Frankh, el cual tuvo un lugar destacado en el asalto al cuerpo de guardia de Konstable de Francfort, desesperado acto revolucionario al que más adelante se refiere Heine.

28. Masmann, personaje al que Heine mortificó durante toda su vida con la burlesca tesis de que (siendo filólogo) no sabía latín.

29. [Sopa Rumford]. Esta sopa, célebre en Alemania, era un rancho de ingredientes baratos, y recibió el nombre del conde Rumford, Benjamin Thompson, americano al servicio de Baviera, cuyo ejército reorganizó.

1. Ob, p.786. 2.1. Ibid, p.789, n.3. 2.2. Ibid, p.798, n.6. 2.3. Ibid, p.804, n.7. 2.4. Ibid, p.806, n.8. 2.5.Ibid, p.813, n.10. 2.6. Ibid, p.819-820, n.13. 2.7.Ibid, p.828, n.16. 2.8. Ibid, p.838, n.22. 2.9. Ibid, p.846, n.23. 2.10. Ibid, p.849, n.25. 2.11Ibid, p.855, n.27. 2.12. Ibid., p.862, n.29. 2.13. Ibid, p.862, n.20. 2.14. Ibid, p.870, n.34. 2.15. Ibid, p.873, n.36. 2.16.Ibid, p.875, n.37. 2.17.Ibid, p.881, n.38. 2.18.Ibid, p.885, n.40. 2.19.Ibid, p.892, n.41. 2.20. Ibid, p.898, n.42. 2.21. Ibid, p.903, n.43. 2.22. Ibid, p.918,n.49. 2.23. Ibid, p.925, n. 50. 2.24. Ibid, p.936, n.55. 2.25. Ibid, p.944, n. 56. 2.26. Ibid, p.863, n.31. 2.27. Ibid, p. 884, n.39. 2.28. Ibid, p.946, n.58.

IX. Los dioses en el exilio

1. Tenso esfuerzo prosístico

Inicialmente elaborado en la época de los Espíritus elementales (1836), este texto apareció como artículo, en francés, en la Revue des deux Mondes [Revista de los dos mundos](1853); poco después se imprimió en Alemania una traducción no autorizada. El texto alemán -original: el francés era traducción- se publicó en el nº 18 (30-IV-1853) de los Blätter für litterarische Unterhaltung [Hojas de entretenimiento literario]. El texto definitivo (con el título definitivo) apareció en el primer volumen de las Vermischte Schriften [Escritos varios] en octubre de 1854 (Hamburgo, Campe). Aparte de dar testimonio de lo seriamente que interesó a Heine el tema mitológico, en relación con su juvenil doctrina del «helenismo», Los dioses en el exilio, como las Confesiones y otras piezas de su último período, muestran un tenso esfuerzo prosístico, un intento de dejar sentada su calidad de prosista en obras que Heine creía que iban a ser las últimas de su vida -y que casi lo fueron. Presentando una de las piezas de este período a su editor -el recuerdo a Ludwig Marcus-, escribía Heine: «Cuando vaya usted a leerlo, pida antes a su mujer un cojín y léalo de rodillas, porque no tendrá usted todos los días ocasión de adorar un estilo tan bueno. Con alegría he comprobado que toda la segunda parte es digna de adoración desde el punto de vista estilístico.» De todos los Escritos varios estaba Heine satisfecho en ese sentido, considerando que constituían algo así corno la consumación y creación a la vez de una buena «prosa publicística» alemana.

2. Notas de traductor

1. [«En éstas vuelvo a hablar, en efecto, otra vez de la transformación en demonios que han sufrido las divinidades grecorromanas al conseguir el cristianismo el dominio del mundo», p.953]. Heine se refiere especialmente a los Espíritus elementales y a la Contribución a la historia de la religión y de la filosofía en Alemania.

2. [«y ya de niño resultó un pequeño Kalmonius», p.968]. Kalmonius era un judío de la corte de Federico el Grande. Heine llamaba así al pariente de Lassalle que se encargó -con poquísimo éxito- de utilizar en la bolsa el dinero del poeta.

3. [«y con esto terminamos aquí la primera sección de nuestra historia de los dioses en el exilio», p.979]. «Primera sección» es burla del estilo histórico-científico. El trabajo termina aquí. En la edición francesa, Heine había dicho lo mismo pero menos petulantemente…

1. Ob., p. 952. 2.1. Ibid, p.953, n.2. 2.2. Ibid, p.968, n.3. 2.3. Ibid, p. 979

X. Confesiones

1. Presentación

Escritas en 1854. La traducción francesa, del propio Heine, apareció en septiembre de 1854 en la Revue des deux mondes y tuvo un gran éxito. Igual que Los dioses en el exilio, fueron objeto de una traducción ilegal al alemán, a partir del texto de la Revue des deux mondes; Heine se refiere a ello en el prólogo. El poeta dio mucha importancia literaria a las Confesiones, como a toda su producción última (cfr. nota 1 a Los dioses en el exilio), y consideraba que este texto podía permitir una mejor comprensión de la unidad de su obra y de su vida. Las Memorias, también traducidas en este volumen, están escritas poco después.

2. Notas de traductor

1. [«no me propongo discutir con detalle el caso concreto en que estoy pensando», p.983]. Los dioses en el exilio o las Confesiones mismas.

2. [«Si me pusiera a hacer, según el estilo etnográfico de Leporello», p.984]. El personaje del Don Juan de Mozart.

3. [«Di a mi libro el mismo título bajo el cual trató el mismo objeto madame de Staël, y por cierto que lo hice con intención polémica; p.990]. También en la versión alemana –Contribución a la historia de la religión y de la filosofía en Alemania– se aprecia la intención polémica, aunque no en el título.

4. Con lo de que la condesa Ida de Hahn-Hahn sólo tiene un ojo, Heine alude a la conversión de esta escritora antigua simpatizante de los demócratas de la «Joven Alemania», al catolicismo. Esta manera de mantener antipatías personales en un escrito como éste, en el que, según se verá páginas adelante, Heine condena su anterior polémica anticatólica, es característica de las Confesiones.

5. [«Abraham, hijo de Thaer», p.998]. Error, por la común grafía judeo-alemana Therach.

6. El barón Ferdinand von Eckstein, nacido en Copenhague y convertido al catolicismo, fue comisario de policía en Marsella durante la reacción borbónica, luego funcionario de policía en París, y editor-fundador de «Le catholique». La revolución de Julio le alejó de la administración francesa.

7. [«(…) y sufrí mucho, y cuando el sol de la Revolución de Julio se levantó en Francia, empezaba a estar muy cansado y necesitaba reponerme un poco, p.1000]. Las «Cartas desde Helgoland», incluidas en el «Ludwig Börne» (págs.819 y ss. de este volumen), documentan esta afirmación aparentemente humorística. En general, la frecuente posibilidad de documentar con hechos o textos frases que a primera vista parecen meras bromas insinceras suele complicar la interpretación del pensamiento y la personalidad de Heine.

8. [Victor] Bohain es, en efecto, el fundador de un periódico parisiense aún hoy influyente: Le Figaro.

9 «Gimnasio» equivale a nuestro «instituto de segunda enseñanza». Por lo demás, también el nombre de «Liceo» es griego; así se llamaba, por su situación, la institución fundada por Aristóteles en Atenas.

10. En los Escritos varios seguía a Las Confesiones una colección de poesías.

1.Ob., p. 982. 2.1. Ibid, p.983, n.2. 2.2. Ibid, p.984, n. 3. 2.3. Ibid, p.990, n. 5 2.4.Ibidem, pp. 994-995, n.6. 2.5. Ibid, p.998, n. 7. 2.6. Ibid, p.998, n.8. 2.7. Ibid, p.1000, n.10. 2.8. Ibid, p.1007, n.11. 2.9. Ibid, p.1038, n. 21. 2.10. Ibid, p.1046, n. 22.

7. Poemas. Presentación de una antología de Feliu Formosa.

Uno puede decidir por motivos bastante variados que va a pasar un rato leyendo versos de Heinrich Heine: interés por la historia literaria, interés por la poesía alemana, interés por la curiosa colocación de Heine en la vida política de su época, interés por la presencia simultánea y complicada en su obra de motivos y elementos típicos del romanticismo alemán y mociones y factores muy corrosivos de él, y otros intereses parecidos. Lo que no parece probable es que el motivo sea el gusto primario, la satisfacción directa.

No es que la poesía de Heine no haya tenido cola. Por el contrario, ha tenido incluso una extraña capacidad de influir, despertar y sembrar por todas sus vertientes: el suspiro de Bécquer no es ajeno a la influencia del Libro de canciones de Heine; la crítica y el sarcasmo epigramáticos cultivados por Tucholsky o por Brecht se remontan también al poeta; y hasta el mismo chirriar entre motivaciones idílicas y motivaciones críticas o sarcásticas reaparece, con conciencia de su tradición, en poetas contemporáneos como Peter Rühmkorf o Hans-Magnus Enzensberger.

Pero creo que, a pesar de eso, Heine está lejos de ser un clásico; su poesía lleva puesta fecha de un modo a la vez visible y decisivo, no como lleva fecha la del clásico: difícilmente se orienta o descansa en ella el que la lee desde lejos. No digo con eso que sea imposible disfrutar leyendo versos de Heine hoy. Lo que pienso es que el disfrute requiere una lectura muy oblicua, mediada por la predisposición a contemplar, como dijo Heine, los bosques de encinas de hoy en la bellota de la poesía de ayer.

Desde ese punto de vista, lo más conmovedor de la poesía de Heine es su frecuente fracaso. El fracaso se debe la vacilación y se manifiesta en incoherencias, complicaciones no buscadas inicialmente, contradicciones llamativas entre unos poemas y otros escritos casi al mismo tiempo. Ahora bien: un lector de hoy puede identificarse bastante con el fracaso, porque la vacilación a que se debe es una problematización, primero, de la lírica, después de toda literatura y, finalmente, del arte en general. Esa problematización lo ha sido a sabiendas: está expresada también en las prosas críticas y ensayísticas de Heine. Pero incluso cuando se considera sólo su poesía, salta a la vista que Heine ha sido uno de los descubridores de la crisis del arte: su manera burlesca de reconocer el fracaso de los intentos poéticos una vez realizados, su introducción de un realismo crítico en la lírica con una lengua prosaizante y hasta distanciadora son ejemplos de las manifestaciones poéticas de su descubrimiento.

Y en esto está la posibilidad de disfrutar leyendo versos de Heine: en que la consciencia crítica y autocrítica es en ellos poética, en absoluto pedante o fabulística. En los versos de Heine la poesía revela su crisis; a la inversa, la crisis de la poesía es, en los versos de Heine, poesía. La gratificación que da su lectura es ambigua y disfrutar con ella quizá sea masoquista. Pero así es la cosa.

La antología que ha compuesto Feliu Formosa ordena los poemas cronológicamente. Prescinde de las dos grandes composiciones épicas de 1842 y 1844 (Atta Troll, Deutschland) por no fragmentarlas; y renuncia a dar muestras de los poemas largos y tristemente malos de los últimos tiempos de la larga agonía de Heine. La pérdida de información que así sufriría el lector se compensa -creo que muy bien- con las piezas seleccionadas de los Poemas del tiempo (por lo que hace a la década de 1840) y con algunos «Poemas de 1853 y 1854» y del «Apéndice» (por lo que hace a la última fase de la vida de Heine).

7. Prólogo a H. Heine, Poemas. Lumen (EL Bardo), Barcelona, 1976. Selección y traducción de Feliu Formosa.

Nota SLA:

En la voz «Karl Marx» (ahora en: Sobre Marx y marxismo, Barcelona, Icaria, 1983, pp. 293-294) que escribió para la enciclopedia Salvat, Sacristán incorporaba este poema de Heine:

«[…] El esquema de Lenin recoge con útil simplificación los elementos principales del marxismo completo en cuanto «teoría». También es cierto que en 1843-1844 la necesidad más urgente de Marx era enriquecer su conocimiento científico de la sociedad. «A nadie le ha sido jamás útil la ignorancia», escribía Marx muchos años después a Pawel Annenkow. Pero habría que añadir una fuente más a estas tres que Lenin indica en el marxismo temáticamente completo. Esta cuarta fuente -primera en importancia y segunda (tras la filosofía) en la biografía de Marx- es el movimiento obrero, ya perceptible no sólo en Francia -donde lo era con nitidez desde 1830 aproximadamente-, sino también en la atrasada Alemania: en 1844 precisamente se alzó por vez primera como tal un destacamento de la clase obrera industrial alemana. La insurrección de los obreros textiles de Silesia debió confirmar a Marx la verdad de su primer esquema teórico revolucionario: hay una clase que encarna toda la miseria de la alienación del trabajo; esta clase es la de los modernos trabajadores asalariados, el proletariado. Ésta es la energía transformadora de la sociedad moderna, el principal motor fisiológico que mueve la «anatomía de la sociedad».

La Gaceta Alemana de Bruselas, revista dirigida por Marx, dedicó mucho espacio a la insurrección de los tejedores silesios. Incluso para comentarla en verso, con el siguiente canto de Heinrich Heine, uno de los poetas amigos de Karl Marx:

Los tejedores

Sin lágrima en el ceño duro

Están junto al telar y aprietan los dientes:

Alemania, tejemos tu sudario,

Y en él la triple maldición.

Tejemos, tejemos.

Maldito el ídolo al que impetramos

En fríos de invierno y angustias de hambre,

En vano creímos y le miramos,

Nos ha vendido, nos ha engañado.

Tejemos, tejemos.

Maldito el rey, el rey de los ricos,

Que no ablandó nuestra miseria,

Que nos arranca lo que sudamos,

Que como perros nos manda matar.

Tejemos, tejemos.

Maldita sea la patria falsa,

Para nosotros humillación,

Siega temprana de toda flor,

Festín podrido de los gusanos.

Tejemos, tejemos

Cruje el telar, la lanzadera vuela,

Siempre tejemos, de día y de noche,

Vieja Alemania, es tu sudario,

Y en él la triple maldición.

Tejemos, tejemos.