Vivimos una crisis estructural del sistema capitalista. No es hora de creer en su salvataje, pero sí de trabajar para su transformación. Los pueblos latinoamericanos se han visto obligados, más de una vez, a socorrer a los banqueros a costa de sus sufrimientos. Es hora de cambiar la historia y no repetir el rescate de […]
Vivimos una crisis estructural del sistema capitalista. No es hora de creer en su salvataje, pero sí de trabajar para su transformación. Los pueblos latinoamericanos se han visto obligados, más de una vez, a socorrer a los banqueros a costa de sus sufrimientos. Es hora de cambiar la historia y no repetir el rescate de los financistas. Nuestra prioridad son las necesidades populares.
La crisis económica que se deriva de la financiera y que está en curso en estos días puede prolongarse por mucho tiempo. No es posible establecer, seriamente, el tiempo en que ella se mantendrá y la forma de su desarrollo, pero lo que se puede decir es que es la más grave y más profunda desde 1929/30, que se propaga a una velocidad mucho mayor que aquella por poseer un carácter totalmente global.
Hay que decir, además, que la crisis económico-financiera actual ocurre dentro de un contexto de múltiples otras crisis, como la de los alimentos, de las materia primas, de la energía, del ambiente y, también, de una crisis militar donde no se descarta el uso de armas de destrucción masiva.
La economía norteamericana, en razón de sus tres deudas (privada, pública y con el exterior) se encuentra en riesgo de fuerte inestabilidad. Su hegemonía económica está debilitada y cuestionada. Su hegemonía geoestratégica sobrevive, aunque ya ha sufrido reveses significativos. Por las mismas razones, el momento actual es particularmente peligroso para toda la humanidad ya que EEUU no renuncia a la hegemonía y dominio unipolar en los diferentes campos. Ese país intenta incluso mantener su hegemonía ideológica y cultural, que sin duda se ve afectada por las contradicciones que surgen de la misma crisis a nivel interno y con sus aliados.
A partir de la crisis, se agudizará la contradicción antagónica con el capitalismo a escala global. Se abre un extenso periodo de convulsiones cuyos resultados están abiertos. Las clases dominantes intentaran reconstituir el sistema con mayores niveles de explotación de los trabajadores, quienes deberán fortalecer sus organizaciones para enfrentar esa agresión. América Latina ha sido el subcontinente que mayor resistencia opuso al neoliberalismo escenario también de grandes rebeliones populares. La experiencia social y política acumulada en algunos de nuestros países puede marcar un camino en la articulación de esa necesaria respuesta.
Los gobiernos neoliberales y social liberales de nuestra región, aun los llamados «progresistas», mantendrán su creencia en la lógica del capital y su intervención buscara preservar el funcionamiento del mercado capitalista y el dominio de las empresas transnacionales que ocupan nuestros territorios. Permitirán la quiebra de una u otra gran empresa especulativa o productiva, pero intervendrán inmediatamente en aquellas que puedan poner en riesgo la lógica del capital en el ámbito de su país. Eso significa que seguirán permitiendo y aun promoviendo la voracidad de la ganancia exigida por los mencionados capitales. La crisis fiscal de Estado se profundizará reduciendo la inversión pública, el gasto social y los subsidios.
Dichas políticas incrementarán aun mas el desempleo, la precariedad del trabajo, la reducción de salarios y pensiones, con lo que aumentarán la pobreza, la miseria y la exclusión social.
Hay, sin embargo, en América Latina gobiernos que, sin necesariamente plantear una ruptura completa con el sistema del capital, intentan encontrar una política capaz de enfrentar de manera distinta las inevitables consecuencias de la crisis mundial en sus países.
En cualquiera de estas circunstancias los trabajadores y los movimientos sociales deben conquistar y preservar su independencia frente a los Estados y luchar decididamente contra las políticas antipopulares que pretenden trasladar los costos de la crisis del capital al trabajo y de los países centrales a los periféricos.
Por eso necesitamos definir una pauta de política económico-social dentro de una estrategia de sobrevivencia y resistencia de los sectores populares, en particular de los trabajadores, para el difícil periodo que se avecina, acompañada de una ofensiva ideológica contra el sistema capitalista que muestra con esta crisis su absoluta incapacidad para atender las necesidades de nuestros pueblos.
Proponemos entonces este conjunto de medidas de política económica:
Es urgente e indispensable la custodia de la banca privada que, dependiendo de cada país, puede ser por control, intervención o nacionalización sin indemnización, siguiendo el principio de no estatizar deudas privadas ni volver a transferir esos activos a manos privadas.
- Control y bloqueo de la salida de capitales, evitando su fuga.
- Centralización y control cambiario con política de cambios múltiples y diferenciados.
- Moratoria e inmediata auditoria de la deuda pública, liberando recursos para atender las necesidades sociales.
- Control de precios de los productos básicos.
- Mantenimiento y recuperación de los salarios reales de los trabajadores, asociado a una política de tributación progresiva que afecte al capital y sobre todo a la especulación.
- Políticas de protección e incentivo al mercado interno y a las actividades económicas con alta generación de empleo. Para ese fin la inversión pública juega un papel fundamental.
- Seguro de desempleo y políticas de protección social a los trabajadores desempleados e informales.
- Re-estatización de las empresas estratégicas. Nacionalización de las grandes empresas privadas en proceso de quiebra. Recuperación del control nacional de los recursos naturales.
- Promover una integración regional al servicio de los pueblos y no del capital. Tales medidas inmediatas constituyen una respuesta al drama social que impone la crisis e iniciarán transformaciones que, para realizarse plenamente, requieren avanzar hacia un horizonte socialista.
Salvar a los pueblos, no a los bancos , este es el objetivo de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Critico frente a la crisis y sus consecuencias sociales.
Dada en Buenos Aires, a los 23 días de octubre de 2008.
Junta Directiva de la SEPLA.