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Samuelson

Fuentes: La Jornada

El célebre economista estadunidense Paul Samuelson murió el pasado 13 de diciembre en su casa de Belmont, Massachusetts, a los 94 años de edad, después de una breve enfermedad y una vida fecunda. Fue el primer economista estadunidense en alcanzar el premio Nobel. Samuelson, rara avis en el mundo del pensamiento económico, tuvo discípulos notables […]

El célebre economista estadunidense Paul Samuelson murió el pasado 13 de diciembre en su casa de Belmont, Massachusetts, a los 94 años de edad, después de una breve enfermedad y una vida fecunda. Fue el primer economista estadunidense en alcanzar el premio Nobel.

Samuelson, rara avis en el mundo del pensamiento económico, tuvo discípulos notables (Bernanke; el Nobel Paul Krugman; Christina Romer, actual directora del Consejo de Asuntos Económicos de la Casa Blanca), admiradores incondicionales por miles, y adversarios acérrimos también abundantes.

Buscó con tenacidad un pensamiento propio, con frecuencia confeccionado con ideas que él mismo no había producido. Intentó fundir en uno solo pensamientos teóricos remotamente conciliables. Hace poco escribió: he aprendido por las malas a ser incurablemente ecléctico. Quiso toda su vida ser de centro, pero cuando emergió la predominancia internacional neoliberal, irremediablemente quedó, sin moverse de su lugar de siempre, cargado hacia la izquierda.

Samuelson estudió en la derechista Universidad de Chicago y en la liberal Universidad de Harvard, donde presentó su tesis doctoral. En el jurado frente al cual defendió sus argumentos estaba Joseph Schumpeter, el gran economista austriaco que figura probablemente entre los 10 mejores de la historia del pensamiento económico.

Joaquín Estefanía narra en El País el comentario de Schumpeter al término del examen doctoral de Samuelson: Con nuestros conocimientos (los del jurado) en relación con los de este chico, ¿podríamos haber aprobado nosotros? El propio Schumpeter había sido uno de sus profesores, igual que Alvin Hansen había sido el discípulo preferido (varón) de Keynes, el mayor economista del siglo XX (la aclaración de varón no es gratuita: probablemente Mrs. Robinson -así conocida en todo el mundo de la economía académica- fue su más admirada discípula, si hemos de oír al propio Keynes en el prólogo de su obra fundamental, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero).

Por cierto, la economista británica Mrs. Robinson escribió categóricamente contra los afanes eclécticos de Samuelson, que intentó fundir tesis básicas de Keynes a la escuela neoclásica -madre o abuela del neoliberalismo actual- en la que el estadunidense fue formado. A ese intento de fusión Samuelson lo denominó síntesis neoclásica; ella lo rebautizó como síntesis bastarda. De paso: Mrs. Robinson fue una de las fundadoras de la escuela postkeynesiana de Cambridge, Inglaterra, e hizo los primeros aportes a la teoría del crecimiento, sin el cual el desarrollo es impensable.

Otro gran maestro de Samuelson en Harvard fue el Nobel Wassily Leontief, así galardonado por el desarrollo de la matriz de insumo-producto, una herramienta fundamental del análisis y la planeación económicos, hoy arrojada a la herrumbre por la camarilla neoliberal que pretende que sea el mercado el que lo resuelva todo: no hay más planeación ni regulación económica hace décadas.

Frente a la crisis de hoy, Samuelson escribió: «El capitalismo desregulado ha llevado en todas partes a sus derrotas autoimpuestas. Desde la estancia de Ronald Reagan en la Casa Blanca, el gobierno corporativo en América ha sido escandaloso. El jefe de la Securities and Exchange Commision de Bush, Harvey Pitt, presumía de dirigirla amable y suavemente. Sin excepción las principales firmas contables han diseñado trucos para evitar que las malas noticias entren en las hojas de los balances corporativos. Las tres principales agencias que pretenden advertir de los más crudos riesgos han dado calificaciones AAA a cientos de malos créditos hipotecarios…»

Con la noticia de su muerte, no pude dejar de recordar que la primera página de un libro de teoría económica que leí como estudiante iniciático, fue en El Samuelson, el intimidante texto de 900 páginas titulado Curso de economía moderna, del que se han editado más de 40 millones de ejemplares en no sé cuántas lenguas y cuyo título original era Economics. An introductory analysis. Intimidante, pero también estimulante para un estudiante ignaro, mas ávido de saber; estimulante por sus frases iniciales simples, didácticas y prometedoras. Era inquietante saber, por vez primera, que lo que es cierto en el nivel microeconómico suele no serlo en el macroeconómico, y cómo el sentido común era inservible para entender la operación de la economía de un país.

Si todos los labradores trabajan mucho y la naturaleza los ayuda en la obtención de una cosecha abundante, sus ingresos totales pueden disminuir (…) lo que es una conducta prudente en un individuo o en una sola empresa mercantil puede resultar, a veces, una alocada impremeditación en una nación o Estado (…) un individuo dice haber hecho una inversión si compró una casa, una acción en la bolsa, o una fábrica entera, ninguna de esas operaciones es una inversión porque ninguna de ellas ha aumentado el tamaño de la economía: sólo ha habido un cambio de propietarios. Son esas frases de las páginas iniciales del Samuelson.

Hacia el fin de sus días escribió: «¿Qué es entonces lo que ha causado, desde 2007, el suicidio del capitalismo de Wall Street? En el fondo de este caos financiero, el peor en un siglo, encontramos lo siguiente: el capitalismo libertario del laissez-faire que predicaban Milton Friedman y Friedrich Hayek, al que se permitió desbocarse sin reglamentación. Ésta es la fuente primaria de nuestros problemas de hoy. Hoy estos dos hombres están muertos, pero sus envenenados legados perduran». Samuelson ha muerto también, pero con otras ideas en la cabeza.

http://www.jornada.unam.mx/2009/12/22/index.php?section=opinion&article=014a1pol