Según el ex candidato presidencial, el proceso que el CNE iniciará el próximo 6 de mayo es una «auditoría chimba». Su compañero de ideología, Leopoldo López, exige «verificar cada firma, cada huella, y verificar también el registro de las huellas dactilares», aseguró este 1 de mayo. Pero una simple operación aritmética nos permite ver que […]
Según el ex candidato presidencial, el proceso que el CNE iniciará el próximo 6 de mayo es una «auditoría chimba». Su compañero de ideología, Leopoldo López, exige «verificar cada firma, cada huella, y verificar también el registro de las huellas dactilares», aseguró este 1 de mayo. Pero una simple operación aritmética nos permite ver que auditar más de 15 millones de firmas y huellas es una labor titánica, que requeriría una maquila de personas trabajando continuamente por semanas o meses. Peor aún: la exigencia de la propia oposición de usar cuadernos físicos (y no electrónicos) evitó que las huellas tengan la calidad necesaria para dactiloscopia, según nos explicó Roso Grimau, lo que podría alargar aún más el proceso o hacerlo imposible para el 100% de las huellas. Aún así, los voceros del chavismo no se oponen a que se realice cualquier auditoría planteada por el CNE, pero sí critican los constantes cambios de opinión del ex candidato derrotado el 14 de abril.
«Tenemos suficientes indicios para llegar a la conclusión de que Nicolás Maduro tiene menos votos de los que le registra el CNE, y cuando se haga una auditoría voto a voto, huella a huella, nombre a nombre, Henrique Capriles saldría ganador». Así lo aseguró el líder opositor y coordinador del partido Voluntad Popular, Leopoldo López, entrevistado este miércoles por el equipo del programa «Mesa Informativa» de Venezolana de Televisión (ver video). «La auditoría que plantea el gobierno sólo contempla dos partes: la papeleta y el acta (…) Para verificar la calidad del voto, hay que ver la papeleta con el acta y el cuaderno de votación, y verificar cada firma y cada huella, y verificar también el registro de las huellas dactilares».
El ex candidato Henrique Capriles ha cambiado de opinión varias veces sobre el tema de las auditorías, pues aunque inicialmente estaba de acuerdo con lo anunciado por el Consejo Nacional Electoral el pasado 18 de abril, de extender las auditorías de verificación ciudadana al 100 por ciento de las mesas, luego cambió de opinión, exigiendo ahora que se audite cada firma, cada huella y que incluso se repitan las elecciones. «No vamos a participar en una auditoría chimba. Si no tenemos acceso al cuaderno de votación en los términos que he dicho, no vamos a participar en una auditoría que es una burla al mundo y a Venezuela», dijo el pasado 25 de abril luego de finalizar el ultimátum de 24 horas que dio al CNE. Este 2 de mayo acudirá al Tribunal Supremo de Justicia a introducir una impugnación. No se sabe si presentará las mismas pruebas de las cuales la rectora Lucena afirmó que «no eran claras ni precisas».
Ahora bien, ¿qué implica el auditar todas las firmas y huellas de los cuadernos de votación? ¿Cuánto tiempo consumiría el proceso?
En las pasadas elecciones del 14 de abril, votaron 15.056.160 personas. Unas simples operaciones aritméticas nos permiten concluir que:
- Si quisiéramos auditar todas esas firmas y huellas en un mes, teniendo el personal suficiente para hacerlo las 24 horas del día y los 7 días de la semana, tendríamos que auditar 500 mil firmas y huellas por día, unas 20.800 firmas y huellas por hora. Es decir: tendríamos que auditar casi seis firmas y huellas por segundo.
- Si se coloca a 10 personas a hacer las auditorías, tardarían 4 años y 3 meses en completarlas, suponiendo que cada una pueda verificar una firma y huella cada 30 segundos en promedio, trabajando 8 horas diarias, 7 días a la semana, los 365 días del año.
- Colocando a 100 personas, la cifra se reduciría a 5 meses y 6 días.
- Para poder hacer la auditoría de firmas y huellas en un mes, se necesitaría tener 520 personas trabajando 8 horas diarias, 7 días a la semana. En estas cifras no se cuentan los auditores externos, personal logístico, técnico, de seguridad ni testigos electorales; el personal necesario posiblemente se cuente por miles.
Pero, para nuestro ejemplo, hemos supuesto que todas las firmas y huellas tienen excelente calidad y pueden auditarse sin ningún problema. Lamentablemente, eso no es así. Roso Grimau, experto que ha representando al Partido Comunista de Venezuela (PCV) por más de 10 años en las auditorías del CNE, explicó a Alba Ciudad que lo exigido por Capriles no es posible, porque la huella impresa en los cuadernos electorales no tiene la calidad necesaria.
En primer lugar -explicó Grimau- no se usó tinta especial para dactiloscopia. Además, «el dedo puede no estar bien entintado, el miembro de mesa no tuvo formación en cómo hacer la impresión de la huella, la huella la coloca el propio elector en el cuaderno. Se necesitaría una precisión muy grande para que todas las huellas sean colocadas de la misma manera. Hay gente que coloca la huella de lado, de punta y una impresión dactilográfica necesita que la huella esté bien colocada, que sea una huella completa, que sea una buena toma, que sea con tinta de dactiloscopia, ya sea una impresión rodada (que te rodaban el dedo sobre una tablita especial) con la cual no hay error posible en identificar a la persona».
No es culpa del CNE ni del chavismo
«Con una huella en un cuaderno de estos, donde no se hace un proceso dactiloscópico, sería imposible dar con una identificación positiva», explicó Grimau, quien también aclaró que esto no fue culpa del CNE. En 2005, el ente electoral se manifestó a favor de colocar cuadernos electrónicos, que permitirían dejar registradas las huellas y firmas de cada votante, lo que facilitaría enormemente hacer una auditoría sobre las mismas en cuestión de horas. Los partidos aliados al Presidente Hugo Chávez se mostraron de acuerdo, pero la oposición se manifestó en contra, y por ende se decidió no utilizarlos.
En su lugar, se usan las máquinas captahuellas, que validan la huella digital de cada persona en una base de datos pero no las almacenan.
-Suponiendo que se insistiera en hacer las auditorías sobre los cuadernos actuales, estamos hablando de 15 millones de huellas y firmas. ¿Eso podría auditarse rápidamente?
Roso Grimau (Foto: Daniel Liendo)
«No, eso podría tardar meses o años, es un proceso delicado.» Expertos tendrían que comparar la firma y la huella digital de cada votante con las almacenadas en una base de datos, y los casos especiales (aquellas huellas que fueron plasmadas de forma inadecuada, o hayan quedado borrosas o superpuestas con otras firmas) consumirían más tiempo o simplemente no podrían comprobarse.
Es cierto que existe software especial para comparar huellas, pero en esos casos habría que escanear (digitalizar) todos los cuadernos de votación con las 15 millones de firmas de los electores, para entonces hacer una comparación automatizada, que sólo funcionaría con aquellas huellas que fueron plasmadas adecuadamente, no se hayan corrido ni hayan quedado borrosas.
Grimau insistió en que los cuadernos electrónicos son la solución para ese tipo de auditorías, que la oposición no aceptó a pesar de que «todos en el chavismo estábamos de acuerdo en pasar a cuadernos electrónicos». Recordó Grimau que el captahuellas fue adoptado a insistencia de las fuerzas revolucionarias debido a que, en la cuarta república, era muy común por los partidos tradicionales sacar cédulas falsas para poner a votar a abstencionistas y personas muertas. «Los fraudes electorales eran grandes, nosotros veníamos exigiendo un sistema biométrico que fuera obligatorio en todos los centros del país, para que un elector tuviera un sólo voto».
Indicó que en cualquier país del mundo es suficiente con auditar el 5% de las mesas, pero en Venezuela se hace una auditoría del 54% de las mesas. Además, hay una auditoría de cierre escogiéndose el 1 por ciento de las mesas, que en este caso se hizo el 18 de abril y sólo se encontraron 0,19% de inconsistencias, causadas, en opinión de Roso, por errores humanos de los miembros de mesa luego de estar trabajando más de 12 horas en el proceso electoral. «Eso nos da una certeza de que el sistema automatizado no se equivoca, quienes nos equivocamos somos nosotros».
Cuadernos quemados y las primarias opositoras de 2012
Teresa Albanes fue multada en 2012 por ordenar la quema de cuadernos electorales de las primarias de la oposición.
En febrero de 2012, la oposición realizó elecciones primarias para escoger alcaldes, gobernadores y el candidato presidencial para las elecciones del 16 de diciembre y 7 de octubre de ese año, respectivamente. En esas elecciones no se usó máquinas captahuellas y el uso de tinta indeleble era opcional, eliminándose todos los procedimientos necesarios para garantizar el principio de una persona, un voto. Efectivamente, una persona con cédula falsa podía votar en nombre de otra, o podía incluso votar muchas veces si se le facilitaban numerosas cédulas falsas, algo que fue práctica común cuando las elecciones eran manuales durante los años sesenta, setenta, ochenta y noventa.
Tras finalizar las primarias, los opositores decidieron quemar los cuadernos electorales, a pesar de que algunos de sus propios precandidatos afirmaban que les habían hecho fraude. Su argumento: los cuadernos permitirían que se identificara si alguien es opositor o no, facilitando supuestas represalias políticas.
Pero las elecciones del 14 de abril son un caso completamente diferente. Los cuadernos están fuertemente resguardados y no van a ser destruidos por lo que, si alguna de las solicitudes de impugnación de Capriles ante el CNE o el Tribunal Supremo de Justicia prosperan, podrían hacerse algunas comprobaciones sobre los cuadernos de votación: por ejemplo, podría revisarse si la cantidad de personas que votaron en una mesa se corresponde con el número de firmas en el cuaderno de votación respectivo, y podría usarse las firmas y las huellas de mejor calidad para hacer auditorías básicas.
El hecho es que, si bien los voceros del chavismo han criticado a Capriles por sus constantes cambios de opinión sobre las auditorías, en ningún momento se han mostrado contrarios a que las mismas se incrementen. Tanto el Presidente Maduro, como Jorge Rodríguez y demás líderes de las fuerzas revolucionarias han anunciado que acatarán cualquier medida decidida por el CNE o el Tribunal Supremo de Justicia.
Engañan a sus electores
Sin embargo, todos opinan que tras estas acciones de la oposición hay gato encerrado. «Ellos están engañando al pueblo, están engañando a su electorado», asegura Grimau. «Ellos no quieren auditar nada, ellos no quieren reconteo de nada, ellos no quieren impugnar nada. Ellos sencillamente no han podido lograr el plan golpista. Se descubrió a tiempo, se expulsó a unos asesores militares norteamericanos que estaban contactando militares nuestros», indicó recordando la decisión tomada por el entonces Vicepresidente Nicolás Maduro el 5 de marzo en la mañana.
Recordando que 10 partidarios del proceso revolucionario murieron a consecuencia de los hechos violentos del 14 y 15 de abril, propiciados por Capriles Radonski, el experto Grimau recordó: «Si los enjuiciamos, la otra opción que tienen en sus planes golpistas es la de irse del país, para formar gobiernos en el exterior que fueran reconocidos por Estados Unidos, Israel y otros países pequeños, para luego meter mercenarios que lanzarán bombas y atentados en los que no van a matar solamente a chavistas. El terrorismo internacional dirigido desde los países más terroristas del planeta, que son Estados Unidos e Israel, también mata a opositores que votan por la oposición y se prestan para ser carne de cañón para lograr objetivos del imperialismo».
Grimau insta a los opositores conscientes a reflexionar y «no dejarse manipular por un puñado de líderes que sólo defienden sus propios intereses», queriendo pasar por encima de la decisión del pueblo el 14 de abril.