Los crecientes conflictos y ataques entre facciones chiitas aumentan la inestabilidad en Iraq, ya devastado por la guerra. «Hay un dicho árabe que dice que si a los ladrones no se los ve cuando roban, sí cuando dividen el botín», dijo a IPS el historiador Wayil Hikmet. «Eso es lo que sucede con el acelerado […]
Los crecientes conflictos y ataques entre facciones chiitas aumentan la inestabilidad en Iraq, ya devastado por la guerra.
«Hay un dicho árabe que dice que si a los ladrones no se los ve cuando roban, sí cuando dividen el botín», dijo a IPS el historiador Wayil Hikmet.
«Eso es lo que sucede con el acelerado colapso del sistema político iraquí, fabricado en Estados Unidos», sostuvo.
«Los ladrones de la zona verde (área fortificada del centro de Bagdad donde tienen su sede las embajadas de Estados Unidos y Gran Bretaña, además del gobierno iraquí) brindan a los historiadores buen material para escribir durante años», apuntó, en referencia a un nuevo escándalo que emergió en la escena política en los últimos días.
El Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq, encabezado por Abdul Aziz al-Hakim, y el Movimiento Sadr, liderado por el clérigo Muqtada Al-Sadr, opuesto a la ocupación, se acusan mutuamente de cometer graves delitos en el sur del país.
A comienzos de septiembre hubo enfrentamientos entre el Ejército Mehdi, de Sadr, y la Organización Badr, del Consejo Supremo, en Kerbala, ciudad sagrada para los musulmanes chiitas ubicada a 100 kilómetros al sudoeste de Bagdad.
En Kerbala, con medio millón de habitantes, se encuentra la tumba de Hussein ibn Ali, nieto del profeta Mahoma.
El santuario del Iman Hussein es un sitio de peregrinaje para muchos musulmanes chiitas.
Los enfrentamientos entre las dos poderosas facciones de hace más de dos meses dejaron al menos 52 personas muertas y más de 200 heridas.
«Hakim y Muqtada fueron colocados en el escenario político por Washington que recurrió a dos clérigos ambiciosos para luchar codo a codo contra la resistencia iraquí», dijo a IPS Lukman Jassim, ex miembro del partido laico y secular Ba’ath, al que pertenecía el ex presidente iraquí Saddam Hussein (1979-2003).
«Pero es bien sabido en Iraq que ambas facciones no pueden estar juntas por las disputas históricas entre sus padres y abuelos y sus luchas de poder. Fue otro error de los estadounidenses», explicó Jassim.
Jassim pasó por alto el hecho de que hasta ahora hubo dos levantamientos contra la ocupación encabezadas por Al-Sadr, pero sus comentarios subrayan las crecientes tensiones entre ambas milicias.
El legislador Bahaa al-A’raji, del movimiento Sadr, declaró esta semana que su agrupación era perseguida por el Consejo Supremo, que domina el Ministerio del Interior.
Muchos seguidores de Sadr fueron detenidos y torturados por la policía, leal al Consejo Supremo en diferentes partes de Iraq, señaló Al-A’raji.
La Organización Badr, del Consejo Supremo, fue creada en Teherán en 1982 y desde entonces fue armada y entrenada por la inteligencia iraní.
Los canales de televisión locales difundieron imágenes de una mujer con los labios cortados que acusaba a la policía de haberla torturado junto a sus dos pequeñas hijas en Kerbala.
«Fue un delito perpetrado por la policía por motivos políticos», dijo a IPS por teléfono Liwa’ Smaissim, portavoz del Movimiento Sadr en Kerbala.
«El Consejo Supremo trata de eliminar a nuestro movimiento para controlar el escenario político», arguyó Smaissim.
Las acusaciones por lo sucedido a esa mujer y sus bebas apuntaron al comandante Ali, del tercer batallón de la policía iraquí en Kerbala.
«Ese hombre y su batallón cometieron cientos de delitos con el argumento de mantener la paz en la ciudad», alegó Smaissim. «Nuestros seguidores y otros ciudadanos fueron víctimas de torturas y muchos fueron asesinados».
Al-A’raji dijo a IPS que había planteado quejas ante los ministros del Interior y de Defensa, pero ambos secretarios de Estado respondieron que el tercer batallón no estaba bajo sus órdenes.
«Somos una unidad oficial de la policía iraquí y naturalmente recibimos órdenes del ministro del Interior», dijo a IPS por teléfono Ali, acusado de torturas, entre otros delitos, contra civiles.
«Las imágenes distribuidas de una mujer torturada junto con sus hijas es falsa y fue hecha por ‘cierto grupo’ con fines políticos. Yo estaba con licencia por enfermedad en el periodo en que supuestamente fue detenida la familia», se defendió el comandante.
«El tercer batallón es una unidad del Ministerio del Interior y ‘cierto grupo’ apunta al comandante Ali porque arriesgó su vida para poner al descubierto cientos de delitos cometidos aquí y en otros lugares», señaló un general de la policía iraquí que pidió reserva de su identidad.
«Ese grupo en particular perpetró los crímenes más horrendos de la historia iraquí y estamos decididos a llevarlos ante un tribunal», subrayó.
Las referencias al movimiento Sadr del general de la policía iraquí muestran las profundas divisiones actuales entre los que, no hace mucho, eran aliados.
«Creo lo que dicen ambos bandos», dijo a IPS un general del Ministerio del Interior en Bagdad, quien también pidió se protegiera su identidad.
«Es verdad que la milicia Badr y el Ejército Medhi perpetraron miles de delitos políticos contra la población civil y saquearon la economía del país desde el inició de la ocupación» hace más de cuatro años, indicó.
«El Ministerio tiene pruebas que revelan cuán terrible fue su comportamiento, pero esa fue la voluntad política de todos los primeros ministros iraquíes, desde Iyad Allawi, pasando por Ibrahim Jaafari hasta el actual, (Nouri al-) Maliki, para ocultar los hechos por motivos personales y políticos», añadió el general.
«Los estadounidenses estaban enterados de lo que sucedía, pero tenían sus motivos para no abrir la boca. Al final del día es sangre iraquí la que se derrama», agregó.
«Eso es lo que sucede con el acelerado colapso del sistema político iraquí, fabricado en Estados Unidos», sostuvo.
«Los ladrones de la zona verde (área fortificada del centro de Bagdad donde tienen su sede las embajadas de Estados Unidos y Gran Bretaña, además del gobierno iraquí) brindan a los historiadores buen material para escribir durante años», apuntó, en referencia a un nuevo escándalo que emergió en la escena política en los últimos días.
El Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq, encabezado por Abdul Aziz al-Hakim, y el Movimiento Sadr, liderado por el clérigo Muqtada Al-Sadr, opuesto a la ocupación, se acusan mutuamente de cometer graves delitos en el sur del país.
A comienzos de septiembre hubo enfrentamientos entre el Ejército Mehdi, de Sadr, y la Organización Badr, del Consejo Supremo, en Kerbala, ciudad sagrada para los musulmanes chiitas ubicada a 100 kilómetros al sudoeste de Bagdad.
En Kerbala, con medio millón de habitantes, se encuentra la tumba de Hussein ibn Ali, nieto del profeta Mahoma.
El santuario del Iman Hussein es un sitio de peregrinaje para muchos musulmanes chiitas.
Los enfrentamientos entre las dos poderosas facciones de hace más de dos meses dejaron al menos 52 personas muertas y más de 200 heridas.
«Hakim y Muqtada fueron colocados en el escenario político por Washington que recurrió a dos clérigos ambiciosos para luchar codo a codo contra la resistencia iraquí», dijo a IPS Lukman Jassim, ex miembro del partido laico y secular Ba’ath, al que pertenecía el ex presidente iraquí Saddam Hussein (1979-2003).
«Pero es bien sabido en Iraq que ambas facciones no pueden estar juntas por las disputas históricas entre sus padres y abuelos y sus luchas de poder. Fue otro error de los estadounidenses», explicó Jassim.
Jassim pasó por alto el hecho de que hasta ahora hubo dos levantamientos contra la ocupación encabezadas por Al-Sadr, pero sus comentarios subrayan las crecientes tensiones entre ambas milicias.
El legislador Bahaa al-A’raji, del movimiento Sadr, declaró esta semana que su agrupación era perseguida por el Consejo Supremo, que domina el Ministerio del Interior.
Muchos seguidores de Sadr fueron detenidos y torturados por la policía, leal al Consejo Supremo en diferentes partes de Iraq, señaló Al-A’raji.
La Organización Badr, del Consejo Supremo, fue creada en Teherán en 1982 y desde entonces fue armada y entrenada por la inteligencia iraní.
Los canales de televisión locales difundieron imágenes de una mujer con los labios cortados que acusaba a la policía de haberla torturado junto a sus dos pequeñas hijas en Kerbala.
«Fue un delito perpetrado por la policía por motivos políticos», dijo a IPS por teléfono Liwa’ Smaissim, portavoz del Movimiento Sadr en Kerbala.
«El Consejo Supremo trata de eliminar a nuestro movimiento para controlar el escenario político», arguyó Smaissim.
Las acusaciones por lo sucedido a esa mujer y sus bebas apuntaron al comandante Ali, del tercer batallón de la policía iraquí en Kerbala.
«Ese hombre y su batallón cometieron cientos de delitos con el argumento de mantener la paz en la ciudad», alegó Smaissim. «Nuestros seguidores y otros ciudadanos fueron víctimas de torturas y muchos fueron asesinados».
Al-A’raji dijo a IPS que había planteado quejas ante los ministros del Interior y de Defensa, pero ambos secretarios de Estado respondieron que el tercer batallón no estaba bajo sus órdenes.
«Somos una unidad oficial de la policía iraquí y naturalmente recibimos órdenes del ministro del Interior», dijo a IPS por teléfono Ali, acusado de torturas, entre otros delitos, contra civiles.
«Las imágenes distribuidas de una mujer torturada junto con sus hijas es falsa y fue hecha por ‘cierto grupo’ con fines políticos. Yo estaba con licencia por enfermedad en el periodo en que supuestamente fue detenida la familia», se defendió el comandante.
«El tercer batallón es una unidad del Ministerio del Interior y ‘cierto grupo’ apunta al comandante Ali porque arriesgó su vida para poner al descubierto cientos de delitos cometidos aquí y en otros lugares», señaló un general de la policía iraquí que pidió reserva de su identidad.
«Ese grupo en particular perpetró los crímenes más horrendos de la historia iraquí y estamos decididos a llevarlos ante un tribunal», subrayó.
Las referencias al movimiento Sadr del general de la policía iraquí muestran las profundas divisiones actuales entre los que, no hace mucho, eran aliados.
«Creo lo que dicen ambos bandos», dijo a IPS un general del Ministerio del Interior en Bagdad, quien también pidió se protegiera su identidad.
«Es verdad que la milicia Badr y el Ejército Medhi perpetraron miles de delitos políticos contra la población civil y saquearon la economía del país desde el inició de la ocupación» hace más de cuatro años, indicó.
«El Ministerio tiene pruebas que revelan cuán terrible fue su comportamiento, pero esa fue la voluntad política de todos los primeros ministros iraquíes, desde Iyad Allawi, pasando por Ibrahim Jaafari hasta el actual, (Nouri al-) Maliki, para ocultar los hechos por motivos personales y políticos», añadió el general.
«Los estadounidenses estaban enterados de lo que sucedía, pero tenían sus motivos para no abrir la boca. Al final del día es sangre iraquí la que se derrama», agregó.