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Secreto de confusión

Fuentes: impresionesmias.com / Rebelión

Vaya por delante que no es lo mismo ser creyente que ser católico. Ser creyente es un acto íntimo, personal e infranqueable. Sin embargo, ser católico es uno de los actos de servidumbre más difíciles de superar que el ser humano es capaz de cometer. Ser católico es apoyar a una secta que priva de […]

Vaya por delante que no es lo mismo ser creyente que ser católico. Ser creyente es un acto íntimo, personal e infranqueable.

Sin embargo, ser católico es uno de los actos de servidumbre más difíciles de superar que el ser humano es capaz de cometer.

Ser católico es apoyar a una secta que priva de libertades y bienestar psicológico a la población, a la que pretende disponer mentalmente a su favor.

Ser católico es meter lo barrido bajo la alfombra.

Ser católico es cerrar los ojos a los pecados propios y abrirlos a los pecados ajenos.

Ser católico es decir a los que no lo son cómo deben vivir su vida.

Ser católico es ser intransigente con otras opciones.

Ser católico será considerado algún día como lo que es: una grave y compleja enfermedad a tratar por la psiquiatría.

Como prueba de todo esto, no hay más que fijarse en el circo que se ha montado en torno a la visita a España, con todos los gastos pagados POR OTROS, del «sectario» general de dios en la tierra: la banda del Bene.

La banda del Bene ha llegado. Con sus chantajes, sus amenazas, sus estupros, sus pederastas, sus mantras alucinógenos, con sus líos de sotanas. La banda del Bene ha llegado.

Los representantes del pueblo se cambian la gorra de lo público por la de lo privado, por la de la rancia e incomprensible tradición. Iglesia y estado van de la mano una vez más, nunca se soltaron, aunque diga lo contrario la carta magna más pisoteada de la historia.

La desvergüenza llega más lejos, muchos dicen que la visita deja un negocio mucho mayor que el gasto público en el que se incurre, lo que no explican es que el negocio que deja es PRIVADO.

Dicen que su corazón está pensando en nosotros, pero no dicen que su mano está pensando en nuestros bolsillos. Es como un carterista con compinche, uno distrae con la fe y el otro le da al guiri con el dos 1.

La secta envía a su líder a evangelizar y convertir infieles para la causa. Supongo que han visto llegado el momento de equilibrarse peligrosamente el número de personas que pagan su diezmo conformes y el de las que lo hacemos completamente disconformes. Porque como cobrarlo, lo van a cobrar igual, el problema es que algún día se les acaben los ingresos por ese impuesto revolucionario. Es pues, obligación de los laicos sacar de su perniciosa y agresiva obnubilación a los católicos.

Sería demasiado fácil recurrir al más que suficiente argumento de la pederastia como forma de vida de algunos miembros de la Iglesia, o incluso al argumento de papel protector de las instancias superiores de la secta para con tan desgraciados delincuentes. Creo que se hace urgente la comercialización de monaguillos hinchables, para que los párrocos más necesitados no echen mano de los niños y niñas que tan inocentemente son expuestos por sus progenitores a las garras de estos delincuentes tan habituales. Quieran o no los católicos, la Iglesia se ha convertido en un paraíso moral para delincuentes morales. Sería demasiado fácil, pero aún así, los católicos seguirán ciegos ante tantos atropellos a la persona.

Sería demasiado fácil recurrir al más que suficiente argumento de la villanía de su bíblico, cruel y sanguinario dios, que amenaza, destierra, castiga, azota y manda plagas a todo aquel que no le siga, o incluso solo se haya desviado mínimamente de su camino. Sería demasiado fácil, pero aún así, los católicos seguirán ciegos ante tanta literatura fantástica.

Sería demasiado fácil recurrir al más que suficiente argumento de la tiranía de su dios, al permitir la existencia simultánea en este mundo, de miles de millones de personas acosadas cada segundo de sus vidas por el hambre, la miseria y la enfermedad, con personas inmisericorde y desvergonzadamente ricas; mientras se predica el amor a los pobres. Los pobres no necesitan amor, ni rezos ni oraciones, necesitan comer. Y todos los días.

A la vista de todo esto, está claro que antes entra un rico por el ojo del vaticano que un católico en razón.

Los historiadores del futuro tendrán un verdadero problema para entender la tozudez del católico, ya que todo lo que le lleva a seguir siéndolo está a salvo gracias al secreto de confusión. Nadie sabe por qué lo sigue siendo, nadie sabe por qué es tan confuso su pensamiento. Es algo que durante milenios han guardado en secreto los responsables de esta peligrosa secta.

La evolución cultural del ser humano reclama a gritos dejar atrás cualquier creencia sobrenatural, como reclamó en su día relegar la magia a la torpeza del observador, llamando ciencia a aquellos trucos de magia (todos) que pueden ser explicados racionalmente.

Por estos y por otros muchos motivos, queda claro que la Iglesia Católica es absolutamente incompatible con la libertad individual, que es la máxima y la mínima de todo ser humano.

Pido a los medios de comunicación que no den tanta cobertura al engaño, a la patraña y al negocio de unos pocos a costa de todos los demás. Pido a los medios de comunicación que tengan un poco de vergüenza y se limiten a informar de su visita tal y como lo harían con el líder de cualquier otra secta, tal y como lo harían con el jefe de estado del estado más pequeño del mundo, tal y como lo harían con el jefe del estado más rancio, dictador e hipócrita del mundo.

Puede que solo sea una impresión mía pero creo que, por desgracia y de momento, a los laicos solo nos queda una opción, en contraposición a la principal característica mágica de su supervillano dios, solo nos queda estar Omniausentes.

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1 La expresión «dar al guiri con el dos» equivale a decir «abordar al descuido el bolsillo del extranjero con los dedos índice y corazón de la misma mano para extraerle la billetera».

Enlace al original: http://impresionesmias.com/2010/11/06/secreto-de-confusion/