Brasil no es un país homogéneo donde una elección nacional pueda describirse en unas pocas pinceladas que abarquen los aspectos fundamentales. Es un modelo del desarrollo desigual y combinado del capitalismo actual, con la máxima expresión de contradicciones sociales y políticas. A lo que se agrega que se ha transformado intensamente en el último decenio. […]
Brasil no es un país homogéneo donde una elección nacional pueda describirse en unas pocas pinceladas que abarquen los aspectos fundamentales. Es un modelo del desarrollo desigual y combinado del capitalismo actual, con la máxima expresión de contradicciones sociales y políticas. A lo que se agrega que se ha transformado intensamente en el último decenio.
Una amplia y variada industria automotriz robotizada con la mayor productividad del capitalismo global, pasando por una avanzada producción aeronáutica con algunos liderazgos técnicos, y una compleja y extensa industria de extracción petrolera con tecnología propia exclusiva para la explotación marítima del pre-sal, conviven con la explotación del trabajo en las peores condiciones esclavistas en los latifundios de los estados de Para, Alagoas, Acre o Pernambuco o la ultra explotación en los talleres clandestinos de confección en São Paulo o Rio de Janeiro.
Y en muchos casos, esta convivencia de procesos de alta tecnología con producción basada en la explotación forzada de mano de obra intensiva, se da en la elaboración de una misma mercancía. Como es el caso de la cadena productiva del algodón: en la cosecha de la materia prima se explota trabajo esclavo e infantil en Mato Grosso, Goiás y Mato Grosso do Sul; la producción de hilo y de tejido de algodón, se hace con maquinaria moderna computarizada en Santa Catarina y otros estados; y la confección de camisetas u otras prendas se realiza tercerizada o sub-tercerizada para transnacionales como Zara y C&A en talleres esclavistas con inmigrantes bolivianas.
El desarrollo capitalista heterogéneo del país y la propiedad de la tierra, ha conducido a una enorme desigualdad económica y social que se expresa en ser la séptima economía mundial ocupando el lugar 79 entre todos los países de acuerdo a su índice de desarrollo humano.
Hasta ahora domina el país una élite política obsoleta que representa tanto a oligarquías latifundistas apropiadas de grandes extensiones de tierras fiscales o indígenas produciendo commodities, junto a una nueva burguesía desarrollada en los procesos de privatización de servicios públicos impuestos por los gobiernos socialdemócratas en las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado; y grandes empresarios de la banca, construcción, minería, frigoríficos, agroindustrias, etc. robustecidos por los planes económicos del «lulismo» y la penetración sub-imperialista en países latinoamericanos y africanos impulsada por los gobiernos petistas. Y, por supuesto, todo eso se combina con variedad de transnacionales imperialistas que actúan como un gran hermano sobre el teatro de sombras chinas del Congreso. Es un sistema político patrimonialista que solo busca el enriquecimiento y seguir perpetuándose. Sistema que en los últimos años se encuentra enfrentado a una variedad de movimientos contestatarios que lo cuestionan y lo amenazan cada vez con más fuerza.
Brasil, por encima de esa apariencia de varios países diferentes superpuestos, expresa con su resultado electoral en primer turno, tanto la complejidad de su estructura económica-politica-social, como algunas tendencias preocupantes y otras favorables para el futuro inmediato de su población tratando de superar la desigualdad.
La primera vuelta eliminó a una candidata sin partido y con cierto pasado «ambientalista», que el capital financiero, las grandes transnacionales, el empresariado, y los grandes medios consideraron posible de manipular e introducir en la contienda creando falsas expectativas entre los movimientos sociales críticos de los gobiernos petistas. La maniobra no tuvo éxito por la propia intervención de dichos movimientos que rechazaron la jugarreta.
Ahora la presidencia se disputa sin cortinas de humo entre Dilma Rousseff, la candidata tecnócrata y con poca sensibilidad social de la estrategia «lulista», y Aécio Neves, representante, de la cúpula financiera internacional que conspira contra los pueblos bajo el apodo de «Grupo de los 30».
Marina, malas compañías
Un periodista analizando la campaña electoral de Marina previó que la condena mediática dirigida a la candidata evangélica, por el pastor Silas Malafaia contra cualquier reconocimiento de derechos a los homosexuales y la inmediata corrección de su programa, podía actuar como el beso de la muerte para su campaña. Por mi parte, coincidiendo con esta reflexión agregó que, la primera candidata presidencial negra que ha tenido Brasil, recibió dos besos de la muerte, uno en cada mejilla. En la mejilla izquierda acogió los labios de los pastores del odio y sus prédicas fundamentalistas medievales. Y en el pómulo derecho quedó impreso el afecto de la Neca Setúbal -mayor accionista de Itau-Unibanco- en nombre del capital financiero. Es a partir de esas dos opciones contrarias a las demandas actuales de la sociedad brasileña, que su campaña desbarrancó sin alternativa.
Con su subordinación política a los fanáticos religiosos se enfrentó a todos los movimientos feministas del país, que en estos últimos años se han desarrollado en forma intensa y tienen mucha presencia en los medios y las redes de Internet. Vienen de dar una gran batalla fallida en el Congreso brasileño contra la bancada evangélica y su adhesión a la criminalización del aborto. Pero lejos de considerarlo una derrota definitiva, han activado su movilización y reforzado su conciencia a favor de una reforma política que impida la elección de diputados religiosos retrógrados apoyados en los fáciles dineros de las iglesias/empresas.
Esta alianza con los exaltados intérpretes de la biblia le quitó cualquier apoyo de los múltiples movimientos que se reivindican de la comunidad GLBT, que aunque no se hayan contabilizado estrictamente se consideran no menos del 10% de la población en todos los países. La campaña evangélica en contra de criminalizar la homofobia y responsabilizando a las víctimas de los crímenes contra homosexuales, ha logrado un repudio terminante no solo de los perjudicados directos sino de todos aquellos que defienden la plena libertad afectiva y sexual de los ciudadanos adultos.
Para completar este pésimo legado de los pastores fanáticos a la campaña de Marina hay que agregar su rechazo a las religiones afro-brasileñas, tratándolas con desprecio de «sectas satánicas» y promoviendo su prohibición, cuando son un componente cultural y étnico imprescindible en un país que tiene más del 40% de la población de descendencia negra. Y además son un ejemplo de pacífica tolerancia que actúan entre los sectores más humildes y explotados de la población. Sin estar contaminados por los valores monetarios e imperialistas de sus detractores.
El nombramiento de la Neca Setubal como su coordinadora de campaña la identificó de inmediato con el capital financiero, algo que ya era obvio por la elección de su equipo económico y por la defensa de la «independencia del banco central», es decir su subordinación al capital financiero internacional, que heredó del siniestrado Eduardo Campos.
Por si faltaba algo para identificarla con el neoliberalismo más grosero contó con el apoyo del pastor Everaldo -líder de la bancada evangélica- y defensor de un programa ortodoxo de liberalismo económico clásico. Una consecuencia inevitable de sus estructuras de iglesias empresariales que transformó a sus líderes en millonarios devotos de las exigencias del mercantilismo y la acumulación de capital.
Con esos dos besos de muerte, su pérdida de apoyo estaba sellada. Y explica de cómo fue cayendo sin remedio desde casi un 50% de los «votos útiles» hasta el final 21% que obtuvo. Es una suerte que ese haya sido el resultado de una campaña que combinó fundamentalismo religioso y neoliberal con tanta perfección. Pero su caída también abrió paso al candidato del Partido Social Demócrata Brasileño, neoliberal y abiertamente pro imperialista, sin lugar a dudas la peor amenaza que hoy enfrenta el pueblo brasileño.
Aécio Neves, un gol en los descuentos
Los resultados electorales del PSDB lejos están de significar la derrota del neoliberalismo en Brasil, pero quizá indiquen la no vigencia de ese neoliberalismo ortodoxo de Wall Street del los 80′ y 90′, que ellos representan. Todo hace pensar que en Brasil ya no es fácil engañar a los ciudadanos con las bondades de las privatizaciones.
Pero Aécio Neves no se ha presentado como el ejecutor de una nueva etapa neoliberal. Trata de desdibujarse como candidato evidente de los intereses del capital financiero internacional y aún así creció en su postrer desempeño.
El destaque central de su campaña fue el triunfo en São Paulo donde Alckmin se impuso para gobernador por otros 4 años y Serra obtuvo el cargo de senador paulista que se disputaba en esta elección. Ambos con una votación aplastante del interior del Estado y de los barrios más ricos de la capital. Jardim Paulista, por ejemplo, les dio el 75% de los votos. Es importante destacar que el triunfo de Serra sobre Suplicy (PT) es consecuencia más que todo de la actuación opaca y deslucida del candidato del PT en el senado, que no tuvo ninguna presencia política de interés en los últimos años.
A pesar de su destacado triunfo en São Paulo y su mayoría de votos en 10 estados (3 del Sur, 4 del Oeste, más Espiritu Santo (Este) y Rorarima (Norte), el PSDB perdió votos en 16 estados. Pero la derrota más importante que sufrió fue en su estado cautivo de Minas Geraes. Allí el candidato a gobernador Pimentel (PT) accedió al cargo en el primer turno con casi 53% de los votos, desplazando al PSDB que gobernaba este segundo colegio electoral de Brasil, desde hace 12 años.
De cualquier forma el ascenso de la votación de Aécio Neves desde su situación anclada en un 19% de las intenciones de votos hasta dos semanas antes de la elección, frente a un 34% alcanzado el domingo 05/10, fue una hazaña que plantea las dificultades que encontrará el PT para derrotarlo. La explicación de ese meteórico repunte está en el vuelco a su favor en las dos semanas últimas de la campaña, de los principales apoyadores de Marina Silva. Los grandes medios, las encuestadoras, los bancos y la mayoría empresarial, cuando vio que su candidata offsider ya no engañaba a nadie, la abandonó a su azar. Y va a apoyar con todas sus fuerzas a Aécio Neves en la disputa de la presidencia.
Arminio Fraga: un futuro de purga G30
La campaña electoral para el segundo turno, no va a estar desdibujada por la multiplicidad de candidatos presidenciales que hubo para el 5 de octubre. Es un enfrentamiento del PT y su candidata, con sus debilidades, contradicciones y deplorable actuación en el último gobierno y Neves representante de lo más decantado del neoliberalismo ortodoxo.
Comencemos por el programa del ministro de economía que Aécio pretende imponer al país. El personaje a que nos referimos es Arminio Fraga, ex-presidente del banco central brasileño bajo el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, ex director gerente financiero con George Soros, con quién co-fundó su propio fondo de cobertura Gavea Investimentos antes de venderlo a JP Morgan. Y sobre todo miembro destacado del Grupo de los Treinta (G30), el búnker del capital financiero internacional instaurado en 1978 por la Fundación Rockefeller y presidido por Paul Volcker desde sus inicios, para impulsar el neoliberalismo a nivel global.
Fraga respondiendo a una entrevista del Financial Times /1 y declaró que aboga por un retorno de Brasil a la ortodoxia económica. Cuando un miembro del G30 habla de ortodoxia económica ya sabemos de qué se trata. Y explica en algunas pinceladas como haría ese vuelco. En primer término con un ajuste fiscal para reducir en forma drástica la inflación; comprimir a la vez el sector público -que por principio caracteriza de ineficiente- atacando el 80% de su extensión (sin mencionar las tan desprestigiadas privatizaciones que están implícitas en el esquema). Al mismo tiempo reformaría el sistema tributario para sustentarlo en un único impuesto al valor agregado, esto es al consumo de la población. A la vez que liberaría de impuestos a las exportaciones y las inversiones, en especial a la inversión en infraestructura. Y seguro tiene otros subsidios al capital en mente que no es necesario publicitar antes de tiempo.
Pero sus mayores preocupaciones están dirigidas al papel de Petrobras, que para él se ha convertido en «demasiado grande» sobre todo para los intereses de las petroleras transnacionales. Al mismo tiempo que plantea una cirugía reductora para el BNDES y la banca estatal que no dejan espacio a la banca privada. Un programa completo con el sello G30 contra la mayoría de la población y la soberanía nacional.
El programa de Neves/Fraga es un proyecto económico-social que puede ser enfrentado y derrotado, en una campaña electoral navegando a favor de los intereses de los trabajadores y los nuevos movimientos sociales que crecen y se desarrollan en Brasil en los últimos cuatro años. A pesar de la insitucionalización de los sindicatos y centrales sindicales bajo el «petismo», existe en el país un nuevo movimiento de masas y una nueva vanguardia que ha dado, y todo indica que seguirá dando, grandes batallas. Entre sus acometidas victoriosas debe contarse una recuperación significativa del salario en múltiples conflictos y el planteo y la obtención de nuevas conquistas en términos de derechos y libertades. Brasil está en una situación social que supone una destacada renovación del pensamiento de transformación profunda en el país. Y esto no es producto de la militancia de la izquierda institucionalizada, o los antiguos organismos sociales burocratizados.
Dilma y su desempeño electoral
El primer lugar que ocupó la candidatura de Dilma Rousseff el pasado domingo, no es producto de sus aciertos gubernamentales de los últimos 4 años. Más bien es un resultado obtenido a pesar de su pésimo gobierno. No olvidemos que la presidente Dilma es responsable de la peor paralización de la reforma agraria en el país; de la suspensión total de los procesos de adjudicación de tierras indígenas; de las mayores claudicaciones ante el agro-negocio y los ruralistas, que han provocado un aumento significativo de las muertes de trabajadores, campesinos, agricultores familiares, quilombolas e indígenas en las áreas rurales; del impulso descontrolado a las hidroeléctricas en reservas naturales y tierras de pueblos originarios; de la promoción con los planes de desarrollo de la infraestructura y los mega eventos deportivos de corporaciones predatorias de la construcción que impusieron contra-reformas urbanas en las principales ciudades del país. Y como consecuencia de esto último y en defensa de la copa mundial de futbol, dio un impulso nefasto al armamento y la impunidad de la policía militar que desató represión y criminalización de las protestas. A lo que se suma aliados como Cabral en Rio de Janeiro, responsable con el «gatillo fácil» de sus PM de un genocidio de jóvenes negros y decenas de miles de desapariciones forzosas.
Y con estas graves medidas gubernamentales que mencionamos no estamos abarcando todas las críticas posibles a la presidencia de Dilma y su subordinación al llamado «pemedebismo», es decir sus espurias alianzas parlamentarias con el PMDB, un mega partido cuya función es garantizar la gobernabilidad y representa burguesías y oligarquías estaduales sin ningún programa específico, más allá de defender siempre los intereses del capitalismo.
Era difícil entonces con esos antecedentes encarar la campaña a favor de la reelección de Dilma Rousseff. Pero su orientación inicial tuvo un vuelco para evitar el repudio de los electores que la condujeron a la presidencia en 2010 y estaban escaldados con su actuación. El primer debate televisivo de la campaña contó, con mayoría de candidatos que pretendían presentarse como potables para el empresariado y las élites económicas, más que con propuestas que alentaran las necesidades populares. La posición de Dilma no se diferenciaba de su obsecuente discurso en Davos en enero de 2014, cuando declaró su acatamiento riguroso a los preceptos centrales del Consenso de Washington.
Fue a partir de la intervención de Lula en la campaña electoral del PT que hubo un golpe de timón. El «olfato» del ex dirigente sindical y líder del PT le indicó que con esa imagen Dilma no iba a avanzar e imprimió un viraje «izquierdista» que de inmediato empezó a dar resultados. Dilma comenzó a mejorar en las encuestas, mientras sus oponentes empeoraban (Marina) o no avanzaban (Aécio). Es obvio que esto no implicaba un nuevo compromiso con su electorado, ni la adopción de un programa más radical para un segundo mandato. No era más que demagogia. Pero para la candidatura Dilma tuvo consecuencias positivas. Y quizá las principales fueron reintegrar a la campaña a las «corrientes de izquierda del PT» -de alguna forma hay que llamarlas- que se mantenían descontentas al margen. Y abrir expectativas en los electores de una renovación programática afín con sus aspiraciones, en un posible nuevo gobierno del PT.
Igual su desempeño electoral comparado a las tres campañas anteriores del PT es indicador de obvia decadencia. Además del fracaso total en Sao Paulo, quedó en tercer lugar en Río, después de Marina y Aécio. Conquistó 15 estados y creció en 11 de ellos donde obtuvo más del 50% de los votos válidos. De éstos, 7 pertenecen al nordeste. Ese último es un dato muy interesante: al contrario de lo que algunos analistas preveían, el PT no pierde votos entre esos 40 millones de ciudadanos que el «lulismo» integró al mercado por medio de sus planes asistencialistas (Bolsa Familia, etc.) y que pertenecen mayoritariamente a esa región. Y el PSDB no logró entrar en ese reducto petista. Como contrapartida fue derrotado por el PSDB en el ABC paulista un territorio obrero automotriz y metalúrgico, inicial punto de partida y cantera de captación de trabajadores por el PT en los 80′.
Pautas para después de la elección presidencial
El segundo turno enfrenta a una Dilma que ganó la contienda (con 41,59% de los votos) pero fragilizada por un resultado que era menos de lo esperado y superando a Aécio (con el 33,55%) por solo un 8%. Con la seguridad de que Marina va a llamar a votar al candidato del PSDB. Y que el empuje final de Neves quizá continúe en esta nueva etapa. Va a ser una campaña muy difícil para el PT y con muchas posibilidades de cometer errores. Sobre todo por una candidata que hizo en varios aspectos un pésimo gobierno para los movimientos populares que elevaron al PT al gobierno del país.
Por su parte Aécio, además de su núcleo duro de empresarios, banqueros, grandes medios, rentistas que lucran con la deuda pública, y la clase media de profesionales y tecnócratas de la administración de empresas privadas, ha obtenido un apoyo de masas liderado por una clase media asalariada, como consecuencia de la fuerte competencia por empleos de hasta tres salarios mínimos mensuales (R$ 2.172 o U$S 918) y por su declinación como demandante de servicios de bajo costo (trabajo doméstico, jardinero, etc.). A la vez que la escasa generación de puestos de trabajo de más alta remuneración durante el «lulismo», les ha puesto un techo que se expresa, por ejemplo, en su disconformidad en las redes sociales de Internet y su concurrencia a las movilizaciones de 2013 como opositora al gobierno /2 . Como ya lo hemos remarcado en artículos anteriores.
Cualquiera sea el resultado entre Dilma y Aécio, quizá lo principal sea poner todas las expectativas y los esfuerzos en seguir sustentando los múltiples movimientos sociales de trabajadores, étnicos, de género, ambientalistas, de impulso a nuevas libertades y derechos democráticos, de las luchas por un transporte urbano sin «catracas», de la defensa de las reservas indígenas y quilombolas, de la reforma agraria y las ocupaciones de tierras, así como las expropiaciones de tierras urbanas para vivienda, la defensa de la salud pública y el SUS, el fortalecimiento y la extensión de la enseñanza pública en todos los niveles y en especial con cuotas para las minorías segregadas, el enfrentamiento a la represión policial y la criminalización de la protestas, la condena a una justicia que protege las grandes fortunas y el racismo institucional y encarcela guiada principalmente por el color de la piel o los pobres recursos de los discriminados.
Hay variados y amplios movimientos que representan a todos estos sectores que se han movilizado con decisión durante el gobierno Dilma. Es bueno recordar por lo menos algunos de ellos, para saber con qué fuerzas se cuenta tanto sea para enfrentar el renacimiento neoliberal de Neves, como para impedir la peligrosa estrategia «petista» para un próximo decenio /3 .
El nuevo proletariado que volvió a votar por el PT en el nordeste y que accedió al mercado capitalista por los planes asistencialistas del «lulismo» ha cumplido un rol protagónico en las la lucha de clases. Se fundamenta, principalmente en la expansión del sector servicios y construcción, tiene un perfil distinto que la vieja clase obrera industrial. Es un proletariado que se viene generando desde el empuje neoliberal conducido por el social demócrata Fernando Henrique Cardoso (FHC) (1995-2002). Sus planes de ajuste estructural se basaron principalmente en las fraudulentas privatizaciones e impulsaron nuevas empresas privadas de servicio en salud, transporte, seguridad, limpieza, alimentación, etc. Al acceder al gobierno, el PT no desprivatizó la economía sino que continuó con ese proceso por medio de concesiones, licitaciones, tercerizaciones. Los programas de aceleración del crecimiento (PAC I y II) que tenían como objetivo modernizar la infraestructura nacional y los planes de vivienda popular (3 etapas de «Minha casa, minha vida») impulsaron con fuerza la construcción y abrieron también nuevos puestos de trabajo para ese reciente proletariado. Lo mismo pasó con el impulso a los mega eventos deportivos y atléticos.
Fue ese proletariado, que recibe remuneraciones por debajo de dos salarios mínimos (R$ 1.448) el que más se movilizó y el que impuso sucesivos aumentos del salario en los últimos años. Son ellos quienes desplegaron importantes luchas contra las corporaciones de la construcción, en obras públicas y en hidroeléctricas e innumerables conflictos salariales en medianas y pequeñas empresas, como en el sector público. Antes del 2012 ya hubo huelgas organizadas y realizadas en rebeldía con los sindicatos oficiales: en Belo Monte y las usinas del Río Madeira, el Complejo Petroquímico de Rio de Janeiro (Comperj) y el Complejo del Suape en Pernambuco. Son también los trabajadores que sufren más la alta rotatividad, precarización, fragmentación y menor presencia en un centro de trabajo fijo. Lo que dificulta su organización y mejoras en la calificación profesional. A lo que se suma ser mal acogidos por los sindicatos y centrales tradicionales institucionalizadas. Superando las dificultades con combatividad.
«Junio de 2013 marca un cambio radical en la coyuntura política. Millones descubrieron el camino de las calles, de las movilizaciones y auto-movilizaciones y de las demandas. A partir de allí hubo un cruzamiento entre los trabajadores y los movimientos sociales urbanos, en especial por tierras y vivienda. Hay también un aumento del activismo social que confluye con la auto-movilización sindical y el resurgimiento de un movimiento social urbano. Todo esto provoca un sentimiento social de indignación, huelgas, protestas y desafíos a los gobiernos y empresas» /4.
Y esto no se trataba de un descontento contra el neoliberalismo del PSDB sino con el rumbo que había tomado el gobierno Dilma y sus aliados burgueses en el Congreso. Es en ese momento que se destaca el Movimiento por el Pase Libre (MPL) que se opone a un transporte público urbano privatizado y que actúa de estopín de las protestas. Y es allí también que se gesta un movimiento que moviliza sin dificultad decenas de miles: el de los Trabajadores sin Techo (MTST), que va a realizar grandes ocupaciones de tierras y lograr reconocimiento en el Plano Director de la ciudad de São Paulo al obligar a la prefectura a reconocer las ocupaciones de los sin techo y darles el carácter de Zonas Especiales de Interés Social (ZEIS).
Las mayores movilizaciones de 2013 se realizaron en Rio de Janeiro y São Paulo pero se extendieron por todas las capitales y grandes ciudades estatales. Y activaron el poder contestatario de innumerables organizaciones sociales anti-racismo, feministas, de homosexuales, ambientalistas, por vivienda, y servicios sociales imprescindibles y contra los guetos de explotación e exclusión de las favelas administrados por Unidades de Policía de Pacificación integradas por las PMs y sus grupos de choque, en alianza con las milicias para-policiales. Cuando no fue la fuerza nacional o el mismo ejército que ocupa Haití, el que irrumpe en los territorios de la pobreza y el abandono del estado, para ahogar protestas.
Pero existen también otros movimientos que la estrategia del PT para el próximo, decenio excluye de sus proyectos. Como son el MST, los indígenas y quilombolas, agricultores familiares, trabajadores rurales y campesinos que se oponen al agro-negocio, el primer puntal que el programa «lulista» reivindica para su próximo gobierno. Todos ellos han debido movilizarse no sólo por sus derechos a la tierra, sino también contra las amenazas a su vida.
Ese complejísimo sistema de innumerables movimientos sociales con intereses diversos -y quizá en algunos casos hasta enfrentados- no tiene un ámbito común de intercambio de ideas y una conducción colegiada legítima que los reúna y los represente. Es algo que la reforma política puede ayudar a resolver más allá del sistema electoral. Sobre todo porque sin un movimiento que los unifique en su diversidad va a haber muchas marchas y contramarchas y va a ser difícil, tanto enfrentar con éxito a un gobierno del meollo del capital financiero internacional, como superar las impotencias y concesiones que el PT ha mostrado ante el capitalismo con su integración a la institucionalidad.
Notas
1/ Joe Leahy in Sao Paulo Arminio Fraga offers Brazil an orthodox path Financial Times 17 09 2014 http://www.ft.com/cms/s/0/5982c43c-3e5e-11e4-b7fc-00144feabdc0.html
2/ Marcio Pochmann ‘Medianização’ ou polarização. O que muda no cenário social? O conjunto de manifestações e conflitos em curso desde o ano passado abriu um novo ciclo de debates acerca da atual conformação da sociedade brasileira Rede Brasil Atual 04 07 2014. Marcio Pochmann es profesor del Instituto de Economia y pesquisador del Centro de Estudos Sindicais e de Economia do Trabalho, ambos de la Universidade Estadual de Campinas. http://www.redebrasilatual.com.br/blogs/blog-na-rede/2014/07/2018medianizacao2019-ou-polarizacao-o-que-muda-no-cenario-social-8628.html
3/ Ver Brasil: la estrategia del lulismo para el próximo decenio JLB 16 07 2014. «Los tres sectores elegidos para apuntalar un nuevo empuje del desarrollo brasileño son ‘la agropecuaria, el petróleo (centrando en el pre-sal) y la aeronáutica’ Los dos primeros se trata de una continuación de los planes que se vienen desarrollando y el tercero ya tiene un desarrollo importante que le ha permitido competir con aeronaves de 100 pasajeros en escala internacional, pero le ha faltado un apoyo económico más decidido del estado. http://www.rebelion.org/docs/187283.pdf
4/ Gabriel Brito y Valéria Nader Automobilização sindical e movimentos urbanos fortalecem ativismo social Correio da Cidadania 03 06 2014 Entrevista al sociólogo del trabajo Ruy Braga.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.