¿Como salir del dilema entre dejar que los bancos se hundan, con el riesgo de empeorar la crisis en detrimento de los asalariados, o salvarlos, siendo el costo de ese salvataje pagado por los propios asalariados? La única forma de evitar el dilema es una nacionalización integral de los bancos y de los seguros. No […]
¿Como salir del dilema entre dejar que los bancos se hundan, con el riesgo de empeorar la crisis en detrimento de los asalariados, o salvarlos, siendo el costo de ese salvataje pagado por los propios asalariados?
La única forma de evitar el dilema es una nacionalización integral de los bancos y de los seguros. No se trata de cubrir la coyuntura, sino de dar una respuesta coherente. Ellos hacen «nacionalizaciones», pero se limitan a tomar participaciones parciales del capital y concebidas como provisorias. Esas inyecciones de dinero público solo van a servir para acelerar las reestructuraciones y, al final de cuentas, para restablecer las ganancias de los bancos a costa de aquel que paga impuestos. Para realmente «abrir los libros de cuentas», consolidar los créditos cruzados, hacer la evaluación para evitar que se sobrevalúen títulos sin valor real, para impedir las fugas, es preciso colocar al conjunto de los bancos bajo control público.
«Regulación»: los arrepentidos de la liberalización repiten esta palabra cada vez mas. Pero las reglas van a ser eludidas, como siempre lo fueron, si no son impuestas de modo directo. Claro que es preciso apoyar medidas tales como la prohibición de los paraísos fiscales, pero no podemos tener confianza en las autoridades monetarias internacionales para regular las finanzas de un modo duradero.
Esa nacionalización debería llevar a la creación de una estructura financiera pública unificada, porque el crédito y los seguros deben ser considerados un servicio público. La crisis demostró que las finanzas privadas conducen a la catástrofe social. Además de eso, es preciso rehabilitar la idea de un crédito público, lo que implica la instauración de una gestión democrática que ponga el crédito al servicio de las prioridades sociales.
¿Puede dar detalles de su propuesta de «escudo social»?
Los trabajadores no son responsables por esta crisis que, por el contrario, pudo haberse provocado debido al desvío de riqueza a favor de los rentistas. Sería intolerable que los trabajadores pagasen los costos, solo para que las empresas puedan continuar pagando dividendos. La idea de «escudo social» es un medio de afirmar esa exigencia. Consiste en congelar los dividendos en el nivel actual y transferirlos a un fondo mutual. Esos montos podrían usarse, en proporciones a ser discutidas en un debate democrático, para mantener el fondo de las personas desempleadas y para el financiamiento de la Seguridad Social, de los presupuestos sociales y de los servicios públicos; la prohibición de los dividendos financiaría la prohibición de los despidos, tal como lo propusimos en el libro Supprimer les licenciements (Suprimir los despidos). Las sumas potencialmente afectadas son de 90 mil millones de euros: esto es el 5 % del PIB, o sea, exactamente la misma proporción que los 700 mil millones de dólares previstos por el plan Paulson en los Estados Unidos.
¿Como articular esas propuestas con una lucha a más largo plazo por los salarios?
Es preciso controlar tenazmente los rendimientos financieros, por un lado, recaudándolos directamente y por otro lado, aumentando los salarios.
En el corto plazo, es preciso dar importancia a la idea de indexar los salarios a los precios, para defender el poder adquisitivo. Es una medida de emergencia mínima. Podríamos concretarla, proponiendo suprimir las ayudas públicas a las empresas que no la cumpliesen. Esas ayudas públicas deben ser suprimidas en un plazo, pero la ventaja de ese dispositivo sería permitir un control de los propios asalariados sobre quien asumiese la tarea de evaluar el progreso del poder adquisitivo.
El período que está por iniciarse con la crisis, debe llevar a radicalizar las alternativas en torno de la noción de control sobre el modo de absorber los efectos de la crisis. Es preciso apoyarse en el sentimiento de injusticia frente a las medidas que tienen el único objetivo de preservar las ganancias de los responsables del desastre. Nacionalización y control responden a esa inquietud, y constituyen al mismo tiempo incursiones en la propiedad privada que pueden dar un contenido anticapitalista a la defensa inmediata contra los efectos de la crisis.
Traducción: Insurrectasypunto
Entrevista a Michel Husson, Nacionalización y Escudo Social (Nationalisation et bouclier social) Revista Rouge n°2270, octubre 2008