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Si hay oferta biotecnológica, para avanzar en el nuevo modelo Agrario Socioproductivo libre de agrotóxicos

Fuentes: Aporrea

En el país hay Oferta Biotecnológica, talento, conocimientos y voluntad para avanzar hacia la seguridad, soberanía agroalimentaria y garantizar el derecho universal a la alimentación. Esta meta involucra retos y desafíos socio políticos, técnicos-científicos, culturales y económicos, que se magnifican al asumirse procedimientos y métodos emergentes con mínimo impacto ambiental, que garanticen la calidad de […]

En el país hay Oferta Biotecnológica, talento, conocimientos y voluntad para avanzar hacia la seguridad, soberanía agroalimentaria y garantizar el derecho universal a la alimentación. Esta meta involucra retos y desafíos socio políticos, técnicos-científicos, culturales y económicos, que se magnifican al asumirse procedimientos y métodos emergentes con mínimo impacto ambiental, que garanticen la calidad de vida de la población rural y urbana, de productores (as) y consumidores (as). Significa cambios de paradigmas para revertir el modelo productivista, altamente consumidor de energía fósil y degradador ambiental, así lo expresan López et al. (2009) en documento: 

Tecnologías generadas por el INIA para contribuir al manejo integral de la fertilidad de los suelos venezolanos: De los fertilizantes inorgánicos y otras enmiendas al desarrollo de los biofertilizantes.

A mi juicio, el mayor reto es convencer a decisorios del estado, en cargos estratégicos que defienden la agroecología en el discurso, pero no en la praxis, en el ser y hacer. En la realidad no hay voluntad para apoyar y aceptar que como toda ciencia, la agroecología amerita permanente estudio, evaluación, inversión constante, desarrollo de indicadores sociales, ambientales y económicos, de métodos y procedimientos, de innovaciones, referenciales agroecológicos por localidad, sobre todo en nuestras condiciones de país tropical, impactado negativamente por el uso de tecnologías exógenas.

Aun nos falta mucho por explorar y conocer de nuestros agroecosistemas, de sus mecanismos de respuesta y autorregulación, se requiere inversión sistemática en ciencia y tecnología, educación, formación, comunicación, socialización de conocimientos. Se ha avanzado, pero no en la magnitud que deberíamos, comparto con ustedes un documento presentado en el XVIII Congreso Venezolano de la Ciencia del Suelo en marzo del 2009, en el cual se expone algunas de las estrategias del estado venezolano para avanzar en biotecnologías alternativas para la agricultura anhelada. Actualmente, los logros son mayores, pero aun con muchas limitaciones financieras.

Estrategias del Estado venezolano para consolidar el uso de biofertilizantes en la agricultura.

López Marisol; Belkis Rodríguez y Ángela Bolívar. Ministerio del Poder Popular Para la Agricultura y Tierras. Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA). Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral (INSAI).email: [email protected]

La agricultura representa el mayor tipo de utilización de la tierra y la principal causante de pérdida de la biodiversidad (FAO, 2004), atribuida al modelo de producción industrial de altos insumos, el cual ha ocasionado una ruptura de las relaciones entre la agricultura, cultura rural y entorno biofísico, cuyo efecto antropogénico desplaza los procesos biológicos de los ecosistemas (Altieri, 1990) e impacta negativamente sobre los recursos naturales y el ser humano en particular. La agricultura intensiva no considera el suelo y su biología (Fuentes Yague, 1993) y contribuye a tres causas principales de las emisiones del carbono a la atmosfera: la quema de combustibles fósiles, deforestación y oxidación del carbono del suelo (Houghton y Skole, 1995). Esta última es promovida por el exceso de labranza y aplicaciones de insumos, que contribuyen a la oxidación de la materia orgánica, subsecuente incremento de la erosión (Albalalejo et al., 2003) y posterior desertificación. Por otra parte, se ha demostrado que las entradas de nitrógeno y fósforo de la agricultura son las principales causas de alteración de la calidad de las agua de ríos (Vanni et al., 2001), siendo las altas concentraciones de nitratos en el agua la causa de la metahemoglobinemia o enfermedad del bebe azul, en la cual, los iones nitratos disminuyen la capacidad de la sangre para transportar oxigeno (Dykinga, 2004). Sin embargo, las necesidades de fertilizantes nitrogenados para cubrir la demanda de N en cereales, se estima para el año 2020, en 160 millones de toneladas (Dyson, 1996), lo cual resulta insostenible debido entre otros efectos al consumo energético (1.4 % de todo el combustible consumido) requerido para su producción (Bökman, 1997). El desarrollo de métodos de gestión agrícola que permitan armonizar la producción agraria, la conservación de los recursos naturales y el desarrollo rural es una necesidad urgente. En este sentido, la agroecológica, considera el conocimiento de los elementos y procesos que regulan el funcionamiento de los agroecosistemas y establece las bases científicas para una gestión eficaz, en armonía con el ambiente, proponiendo diseño de modelos agrarios, socialmente sensibles, centrados tanto en la producción, como, en la estabilidad ecológica de los agroecosistemas, siendo los bioinsumos claves para garantizar la sustentabilidad agrícola.

Entre las estrategias del Estado venezolano para consolidar el uso de bioinsumos en la agricultura se encuentran: 1) Rango constitucional a la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral (Art 305, CRBV-1999). 2) Promulgación de un conjunto de leyes conducentes a facilitar los procesos agroecológicos, tales como la Ley de Salud Agrícola Integral, en la cual, se otorga valor a la protección de la diversidad biológica, a la promoción y aprovechamiento racional y sustentable de los recursos hidrobiológicos, los cuales son claves en procesos y funciones esenciales para la integridad y productividad de los sistemas agrícolas locales. 3) Implementación de una plataforma biotecnológica conformada por una RED de 24 laboratorios de producción semi-industrial de bioinsumos: trece (13) para biocontroladores de plagas y enfermedades y once (11) de biofertilizantes, para beneficiar una superficie aproximada de 500.000 ha/año (25 % del área agrícola nacional), así como, un Centro Nacional de Producción de Bioinsumos y fortalecimiento de laboratorios de investigación. 4) Simultáneamente, se activan programas de formación-educación basados en el constructivismo y el humanismo, a través de cursos conducentes y no conducentes a grado, intercambio de saberes que conllevan a aprender, desaprender y reaprender conceptual y filosóficamente los modelos socioproductivos emergentes, donde el conocimiento técnico – científico se complemente con los saberes locales-ancestrales para impulsar el desarrollo endógeno y mejorar la calidad de vida de la población.

El INIA en cooperación con el INSAI, NUDES, Fundos zamoranos, cooperativas agrícolas, instituciones nacionales e internacionales, adelanta procesos de investigación e innovación dirigidas a consolidar la plataforma biotecnológica y contribuir a la sustentabilidad agroecológica, el desarrollo rural integral, la seguridad y soberanía agroalimentaria, específicamente a través del proyecto Innovación Tecnológica en Biofertilizantes para Agrosistemas Venezolanos Sustentables que se conduce en cooperación con la República de Cuba, avanzándose en líneas de investigación dirigidas a la adecuación de las herramientas utilizadas en los laboratorios de servicio de análisis de suelo, con fines de recomendación de fertilizantes, desarrollo de la oferta biotecnológica para responder a la diversidad de agroecosistemas venezolanos, revisión de los conceptos y principios para valorar los componentes químicos, físicos y biológicos del suelo y propender a un enfoque integral de la fertilidad, así como, en los tipos de insumos utilizados (orgánicos, inorgánicos y biológicos).

En el marco de este proyecto de investigación se han realizado aislamientos, evaluaciones y selección de microorganismos nativos (simbiontes y asociativos), provenientes de diferentes agroecosistemas del país. Este trabajo se inició sobre la base de proyectos anteriores coordinados por diferentes equipos de investigación en el INIA, partiendo de un banco de 47 cepas de rizobios (Phaseolus vulgaris, Vigna unguiculata, Glycine max, Centrocema, Desmodium y Stylosantes ) y 16 de Azolla anabaena. En los últimos 2 años, han ingresado al cepario del INIA-CENIAP, 6 cepas de rizobios de leguminosas de grano comestibles, 30 para forrajeras y 274 microorganismos asociativos provenientes de diferentes condiciones agroecológicas del país. Las cepas FNVL evaluadas pueden aportar al agrosistema entre 40 y 50 Kg/ha de N atmosférico, las cepas SF, pudieran contribuir hasta con un 70 % de los requerimientos de fósforo de los cultivos de interés socioproductivo y las cepas de Rhizobium pueden aportar a las leguminosas de grano comestibles y forrajeras desde 50 al 100 % del nitrógeno requerido para estas especies-dependiendo de las condiciones agroecológicas y de fertilidad inicial del agrosistema. Estas biotecnologías permitirán reducir significativamente las aplicaciones de fertilizantes de origen industriales (nitrogenados y fosfáticos), contribuyendo a reducir los riesgos ambientales, costos energéticos y socioproductivos. Dichas cepas se encuentran en diferentes fases de evaluación y caracterización.

Las cepas de vida libre están conformadas por bacterias fijadoras de nitrógeno atmosférico (FNVL) y solubilizadoras de fósforo (SF) y las simbióticas por Rhizobium (Rh) y Bradyrrhizobium (BRh), evaluadas en leguminosas de interés alimenticio (frijol, caraota, quinchoncho y soya), en cereales (maíz y sorgo), hortalizas (tomate, pimentón, cebolla) y papa. Las mejores cepas de Rhizobium, Bradyrrhizobium, Azotobacter y Bacillus megatherium son utilizadas para las cuatro líneas de biofertilizantes que actualmente se producen en los laboratorios semindustriales adscritos al INSAI, ubicados en Mérida, Táchira, Trujillo, Guárico, Portuguesa, Cojedes y Centro Genético Socialista Florentino (CGSF). Además, se evalúan sustratos (cascarilla de arroz, cachaza, turba y gallinaza) y medios de cultivos para en el futuro escalar en el proceso de producción de biofertilizantes sólidos. En los INIAs -Falcón y Lara conjuntamente con cooperativas y comunidades agrícolas y el acompañamiento técnico científico de investigadores adscritos al INIA-CENIAP, USR-IDECYTE, UCV-Ciencias y la UCLA, se adelanta investigación con cepas de vida libre y producción artesanal de micorrizas nativas. Simultáneamente, se evalúan prácticas de manejo con principios agro ecológicos en diferentes condiciones edafoclimáticas con la finalidad generar tecnologías alternativas para promover la sustentabilidad de agroecosistemas venezolanos, de los cuales se han obtenido y evaluado cepas con potencial para bioferilizantes micorrízicos (Toro et al., 2008), fijadores de nitrógeno simbióticos (España et al., 2006 ) solubilizadores de fósforo y fijadores de nitrógeno de vida libre (López et al., 2008), avanzándose en la selección de indicadores de sustentabilidad locales (Torres et al., 2005, López et al., 2006), los cuales permitirán predecir los impactos ecológicos, económicos y sociales de las prácticas alternativas al contrastarse con las convencionales.

Nota: Este trabajo fue presentado en XVIII Congreso Venezolano de la Ciencia del Suelo, en el marco del simposio: Biofertilizantes ventajas y riesgos, realizado en Santa Bárbara del Zulia, del 09 al 13 de marzo del 2009.

Bibliografía

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Fuente: http://aporrea.org/actualidad/a110055.html