La Memoria y la historia son dos elementos que funcionan radicalmente diferentes, aun cuando es evidente que ambas tienen relaciones muy íntimas y que la historia tiene como base la memoria. La memoria es el recuerdo de un pasado vivido o imaginado. De esta manera, la memoria siempre es conducida por seres humanos que experimentaron […]
La Memoria y la historia son dos elementos que funcionan radicalmente diferentes, aun cuando es evidente que ambas tienen relaciones muy íntimas y que la historia tiene como base la memoria. La memoria es el recuerdo de un pasado vivido o imaginado. De esta manera, la memoria siempre es conducida por seres humanos que experimentaron los hechos o creen haberlo hecho. La memoria, por naturaleza, es afectiva, emotiva, abierta a todas las transformaciones, inconsciente de sus sucesivas transformaciones, vulnerable a toda manipulación, susceptible de permanecer latente durante largos períodos y de bruscos despertares. La memoria es siempre un fenómeno colectivo, aunque sea psicológicamente vivida como individual. Por otro lado, la historia es la construcción de diversos problemas que muchas veces se torna incompleta de aquello que ha dejado de existir, pero que dejó rastros. Partiendo de esos rastros, desordenados, el historiador trata de reconstituir lo que pudo pasar y, sobre todo, integrar esos hechos en un conjunto explicativo. Por otro lado, la memoria depende en gran parte de lo mágico y sólo acepta las informaciones que le convienen y la historia, por el contrario, es una operación meramente reconstructiva, que exige un análisis y un discurso crítico. La historia permanece; la memoria va demasiado rápido. La historia reúne; la memoria divide.
De esta manera podemos confirmar que los pueblos tienen memoria y tienen una historia. Los pueblos son la expresión genuina de un pasado que se convierte en memoria colectiva con el pasar de los tiempos. La historia si de algo ha de servir, es para acercar a la gente a su propias realidades sociales y no a la memoria oficial que subyuga y cercena el pasado, fragmentándola y destacando lo que les conviene o es necesario que se sepa de los pueblos.
El pueblo venezolano se ha distinguido por ser una población combatiente desde mucho antes de la llegada de los invasores europeos. Ahí tenemos el ejemplo de nuestros nativos ancestrales, que en sus modos y estilos de vida, practicaron una división del trabajo natural sin violentar la naturaleza y sin practicar cambios desiguales en sus relaciones económicas. Al contrario practicaron el trabajo productivo de manera horizontal y en colectivo, sin diferencias de clases sociales y adorando sus propios Dioses sin sometimiento alguno. Por el contrario con la llegada del invasor español, esta vida originaria de nuestros antepasados cambió para lo peor, porque con ellos se impuso la dominación, el sacrificio y la muerte. El europeo cambio los valores de usos que practicaban nuestros nativos ancestrales por valores de cambios. Lo humano se mercantilizó al usar a los nativos y luego a los africanos como una mercancía que se vende y se compra. A partir del invasor, dejo de existir la historia de nuestros pueblos originarios y se invisibilizó el papel fundamental que jugaron los negros traídos a América como mano de obra esclavizada. Nuestros códigos lingüísticos fueron transformados a barbarie, zánganos, salvajes, incivilizados entre otrosi.
La colonización en América y por ende en Venezuela, vino a significar un pasado triste lleno de terror y dolor; de una historia que nos marca el presente y nos indica que la memoria revive ese pasado. De ahí nace la necesidad por salvar lo que nos queda como memoria a través de los documentos que son una expresión viva de lo anteriormente dicho. Los documentos son lo más cercano a ese pasado, son la fuente primaria para poder reescribir nuestra historia contada a media por la historia oficial y dominante. Hoy en día, la Revolución Bolivariana en el segundo Plan Nacional Simón Bolívar plantea en el 5to objetivo histórico: «Defender y proteger el patrimonio histórico y cultural venezolano y nuestro americano»ii
Si verdaderamente queremos construir un Socialismo a lo venezolano, debemos entonces por empezar a revisar la historia de nuestros pueblos originarios que nos permita teorizar sobre el socialismo y su verdadera construcción que empezaría por definir el nuevo papel que jugaría el trabajo en la construcción de la nueva sociedad. El trabajo, como actividad social, es una existencia esencialmente humana, que independiente de las relaciones de producción, y del intercambio de materias entre las diferente sociedades originarias; el trabajo se convirtió en una fuente de desarrollo netamente humanaiii.
Ante tal planteamiento, resulta interesante resaltar, la opinión de varios investigadores que han sostenido que las sociedades pre-capitalistas no funcionaron de acuerdo a los parámetros económicos, así como también que la economía esta subyugada a la estructura social y por ende, no se les pudo aplicar la teoría económica clásica occidental; como si estos pueblos originarios permanecieron aislados del desarrollo continuo de la historia a través de su trabajo colectivo. De esta manera se puede decir que:
El trabajo daba un valor que se expresaba en valores de uso. No existían la propiedad privada ni las clases sociales. El hecho de que no existiera Estado no significaba falta de organización. El trabajo cooperativo requería una forma de organización y planificación embrionariaiv.
Hoy en día, la Revolución Bolivariana adolece de una propuesta teórica que fundamente la transición al socialismo; y esa propuesta debe pasar por cambiar las relaciones de producción de nuestra economía netamente capitalista. No debemos llamarnos a engaños cuando sostenemos que vamos vía al socialismo, cuando a las estructuras de poder no se le ha tocado ni un ápice de su sistema y muchos menos a la división social del trabajo, que más bien ha adquirido una mayor rivalidad en su desarrollo.
Por lo tanto, sería una falacia de nuestros dirigentes políticos (señora gobernadora de Falcón y señor Alcalde de Coro) hacer caso omiso a tal planteamiento que pretende salvaguardar nuestro pasado y nuestra memoria como una reliquia importante de nuestra sociedad venezolana. El que nuestra dirigencia política pase por alto tal cuestionamiento, los ubicaría a las puertas de otro memoricidiov documental de nuestra memoria histórica.
NOTAS:
i Sanoja Obediente Mario: » Historia Socio-cultural de la Economía Venezolana». Edición Bicentenaria. Banco Central de Venezuela. 2010. Pp 55-70; Vitale Luis: «Historia comparada de los pueblos de América latina». Tomo I, de los pueblos originarios y colonia. Pp, 165-166 http://www.archivochile.com/Ideas_Autores/vitalel/2lvc/02lvchistsocal0001.PDF
ii Objetivo nacional 5.3 de 2do Plan Nacional Simón Bolívar 2013-2019
iii Sanoja Obediente Mario e Vargas Iraida: «El proceso de acumulación en las sociedades pre-capitalistas». http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/33678/1/articulo4.pdf
iv Vitale Luis: «Ibid». P, 20
v Dovale Luis Oswaldo: «Coro: la tragedia de un memoricidio». www.aporrea.org/actualidad/a120959.html. 05/04/2011
@ramoncoro
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