La agencia Standard & Poor’s (S&P) rebajó ayer la calificación triple A de Estados Unidos por primera vez en su historia. Pese a haber evitado el default el martes, los bonos de la principal potencia económica del mundo tendrán ahora la nota AA+, dando cuenta del mayor riesgo que suponen para los inversores. El impacto […]
La agencia Standard & Poor’s (S&P) rebajó ayer la calificación triple A de Estados Unidos por primera vez en su historia. Pese a haber evitado el default el martes, los bonos de la principal potencia económica del mundo tendrán ahora la nota AA+, dando cuenta del mayor riesgo que suponen para los inversores. El impacto en los mercados recién se conocerá el lunes, pues la calificadora tuvo la «delicadeza» de difundir la noticia cerca de las 21, cuando ya todas las Bolsas del mundo estaban cerradas. Los líderes europeos habían comunicado por la tarde que se adelantará para dentro de pocos días la reunión de ministros de Finanzas del G-7 debido a la presión creciente que están ejerciendo los fondos especulativos sobre las Bolsas y los títulos públicos de Estados Unidos y Europa. La rebaja que horas más tarde aplicó la calificadora estadounidense le puso la frutilla del postre a esa convocatoria.
Cuando hace un par de semanas la negociación entre demócratas y republicanos para elevar el techo de la deuda de Estados Unidos no se destrababa, se comenzó a especular cada vez con más fuerza con la posibilidad de un default y la consiguiente baja en la calificación de los (hasta ayer) títulos públicos más seguros del mundo, por su liquidez y el poder económico y militar de los Estados Unidos. El acuerdo de última hora evitó el martes la cesación de pagos, pero las concesiones que les otorgó Obama a los republicanos provocaron gran incertidumbre. Varios analistas consideran que los recortes en el gasto público podrían llevar a Estados Unidos a una nueva recesión porque llegan justo cuando viene mostrando signos crecientes de desaceleración.
S&P, en cambio, consideró que los recortes acordados no fueron lo suficientemente severos y eso es lo que siembra dudas sobre la capacidad de pago de la principal potencia mundial. «La rebaja está motivada porque la consolidación fiscal acordada por el Congreso y la Administración se queda corta, respecto de la que sería necesaria para estabilizar la dinámica de deuda a mediano plazo del gobierno», indicó en un comunicado.
Además, advirtió sobre la posibilidad de castigar aún más a los bonos estadounidenses. «Podríamos rebajar la calificación a AA dentro de los próximos dos años si vemos que hay una menor rebaja en el gasto de lo acordado, mayores tipos de interés o nuevas presiones fiscales que puedan resultar en una trayectoria general de deuda más alta de lo que actualmente consideramos», concluyó la agencia. Paradójicamente, esta rebaja en la nota de la deuda aumentará el costo del crédito para Estados Unidos y complicará aún más su recuperación.
Las otras calificadoras también podrían seguir los pasos de S&P. De hecho, el martes pasado Mooddy’s y Fitch mantuvieron la nota triple A de Estados Unidos, pero con «perspectiva negativa» porque argumentan que todavía no estaba claro el plan para reducir el déficit. Algo similar había planteado S&P el 15 de julio y ayer convirtió la «perspectiva negativa» en rebaja.
El efecto pinza que ejercen los inversores y las calificadoras está siendo efectivo para forzar un ajuste fiscal en las principales potencias. De hecho, las fuertes caídas registradas en las Bolsas el jueves y el recrudecimiento de la especulación contra los títulos públicos llevaron ayer a los líderes europeos a reafirmar la necesidad de implementar rápido el acuerdo alcanzado el 21 de julio para rescatar a Grecia, auxiliar a otros países en crisis y salvar la moneda común. Eso supone avanzar con leyes de flexibilización laboral, mayores recortes del gasto público y privatización de activos. Así lo confirmaron la canciller alemana, Angela Merkel; el presidente francés, Nicolas Sarkozy; su par español; José Luis Rodríguez Zapatero; el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y el mandatario inglés, David Cameron, después de mantener conversaciones telefónicas cruzadas durante el día. El gesto fue valorado por los inversores, quienes redujeron la presión sobre los mercados (ver aparte). Por la noche, Merkel y Sarkozy también conversaron con el presidente estadounidense, Barack Obama. En los próximos días estas potencias convocarán a la reunión de ministros de Finanzas del G-7, la cual oficiará como un encuentro preparatorio de jefes de Estado, que incluso se podría ampliar a los países que integran el G-20, dada la magnitud que está adquiriendo la crisis.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-173925-2011-08-06.html