La oposición brasileña mantuvo esta semana su guerra abierta contra el presidente Luiz Inacio Lula da Silva y la extendió al presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Nelson Jobim, por ponerle freno a sus propósitos. Junto con las críticas a Jobim, varios líderes antigubernamentales confesaron las intenciones de mantener la ofensiva contra el Presidente y […]
La oposición brasileña mantuvo esta semana su guerra abierta contra el presidente Luiz Inacio Lula da Silva y la extendió al presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Nelson Jobim, por ponerle freno a sus propósitos.
Junto con las críticas a Jobim, varios líderes antigubernamentales confesaron las intenciones de mantener la ofensiva contra el Presidente y su gobierno hasta las elecciones de octubre próximo, para impedirle ser reelecto.
La reacción en esa dirección la inició el ex presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), después de conocer encuestas internas favorables a Lula, y lo siguieron varias figuras de su Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y de otras fuerzas contrarias al gobierno.
El diputado Geddel Vieira Lima, del ala opositora del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), dijo después de entrevistarse con Cardoso que «la oposición tiene que ser contundente».
«Vamos al ataque. Inclusive porque las encuestas ya comienzan a mostrar una recuperación de Lula. Tenemos que desnudar a este gobierno», agregó.
En efecto, el respaldo a Lula y sus posibilidades electorales habían disminuido después de varios meses de ataques cerrados de la oposición en medio de la crisis política iniciada en mayo del 2005, pero la última encuesta pública mostró una recuperación sorprendente.
El líder de la minoría en el Senado, José Jorge, del derechista Partido Frente Liberal (PFL), apuntó por su parte que «Lula es un candidato peligroso, pues él transforma elementos sin importancia en hechos positivos».
Otro de la línea dura opositora, el senador Antero Paes, del PSDB, dijo que «tenemos que seguir la línea de Fernando Henrique (Cardoso), incluso porque él sabe más de política que nosotros. No es posible seguir conviviendo confortablemente con este gobierno que roba y deja robar».
La ofensiva frase acusatoria formó parte de uno de los más duros ataques formulados esta semana por el ex mandatario.
En igual dirección, el líder del PSDB en el Senado, Arthur Virgilio, dijo que «la oposición tiene que ser siempre aguerrida» y alegó que «el gobierno da motivos para la oposición actuar todos los días».
Al comentar esta nueva ofensiva, el líder del gobierno en el Senado, Aloizio Mercadante, afirmó que «el PSDB ya percibió que el favoritismo de Lula está reapareciendo en las encuestas y, por eso, despertó».
Agregó que la popularidad del mandatario se explica por tres factores: la reducción de la inflación, el incremento del empleo y el mayor aumento salarial de los últimos años, además de otras buenas noticias como el fin de los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
«En todas las comparaciones, Brasil mejoró en el gobierno de Lula. Es por eso que los tucanos (miembros del PSDB) están con miedo», remarcó.
Mercadante también censuró los ataques contra el presidente del STF por dejar sin efecto la quiebra de los secretos bancario, telefónico y fiscal aprobada contra dos personas convocadas a la comisión parlamentaria investigadora (CPI) de los bingos, dominada por la oposición.
Recordó que esos partidos no protestaron ni hablaron de interferencia de poderes cuando el STF dispuso la creación de esa CPI, y recordó la disposición constitucional de que tales comisiones deben tener un objetivo específico, al contrario de lo que ocurre con esta.
Asimismo se preguntó cómo pueden protestar cuando Jobim afirma que esa comisión está actuando fuera del motivo para el cual fue creada.
Esa entidad es llamada popularmente «la CPI del fin del mundo» por el amplio abanico de investigaciones que ha asumido, especialmente sobre temas en que pueda afectar a Lula, al gobierno y al Partido de los Trabajadores (PT).
Esa CPI ya hizo comparecer al ministro de Hacienda, Antonio Palocci, uno de los principales colaboradores de Lula, para interrogarlo sobre asuntos que nada tienen que ver con las casas de bingos.
También convocó o tiene en lista a un hijo, un hermano, un compadre y un amigo del mandatario, y reactualizó los asesinatos de dos alcaldes del PT en el 2001 y 2002, para transmitir el mensaje de que estuvieron relacionados con prácticas de corrupción en esa fuerza política.
Igualmente ha intentado mantener vivas dos fantasiosas versiones de que hubo donaciones del exterior para la campaña electoral de Lula.
Hasta ahora los líderes opositores no lograron probar una sola de las acusaciones lanzadas durante meses en esa CPI, pero han sembrado dudas y, por ello, reaccionaron de forma agresiva ante las decisiones del presidente del STF de ponerles un freno legal a sus propósitos.