¡Oh, mi Maestro!, ¡Oh, mi amigo!, ¡Oh, mi Robinson! … Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló [… ].
Simón Bolívar, Pativilca, 19 de enero de 1824.
Estas palabras son más que esclarecedoras para entender cómo se forjó el espíritu libertario de nuestro Libertador Simón Bolívar y la nobleza, la templanza, el carácter, la formación, la intención, el compromiso con América de su gran Maestro, Simón Rodríguez, quien en la obra Defensa de Bolívar, ante las injurias y los ataques de algunos sectores en contra del Libertador, afirmara:
“La causa del general Bolívar es la causa de los pueblos americanos. No es Bolívar el defendido (en el libro), porque no lo necesita; se defiende la causa de los pueblos, justificando las intenciones y la conducta de sus jefes”
He aquí el concepto, la admiración, la fraternidad, la lealtad que existía entre estos dos grandes hombres hijos de la patria americana; colombianos, venezolanos y caraqueños para más seña. Por estos días estaremos celebrando los 252 años del natalicio de Simón Rodríguez, quien nació un 28 de octubre de 1769. En estas tierras vino al mundo un ser extraordinario, inteligente, con una gran formación, y con unos grandes deseos de levantar a su más alto nivel a la América, para ello desarrolló innovadoras y revolucionarias propuestas educativas, ya desde su Escuela de las Primeras Letras, sito entre las esquinas de Veroes a Jesuitas en el centro de Caracas, ya sea en Bayona, (Francia), Rusia, Londres, Bogotá, Chuquisaca, Oruro, Arequipa, Latacunga, Quito, Guayaquil, Concepción, Valparaíso. O andaba escribiendo sus obras en pro de su particular visión de la educación o desarrollando su defensa a Simón Bolívar. Además, poniendo en práctica sus conocimientos científicos en su proyecto hidráulico para el desvío de aguas en la región de Vincocaya o en su enjundioso análisis sobre el terremoto de Concepción, Chile de 1835, obra que podría considerar un antecedente importante de los estudios de los riesgos y los desastres en América.
En la Escuela de las Primeras Letras de Caracas (en donde aportará propuesta educativa que no fue aceptada por el Ayuntamiento de Caracas) y en el internado que Rodríguez regentaba en su casa, tuvo como alumno al niño Simón Bolívar de quien asume la custodia y formación; actividades que interrumpe dada su participación en el Movimiento Emancipador de Gual, España y Picornell, que le hacen abruptamente abandonar Caracas para no volver jamás y enfilar hacia Jamaica en 1797 donde adoptará el nombre de Samuel Robinson. De allí para los Estados Unidos en donde aportará ideas nuevas sobre el arte de la impresión y la diagramación. En 1879 se trasladará de Baltimore a Francia, Bayona será su nueva residencia en Europa, luego París y Viena. Allá, en 1804, en plena efervescencia de las luchas napoleónicas, recibirá y acompañará a su alumno Simón Bolívar por varios lugares de Europa hasta 1806, en donde contemplarán la proclamación de Napoleón Bonaparte como Emperador de Francia y como Rey de Italia. En 1805 será testigo, y así lo registrará para la historia, del Juramento en el Monte Sacro en Roma que pronunció el joven Simón Bolívar. Su maestro nos deja este testimonio sobre las palabras de Bolívar:
“´La civilización que ha soplado del Oriente ha mostrado aquí todas sus fases, ha hecho ver todos los elementos; más en cuanto a resolver el gran problema del hombre en libertad, parece que el asunto ha sido desconocido y que el despejo de esta misteriosa incógnita, no ha de verificarse sino en el Nuevo Mundo´. Y luego, volviéndose hacia mí, húmedos los ojos, palpitante el pecho, enrojecido el rostro, con una animación casi febril, me dijo: ´Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por la patria que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma hasta que haya roto las cadenas con que nos oprimen por voluntad del poder español´”.
Samuel Robinson regresa a América, y llega a Cartagena en 1823, en donde retoma su nombre de Simón Rodríguez, quedando atrás Samuel Robinson. A su alumno le confiará: “Mis últimos años, que han de ser ya pocos, los quiero emplear en servir a la causa de la Libertad; para eso tengo escrito ya mucho, pero ha de ser con el apoyo de usted”. Simón Rodríguez llega a América para encontrarse con El Libertador para ofrecer sus servicios en el campo de la Educación, tan necesaria para la segunda independencia. En ese año tanto Venezuela como la Nueva Granada estaban liberadas del yugo español, Simón Bolívar andaba en marcha hacia el sur de Colombia en pos de la liberación de Ecuador, Perú y la creación de Bolivia. En esta nueva fase de la vida de Simón Rodríguez, el Maestro hará un gran esfuerzo para llenar de luces a la América y será infatigable su marcha por pueblos, campos y ciudades para llevar sus innovadoras ideas de la educación y será prodigioso en la producción de obras bibliográficas, no obstante, muchos escollos encontrará el sabio caraqueño en aquellos lares producto de la incomprensión, la indiferencia, el atraso en esas tierras y el compromiso educativo que había iniciado el gobierno republicano con el Método Lancasteriano de instrucción, muy muy lejano a las propuestas del sabio caraqueño.
En el plano educativo propone y desarrolla nuevas ideas y conceptos acerca de la significación del desarrollo de la formación de la ciudadanía hispanoamericana como pilar fundamental para las repúblicas nacientes de América. Para su logro consideraba muy importante la formación de Maestros de Escuelas, la imbricación de la actividad intelectual con el aprendizaje manual, la capacitación técnica junto al conocimiento, la preparación de los nuevos ciudadanos, la aplicación de la ciencia en la formación agrícola, el manejo de herramientas para la producción. Dentro de este contexto, tomaba razón la creación de escuelas técnicas, debía prepararse a todo el pueblo sin exclusiones, que se incorporaran los pobres, los indios al proceso educativo, que había que mejorar las condiciones de vida de la población. El manejo del Castellano y de los idiomas locales eran necesarios para la integración y el aprovechamiento de los conocimientos ancestrales y la de los criollos, debía asignársele tierras a los pobres para su manutención. Consideraba la preparación física para el desarrollo y la fortaleza de los pueblos.
Es en el marco de estas ideas es que implanta la “Casa de la Industria Pública” en Bogotá, la Escuela –Taller en Chuquisaca, el Colegio de Latacunga, la escuela “Educación del Cuzco” para niñas, “Colegio Cuzco” para Ciencias y Artes. Simón Rodríguez es designado Director de Enseñanza Pública, de Ciencias Físicas, Matemáticas y Artes y Director General de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de Bolivia, de allí se desprende la expresión del Maestro “El primer deber del Gobierno es dar educación al pueblo”. Más tarde dirá:
“¿Dónde iremos a buscar modelos? La América Española es original. Original han de ser sus instituciones y su Gobierno y originales de fundar unas y otro. O inventamos o erramos”.
Simón Rodríguez también fue un gran escritor, de allí sus obras: Sociedades Americanas y una defensa de Bolívar que titulará: El Libertador del Mediodía (del Sur) de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social (1828).Igualmente publica en esa fecha el Pródromo de la obra Sociedades Americanas en 1828. El Libertador del Mediodía de América es publicado en Arequipa en 1830.Ese mismo año circula sus Observaciones sobre el terreno de Vincocaya con respecto a la empresa de desviar el curso natural de sus aguas y conducirlas por el río Zumbai al de Arequipa. En 1834 se publica Luces y Virtudes Sociales. En 1835 edita su trabajo científico: Informe sobre Concepción, después del terremoto de febrero de 1835; En 1840 publica varios artículos en El Mercurio. En 1843 ve la luz la obra Crítica de las Providencias del Gobierno. Finalmente se publican (1849), Extracto sucinto de mi obra sobre la Educación Republicana, publicada en el Neo-Granadino de Bogotá y en 1851 Consejos de Amigo. Se tiene la presunción de que el Maestro es corredactor de la Constitución de Bolivia en lo que respecta al área educativa.
De una penosa enfermedad y luego de haber sobrevivido a un naufragio en las costas del norte de Perú, en la población de Amotape cerca de Paita, el 28 de febrero de 1854 falleció nuestro ilustre compatriota Simón Rodríguez. Simón Bolívar, en su ya citada carta de Pativilca, del 19 de enero de 1824, agrega las siguientes palabras sobre su excelso maestro:
“Nadie más que yo sabe lo que V. quiere a nuestra adorada Colombia: ¿se acuerda V. cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra santa la Libertad de la Patria? Ciertamente no habrá olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros: día que anticipó, por decirlo así, un juramento profético a la misma esperanza que no debíamos tener… Venga V. al Chimborazo: profane V. con su planta atrevida la escala de los Titanes, la corona de la tierra, la almena inexpugnable del Universo nuevo. Desde tan alto tenderá V. la vista, y al observar al cielo y la tierra admirando el pasmo de la creación terrena, podrá decirse: ´Dos eternidades me contemplan, la pasada y la que viene; y este trono de la naturaleza, idéntico a su Autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el Padre del Universo´.”
Wolfgang R. Vicent Vielma. Geógrafo y profesor de la UNEFA, Núcleo Caracas. Trabajador de la Casa de Nuestra América José Martí.
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