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Síntesis del encuentro crítico de intelectuales revolucionarios en el CIM

Fuentes: Rebelión

En las jornadas de reflexión «Intelectuales, democracia y socialismo: callejones sin salida y caminos por recorrer» se reunieron más de 30 de los más importantes intelectuales venezolanos comprometidos con el proceso de cambio revolucionario. El objetivo: examinar y discutir en torno a los principales nudos problemáticos que enfrenta nuestro proceso. Buena parte de estos intelectuales […]

En las jornadas de reflexión «Intelectuales, democracia y socialismo: callejones sin salida y caminos por recorrer» se reunieron más de 30 de los más importantes intelectuales venezolanos comprometidos con el proceso de cambio revolucionario. El objetivo: examinar y discutir en torno a los principales nudos problemáticos que enfrenta nuestro proceso. Buena parte de estos intelectuales fueron los que la semana anterior estuvieron confrontando la reunión organizada por el CEDICE que convocó a la extrema derecha mundial en Venezuela. El compromiso de nuestros intelectuales con el proceso revolucionario y la confianza en el liderazgo del comandante presidente Hugo Chávez está tan fuera de duda que repetirlo resulta excesivo.  

El objetivo general de estas jornadas fue discutir, desde nuestras propias filas, la marcha del proceso. Entre los intelectuales participantes se encuentran: Vladimir Acosta, Eva Golinger, Luis Britto, Marta Harnecker, Juan Carlos Monedero, Luis Damiani, Iraida Vargas, Emir Sader, Michael Lebowitz, Ernesto Villegas, Santiago Arconada, Rigoberto Lanz, Miguel Ángel Pérez, Carmen Bohórquez, Víctor Álvarez, Luis Bonilla Molina, Roberto Hernández Montoya, Fausto Fernández, Daniel Hernández, Filinto Durán, Mario Sanoja, Javier Biardeau, José Luis Pacheco, Arístides Medina Rubio, Aram Aharoniam, Miguel Angel Contreras, Gonzalo Gómez, Vladimir Lazo, Roberto López, Rubén Reinoso, Nieves Tamaroni, Rubén Alayón Montserrat, Elio Sayago, José Carlos Carcione, Rafael Gustavo González, Roland Denis y Paulino Núñez. En el segundo día acompañó y tomó la palabra Ana Elisa Osorio.  

En este encuentro se marcó un tiempo de diez minutos por ponente para analizar lo que considerara más relevante en un abanico de cuatro grandes problemas: (1) papel de los intelectuales en la superación de la IV República; (2) papel de los intelectuales en el advenimiento y consolidación de la V República; (3) luces y sombras de los diez años de Gobierno bolivariano; (4) caminos deseables para el socialismo del siglo XXI y amenazas internas o errores del propio proceso.  

Lo más relevante del encuentro se concentró en la realización de un inventario de problemas de la revolución bolivariana, una suerte de alerta temprana (aunque demorada en el tiempo). Se abrió un espacio de crítica que se ha visto debilitado por el uso destructivo de la crítica desarrollada por la oposición y los medios a su servicio, y que ha terminado por restar una información esencial para que el proceso vaya ajustando su tarea de gobierno.

En este sentido, el grueso de los participantes aportó su opinión sobre todo aquello que considera mejorable en el proceso. A continuación se presenta el siguiente informe sobre algunas cuestiones planteadas durante el día y medio de debate, organizadas en bloques temáticos. Estos aspectos no deben ser considerados como conclusiones, diferidas para una reunión posterior de carácter propositivo.  

Es importante resaltar, para evitar malas interpretaciones, que la primacía de los aspectos críticos sobre las valoraciones positivas tiene que ver con el interés en encontrar líneas de mejora para el proceso revolucionario, un aspecto descuidado en estos años por la intelectualidad afín a la revolución.
 

El instrumento político revolucionario

Una de las discusiones centrales del debate giró en torno a lo que es el PSUV, dando así origen a una serie de interrogantes: ¿En qué  se diferencia el PSUV de los partidos políticos tradicionales o de viejo cuño? ¿Los partidos siguen teniendo sentido o no lo tienen en una sociedad compleja? En caso de que el partido sea la solución ¿es un partido que debe tener una dirección única o una dirección colegiada? ¿Es conveniente que una persona pueda tomar decisiones al margen de las bases o contra la voluntad de las mismas? ¿Qué futuro tiene un partido donde las bases raramente tienen la oportunidad de expresarse? ¿Deben las bases elegir a los miembros de la dirección o se trata de una decisión no participada en aras de otras razones? ¿No debilita al propio partido que la dirección sea elegida al margen de las bases? ¿Cómo participan las bases en la elaboración de las grandes líneas programáticas, de las directrices del Gobierno y del contenido del socialismo del siglo XXI? ¿No es un problema para el partido que algunos de los funcionarios que están al frente de áreas fundamentales del gobierno sean al mismo tiempo los dirigentes del partido? ¿No conduce a la ineficiencia la acumulación de responsabilidades? ¿Y no es repetir un problema del socialismo del siglo XX el confundir el partido con el Estado? ¿El PSUV ha nacido cupularmente, de arriba hacia abajo, más como una necesidad política entendida como tal desde el Gobierno que como una necesidad sentida como tal por las bases?
Otro elemento relevante repetido es la necesidad de que el instrumento cuente con una dirección colectiva. Que articule efectivamente con  los movimientos sociales de base (no que los utilice en tareas electorales o como correa de transmisión del Gobierno), que derrote el mal del clientelismo partidista y que instituya las bases de un verdadero partido revolucionario reconociendo la libertad de crítica y profundice la democracia dentro del partido; estos son elementos que quedaron marcados en este apartado y que formaron parte central de la discusión.
 

El nuevo Estado revolucionario

Si el Estado ha sido el instrumento que utilizó el neoliberalismo para imponer sus propuestas ¿Tiene que ser también el instrumento para liberarnos del neoliberalismo? ¿Es el Estado una herencia colonial que hay que superar, en otras palabras, no es continuar un debate colonizado el hablar del Estado? ¿El Estado nos devora cuando lo utilizamos o puede ser un instrumento válido para la emancipación? ¿Es posible refundar el Estado? ¿Hay un Estado simbólicamente débil en Venezuela? En caso de que el Estado sea débil ¿es eso una debilidad o una fortaleza en Venezuela? ¿Este Estado puede conducirnos rumbo al socialismo o por el contrario es un freno para ello? ¿Se trata de debilitar el Estado actual o de fortalecerlo? ¿Se trata de inventar un nuevo Estado que puede llamarse comunal o socialista? ¿Cuáles son los rasgos del Estado comunal?

Se insistió  en la necesidad de formación tanto de los cuadros del partido como de los servidores públicos, siendo necesario frenar los procesos de quiebra institucional que se repiten con cada cambio del titular de un Ministerio, algo inconcebible tratándose de un mismo Gobierno. Igualmente se alertó del peligro de asesores ministeriales que carecen de compromiso revolucionario.
 

El papel de los medios de comunicación

Otra de las grandes discusiones tuvo que ver con los medios de comunicación, los ajenos y los propios. El debate se centró en qué hacemos con nuestros medios, cuando pese a disponerse de seis televisoras públicas, en total no se alcanza, se dijo, el 8% de la audiencia.  ¿A qué se deber este evidente fracaso? ¿Están malbaratando acaso esos recursos públicos quienes no consiguen incrementar los índices de audiencia? ¿Con ello se logrará realmente transformar a la ciudadanía? ¿Cuáles son los errores? ¿Son administrativos o son de orientación comunicacional de los contenidos? ¿Se debe a que la población venezolana está socializada en unos medios de comunicación que les impide ver otro tipo de programación? ¿Es realmente un problema propio que no hemos sido capaces de enfrentar? ¿Disponemos de una política comunicacional realmente adecuada y organizada? ¿Es culpa de los medios de comunicación públicos, de los alternativos o de los privados? ¿Sería una solución controlar todos los medios de comunicación? Aun siendo evidente el gran crecimiento de los medios comunitarios y alternativos durante el proceso revolucionario, la solución aún no se ha articulado ¿Acaso el marco normativo y las exigencias de los entes reguladores no cuartan el crecimiento de estos medios populares?

¿No es hora, igualmente, de que CONATEL haga cumplir las leyes de telecomunicaciones? ¿A qué se espera para frenar el abuso de los medios de comunicación privados?

Los contenidos de los libros escolares se señalaron como un elemento clave de colonización que dificulta la formación revolucionaria. Del mismo modo, la hegemonía de la derecha en la producción de contenidos ayuda a la reproducción de un conocimiento contrarrevolucionario.
 
El carácter de la Revolución

Otra gran rasgo a debatir tuvo que ver con el signo de esta Revolución. Se planteó  que en esta Revolución se sumaban varias revoluciones: la estudiantil, la campesina, la obrera, la socialista, la de mujeres, la militar y la popular. Pero aún estaría por construirse una buena síntesis entre esas diferentes revoluciones. Las preguntas abiertas serían las siguientes: ¿Actualmente está hegemonizando alguna de estas revoluciones a la revolución bolivariana? El debate acerca de la Unión cívico-militar, por su carácter inédito y la falta de teoría y práctica al respecto, aún espera su momento teórico. Es importante abrir un debate fuerte, aún pendiente, con estudiantes, con intelectuales, con trabajadores, con campesinos. Hay que volver a sentar en un dialogo permanente a todos estos sectores. Otro aspecto pendiente no menor es la definición del socialismo del siglo XXI. No obstante, por un lado es una ventaja no definirlo, porque implica que no estamos repitiendo modelos; por otro lado muestra una falta de concreción que quizás lo deja demasiado abierto. El socialismo del siglo XXI, se defendió, tiene que ser del siglo XXI pero también tiene que ser socialismo. No puede fracasar en el elemento emancipador. Hay datos del proceso claramente emancipadores (reducción de la pobreza, educación, sanidad, misiones, alimentación, desigualdad, desarrollo humano…). Pero hay otros datos económicos que contradicen la idea de socialismo, a no ser que el socialismo, se planteó, ya signifique otra cosa radicalmente diferente a lo que ha significado históricamente y que nos llevarían, por tanto, a prescindir de la palabra socialismo (participación de las rentas del trabajo y las rentas del capital en el PIB; participación del sector público y del sector privado en el PIB; colocación de los egresados de la Misión Che Guevara; porcentaje de la economía social). En este sentido, ¿Podemos hablar de una verdadera revolución económica? ¿Dónde queda la construcción de un nuevo modelo económico productivo que asegure una verdadera transición al socialismo? ¿Cuándo y cómo se cambiarán las relaciones de producción?
 

La participación popular

Otro de los elementos que parece caracterizar al socialismo del siglo XXI es la idea de la participación que ha aparecido como un elemento central en lo que ha sido este proceso. Se planteó que los consejos comunales son el ejemplo por excelencia de participación, pero estarían respondiendo a una lógica muy poco participativa. Esto se explicaría porque o bien no funcionan o bien responden directamente al poder ejecutivo. Además está presente el problema de que corren el riesgo de estar siendo cooptados por el partido, lo que de alguna manera genera problemas entre la lógica institucional del partido y la lógica social de los consejos comunales. Esa lógica no está siendo solventada de una manera complementaria. Existe un profundo riesgo de que la lógica institucional limite a la lógica social que ha tardado en construirse en este país 30 años, y que fue la que hizo posible la revolución y la que la defendió el 13 de abril.  

Se señaló  que existe el riesgo de debilitar, cooptar y acabar con la participación popular no institucional, lo cual reclama un debate para alertar sobre lo que eso significaría. La restricción de un movimiento social por un movimiento institucional nacido de arriba abajo sería una condena al avance de la democracia. ¿Cómo es posible que se pueda estar corriendo con ese enorme riesgo que destrozaría todo aquello que ha conseguido esta revolución? Se insistió en que no debe hacerse de los Consejos Comunales una forma de Comités de Defensa de la Revolución, pues sus funciones son diferentes y es importante para el proceso mantener ambas separadas.
 

La reflexión crítica como instrumento de avance revolucionario

El último elemento apuntó a los modos y formas en que se debe articular la critica. Incluso entre los intelectuales comprometidos con el proceso, la crítica ha perdido parte del espacio que le corresponde, especialmente entre aquellos con alguna responsabilidad institucional. No es difícil encontrar en los medios del proceso comportamientos del socialismo del siglo XX en los que se acusa de «contrarrevolucionario» o de «agente de la CIA» a cualquier persona, incluidas personas con una incuestionable semblanza revolucionaria que formula críticas en voz alta.  Esto debilita fuertemente al proceso, pues el Gobierno deja de recibir insumos para su ajuste, al tiempo que se va construyendo una verdad «oficial», que se repite aun sin creer en ella, y una verdad popular silenciada pero más real. La necesidad de condensar la verdad oficial con la verdad popular es obligación de toda revolución.

Esta pregunta se repitió con frecuencia: ¿Es posible que avance una revolución que no hace de la crítica el principal de sus motores? Se planteó que con esta reunión de los intelectuales afectos al proceso, la revolución se revisaba, a la vez que se fortalecía. Los asistentes se felicitaron por el hecho de que el Ejecutivo pusiera a disposición de la intelectualidad del proceso un ámbito para la crítica que en diez años no había tenido lugar. Igualmente insistieron en que con este evento quedaba demostrado que no es cierto el discurso del miedo a las críticas. Es igualmente falsa la denuncia de la oposición de que no haya libertad de expresión en Venezuela. Esta revolución es capaz de reinventarse constantemente gracias a los espacios de libertad existentes. Toda revolución, se planteó, necesita revolucionarse culturalmente cada periodo para limpiar defectos y reencontrar nuevos caminos.  

Los intelectuales -concepto que fue ampliamente criticado por los presentes como elitista- militan con el compromiso de que es necesario aunar teoría y práctica, no olvidando que la praxis hace a la teoría útil. Igualmente se resaltó la necesidad de que los intelectuales trabajen conjuntamente para que sus resultados sean más eficientes.