Traducido para Rebelión por Marina Trillo
Introducción
Hay cuatro claves para entender la situación actual en América Latina:
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El desarrollo desigual de la lucha étnica y de clase y las contradicciones dentro de los movimientos sociales.
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La derechización de antiguos partidos electorales izquierdistas o populistas y su alianza con el imperialismo estadounidense
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El declive del modelo socioeconómico neoliberal y el aislamiento de los regímenes neoliberales y su acrecentado recurso a la violencia
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Resurgimiento del militarismo y colonización imperiales – sus victorias y derrotas.
Desarrollo Desigual de Clase, Lucha étnica y Anti-imperialista
Los movimientos y luchas populares latinoamericanos reflejan una compleja pauta de avances y retrocesos, que dependen de circunstancias específicas y momentos puntuales. No hay ninguna «nueva ola» general de victorias o derrotas. En el lado positivo está la victoria del movimiento popular en Venezuela – derrotando dos golpes de estado orquestados por EEUU y el programa de reforma agraria del Presidente Chavez que promete colocar a 100.000 familias hacia agosto del 2003. En Bolivia, el MAS y los movimientos sociales, sobre todo los cocaleros, han bloqueado satisfactoriamente el programa de privatización del gobierno del Presidente Sánchez de Losada y han acrecentado su apoyo electoral y de masas. En contraposición, en Ecuador y Brasil, la adopción del neoliberalismo por parte de los Presidentes Lucio Gutiérrez e Inacio Lula representa un debilitamiento temporal de la izquierda y la lucha de masas.
El desarrollo desigual de la lucha popular de masas se produce en toda América Latina – Perú avanza, Chile está estancado, Argentina en declive pero la guerrilla Colombiana se expande. La clave para comprender el reflujo y flujo de la lucha de masas en América Latina requiere que vayamos más allá de un análisis de las crisis económicas y examinemos la cuestión política – en particular la relación entre la política electoral y la de masas. La razón está clara: todas las economías latinoamericanas están en crisis profunda y adolecen de generar desigualdades sociales – pero en algunos países, la lucha avanza y en otros declina.
La clave para entender el desigual desarrollo de la lucha se encuentra al observar las diferentes relaciones entre movimientos sociales y formaciones políticas. En Bolivia, Venezuela, Cuba, los movimientos de masas están vinculados a formaciones políticas populistas y socialistas – que promueven los objetivos de los movimientos. En Brasil y Ecuador los movimientos de masas están (¿o estaban?) vinculados a regímenes políticos y partidos neoliberales que se oponen a las reivindicaciones básicas de los movimientos populares y están ligados al Fondo Monetario Internacional y a élites neoliberales. En Perú, Colombia y México los movimientos de masas y guerrilleros progresan porque son independientes de los regímenes neoliberales y de los partidos burgueses. En Argentina, y en mucho menor grado en Paraguay y Uruguay, los movimientos de masas no son capaces de construir una alternativa política – como consecuencia las heroicas luchas y protestas de masas no se han traducido en un desafío serio para el poder estatal sinó que han permitido a partidos electorales burgueses y reformistas capitalizar el descontento con la elección de Kirchner en Argentina y el Frente Amplio en Uruguay
En resumen, los movimientos sociales que han llegado más lejos en el período actual son los que están vinculados a formaciones políticas de clase/populistas, mientras que aquellos movimientos sociales que no tienen vínculos se han estancado o se han retirado. La paradoja consiste en que en Argentina el levantamiento popular y el floreciente movimiento de trabajadores en paro y asambleas de vecindad carecieron de organización política para alcalzar el poder político, mientras que en Brasil los movimientos populares estaban unidos a un partido político – el Partido de los Trabajadores (PT) – que se derechizó y abandonó el movimiento.
Tanto en Argentina como en Brasil el avance del movimiento social fue frustrado por la carencia de una organización de clase política independiente, a pesar de la madurez de condiciones objetivas.
La Situación Socioeconómica
La situación objetiva en América Latina está «madura» para una transformación social. Todos los principales indicadores sociales son negativos. Si tomamos la cifra realista de USD 5 diarios como nivel de pobreza, más del 70 % de latinoamericanos viven en la pobreza y casi el 40 % son indigentes – viviendo con menos de USD 2 al día. En Argentina, el país más rico en producción de carne y cereal per cápita, casi el 60 % de las población vive en la pobreza y un tercio es indigente. Brasil ha estado en recesión durante más de 3 años y ha pagado más de 60 mil millones de dólares de deuda, mientras que tanto Cardoso como Lula han reducido la financiación pública para vivienda, salud, educación y reforma agraria. En México, Uruguay, Bolivia, Colombia y Venezuela las economías están en profunda crisis, a medida que el modelo neoliberal basado en exportaciones, transfiere al exterior los ingresos por exportaciones en forma de remesas de beneficios, pagos de deudas y evasión fiscal. Las desigualdades se han extendido durante los 5 años últimos por toda América Latina: bajo los programas de austeridad introducidos en Brasil, Argentina y México, las clases altas aumentan sus ganancias gracias a impuestos más bajos, pago de salarios inferiores y pagos más reducidos de seguros sociales – a expensas de los trabajadores.
El estancamiento económico crónico y las desigualdades sociales no han cambiado con las elecciones de Lula en Brasil, Gutiérrez en Ecuador o Toledo en Perú – si acaso la situación socioeconómica ha empeorado. Durante los 6 primeros meses del 2003 Brasil muestra un índice de crecimiento negativo del 1 %, Gutiérrez ha polarizado el país, favoreciendo a los inversores extranjeros y perjudicando a los campesinos e indios, y Toledo que ha seguido a la perfección la fórmula del Fondo Monetario Internacional, afronta protestas callejeras masivas de todos los sindicatos principales, organizaciones de campesinos y federaciones de estudiantes del país.
El ascenso y derrumbe de la «Cuarta Ola de Neoliberalismo»
El neoliberalismo se parece a un gato con nueve vidas. En cada década desde mediados de los años 1970 hasta la fecha, han surgido nuevos dictadores o presidentes, que prometían «modernizar» el país por medio de «política de libre mercado» regida por la exportación y han dejado el poder con ignominia, o han sido expulsados por incompetentes, corruptos, o ambas cosas. Sólo para ser sustituidos por una nueva versión de lo mismo, con cada nuevo presidente prometiendo «cambios» y realizando «ajustes» aún más severos que empobrecen más al país. El período actual no es ninguna excepción – Da Silva, Gutiérrez, Fox, Toledo se presentaron como los «presidentes del pueblo» durante su campaña electoral, pero una vez resultaron elegidos prosiguieron con y ahondaron en la agenda neoliberal y sus lazos con el imperialismo estadounidense. Esta «cuarta ola» de neo-liberales despierta una nueva ronda de confrontaciones profundas.
Las protestas de masas más recientes han ocurrido en Bolivia dirigidas por los cocaleros de Chapare, los ‘fabriles’ de Cochabamba, los mineros de los Andes y los pobres urbanos de La Paz; en Perú los maestros de la escuela pública han lanzado una huelga general, apoyada por agricultores y campesinos contra los salarios miserables y los bajos precios de los productos agrícolas que son consecuencia de la importación de grano y cereales subvencionados estadounidenses. Las mismas alianzas maestro-agricultor-campesino se encuentran en México y Colombia; en Venezuela las masas urbanas que derrotaron a los golpistas apoyados por EEUU organizan círculos Bolivarianos y presionan al gobierno Chávez para que lleve a cabo cambios estructurales y de política redistributiva más radicales en la economía y la sociedad. En Colombia, los dos grupos guerrilleros – el FARC-EP y el ELN han rechazado de modo satisfactorio todas las importantes ofensivas militares desde que el Presidente Uribe subió al poder – y hoy su régimen es más débil y menos capaz de lograr apoyo político y económico para la guerra, excepto por parte del Pentágono. En Ecuador, dirigidos por CONAIE y en Brasil, dirigidos por el MST, los movimientos de masas comienzan a expresar sus críticas respecto a los nuevos regímenes que al principio apoyaron, a medida que crece la frustración sobre la política neoliberal y la derecha, incluyendo a grupos paramilitares que toman la ofensiva en Brasil, aprovechando la favorable política de «agro-exportación» de los Presidentes electos.
Como las élites financieras en EEUU y Europa reconocen que Lula, Gutiérrez y Toledo cuentan sólo con un tiempo limitado para implementar las «reformas» neoliberales del Fondo Monetario Internacional – les urgen a actuar enérgica y rápidamente antes de que queden políticamente aislados y tengan que encarar las confrontaciones de masas. A pesar del derrumbamiento inminente de la «cuarta ola» de regímenes neo-liberales, las alternativas políticas populares sólo son visibles en Cuba, Venezuela y Bolivia
Subjetividad: Las Futuras Alternativas
No hay ninguna duda de que la derechización de los antiguos candidatos izquierdistas/populistas ha limitado temporalmente las luchas populares en Brasil y Ecuador – pero sólo durante un corto período. Como hemos visto en Perú, Bolivia, Ecuador y Argentina, cuando los pseudo-populistas exponen sus planes neoliberales, se enfrentan antes de un año a intensificadas movilizaciones populares que ponen en cuestión su legitimidad y estabilidad. En el pasado reciente numerosos Presidentes han sido echados del poder por movilizaciones de masas antes de que su mandato oficial hubiera expirado: Pérez de Venezuela, De la Rua en Argentina, Collor en Brasil, Mahuad y Buccaran en Ecuador, y Fujimori en Perú.
Las cuestiones principales que afrontan los movimientos sociales son ¿cómo traducir su acción defensiva a una estrategia ofensiva, cómo convertir sus demandas sociales en un programa político, cómo unificar los movimientos sociales en un instrumento político? Los movimientos sociales de masas han sido el vehículo más eficaz para expresar el descontento popular y llevar a cabo reformas – en gran contraste con los ineficaces y oportunistas partidos electorales «de izquierdas». Sin embargo los movimientos sociales no han creado sus propios instrumentos políticos – con la notable excepción de los cocaleros Bolivianos – MAS (Movimiento para el Socialismo). La mayor parte de los movimientos sociales han unido sus esperanzas a partidos y candidatos electorales que ellos no controlan y que con frecuencia tienen lazos con intereses imperialistas como el Fondo Monetario Internacional.
Los movimientos sociales se encuentran con una contradicción entre la acción independiente directa de masas y los vínculos a partidos electorales burgueses. Esta contradicción puede ser resuelta no dando la espalda a la política, o a instrumentos políticos o incluso partidos electorales, sinó construyendo un instrumento político de masas controlado dirigido y subordinado a los movimientos sociales.
Hoy el debate dentro de los movimientos sociales avanzados de América Latina es como construir a partir de los avances positivos del pasado, aprender de los errores del presente y construir nuevas coaliciones políticas de masas para ir más allá de la protesta hacia la política de transformación social.
Conclusión
En la situación actual de América Latina, hay muchos signos positivos y algunas circunstancias ambiguas. Aunque América Latina está gobernada por regímenes neoliberales (excepto quizás Venezuela), ninguno de los Presidentes ha consolidado el poder. Por todas partes se da el mismo modelo: Los presidentes ganan las elecciones, pactan con el Fondo Monetario Internacional, multinacionales y bancos y pierden la calle – porque la inmensa mayoría de la gente se vuelve en contra del presidente «elegido». El Toledo de Perú de hoy ha ido de más del 50 % del voto a menos del 10 % de popularidad. En Bolivia Sánchez de Losada pasó del 22 % del voto a menos del 5%… La misma pauta ocurrirá con los nuevos presidentes de Ecuador y Brasil dentro de un año o dos. En segundo lugar aunque la lucha de masas aumenta y disminuye, no ha habido ninguna derrota decisiva, como ocurrió con los golpes militares de 1964, 1973, 1976 etc… En tercer lugar los movimientos de masas de algunos países han combinado varias formas de lucha – bloqueos de carreteras, ocupaciones de tierra y toma de fábricas y edificios gubernamentales- con luchas electorales. Finalmente la conciencia de clase de las masas está desarrollando lentamente un punto de vista crítico respecto a los partidos electorales «de izquierda» y los «candidatos populistas».
El período actual presenta grandes oportunidades y peligros para los movimientos de masas. El peligro proviene principalmente de los proyectos de colonización de EEUU por medio del ALCA y la militarización con el Plan Colombia, las «coaliciones militares interamericanas» dirigidas por EEUU y las bases militares para instigar golpes militares. Washington ha tenido éxito al conseguir que apoyen el ALCA Fox de México, los regímenes cliente Centroamericanos y caribeños, Uribe en Colombia, Lagos en Chile, Lula en Brasil y Toledo en Perú. Por supuesto que habrá algunas «negociaciones» respecto a las subvenciones y medidas proteccionistas estadounidenses (sobre todo por parte del régimen brasileño).
Pero el ALCA también ha generado oposición masiva en toda América Latina, donde casi el 80 % de la población (el 95 % en Brasil) se opone al «nuevo colonialismo». En cualquier referéndum el ALCA pierde. Por lo tanto EEUU y las élites latinoamericanas aprobarán el acuerdo de recolonización sin consultar a la gente y quizás ni siquiera al cuerpo legislativo.
La nueva «doctrina Bush» de invasiones militares ofensivas en cualquier parte y en cualquier momento representa una amenaza para todos los movimientos populares. La estrategia de militarización de Bush ya ha sido puesta en práctica por presidentes clientelistas locales. Desde principios del 2003, más de 60 trabajadores y campesinos fueron asesinados por el régimen de Sánchez de Losada en Bolivia. Varios activistas y trabajadores rurales en Brasil y en Guatemala han sido asesinados por fuerzas paramilitares vinculadas a grandes terratenientes. Cientos de campesinos y sindicalistas han sido asesinados en Colombia. Docenas de manifestantes han sido heridos y asesinados en Perú. Cientos de activistas políticos indios fueron encarcelados en Chile, Bolivia, México, Paraguay, Perú y Guatemala
América Latina demuestra, sin embargo, que el imperialismo estadounidense puede ser derrotado. Cuba ha desmontado varias redes terroristas financiadas por EEUU y ha derrotado amenazas internas y externas a su seguridad nacional. Venezuela ha derrotado dos tentativas de golpe de estado patrocinadas por EEUU. En Bolivia, la izquierda es hoy la fuerza política dominante en las calles y una oposición poderosa en el Parlamento. En Colombia los movimientos populares y guerrilleros siguen creciendo a pesar de las intervenciones militares estadounidenses. En Perú millones exigen la dimisión de Toledo. En Argentina, bajo la presión de las masas el Presidente Kirchner se propone posponer los pagos de deuda a favor de gastos sociales e inversión pública – promesa que está pendiente de cumplimentación.
En otras palabras, el Imperio estadounidense es poderoso y peligroso pero no es omnipotente – puede y ha perdido varias luchas recientes.
La situación actual promete ser un período de creciente polarización social y política en Brasil, Ecuador, Perú y Argentina. Antes de finales del 2003 probablemente veremos una nueva alineación de fuerzas políticas y sociales desde abajo y quizás algunos «cambios de régimen» desde arriba o desde abajo.