Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
Según su orden del día oficial, la reunión del G-8 en Dauville no debería tratar verdaderamente sobre las cuestiones económicas. En efecto, el G-8 no comprende China y en septiembre de 2009, la cumbre de Pittsburgh había hecho del G-20 el «principal foro de cooperación económica internacional» ratificando el desplazamiento de los puntos fuertes de la economía mundial. Sin embargo, los miembros del G-8 continúan jugando un papel mayor.
A comienzos de abril, el FMI ha publicado una salva de previsiones «positivas» en lo referido al crecimiento. Tras la grave recesión de 2009, éste se ha reanudado a ritmos muy diferenciados según las zonas geográficas: son los países emergentes (China, India, Brasil…) los que tiran del crecimiento mundial. Entre los países capitalistas avanzados, la zona euro conoce el crecimiento más limitado. Sin embargo, incluso en esta zona, la hipótesis de una recaída en la recesión es descartada en estas previsiones a pesar de la simultaneidad de los planes de austeridad en Europa.
Factores de inestabilidad que se mantienen
Dicho esto, si se compara la situación de los diferentes países capitalistas desarrollados con la que era en 2007, el nivel de producción sigue a finales de 2010 por debajo de su nivel de comienzos de 2008. El impacto de la crisis no se ha borrado. El FMI y las demás organizaciones económicas internacionales reconocen ellas mismas que subsisten riesgos de cara al futuro: los precios del petróleo, un mercado inmobiliario aún en crisis en varios países, el nivel elevado de las deudas de los estados (no solo en Europa sino también en los Estados Unidos).
Las incertidumbres son particularmente fuertes en la zona euro:
– los financieros compradores de títulos de la deuda pública exigen remuneraciones muy elevadas a la menor sospecha de fragilidad de un país;
– los mercados financieros dudan del mecanismo de apoyo puesto en pie a nivel europeo;
– los planes de austeridad exigidos en contrapartida de los préstamos hacen que se hunda el crecimiento entre los «beneficiarios».
Por otra parte, numerosas incertidumbres sigue presentes sobre los balances de los bancos, precisamente cuando muchos títulos dudosos han sido ya comprados por los bancos centrales o garantizados por el presupuesto del estado.
Las previsiones del FMI y de las demás instituciones oficiales descartan pues una recaída inmediata en la recesión. Es un escenario plausible incluso si esta previsiones no tienen en cuenta el conjunto de los riesgos, como la incapacidad de un país importante de la zona euro para hacer frente a los plazos de la deuda, la quiebra de un banco importante, etc. Los movimientos desordenados en los mercados bursátiles, las monedas y la cotización del oro muestran a la vez una intensa actividad de especulación (muy rentable para algunos) y las incertidumbres de la situación.
Los estragos sociales
Incluso las cifras oficiales muestran un paro muy elevado en relación a la situación de 2007 antes de la crisis financiera. A nivel mundial afecta a 203 millones de personas, es decir, 26 millones más que en 1977, según las cifras de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT, es la secretaría permanente de la Organización Internacional del Trabajo, ndt). En los países del G-7 (el G8 sin Rusia), había 29,8 millones de parados a finales de 2010 contra 19,8 millones en 2007. Pero estos parados son solo los que aparecen en las estadísticas. Éstas son de calidad variable según los países e incluso allí donde existen sistemas de ayuda a los parados, muchos pueden no estar censados. Así la OIT subraya que la crisis del empleo afecta particularmente a los jóvenes, muchos de los cuales están desanimados de buscar un empleo y no aparecen por tanto en las estadísticas del paro.
La OIT subraya también que el número de trabajadores pobres no baja prácticamente ya desde 2007: en 2009, un trabajador de cada cinco en el mundo vivía con su familia en la extrema pobreza bajo el umbral de 1,25 dólares por persona y día; y cerca del 39% vivía con su familia bajo el umbral de la pobreza con 2 dólares por día.
Nada aprendido ni cambiado
El G-8 de Deauville se inserta en un calendario de múltiples reuniones internacionales. En Bruselas son discutidos los planes de ajuste de los países endeudados de la zona euro, las políticas de austeridad y el desmantelamiento de las conquistas sociales en el conjunto de la Unión Europea. Paralelamente, los ministros de finanzas del G20 se inquietan por los desequilibrios económicos internos (deudas y déficits públicos) y externos (balanzas comerciales), el precio de las materias primas y el estado del sistema bancario. Frente a estos problemas, evocan medidas más o menos cosméticas y se guardan muy mucho de abordar las cuestiones sociales, como muestra el comunicado de su última reunión (Washington, 15-16 de abril). En cuanto a la pretendida prioridad de la presidencia francesa, una tasa (muy limitada) de las transacciones financieras, ni siquiera es evocada.
De hecho, en Europa, se multiplican las medidas de austeridad. En los Estados Unidos, Obama se pliega sin a penas resistencia ante los republicanos y el ala derecha de los demócratas que quieren reducir los déficits presupuestarios sin tocar los impuestos de los ricos puestos en pie bajo Bush. La última triquiñuela de Sarkozy sobre la ISF (Impuesto de Solidaridad sobre la Fortuna) y el escudo fiscal (se suprime este último pero se da un regalo suplementario, y más costoso, a las grandes fortunas) es representativa de esta lógica. La consigna de los dirigentes del G-8 es, de hecho, la siguiente: «en lo esencial, continuemos como antes». Haciendo concesiones obligadas a China, convertida en un actor insoslayable del capitalismo mundial en vías de recomposición.
http://www.npa2009.org/content/situation-économique-internationale-et-g8