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Nada es casual ni gratuito en este mundo globalizado de principios de milenio...

Soberanía política e Independencia económica

Fuentes: rodolfowalsh.free.fr

Premio Nobel exige mas «independencia» de los Bancos Centrales de América Latina.

Así vemos como Finn Kydland, uno de los dos ganadores del Premio Nobel de Economía 2004, pidió a los gobiernos del mundo garantizar la autonomía de los bancos centrales y criticó lo que dijo es la falta de independencia de las autoridades monetarias en América Latina.

A primera vista pareciera que el «premio Nobel» nos esta hablando de una mayor independencia con respecto a los Organismos Multilaterales de Crédito (FMI, BM, BID), que son los que en los hechos designan -conjuntamente con los lobbistas del mundo financiero- a los presidentes de los Bancos Centrales en América Latina. Esta capacidad la ejercen a través de diversas exigencias a la hora de renegociar el acceso al crédito por parte de las Naciones endeudadas.

Pero si leemos detenidamente nos enteraremos que, con total desfachatez, el economista Fynn Kidland acusa a los «gobiernos» de América Latina de limitar la «independencia» de los Bancos Centrales regionales.

Lo sorprendente es que los gobiernos de América Latina no tienen capacidad de designar «soberanamente» a los Presidentes de los Bancos Centrales, y mucho menos de hacerlos «dependientes» de sus políticas.

Ejemplos de esta índole en la región abundan, pero quizás el más paradigmático haya sido el de Arminio Fraga, ex-presidente del Banco Central do Brasil -mayor país de la región-, que fuera «designado» por el ex-presidente Fernando Henrique Cardoso, y que tuvo que dejar raudamente sus funciones de Director en «Managing» [1] en Nueva York para asumir dicha presidencia. Tampoco resultará casual que con posterioridad haya pasado a formar parte del Consejo Internacional de JP Morgan Chase.

En cuanto a la «independencia» que tanto reclama el «Nobel» Finn Kydland cabría recordarle las denuncias que efectuara Paul Krugman que acusó a Fraga de brindar información privilegiada a su anterior jefe (Soros), para que éste comprara bonos de la deuda brasileña, anticipando su suba.

¿Pretende el economista que los Bancos Centrales de América Latina sean menos «dependientes» de los gobiernos para que pasen a ser controlados por los «señores» del Mercado?

Como legítimo exponente de la postmodernidad, Fynn Kydland contesta con una frase digna de análisis: «Desconozco si los propios bancos pueden hacer algo mejor, pero de alguna manera se les tiene que otorgar independencia».

Pareciera desconocer este Premio Nobel las continuas y constantes concesiones que los gobiernos han venido haciendo a lo largo del tiempo a las presiones de los Organismos Multilaterales de Crédito en América Latina. Como ejemplo podemos citar la reforma a la Carta Orgánica del Banco Central y a la Ley de Entidades Financieras de la República Argentina (Agosto de 2003).

Así expone el Diputado Mario Cafiero (en la sesión del 27/08/2003 para aprobar la reforma anteriormente citada):

?-Por ello, es grave dictar una ley de estas características sin analizar lo que pasó. Claro; todos sabemos que hay un pedido del Fondo Monetario Internacional. Todos sabemos que el 16 de enero de 2003 el ministro Lavagna y el presidente del Banco Central firmaron un memorandum de entendimiento por el que se han comprometido a hacer sancionar a este Congreso una reforma del sistema bancario, en base a los siguientes puntos:

Los procedimientos para resolver la situación de bancos en problemas se van a ver fortalecidos a través de modificaciones acordadas de la Ley de Entidades Financieras, las cuales:

i) facilitarán las transferencias de activos por parte del Directorio del B.C.R.A. a fideicomisos financieros privados;

ii) establecerán normas de valuación para transferencias de activos;

iii) detallarán claramente las facultades del Banco Central para brindar apoyo de liquidez de emergencia a los bancos en proceso de saneamiento;

iv) establecerán procedimientos para una rápida designación judicial de administradores en bancos en proceso de resolución;

v) limitarán la capacidad del Poder Judicial para anular decisiones del Banco Central sobre transferencias de activos a terceros;

vi) fortalecerán los derechos crediticios de los compradores y administradores de activos transferidos; y vii) protegerán a los funcionarios públicos de los aspectos de la legislación actual que puedan resultar en impugnaciones o demandas de compensación contra actos realizados en un proceso de reestructuración y saneamiento bancario.?

Como se puede ver estamos mas cerca de la impunidad (presente y futura) para los «funcionarios públicos» (Léase: Presidente del Banco Central) que ante una legislación que «limite» la independencia de los Bancos Centrales.

Afirma mas adelante el recientemente premiado economista: ?en los países latinoamericanos la política monetaria no es para nada creíble?, debido a la falta de independencia de los bancos centrales. Lo que no nos aclara es frente a quién debe ser creíble y qué intereses debe defender una institución de la que depende el ahorro, la inversión y la fortuna de los argentinos.

Uno puede desconocer los méritos académicos que han llevado al otorgamiento del Premio Nobel al economista Finn Kydland, lo que no podemos desconocer son los intereses que defiende.