No cabe duda que la etapa de la revolución que está naciendo, etapa caracterizada en primera instancia visible por la falta del inmenso, místico, profundo y comprometido líder que fue Hugo Chávez, comienza a evidenciar profundas fallas que, sin ser pesimista, comprometen la continuación de nuestro proceso de transformación de no ser resueltas a tiempo. […]
No cabe duda que la etapa de la revolución que está naciendo, etapa caracterizada en primera instancia visible por la falta del inmenso, místico, profundo y comprometido líder que fue Hugo Chávez, comienza a evidenciar profundas fallas que, sin ser pesimista, comprometen la continuación de nuestro proceso de transformación de no ser resueltas a tiempo.
La prudencia en la crítica es una táctica valiosa en estos tiempos donde la industria cultural y mediática tienen una posición muy ventajosa en la guerra y sabiendo que la zamurera derechista nacional permanentemente se encuentra atenta de cualquier fuga de información para tergiversar y atacar. Sin embargo debido a la grave circunstancia en que se encuentra la irreversibilidad del proyecto revolucionario, nos vemos en la obligación de socializar más los análisis con el objetivo de generar reflexión y movilización en nuestras filas para atajar a tiempo las grandes contradicciones que están excesivamente brotadas y ya hieden a contraataque, dispersión y traición.
Desde esta inquietud, a desarrollar en completitud en las próximas líneas, redactaré una serie de artículos que, complementados, espero ayuden aproximarnos a la caracterización y propuestas políticas para la organización y la batalla. Ideas y reflexiones producto de conversaciones, debates y reuniones con distintos sectores y a distintos niveles. El esfuerzo es entonces, sobre todo, uno de consolidación de aportes de diversos camaradas.
Ideología socialista
Me preocupa enormemente la crítica generalizada que se ha venido haciendo desde distintos espacios, caracterizada por un discurso lleno de consignas, lugares comúnes, simplificación de problemas, externalización de los errores (el enemigo imperial) y carencia de propuestas viables. Sin darnos cuenta hemos construido uno de los peores enemigos alienizantes: la ideología socialista.
Sé que al decir esto prendo algunas alarmas y ya más de un predicador político de oficio me dirá contrarrevolucionario y demás, objetivo intencional de la dramática línea. Pero lo cierto es que si nos apegamos a la definición rescatada y reconstruida por Ludovico sobre ideología la definimos como el conjunto de creencias y costumbres asentadas en la mente de hombres y mujeres de un momento histórico y espacio geográfico determinado que permiten la sumisión de los individuos al sistema, garantizando así la estabilidad y reproducción de este último. Es decir, toda ideología es un «auto-engaño» para mantener un sistema que en últimas instancias explota a hombre y mujeres.
A contraposición existe la conciencia revolucionaria como hecho consciente de superación al auto-engaño. El problema particular de la «ideología socialista» es que se logra mimetizar facilmente con la conciencia revolucionaria captando frases, conductas, estética y expresiones, permitiendo así crear un velo en nuestra militancia que hace dificil la penetración de críticas y rectificaciones.
Lo que a final de cuentas me preocupa más de la crítica generalizada de la ideología socialista es que no trae propuestas concretas para el «golpe de timón» que tan enfáticamente instruyó el Comandante, mas bien tiene como objetivo la inmovilización y el desgaste. Sí, por muy extraño que suene al comienzo, pero la crítica generalizada al no traer propuestas permite que el malestar tenga un pequeño escape para bajar la presión social y desgasta a las organizaciones sociales y revolucionarias en un ciclo de reunionismo-activación-desmotivación interminable debido a la ineficacia de las iniciativas.
Lo más peligroso de la «ideología socialista» es que ha sido asumida majestuosamente por la burocracia corrupta enquistada en el Estado Venezolano que se blinda de los ataques internos y neutraliza con facilidad «golpes de timón». Sumado a la mutilación realizada al pueblo chavista de su capacidad de pensamiento crítico y reflexivo por esta ideologia (falsa consciencia), se garantiza entonces que la llamada «derecha endógena» mantenga sus garras podridas de ambición en el poder.
La primer gran tarea que tiene entonces nuestro partido, como organizacíon política del pueblo revolucionario es vencer la ideología (tanto la capitalista, como la supuesta socialista). Para cumplirla se deben asumir dos grandes líneas de acción:
1.- Un proceso masivo de creación de conciencia crítica y reflexiva, dejando atrás los viejos modelos de formación política ortodoxa, que parecen mas lavado cerebral que otra cosa.
2.- La identificación y conformación de una vanguardia revolucionaria compuesta por cuadros políticos dirigentes dentro del PSUV que tengan la claridad profunda sobre la situación actual y logren reproducir el discurso y penetrar el velo del engaño consignero que nos hemos construido.
Clientelismo político
La gran enfermedad de la política venezolana, que terminó de hacer metástasis a sus máximas proporciones con la renta petrolera y no hemos logrado, ni de lejos, superar. Todos, sin excepción, hemos caído en la dinámica del clientelismo político, porque hasta los más conscientes se rinden ante la sensanción de imposibilidad de modificar este fenómeno en la cultura venezolana.
La verdad es que el clientelismo político es insatisfacible, por mucha renta de lo que sea que se tenga. Y peor aún, es cada vez más demandante, porque en la medida que se alimente más necesidades saldrán, es como la Hidra, el monstruo de la mitología griega que al cortarle la cabeza le salían dos más. Nunca habrán los suficientes recursos para resolver las necesidades de un pueblo con dádivas gobierneras, la única manera de resolver los problemas del país es con políticas públicas integrales, consistentes y eficientes que luego de una metodología científica de explicación de problemas y análisis de los factores que los producen, permitan diseñar y ejecutar estas políticas con eficacia.
Por lo tanto cualquier organización política que asuma el clientelismo político como bandera de su popularidad, tiene fecha de muerte antes de nacer. Al ser insatisfacible las necesidades, comienza a degastarse la credibilidad de la organización y por consecuencia su capacidad de movilizar, sostener y adherir simpatizantes. Si no superamos el clientelismo político estamos destinados al fracaso, así como lo han hecho otros partidos con la enfermedad (AD, Copei).
Lo difícil es como hacer esta superación dentro del límite de tiempo que tenemos (tres años), porque la ruptura no puede ser inmediata: primero por falta de voluntad de gran parte de la dirigencia y segundo porque haría una rápida desmovilización masiva dentro del PSUV. Creo entonces necesaria, como lo mencioné en el bloque anterior, que se cree una vanguardia dirigente que logre posicionar y hacer penetrar el discurso y la praxis anti-clientelar que tendrá como consecuencia mediata el desprendimiento de cierto sector dirigente y activista en el partido que generarán conatos de desestabilización política interna pero a la final se fortalecerá la integridad del PSUV y se sincerarán las filas revolucionarias.
Por supuesto, a la final, la superación del clientelismo político debe realizarse en conjunto por dos grandes actores políticos: el partido y el gobierno. Por lo tanto el partido solo pone la mitad de la fórmula, la otra será analizada en un próximo escrito.
Partido y Gobierno
El gobierno debe estar subyugado a las decisiones políticas del partido. Y esto se refiere no a que el partido sea una especie de Consejo que sea consultado para decisiones políticas, más bien que defina, forme, evalúe y seleccione los cuadros de dirección de gobierno para garantizar que estos compañeros tengan las condiciones éticas, académicas, políticas, emocionales y de experticie necesarias para la conducción de un gobierno revolucionario, es decir, un gobierno que resuelve los problemas del pueblo y eleva su calidad de vida y al mismo tiempo acompaña un proceso de transformación radical de la sociedad.
Aquí, es de especial preocupación la formación de los cuadros revolucionarios. No solo se carece de programas de formación política, sino también de programas de formación en ciencias y técnicas de gobierno, que garantizen que aquellos con altas responsabilidades de dirección de gobierno tengan las capacidades requeridas.
El partido, además, como garante de la gobernabilidad en el país y como conductor fundamental en la transición hacia el socialismo (catalizador entre el poder popular y el Estado actual), debe definir en conjunto con el gobierno las políticas de mayor incidencia para la estabilidad política de Venezuela y para la ejecución de los procesos de transición y transferencias de poder.
Teoría Revolucionaria
Uno de nuestros grandes vacíos es la carencia de teoría. Libros y escritos diversos hay muchos, pero existe escaza construcción teórica sólida que nos permita analizar con viabilidad el proceso de construcción al socialismo y evitarnos muchos de los errores históricos que han imposibilitado la superación del capitalismo y que lamentablemente hemos vuelto a cometer algunos de ellos.
Esta tarea debe nacer también dentro del seno del partido y no sólo desde espacios externos, porque usualmente los espacios de producción teórica están separados de la militancia de calle, la militancia conectada a lo concreto, a las dinámicas del poder popular, del partido, del gobierno.
Hemos caído en un teoricismo emergido desde la «ideología socialista», un conjunto de frases, expresiones y consignas del auto-engaño, es decir, libros con mucha paja y poco contenido. Teoricismo que parece haber nacido más de la necesidad de un grupo de camaradas de cumplir sus ansias egocentristas de reconocimiento y que se auto-ubican en una posición supra-histórica donde logran evaluar, criticar y juzgar quien es revolucionario y quien no, que es correcto y que errado. Siempre desde la cómoda posición de no comprometerse con nada, de no asumir ninguna responsabilidad de gobierno o de partido, para que nadie vaya a enjuiciarlo s después. En últimas instancias, es una posición cobarde y profundamente contrarrevolucionaria.
Por encima de éstos compañeros que ni sazonan la sopa, lo peor es la carencia de propuestas concretas que viabilicen políticas (principalmente económicas) para la transición hacia el socialismo. Debe el partido asumir esta tarea también y crear un equipo multidisciplinario, experimentado en la batalla pero con capacidades intelectuales excepcionales para crear la teoría y un programa viabilizador de la transición hacia el socialismo
Estrategia y táctica
Primero, cuando hablo de estrategia me refiero a planes viabilizadores de mediano plazo (2-5 años) que permiten acercarnos al éxito de nuestros objetivos históricos. Dentro de ésto lo más «estratégico» que hemos tenido es la de campaña electoral para el 12 de octubre, un plan de tres meses. Debemos de tener estrategias más claras, concretas, viables y políticamente creativas. Por ejemplo el PSUV-Zulia debería de tener estrategias para la toma del poder en espacios fuera del ejecutivo (Universades, Gremios, Sindicatos, etc.) Somos un partido carente de estrategias para la toma del poder, ni hablar para la viabilidad y concreción de la transición hacia el socialismo. Nuestras «estrategias» se reducen al juego de poder, a la «micro-política».
Si bien el nivel estratégico debe ser centralizado para garantizar la integridad del accionar, el ejercicio de la táctica debe ser desconcentrado, de tal manera que le permita, por ejemplo, a los equipos parroquiales tener la suficiente flexibilidad en el accionar inmediato de definir cual es el mejor curso de acciones teniendo en cuenta el análisis que hagan éstos sobre su focalizado entorno político. De lo contrario la visión «generalizadora caraqueña» engullirá las capacidades creadoras y la participación protagónica de nuestros cuadros medios.
Política de cuadros
Sencillo, el partido no tiene ningún tipo de política de cuadros.
Todos pareciéramos entender la importancia de la formación sociopolítica, pero la verdad es que está subestimad a, la prueba es que n o existen procesos serios, regularizados de formación política para la militancia de nuestro partido. Se deben crear dinámicas de reflexión crítica y formación que permitan desvelar las relaciones de dominación del sistema capitalista a través de l a comprensión de los procesos histórico-sociales, c onsiderando la pasión y el sentimiento como elementos fundamentales para el aprendizaje y no permitir que se ancle en el viejo paradigma de enseñanza unidireccional, descontextualizado, incapaz de motivar y desentendido de las necesidades reales del pueblo .
Dentro de ésto es crucial formar a nuestros cuadros profesionalmente también, especialmente en áreas de interés para el ámbito público y político como la economía, la sociología, el derecho y las ciencias y técnicas de gobierno. Cada vez más tenemos camaradas asumiendo responsabilidades en el alto gobierno con completa incapacidad para dirigir gestión pública eficaz y eficiente, orientada a dar resultados para elevar el nivel de vida de los y las Venezolanas.
Por otro lado, no existen sistemas de asignación, seguimiento y control de las tareas políticas de la militancia, más allá del 1×10, que nos permitan seleccionar y promover a los cuadros aptos para tareas determinadas tanto político-partidista como de gobierno. Otra tarea urgente es entonces, crear y regularizar este sistema.
Conclusión
Unas pinceladas para promover el debate en la base y la dirigencia del partido son el motivo de estas notas.
Me distancio de otros escritos de articuleros de oficio que haciendo análisis, manejando ciertos argumentos verídicos, manipulando astutamente la información y aprovechándose de la grave situación política actual, decretan el fin del proceso revolucionario, pareciéndose más bien al discurso del fin de la historia. Tenemos la historia por hacer y el mandato inaplazable de hacer realidad la esperanza libertadora de los grandes hombres y mujeres de todos los tiempos que han muerto por nuestros mismos ideales.
A estos cobardes que comienzan a dar la media vuelta; el espíritu del Comandante Supremo:
¡AQUÍ NADIE SE RINDE, CARAJO!
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