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Sobre los 90 años del Partido Comunista Brasileño

Fuentes: Rebelión

Raras veces un partido comunista se recuperó después de una crisis profunda que, en el desenvolvimiento de una estrategia y una táctica incompatibles con los principios y valores del marxismo-leninismo, implique en la práctica la renuncia al objetivo principal: la toma del poder rumbo a la construcción del socialismo. La disgregación de la URSS y […]

Raras veces un partido comunista se recuperó después de una crisis profunda que, en el desenvolvimiento de una estrategia y una táctica incompatibles con los principios y valores del marxismo-leninismo, implique en la práctica la renuncia al objetivo principal: la toma del poder rumbo a la construcción del socialismo.

La disgregación de la URSS y la restauración del capitalismo en Rusia contribuyeron decisivamente para la social democratización de muchos partidos comunistas y en algunos casos para su desaparición o transformación en partidos de la burguesía neoliberal.

En ese panorama sombrío, el Partido Comunista Brasileño emerge como una excepción que reconforta.

A la orilla del abismo, después de más de una década de vida letárgica, renació en 1992, se reconstruyó como organización marxista-leninista y retomó su vocación de partido revolucionario e internacionalista.

Esa realidad quedó evidente en las jornadas que señalaron las conmemoraciones en Río de Janeiro del 90 aniversario de su fundación.

En un breve artículo como éste no es posible proceder a un balance ni siquiera superficial de esas conmemoraciones y de su significado.

La dificultad es mayor porque el Seminario «PCB 90 años de luchas», por el objetivo, estilo, originalidad y nivel ideológico de muchas intervenciones fue diferente de todo lo que se podía esperar de una iniciativa con tales características.

Durante tres días, en el salón del Sindicato de los profesores de Río, algunos oradores no se limitaron en sus comunicaciones a evocar fases de la historia del partido. Fueron más lejos, innovaron al romper tabús en la reflexión sobre acontecimientos polémicos, en el abordaje público de temas ocultos por un manto de silencio.

Representantes de tres generaciones, identificados con esa aspiración, iluminaron páginas de una historia épica y dolorosa, mal conocida, contribuyendo así para su deseada concreción. Algunos derrumbaron barreras con coraje y desasombro.

Ivan Pinheiro, el secretario general, apuntó el camino al afirmar que «si acertamos mucho (…) también nos equivocamos mucho.»

En la mesa en que Anita Prestes y él hablaron sobre «El reformismo y la tentativa de liquidación del PCB» la hija de Luis Carlos Prestes, hoy historiadora prestigiada, orientó el discurso sobre todo para el prolongado choque de su padre con la mayoría del Comité Central que defendía un desarrollo capitalista autónomo y democrático de Brasil, estrategia que llevó al Partido a una alianza tácita con sectores de la burguesía nacional supuestamente antiimperialistas.

Mauro Iasi, Edmilson Costa y José Paulo Neto fueron brillantes en desnudar las raíces de la política que distancio al PCB de su vocación revolucionaria. Con estilos diferentes, valoraron la resistencia de las bases y de muchos dirigentes a la estrategia de conciliación, resistencia que, finalmente, hizo posible el renacimiento del Partido que, en la fidelidad a los principios, reafirma hoy con firmeza, la mirada en un futuro sin fecha, que la meta de la Revolución Brasileña – la que le imprime el carácter – es la construcción del socialismo.

La historia olvidada

Fue con emoción que acompañé esos debates e intervine en el Seminario Internacional que siguió el dedicado a los temas nacionales.

Viví en Sao Paulo, exiliado, de 1957 hasta la Revolución portuguesa y, como militante del PCB, tuve la oportunidad de participar modestamente en las luchas del pueblo brasileño.

Por decisión del ministro de Justicia un libro mío fue confiscado. Me detuvieron algunas veces y fui sometido a un prolongado interrogatorio por un inspector de la célebre Operación Bandeirantes, la criminal organización militar-terrorista de la dictadura.

Viví como internacionalista las crisis que entonces afectaron al PCB. Ellas son evocadas en un lúcido artículo de los camaradas Ricardo Costa, Milton Pinheiro y Muniz Ferreira, publicado en la edición especial de Imprensa Popular, órgano del Partido y en su site de internet (www.pcb.org.br) 

Ese trabajo, abarcando sobre todo las décadas del 50 y 60, es una página de la historia. Los autores, miembros del actual Comité Central, despojan de secretismo las sucesivas y complejas disputas internas surgidas en el PCB a partir del Informe Secreto de Jruschov al XX Congreso del PCUS. Todas abarcaron la definición de estrategia y de táctica correctas a adoptar para la construcción de la alternativa socialista.

De la primera crisis surgió el PC do B, una disidencia que, entusiasmada por las tesis maoistas de la «guerra prolongada», inicio una guerrilla heroica pero romántica en las selvas de Pará, destruida por el ejército en autentica masacre. Posteriormente, se adhirió al «marxismo albanés» de Enver Hoxha y, finalizada la dictadura, optó por la vía institucional, integró la coalición que eligió a Lula y actualmente apoya la política de Dilma Rousseff en cuyo gobierno participa.

Después del Acto Institucional nº5, en 1968, la dictadura asumió facetas de fascismo castrense y la represión se desató sobre las fuerzas progresistas en una onda de barbarie.

El PCB fue golpeado por nuevas escisiones inseparables de su política de conciliación. La más importante fue liderada por Carlos Marighela, el fundador de la Alianza Libertadora Nacional-ALN, un revolucionario comunista que contó con el apoyo de Cuba y tuvo muerte trágica. La línea vacilante del Partidão -así era conocido- en la definición de una estrategia de confrontación clara con la burguesía contribuyó para una proliferación de mini-partidos y organizaciones que preconizaban bajo múltiples formas la lucha armada. La mayoría optó por la guerrilla urbana. En la lucha contra el terrorismo de Estado llevó a la confusión a una juventud generosa dispuesta a la lucha, pero no preparada ideológicamente. Fue la época de secuestros a embajadores extranjeros, de aventura como del capitán Lamarca, un revolucionario voluntarista e ingénuo.

Cada organización, cada grupo, cada partido pretendía ser detentor de la estrategia adecuada para derrotar a la dictadura y llevar adelante la Revolución Brasileña. Todos invocaban el marxismo, pero con frecuencia los textos en que condensaban su opción revolucionaria era una mezcla de tesis de Mao, Trotsky, Che, con el agregado de disparates extraídos del librito irresponsable de Regis Debray, editado clandestinamente en Brasil.

En esos años trágicos, el PCB resistió a los llamados del aventurerismo guerrillero. Las divergencias en la dirección no impedirán el consenso en lo referente a una cuestión fundamental: la prioridad de la lucha de masas en el combate a la dictadura, con rechazo a cualquier modalidad de guerrilla. Pero esa opción no se tradujo en una estrategia y una táctica revolucionarias.

La crisis que se instaló en el campo socialista en el final de los años 80 y culminó con la reimplantación del capitalismo en Rusia profundizó la tendencia capituladora y liquidacionista de la mayoria del Comité central.

Esa politica, imponiendo el reformismo, llevó al partido a la orilla de la extinción. Mas no consiguieron acabar con el PCB; el Partido no dejó de existir un solo dia, al contrário de lo que afirmaron en Europa algunos intelectuales marxistas.

La exigencia de la reconstrucción revolucionaria comenzó cuando la mayoria del Comité Central abolió el centralismo democrático y cambió el nombre del Partido, creando una organización socialdemócrata, el Partido Popular Socialista, que hoy tiene un perfil de centro derecha.

La lenta reconstrucción

Hace días, al escuchar las intervenciones de camaradas de la nueva generación sobre los problemas del mundo contemporáneo, fue para los pioneros de la reconstrucción del Partido, iniciada en 1992 que voló mi pensamiento.

Recordé camaradas que contribuyeron para hacerme comunista. Todos hoy muertos: Luis Carlos Prestes, Gregorio Bezerra, Luis Maranhão, Mario Schemberg, Dias Gomes, Jorge Amado, Fernando Santana, Joao Saldanha, Giocondo Dias, Caio Prado, Mario Lago y muchos otros.

El renacimiento del PCB fue lento, difícil. Es aun un pequeño partido en un país de 200 millones de habitantes. No tiene diputados en el Congreso y en las Asambleas de los Estados, ni representantes (quien sabe?) municipales. Son evidentes sus insuficiencias. Pero la actual línea revolucionaria, trazada por una dirección marxista-leninista y sustentada por cuadros de gran calidad, le proporcionó en pocos años un gran prestigio. En tanto por el mundo otros partidos comunistas se social democratizaron, él vuelve a desempeñar un papel de creciente importancia en las luchas del pueblo brasileño y en el escenario internacional en todos los frentes donde el combate al imperialismo estadounidense se volvió exigencia revolucionaria.

Ese aprecio quedó evidenciado en los saludos fraternales que por su aniversario recibió de personalidades como Óscar Niemeyer, Isztvan Meszaros, James Petras y en las intervenciones de representantes de los Partidos Comunistas que participaron en el Seminario Internacional que siguió al Seminario Nacional, destacadamente los de Grecia, Venezuela y de México. Cito esos tres precisamente porque se destacan por la firmeza ideológica en el combate al reformismo y al oportunismo.

«Somos y seremos comunistas»

Los actos conmemorativos del aniversario del PCB ocuparon casi una semana.

En el Seminario Nacional, además de las ya citadas, hubo intervenciones de nivel elevado por el rigor de abordaje histórico y riqueza conceptual. Entre ellas las de Virginia Fontes, Marcos del Royo y Eduardo Serra.

En el Seminario Internacional participaron delegados de los partidos comunistas de Argentina, de México, de Grecia, de Venezuela, de Cuba, de Uruguay y del Colombiano y del Peruano, el secretario general del Partido Comunista Sirio y un representante del Frente Popular de Liberación de Palestina. Como invitados intervinieron también el Argentino Atilio Boron, la libanesa Leila Ganhem, los embajadores de Cuba y de Siria en Brasil y el autor de éste artículo.

Mesas especiales fueron dedicadas a la Revolución Cubana, al pueblo colombiano, víctima del régimen neofascista, y a la condena de las guerras imperialistas en Medio Oriente.

Fue emocionante la visita de brasileños y extranjeros, en una jornada de camaradería, al lugar donde, el 25 de marzo de 1922, fue fundado en la ciudad de Niteroi el Partido Comunista Brasileño. Ninguno de los presentes había nacido, pero la corriente de fraternidad se formó instantáneamente en la evocación del puñado de revolucionarios -eran apenas nueve- que en una casa hoy desaparecida se reunió para desafiar el futuro.

La clausura de la semana de conmemoraciones tuvo por escenario la sala del plenario de la Cámara Municipal de Niteroi. Allí se reunió el actual Comité Central con la presencia de los invitados extranjeros y de viejos militantes y elementos de la juventud del Partido. Allí abrace a la camarada Zuleide Faria de Melo, ex-presidente del Partido.

Las estrofas de La Internacional sonaron en el anfiteatro de una institución de la burguesía en tanto se gritaba en coro unísono: «Fuimos, somos, y seremos comunistas!»

Traducción: Jazmín Padilla