En Venezuela desde el año 2004 abundan referencias sobre el llamado «Socialismo Bolivariano del siglo XXI». Sin embargo sospecho que este debate, que debería ser un debate colectivo y políticamente orgánico, con todas sus consecuencias, puede peligrosamente degenerar en un «pote de humo» retórico con fines de movilización electoral y para legitimar una cierta «voluntad […]
En Venezuela desde el año 2004 abundan referencias sobre el llamado «Socialismo Bolivariano del siglo XXI». Sin embargo sospecho que este debate, que debería ser un debate colectivo y políticamente orgánico, con todas sus consecuencias, puede peligrosamente degenerar en un «pote de humo» retórico con fines de movilización electoral y para legitimar una cierta «voluntad de poder por el poder mismo»; es decir, un suplemento demagógico para fines de gobernabilidad de una nueva clase-cúpula-cogollo-nomenclatura, semejante a todas las nomenclaturas que caracterizaron el Socialismo Burocrático del siglo XX.
Hay que plantear explícitamente el debate sobre los modelos de socialismo, especialmente sobre una renovación del socialismo democrático-participativo, distinto del socialismo democrático representativo, el comunismo despótico o las ilusiones socialdemócratas. Para esto último, uno se inscribe en AD, un Nuevo Tiempo o en Avanzada Progresista. Para el comunismo despótico uno mastica las ruinas e inercias del marxismo soviético y sus derivados tropicales.
Si el efecto macropolítico y macroeconómico de los resultados electorales del 7 de octubre fuese fortalecer una trayectoria u opción reformista-desarrollista-
Cuando hablo de alta dirección estratégica de la revolución señaló claramente los siguientes «centros estratégicos de conducción del proceso bolivariano», especialmente los que tienen las mayores responsabilidades políticas, capacidad de gravitación y de conducción en las decisiones que se toman con relación al proceso bolivariano:
1) Las direcciones nacionales y regionales de los partidos políticos u organizaciones con fines políticos de la Revolución Bolivariana (PSUV, PCV, PPT, REDES, MEP, TUPAMAROS, PODEMOS, NUEVO CAMINO REVOLUCIONARIO, UPV, IPC, PRT Y CRV). Entre estas organizaciones, es vital preguntarnos si la direcciones nacionales y regionales del PSUV, PCV, PPT, MEP, TUPAMAROS Y PODEMOS (pues REDES funciona como una coordinadora-plataforma de colectivos), tienen claridad estratégica sobre su contribución al debate colectivo y orgánico sobre el llamado «Programa de la Patria» y los resultados del balance político de los resultados del 7-O. Tal vez convendría preguntarnos: ¿existen acaso instancias orgánicas de debate colectivo entre estas direcciones políticas sobre la dirección, significados, contenidos y alcances del llamado «Programa de la Patria».
2) Las estructuras de Dirección del Poder Ejecutivo Nacional; en fin, del Gobierno, el Presidente y el Vicepresidente de la República, los Vicepresidentes o las VIcepresidentas Sectoriales, el Gabinete Ejecutivo en pleno, los Ministros y Ministras, sus Viceministros y Viceministras, los Presidentes de las Instituciones pertenecientes a los entes descentralizados, así cualquier cualquier órgano colegiado de dirección de Institutos autónomos del Estado Venezolano.
3) La bancada parlamentaria de las fuerzas políticas de la Revolución Bolivariana, los altos cargos de dirección política en la Asamblea Nacional, sus diputados y diputadas, su cuerpo de asesoramiento o consultoría política.
4) Los Gobernadores, Gobernadoras, Alcaldes y Alcaldesas, miembros de los Consejos Legislativos Regionales o de Consejos Municipales pertenecientes al Proceso Bolivariano, con todas sus instancias de dirección de políticas públicas en Gobernaciones y Alcaldías.
¿Acaso toda esta estructura de «representación política» está alineada e identificada con un proceso revolucionario y con un Proyecto Nacional de Transición Socialista? ¿De cuál modelo o estilo de socialismo se habla, se discute, se estudia, se forma y se elabora en estas instancias de decisión? ¿Acaso seguiremos pasivamente aquella racionalización de los sectores de oposición que plantean negativamente que «todo es culpa de Chávez», para señalar que la dirección, contenido, significado y alcance de la transición socialista sólo es responsabilidad de la «voz de mando» de Chávez; es decir, «mande comandante»?
Chávez ha señalado en la Presentación del «Programa de la Patria»: «Una vez más las circunstancias me colocan delante del pueblo para expresarle el compromiso decidido y renovado con la defensa de la Independencia Nacional. Éste es el tiempo, como nunca antes lo hubo, de darle rostro y sentido a la Patria Socialista por la que estamos luchando. Este Programa de Gobierno para el período 2013-2019 responde a la consecución de dichos supremos objetivos: ¡¡¡¡ Independencia y Patria Socialista!!!!»
¿Acaso toda esta estructura de representación política está identificada con la consecución de «supremos objetivos»?
La presentación del llamado «programa de la Patria es clara:
«Como decía nuestro Libertador en 1820 : Es imperturbable nuestra resolución de independencia o nada. Independencia definitiva o nada debe ser la divisa de los bolivarianos y bolivarianas de hoy. Independencia definitiva es nuestra causa y nuestra tarea permanente.»
Chávez enuncia «la tesis combativa, creativa y liberadora de la Independencia y el socialismo como proyecto abierto y dialéctica construcción: la Independencia no ha terminado y la forjamos en nuestra lucha diaria y permanente.»
¿Qué significación tiene hablar de «proyecto abierto» y «dialéctica construcción»? ¿Serán acaso palabras vacías, adornos sin sustancia, accidentes del discurso sin consecuencias en la praxis política?
Y por si fuese poco, Chávez alienta el principio esperanza utópico ( con todos sus riesgos, potencialidades y peligros) cuando llama a: «Nos toca realizar plenamente el sueño libertario que nunca ha dejado de palpitar en la Patria y que hoy está latiendo de manera incesante. Así lo creo desde la fe combativa y la razón amorosa que me alienta: la herencia heroica nos obliga y tal exigencia es bandera y compromiso para nosotros y nosotras. Desde el tiempo que nos ha tocado vivir es preciso honrar los retos; tantos sacrificios no pueden ser en vano, hacerlos carne y sangre de la vida nueva tiene que seguir siendo el horizonte que nos llama y desafía.»
Un texto salpicado de razones utópicas, pero también de todo los debates reconstructivos y de-constructivos sobre el horizonte utópico: sus aventuras y desventuras, los riesgos de la Hubrys política, sus inflamaciones pasionales, los ideales que encarna, las identificaciones que convoca, las interpelaciones que promueve, la «herencia heroica» que convoca y las exigencias morales que soporta: «tantos sacrificios no pueden ser en vano», con toda la carga profética de «la carne y sangre de la vida nueva». ¿Son acaso todas estas figuras del discurso sólo impresiones subjetivas de Chávez, enunciaciones sin consecuencia, derivaciones y declinaciones semánticas de ciertos juegos del lenguaje asociados a los bolivarianos «delirios sobre el chimborazo»? ¿Acaso esa estructura ya mencionada de dirección política asume activamente, comprende y encarna este telos reconstructivo, traducido luego en el frío lenguaje de las metas, objetivos y proyectos; o en el más desviado lenguaje y práctica del burocratismo, las corruptelas, el sectarismo y la arrogancia del cargo político?
Chávez habla en la presentación: «Éste es un programa de transición al socialismo y de radicalización de la democracia participativa y protagónica. Partimos del principio de que acelerar la transición pasa necesariamente por, valga la redundancia, acelerar el proceso de restitución del poder al pueblo. El vivo, efectivo y pleno ejercicio del poder popular protagónico es insustituible condición de posibilidad para el socialismo bolivariano del siglo XXI.»
¿Se trata acaso de mentiras descaradas, de ambiciones encubiertas, de una inversión de los «auténticos objetivos» de fortalecer y usufructar el «capitalismo rentista de estado», de concentrar y centralizar el poder en una autocracia velada, completamente ajena a los ideales de democratización del poder, de construcción del poder popular para la transición socialista? Como si se tratara de un profeta sin arraigo ante una masa de incrédulos: ¿Le creemos o no le creemos a quien enuncia estas palabras? ¿ Es el «Poder Popular» el vértice y la base fundamental del Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer Plan Socialista del Desarrollo Económico y Social de la Nación 2007-2013?¿Cuál es el papel estratégico del Poder Popular?¿Quién lo define, cómo, cuándo, dónde, para qué?
Chávez señala con realismo en la presentación: «No nos llamemos a engaño: la formación socio-económica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista.» ¿Se trata acaso del reconocimiento de una evidente debilidad en seis años de vigencia del Primer Plan Socialista? Si la formación social venezolana, sis sus modos de producción fundamentales son capitalistas y rentistas, ¿cómo transitar hacia el socialismo?.
Y continúa: «Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros. Éste es un programa precisamente para afianzarlo y profundizarlo; direccionado hacia una radical supresión de la lógica del capital que debe irse cumpliendo paso a paso, pero sin aminorar el ritmo de avance hacia el socialismo.»
¿Estarán claros quienes hablan de consolidar definitivamente el socialismo, si apenas estamos en lo que Chávez denomina implantación inicial de un dinamismo interno que no prevalece en la formación socio-económica venezolana? Si es el capitalismo rentista lo que prevalece luego de 14 años de la revolución bolivariana, ¿cuáles son las razones ahora para suponer que existe claridad estratégica en la estructura de representación política de la revolución para que luego del período 2013-2019 no siga siendo la formación socio-económica que prevalece? ¿realmente se apunta en la dirección de superara la lógica del Capital? ¿Por qué en vez de atribuirle virtualidades que no tiene en las actuales circunstancias al Poder Popular, no asumimos que es la estructura de representación política realmente existente, con sus cuerpos, rostros y voces concretas son las que tienen por sí la responsabilidad de dirección política estratégica para construir las condiciones de ese protagonismo del Poder Popular? ¿Acaso no hay tensiones y conflictos entre esta lógica política de representación (con una partidocracia bolivariana que reproduce los vicios de partido-cracia cuarto-republicana) y la lógica de constituciòn del protagonismo participativo del Poder Popular?
Dice Chávez: «Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una nueva socialidad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad corran parejas con la emergencia permanente de nuevos modos de planificar y producir la vida material de nuestro pueblo.»
Le sugerimos a Chávez que sustituya esa subjetividad: poder popular; por quienes tienen hoy la responsabilidad de conducción política del proceso bolivariano: dirección política, para evaluar si la dirección política realmente existente despliega tareas concretas, medibles incluso, de des-articulación de las tramas de opresión, explotación y dominación; si configuran acaso desde la lógica de la representación política una nueva socialidad donde la fraternidad y solidaridad se articulen a nuevos modos de planificar y producir la vida material de nuestro pueblo. ¿Acaso no debemos evaluar la eficacia política y calidad revolucionaria de nuestras estructuras de dirección y representación política?
¿Cómo podríamos avanzar a objetivos siguientes, como el de «pulverizar completamente la forma estado burguesa», desde la ausencia de una conducción colectiva revolucionaria? No olvidemos a los plebeyos desengañados: ¿será pura paja?
Chávez reconoce en la presentación no sólo que tenemos una formación socio-económica que aun esta dominada por el capitalismo rentístico, sino que además dice que el Estado «aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas»; es decir, que el Estado capitalista sigue vivo y no logra «darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política». ¿Acaso luego de 14 años de revolución bolivariana, con la propuesta constituyente de Transformar el Estado, y no sólo redactar una nueva Constitución, podemos estar satisfechos con las «viejas y nefastas prácticas» cuartorepublicana que se reproducen en nuestra estructura de dirección y representación política? ¿Acaso ya pasado el tiempo de bajarle el volumen a las críticas (para no entregarle armas a los enemigos de la revolución en tiempos electorales), no se mantendrá el criterio aquel que dicta: «Nunca digas, de esta agua no beberé»? ¿Acaso llegaremos al templo del lenguaje orwelliano donde la campaña de «rectificación de errores y tendencias negativas» no sea algo más que un ritual vacío de crítica y auto-crítica, cuyo resultado previsible es que el que critica tiene que arrepentirse para hacer exclusivamente una auto-crítica por criticar?
¿Podrá construirse un modelo alternativo socialista si el papel edificante de la crítica? ¿Acaso al presentarse el programa de la patria no se esta convocando a la participación protagónica del pueblo, que con su más amplia discusión en las bases populares, podremos perfeccionarlo, desatando toda su potencia creadora y liberadora? ¿Dónde esta discusión de las bases populares con la estructura de dirección de representación política en esta tarea de doble interpelación entre «dirigencia revolucionaria» y «pueblo organizado y consciente»?
¿Cómo traspasar traspasar «la barrera del no retorno»: lo viejo debe terminar de morir definitivamente, para que el nacimiento de lo nuevo se manifieste en toda su plenitud, si esta doble interpelación?
¿Cómo construir esta Patria «para que tú, compatriota, hombre, mujer, madre, padre, joven, niña, niño venezolano y venezolana puedas vivir bien, con justicia y dignidad», sin esa discusión creadora con la participación amplia del pueblo venezolano?
¿Cómo arrancar arrancar una tercera fase, de consolidación, perfeccionamiento y culminación de la propuesta socialista», si el propio Chávez reconoce que sigue prevaleciendo el capitalismo rentista y el Estado burgués «con sus viejas y nefastas prácticas» que impiden «darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política», a nuevos métodos de planificación y de producción de la vida material? .
En este contexto, no sera sorprendente reconocer que existen «residuos neoliberales que parasitan el sistema fiscal», con énfasis en el Impuesto al Valor Agregado, que pagan en mayor medida quienes menos tienen (Luis Brito Garcia dixit).
¿Cuál «economía mixta» si lo que prevalece es la economía capitalista y rentista? ¿Cómo avanzar en el control y seguimiento de la gestión pública, cómo optimizar servicios públicos y exigir responsabilidad civil y administrativa por su incumplimiento sin el ejercicio concreto de la contraloría social? ¿Cómo mitigar significativamente la inseguridad?
El problema es que podemos definir todos los objetivos supremos, históricos, estratégicos y generales que soñemos, elaborar todos los planes y proyectos-libros que deseamos, pero su diseño, ejecución, evaluación, control y corrección depende de una estructura de dirección, representación y gestión política que no se reduce al dictum: «culpa´e chávez». Sin embargo, culpa´e Chávez es seleccionarlos y no evaluarlos, dirigirlos pero no contribuir a una formación continúa, investigarlos pero no castigarlos si se mantienen «viejas y nefastas prácticas», perder de vista que sean ineficientes y monten «potes de humo».
Uno no quiere sentir y percibir que luego de leer el interesante artículo de Brito García, uno se encuentre mas cerca de la situación de partida que de la situación de llegada, que en muchos aspectos estamos en el año 2006, en otros incluso en 1998, que el avance ha sido irregular y completamente desigual en distintas áreas. Nadie pide que se avance en línea recta, lo cual en las sociedades es altamente improbable, para no decir imposible, pero retroceder jamás. Por ejemplo, se me eriza la piel cuando se señala que hay que desarrollar aparatos sindicales enteramente socialistas, pues no entiendo la diferencia con desarrollar aparatos sindicales completamente adecos, es decir, que sean aparatos sindicales de una sola línea ideológica, sin tomar en cuenta la diversidad real y la autonomía de la estructura sindical, que aún siendo socialistas, no parecen serlo de la misma manera. No se cómo podría construirse una económica netamente socialista en el marco de la Constitución vigente, a menos que uno no sepa leer realmente las normas jurídicas sobre el sistema socio-económico allí planteado. Todavía me pregunto de si no habrá venezolanos que nacen y se mueren escuchando que hay que «culminar de una vez la siempre inconclusa Reforma Agraria» o «Echar los cimientos de una economía cada vez menos dependiente de los hidrocarburos.»
Luego insistiré en algunos detalles de un verdadero programa de revolución en la revolución que plantea Brito García que implica socavar el poder de grupos económicos que han crecido a la sombra del gobierno bolivariano: como ese de «Vigilar para que la proliferación de intereses foráneos en las empresas mixtas no concluya por poner bajo control extranjero gran parte de nuestra industria petrolera. Reducir la Deuda Pública, que podría volverse sumamente peligrosa ante cualquier baja de ingresos. Dar la batalla final contra los residuos neoliberales que plagan el sistema fiscal: contra el IVA, impuesto regresivo que castiga a quienes menos tienen, mientras la tasa máxima de tributación para los oligarcas no excede de 34%. Contra los Tratados contra la Doble Tributación, que exoneran de pagar tributos a las transnacionales. Contra los Tratados de Promoción y Protección de Inversiones, que privilegian al capital foráneo sobre el criollo.»
No quisiera profundizar por razones de espacio en elementos como » Eliminar cajas negras y fondos inauditables» o «Controlar la infiltración paramilitar manifiesta en cobros de vacuna, alcabalas, toques de queda, dominio de la economía informal, control de empresas de transporte y comunicaciones, sicariato y lavado de divisas en bingos y casinos.»
Creo que como contribución al Programa de la Patria, es conveniente estar de acuerdo con enunciados planteados por Brito García como: «Tan hábil es el movimiento bolivariano para cosechar victorias como para no sacarles partido. Ha tenido una Asamblea Nacional con mayoría absoluta de 100% sin crear el marco jurídico de la revolución socialista. Ha coloreado el mapa de rojo varias veces, para que lo destiñeran candidatos a quienes se invistió de poder sin exigirles más credenciales que el oportunismo.»
Lo que no queda claro y tengo serias dudas es si de verdad existe un debate colectivo que fortalezca e intensifique la propuesta socialista. El socialismo sigue siendo un imaginario: consignas, símbolos y promesas, pero no es un programa de ideas-fuerzas, con conceptos manejados a partir de una renovación de la praxis y la teoría critica socialista. En este aparte, estoy completamente de acuerdo en convocar al intelectual colectivo, no a los intelectuales tradicionales calcados y formados desde los criterios de los aparatos académicos de la cultura hegemónica o dominante. Ciertamente, Chávez y Brito deberían conversar más a fondo y más a menudo: «Una revolución que no avanza siempre, fatalmente retrocede.» Ya ganamos las elecciones, pero…¿Avanzamos?
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