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Loach varía de registro dando mucho más realce a los personajes que a las ideas

«Sólo un beso», choque de culturas con aire emocional

Fuentes: El Períodico

DIRECTOR Ken Loach INTÉRPRETES Atta Yakub, Eva Birthistle PAÍSES Gran Bretaña / Alemania / España Ken Loach regresa a Glasgow con Sólo un beso. La ciudad escocesa había sido el escenario de dos de sus mejores logros recientes dentro de un estilo calculado y bien reconocible, Mi nombre es Joe y Sweet sixteen. Por el […]

DIRECTOR Ken Loach
INTÉRPRETES Atta Yakub, Eva Birthistle
PAÍSES Gran Bretaña / Alemania / España

Ken Loach regresa a Glasgow con Sólo un beso. La ciudad escocesa había sido el escenario de dos de sus mejores logros recientes dentro de un estilo calculado y bien reconocible, Mi nombre es Joe y Sweet sixteen. Por el contrario, Sólo un beso varia considerablemente (y felizmente) de orientación: los personajes están siempre por encima de las tesis.
Loach no ha cambiado su discurso social, pero si la forma de vehicularlo en imágenes. Ya era hora. Pese a que todas sus películas de los 90 contaban con un par o tres de secuencias de considerable intensidad y calado, sólo algunas de ellas –Riff Raff, por ejemplo– podían considerarse obras plenas. Cuando Loach se dio cuenta de la reiteración de su discurso, decidió cambiar de escenarios, países y épocas históricas (Tierra y libertad, La canción de Carla), pero no así de estilo.
Parece que en Sólo un beso ha reconsiderado de forma drástica las pautas de su cine. El filme trata sobre los fundamentalismos religiosos y las diferencias de cultura y de clase, es decir, algunos de los temas habituales, junto al paro, en el cine comprometido del director.
En esto apenas ha cambiado. Lo que si es distinto es la forma de concebir las situaciones, la atención manifiesta hacia los personajes más allá de las ideas que representan. En resumen, sustituir el alegato por la ternura, la diatriba social por la comprensión, la tesis por el afecto llegando así a la emoción.
Y así, sin sacrificar ninguno de los atributos por los que se le conoce, el cineasta ha rejuvenecido su cine. La historia de amor repleta de obstáculos entre un joven paquistaní y una profesora de música de origen irlandés está tejida con una delicadeza hasta ahora invisible en el cine de Loach. Y siendo una película dura –ahí está el retrato que realiza de la familia del joven– aporta una dosis de optimismo que es coherente con la forma que tiene Loach de tratar a sus dos protagonistas a lo largo del relato.