Traducido por Daniel Escribano para Rebelión
El estado de Dakota del Norte tiene poca población (menos de 700.000 habitantes), clima frío y muchos campesinos dispersos por el territorio. No obstante, he aquí algunos datos de interés: desde el año 2000 el Producto Interior Bruto ha aumentado el 56%, las rentas personales, el 43%, y los salarios, el 34%. Este año el estado tiene un superávit presupuestario de 1,2 dólares por cada 109 (véase Ellen Brown: «Turning the tables on Wall Street: North Dakota shows cash-starved states how they can create their own credit», http://www.webofdebt.com/articles/state_bank_option2.php).
¿Por qué tiene el estado de Dakota del Norte lo que los demás estados no tienen? Parece que la respuesta es su banco. (De los 50 bancos de los EEUU 46 son insolventes.) Según la legislación de Dakota del Norte, el estado debe guardar todos sus fondos en el banco y garantizar sus depósitos. La función del banco es ofrecer servicios financieros con sentido que impulsen la agricultura, el comercio y la industria. En efecto, la clave está en la calidad de los créditos. El banco funciona a modo de banco de bancos, compartiendo con los bancos privados la concesión de préstamos a los promotores de bienes inmuebles, a las escuelas y a las empresas pequeñas y medianas. Pero ¿cómo se resuelve el problema de la solvencia? ¿No está el estado limitado a gastar sólo el dinero que tiene? La respuesta es no. Los bancos pueden crear crédito utilizando las entradas contables de sus libros de cuentas. Desde ese punto de vista, puede decirse que los bancos pueden crear dinero del aire mediante un libro. Pero toda creación de dinero es la forma de una deuda. No existe dinero sin deuda. (Los bancos venden deudas, cosa que muchos economistas no entienden. La cuestión es ésta: dinero = crédito = deuda.)
Por otro lado, ya sabemos cómo muchos (demasiados) derivados de crédito se han utilizado para juegos especulativos. Esto es precisamente lo que descarta el banco de Dakota del Norte, para evitar la especulación y los créditos basura. Esto es, al conceder créditos debe considerarse la calidad de los créditos y nada más. Y ahí mismo radica, precisamente, un gran error. Algunos piensan (la propia Ellen Brown) que los créditos públicos por sí mismos resolverían el problema. Aún más, a juicio de algunos economistas, el problema estaría resuelto si se nacionalizaran todos los bancos. Pero ese carácter público no implica garantía de tipo alguno. Tampoco la nacionalización de los bancos. Por ejemplo, el premio Nobel Paul Krugman (http://www.nytimes.com/2009/02/23/opinion/23krugman.html) cree que la nacionalización y reorganización de los bancos gigantes de Wall Street es una salida aplicable y realizable. (Sobre ese double talk o doble lenguaje ya hemos escrito algo: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2469.)
Hace tiempo que sabemos que la nacionalización que se menciona implica subvenciones astronómicas a los mismos que han puesto a los bancos en crisis. Mientras tanto, los trabajadores y la industria, junto con la inflación de precios de activos (es decir, la burbuja de de los precios de los activos ya existentes), sufren las consecuencias de la deflación.
Una especie de solución la propuso Michael Hudson en su conferencia en el País Vasco. Como dice una y otra vez, la crisis no es sólo financiera, sino que también es política. La democracia toda está en crisis, estamos ante un tipo especial de oligarquía. Por ello, la respuesta tiene que ser política.
En efecto, por un lado la crisis no corresponde a los ciclos económicos habituales y no se resolverá mediante otro nuevo ciclo. La crisis es financiera y corresponde al nuevo capitalismo financiero que se ha apropiado del capitalismo industrial. Por otra parte, la crisis es de todo punto política, corresponde a una guerra política que se libra en toda Europa (también en Rusia y en los estados del Báltico) contra la fuerza de trabajo.
Por tanto, de modo totalmente sintético, he aquí algunas tareas: tener a los bancos centrales bajo control parlamentario. Poner en marcha mercados verdaderamente libres: no permitir la barra libre y convertir este objetivo en tarea urgente del estado, es decir, del gobierno. Como los sectores financiero, asegurador y de bienes inmuebles reales son extractivos, como son cargas externas sobre la economía, gravarlos impositivamente con dureza. Finalmente, tener el control del sistema impositivo. Aumentar los impuestos de posesiones. Gravar el patrimonio inmobiliario real y la especulación bancaria. Para ello, la función del Tesoro Público tiene que ser urgente, fundamental y extraordinaria. No gravar a la fuerza de trabajo y la industria. En lugar de los actuales bancos basados en hipotecas, formar bancos industriales, similares a los que se formaron en Europa (sobre todo en Alemania y Centroeuropa) antes de la Primera Guerra Mundial. Desfinanciarizar los fondos de pensiones. (Actualmente, el dinero que se ahorra se va a la Bolsa para alzar los precios.)
Por nuestra parte, añadiríamos lo siguiente: la experiencia bancaria en Dakota del Norte es muy interesante para aplicarla en estados pequeños. Aprendamos de esa experiencia e intentemos poner en marcha experiencias semejantes en el estado vasco independiente de mañana.
Joseba Felix Tobar-Arbulu es ingeniero, miembro del Departamento de Filosofía de la Universidad del País Vasco y autor, entre otros, deInflazioaren aurka: bankugintza berriaren jarduerak (2004) y Moneta-teoria berrirantz (1999).
http://www.berria.info/paperekoa/iritzia/2009-04-26/004/006/Soilik_finantza_krisia.htm