[Reproducimos a continuación el prólogo de Boaventura de Sousa Santos del libro que llega esta semana a las librerías]
Escrito por dos conocidos economistas, este libro puede y debe ser leído no solo por especialistas sino por todos los ciudadanos y ciudadanas interesadas en conocer los subterráneos de la economía y de la política que rige nuestras vidas hoy en día. No se trata de un interés desinteresado, por placer intelectual. Se trata de aclarar una inquietud difusa que está presente en muchas de nuestras conversaciones, la sensación de que nuestra vida democrática, nuestras divergencias políticas, las decisiones de nuestros parlamentos y de nuestros gobiernos, todo eso no es más que la punta del iceberg. Esa punta es lo que llamamos justamente democracia, pero se asienta en una vasto conjunto de condiciones, poderes colosales, conflictos de vida y muerte que suceden fuera de nuestra vista y de nuestros medios de comunicación y cuyas resoluciones no se producen mediante procesos democráticos.
Los autores llaman a este vasto conjunto economía en la sombra, finanzas en la sombra. Hoy en día, es ahí donde se decide todo lo que tiene el impacto más decisivo en nuestras vidas. No quiere decir que nuestros conflictos democráticos no sean genuinos. Solo quiere decir que están muy condicionados por intereses y poderes fácticos que escapan al escrutinio democrático. Aclarar, y aclarar de forma brillante, las razones de esta inquietud es el principal mérito de este libro. Pero tiene muchos otros, y destaco solo los principales. En primer lugar, tiene una vocación interdisciplinar que le permite establecer fructíferos diálogos con otras disciplinas. Solo un ejemplo personal. Siendo sociólogo y no economista, vengo dando voz en mis trabajos a la inquietud que he mencionado aunque sin identificar en detalle el conjunto de las circunstancias que la generan (me faltan conocimientos para ello). La forma en la que he identificado la inquietud quizás sea conocida por algunos lectores: vivimos en sociedades políticamente democráticas pero socialmente fascistas. Para mí, el fascismo de nuestro tiempo es por ahora, un fascismo social y no un fascismo político, es decir, es un régimen de relaciones sociales que coloca a las grandes mayorías dependientes de decisiones tomadas por pequeñas pero poderosas minorías con poder fáctico de las que las mayorías no tienen conocimiento o sobre las cuales no tienen ningún control. Distingo cinco formas de fascismo social, una de ellas, el fascismo financiero. Pues bien, este libro demuestra con impresionantes detalles el modus operandi del fascismo financiero, aunque los autores no usen esta denominación lo que no tiene ninguna relevancia.
En segundo lugar, este libro muestra que todo lo que ocurre en el mundo en la sombra de las finanzas internacionales, ocurre en mundos paralelos: decisiones de unas decenas de actores muy poderosos se presentan de forma creíble como decisiones que son el resultado de infinidad de pequeñas decisiones de pequeños decisores anónimos que, en conjunto, constituyen «los mercados». Pero estas decisiones que son eminentemente políticas, se presentan como decisiones técnicas. Estas medidas concretas se dan en fechas precisas, con participantes identificados, pero son vistas sin ni siquiera ser consideradas como decisiones, toda vez que, supuestamente, no había lugar para otras opciones diferentes a las que fueron tomadas. En suma, no hubo decisiones, hubo necesidad de que se impusieran inexorablemente.
¿Cómo es posible mantener estos dos mundos paralelos separados y a la vez creíbles durante mucho tiempo? Responder a esta pregunta es otro mérito del libro. En una verdadera hazaña por el mundo de la sociología del conocimiento, los autores muestran que la duplicidad está inscrita en el entrenamiento profesional de los académicos y CEOs que actúan en este mundo. Académicos respetados se especializaron en medias verdades e intensos masajes de datos para ocultar sus conflictos de intereses. Van habituándose a ver la universidad como una tienda de campaña comparada con los relucientes palacios del capital financiero donde es más confortable «trabajar». Se trata de un entrenamiento complejo para hacer pasar percepciones como realidades, números arbitrarios por números rigurosos, contingencias por necesidades perentorias, sef-fulfilling prophecies, por previsiones, en resumen, para hacer pasar la arbitrariedad del rigor por rigor de la arbitrariedad. Esta conciencia dual tiene un objetivo bien definido: salvar el sistema, cueste lo que cueste.
Esta dimensión de la obra merece ser especialmente destacada. Por un lado, no hay sistema, hay un caos disfrazado de orden. La economía en la sombra no esconde una economía más racional y más real. Se trata de dos mundos paralelos que no existen uno sin el otro y en el que ninguno es más importante o más racional que el otro. Por otro lado, defender a toda costa el «sistema» puede significar destruir vidas humanas, destrozar la economía de países enteros, poner fin a regímenes democráticos, ya de por sí frágiles; en fin, puede conducir el mundo a nuevas crisis globales que en el pasado tanto sufrimiento y destrucción causaron.
Sin duda, es un libro inquietante, pero es tan lúcida la demostración de la inquietud que nos deja una alivio secreto, a la tenue luz de la capacidad de los seres humanos para superar las condiciones que les impiden humanizarse plenamente. No podría tener razones más fuertes para recomendar encarecidamente la lectura de este libro.