«Gracias a una teoría económica fallida un problema pequeño terminó convirtiéndose en un desastre», se lamentó el economista canadiense Marc Lavoie. El investigador enrolado en la tradición postkeynesiana es un crítico de la visión dominante de la economía y especialista en temas monetarios. «Los bancos centrales no deben ser independientes, deben coordinar sus políticas con […]
«Gracias a una teoría económica fallida un problema pequeño terminó convirtiéndose en un desastre», se lamentó el economista canadiense Marc Lavoie. El investigador enrolado en la tradición postkeynesiana es un crítico de la visión dominante de la economía y especialista en temas monetarios. «Los bancos centrales no deben ser independientes, deben coordinar sus políticas con los gobiernos y perseguir objetivos múltiples», afirmó Lavoie. Invitado a la Argentina para participar del Congreso de Economistas Heterodoxos organizado por la Universidad de Quilmes, Lavoie dialogó con Cash. El profesor de la Universidad de Ottawa cuestionó la existencia de bancos centrales con mandatos limitados al control de la inflación y destacó la necesidad de que esos organismos se conviertan nuevamente en agentes del desarrollo. El economista cuestionó las teorías económicas ortodoxas y desechó la existencia de una vinculación entre la emisión de dinero y los aumentos de precios.
¿La continuidad de la crisis en la Zona Euro es una decisión política o una consecuencia teórica?
-Está todo relacionado. Comenzó con las decisiones políticas cuando se construyó la Eurozona, pero esas decisiones políticas se basaron en un conjunto de teorías económicas que imponen la primacía del mercado y no conciben la posibilidad de una crisis o conflictos. Esas visiones sostienen que los mercados financieros se autorregulan, son eficientes y pueden prever los problemas. Construyeron un Banco Central Europeo (BCE) asumiendo que nunca iba a existir una crisis, que los países de la región no podían tener problemas financieros. Así, cuando estalló la crisis carecían de las herramientas para enfrentarla y resolverla. La creación del BCE y el euro fue principalmente un hecho geopolítico para establecer a Europa como un rival de Estados Unidos. Dudo que los políticos que construyeron la Zona Euro creyeran que existirían beneficios generalizados desde un punto de vista económico. Soy muy pesimista sobre la situación europea.
¿Por qué se diseña una banca central que carece de instrumentos para hacer frente a una situación de crisis?
-Se trata de una cuestión ideológica. La idea era evitar que las bancas centrales no pudieran financiar el gasto del gobierno para que esa emisión no generase inflación. Pero esa idea fracasó. Aunque en el pasado era relativamente fácil para los gobiernos de Europa obtener adelantos del Banco Central, el BCE no puede comprar bonos de los países directamente, no puede financiar a los países y ni siquiera tiene permitido adquirir títulos públicos en el mercado. Las dos primeras limitaciones se dejaron escritas en la carta orgánica. La imposibilidad de comprar bonos en el mercado fue una convención que no figura en el estatuto del BCE. Siempre creí que los políticos y banqueros centrales europeos se iban a dar cuenta de que esas reglas no tenían ningún sentido. Me equivoqué. Aunque cambiaron las reglas y en mayo de 2010 el BCE comenzó a comprar títulos de Grecia, Irlanda, España, Portugal e Italia evitando así la profundización de la crisis y también aceptó activos sin la máxima calificación, todo lo que hicieron, lo hicieron demasiado tarde.
Esta semana se aprobó una reforma de la Carta Orgánica del Banco Central. Una de las modificaciones más cuestionadas por los especialistas locales fue el incremento en la capacidad de financiamiento del organismo al Tesoro porque lo consideran inflacionario.
-Quienes sostienen que el Banco Central genera inflación creen en la teoría ortodoxa, que ya fue refutada hace un tiempo considerable. Pero todavía existen muchos economistas alrededor del mundo que todavía creen que la emisión genera inflación. El Gobierno debe coordinar sus políticas con la Banca Central y el financiamiento al Tesoro no impacta sobre la inflación. Las bancas centrales no manejan la cantidad de dinero en circulación; la cantidad de dinero está determinada por la demanda de crédito, y las bancas centrales cuentan con la tasa de interés. No existe la inflación por exceso de emisión monetaria.
¿Un financiamiento «excesivo» no podría acelerar la inflación?
-En Canadá no hay límite a la capacidad del Banco Central para financiar al Tesoro, incluso cada vez que el gobierno emite un bono el Banco de Canadá adquiere generalmente el 15 o 20 por ciento de las emisiones. Eso no genera ningún problema inflacionario. Además, ese mecanismo permite establecer un precio de referencia para los brokers que adquieren los títulos públicos en las emisiones primarias y si no lo respetan pierden su derecho de participar en ese segmento del mercado. Eso permite que no pueda suceder nunca lo que acontece en Europa, donde los bonos no paran de depreciarse. Canadá posee una ventaja que los países en desarrollo no tienen que es la de poder vender en el mercado financiero global bonos denominados en su moneda local. Para la mayoría de los países eso es muy difícil. La situación es diferente pero hay herramientas que se pueden utilizar para mejorar esa situación y emitir en las monedas locales en los sistemas financieros locales.
Canadá puede financiar al gobierno sin límites pero sigue un sistema de metas de inflación para controlar los aumentos de precios.
-Cuando se instalaron las metas de inflación en 1991 tuvieron un efecto negativo sobre el crecimiento y la recesión fue mucho peor que en otros países. Así controlaron la inflación. Después, durante la década del noventa, el «éxito» de las metas de inflación fue suerte: los precios de los commodities y el petróleo bajaron y la mayoría de los países gozaron de baja inflación. Cuando comenzaron a subir los precios internacionales, la tasa de inflación en Canadá también empezó a subir. Ahí nos preguntamos si el Banco Central podría controlar la inflación como decía que estaba haciendo, pero estalló la crisis y los precios volvieron a caer.
¿Cuál debe ser el objetivo de un Banco Central?
-Debe perseguir objetivos múltiples. Uno de ellos, la inflación, pero también el nivel de empleo y la estabilidad financiera. La crisis global demostró que la independencia de los bancos centrales es una mera ilusión. Para alcanzar esos objetivos es necesario coordinar su accionar con los gobiernos. No se trata de algo novedoso. Los bancos centrales eran un agente del desarrollo hasta los años ’70. Pero esas funciones fueron abandonadas, dejadas de lado a medida que la derecha fue ganando espacios en la política y los economistas que en su mayoría son conservadores se movieron felices en el mismo sentido y abandonaron las ideas keynesianas originales. Los economistas siguieron la corriente de los políticos.
La utilización de las reservas internacionales para pagar deuda externa desató un importante debate en Argentina en 2010. Hoy todavía persiste una fuerte oposición a su uso. ¿Cuál es su visión?
-El rendimiento de las reservas internacionales de Argentina es mucho menor que la tasa de interés que debe pagar el Gobierno por emitir deuda. En su caso es una jugada eficiente usar las reservas para pagar deuda externa. Durante la convertibilidad Argentina estaba obligada legalmente a mantener una relación entre las reservas y los billetes circulando en la economía. Hoy no tiene ningún sentido preservar esa relación. Es una regla estúpida.
La crisis puso en evidencia las limitaciones de la teoría económica dominante y generó espacios para recuperar visiones alternativas, ¿cómo continuará ese proceso?
-En un punto de la crisis podríamos haber considerado que la emergencia de políticas de corte keynesiano para impulsar los niveles de actividad y sostener el empleo se convertirían en la regla y no en la excepción. Pero un año y medio después de la aplicación de esas políticas y paquetes de estímulo vemos un giro de 180 grados. El FMI que parecía cambiar sus recomendaciones de política económica volvió a ser el mismo de antes. Los organismos internacionales y ministros de Economía y Finanzas de Europa recuperaron sus viejos guiones para volver a hablar de la consolidación fiscal y ajuste.
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