«Todas las películas que he hecho en mi vida son políticas.Y ésta también». Con esas palabras, Spike Lee describía ayer su último filme, ‘She Hate Me’, una sátira delirante en la que el realizador estadounidense explora la (in)moralidad de la sociedad estadounidense desde diversos ángulos, incluidos el sexual y el empresarial. El filme narra la […]
«Todas las películas que he hecho en mi vida son políticas.Y ésta también». Con esas palabras, Spike Lee describía ayer su último filme, ‘She Hate Me’, una sátira delirante en la que el realizador estadounidense explora la (in)moralidad de la sociedad estadounidense desde diversos ángulos, incluidos el sexual y el empresarial.
El filme narra la historia de Jack Armstrong, un ejecutivo que es despedido de su compañía cuando osa informar a la Comisión Nacional de Valores de las irregularides cometidas por los directivos de su firma. Marcado en el mundillo empresarial como ‘chivato’ e incapaz de encontrar trabajo, Jack acaba por aceptar la propuesta de dejar embarazada a su ex prometida, una poderosa ejecutiva que se ha hecho lesbiana y que quiere tener un hijo junto a la mujer con quien comparte su vida. A partir de ahí, Jack hace de la fecundación de lesbianas su medio de vida, embolsándose 10.000 euros por cada ‘servicio’ que presta. Acaba trayendo al mundo a 19 niños de 18 madres distintas.
«La película trata de sexo, fraude, dinero y política», sostiene Lee, que no oculta haberse inspirado en los recientes escándalos empresariales ocurridos en EEUU -léase Enron o Halliburton- a la hora de retratar la actual cultura empresarial norteamericana.»El filme tiene muchos elementos, y trata de las elecciones que cada uno debe tomar basándose en su ética individual».
Sin embargo, Spike Lee no aspira a actuar sobre la conciencia de los espectadores. «Nunca he pensado en tener una influencia como la de Michael Moore», aseguraba ayer en Venecia Spike Lee, vestido con una nada discreta camisa de motivos geométricos y con una gorra rosa a juego encasquetada en la cabeza.
Respecto a la nueva oleada de cine político que estamos viviendo (ahí están desde ‘Farenheit 9/11’ hasta ‘The Manchurian Candidate’, pasando por ‘Supersize me’ o ‘Embedded’, la primera película dirigida por Tim Robbins), Spike Lee mantiene que no se trata de una nueva corriente, sino de una reacción normal ante el hecho de que las elecciones estadounidenses aguardan a la vuelta de la esquina. «Si no hubiera comicios a la vista, no creo que esas películas tuvieran ese impacto», asegura.
Sin embargo, el realizador estadounidense defiende vehementemente la utilización del cine como arma política. «Bush tiene a su servicio la cadena Fox. Y si queremos combatir a Bush tenemos que utilizar sus mismas armas», sentencia.
Por supuesto, el director de ‘Malcolm X’ no comparte la opinión de Bush respecto a las parejas homosexuales. «Creo sinceramente que dos personas del mismo sexo pueden criar a un hijo igual de bien que una pareja heterosexual», asegura. Sin embargo, la clonación es un asunto en torno al cual mantiene enormes reservas.