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Entrevista al Dr. Enrique Carpintero, director de la revista y la editorial Topía

Spinoza, militante de la potencia de vivir

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Fuentes: Rebelión

-Vos has escrito varios libros y artículos sobre Spinoza. Tal vez podríamos decir que es tu filósofo de cabecera. ¿Quién era Baruch Spinoza? 

-Podemos decir algunas cuestiones. Fue un filósofo del siglo XVII, 1600. Él vivió una época que estaba signada por la impronta de la religión. La religión era un elemento fundante de la sociedad de toda esa época en Occidente. Digamos que no se concebía una persona que no tuviera o no perteneciera a alguna religión, ya sea judía, católica o mahometana en el caso de las religiones monoteístas.  

Obviamente en Occidente lo hegemónico era la religión cristiana y sus diferentes variables: católica y protestante. Baruch, que nació con el nombre de Bento Spinoza, vivía en Ámsterdam. Nació en Ámsterdam. Perteneció a una familia sefardí, en Ámsterdam había una comunidad muy importante de sefardíes producto de que habían escapado de la Inquisición en España y Portugal. Recordemos que en 1492, cuando se descubre América, se expulsan a todos los judíos de España. Es la forma en que los Reyes Católicos buscan unir a los españoles. Muchos de ellos van a Portugal, en Portugal terminan echándolos y van a distintos lugares.  

Un lugar fundamental es Holanda que vivía una suerte de tolerancia religiosa. Ahí se instala una comunidad judía sefardí muy importante. Sefardí porque viene de Sefarad que era como nombraban a España los judíos en esa época. Y todo este proceso hizo que esta comunidad judía sufriera muchas transformaciones.  

A algunos se los obligaba a ser cristianos, otros se mantenían siendo cristianos mientras que en forma secreta conservaban la religión judía. Todos estos eran los «nuevos cristianos» como se los denominaba. Spinoza venía de una familia así, esto implicaba una subjetividad, una forma de pensar. 

El judío estaba acostumbrado a pensar en secreto, a no decir cosas. Spinoza nace en una familia de comerciantes sefardí. Su madre muere joven, fallece su padre y sus dos hermanos y, en principio, queda él con un hermano dirigiendo una empresa familiar comercial.  

Ya siendo muy joven tiene una formación judía y a partir de ahí empieza a concebir ciertas cuestiones que no eran toleradas dentro de esa sociedad como, por ejemplo, que el alma no iba a trascender luego de la muerte, que no había nada más que el cuerpo y, fundamentalmente, que Dios no era un dios trascendente. No existía un Dios trascendente, lo que él pensaba era un Dios inmanente.  

La inmanencia es un elemento central en Spinoza y forma parte de que no hay nada fuera del mundo, no hay nada fuera de la cosa, no hay nada trascendente en ninguna cosa o en ninguna persona. En este sentido él negaba este Dios trascendente, que podía castigar, sancionar o hablar. A partir de ahí Spinoza empieza a concebir con el tiempo un Dios que llama Naturaleza. Para él la Naturaleza es Dios.  

Algunos hablan de un panteísmo en Spinoza, que casualmente es un término que utilizan para definir la filosofía de Spinoza, pero en realidad no es panteísta. Porque el panteísmo sostiene que en todas las cosas de la naturaleza está Dios, o sea que Dios está en una silla, en una cucaracha, en el ser humano, etc. Acá Spinoza no dice lo mismo, lo que dice es que la Naturaleza es Dios.  

Por eso muchos sostenemos que Spinoza es el padre de los ateos. Pero bueno, antes de desarrollar la mayoría de estas concepciones es reprendido por los rabinos mientras que se lo obliga a que no trate de pensar en estas cosas, él se niega y finalmente se le hace lo que se llama un Hérem, se lo expulsa de la comunidad. El Hérem es uno de máxima, es decir, ninguna persona de la comunidad se puede acercar a unos metros de él ni puede hablar, por supuesto, con él, ya sean amigos o familiares.  

A partir de ahí Spinoza se va de Ámsterdam y empieza a desarrollar su sistema filosófico. Acá hay dos cuestiones a mi entender fundamentales, a partir de ahí se crea todo un mito con relación a Spinoza que era un ser aislado, no es así. Fue una persona que fue un militante, por eso le pongo este nombre al título, porque él militaba su filosofía que era una potencia a la vida, su concepción en relación con la democracia, estaba contra la monarquía. Era conocido del que fue en su momento Primer Ministro republicano en contra de la monarquía en Ámsterdam.  

Participó de muchas cuestiones, fundamentalmente después escribe un Tratado Teológico Político, que es una intervención política que hace en esa época sobre cuestiones en relación con la democracia, la monarquía y la multitud, que en términos actuales podríamos decir que es el colectivo social, y donde fundamenta una democracia radical. Una democracia donde todos tienen derecho sobre todas las cosas para poder decidir.  

En síntesis, es un crítico de dos elementos fundamentales. La pregunta que se hace Spinoza es por qué la gente apoya situaciones o posiciones políticas que los transforma en esclavos, creyéndose que pueden ser libres. De ahí se desprenden dos cuestiones que lo transforman en un crítico radical: el miedo y la esperanza.  

A través del miedo se domina a la gente y la esperanza, una esperanza pasiva y no una esperanza activa, no de esa esperanza que nos permite a todos nosotros poder generar una lucha, sino esa esperanza pasiva en la cual estamos esperando que alguien nos solucione los problemas, llámese Dios, llámese Hitler, quien sea. Un ser superior que creemos nos va a solucionar los problemas y no pensarnos a nosotros mismos dentro del colectivo social quienes podemos transformar, modificar y resolver los problemas.  

-¿Por qué estudiar en la actualidad un filósofo del siglo XVII? 

-Esto lo planteo en la Introducción, hay varias cuestiones. Una de las fundamentales va ligada a lo que tiene que ver con pensar una democracia radical. Lo que plantea Spinoza es que el colectivo social, el multitudo, se potencia, textual, no a partir de participar de derechos que da la sociedad, sino de participar en cómo generar la potencia de cada uno de los sujetos, es decir, un colectivo social es importante en la medida que sus miembros puedan potenciar sus posibilidades, lo que él llama las pasiones alegres, potenciar todo eso que nos lleve a la creatividad y no solamente es una cuestión en relación con los derechos.  

Hoy las sociedades actuales evidentemente tenemos muchos derechos, pero nos lleva permanentemente a una democracia donde lo que predomina es la impotencia. En este sentido es importante cómo pensar formas de organización democrática donde podamos lograr a nivel individual y colectivo esta generación de potencialidades. En especial, y yo tomo algunas cuestiones, hoy lo que encontramos son formas autoritarias, fascistas o neofascistas, que detrás de un supuesto pensamiento libertario, que nos deja a todos encerrados en nuestro propio narcisismo, nuestro propio individualismo, caemos en cuestiones que nos llevan a estar todos contra todos. Es un desafío que hoy tenemos en la sociedad actual no solo acá en Argentina sino en el mundo. 

-¿Por qué «filósofo marrano»? 

-«Marrano» en el sentido del pensamiento marrano, es un pensamiento organizado en el secreto, en lo no dicho, en un doble sentido o en frases que quieren decir lo contrario de lo que dicen. Es así que los textos de Spinoza están atravesados por todo esto, fundamentalmente la Ética, que es su texto fundamental, está atravesado por este doble sentido que lo hace dificultoso de leer, además que en esa época el paradigma de la escritura era el pensamiento geométrico, por lo tanto, el libro está organizado como si fuera una geometría donde hay cuestiones que se van armando en función de ciertas formulaciones geométricas.  

Todo esto lo hace difícil de leer y fundamentalmente hace que tenga necesariamente múltiples interpretaciones, además de que la vida de Spinoza está llena de secretos, de cuestiones que uno dice una cosa, otro dice otra. Antes de morirse, se quemaron las mayorías de sus cartas, dejaron algunas que es la correspondencia actual. Esto lo hace en forma de cuidado, teniendo en cuenta que en esa época tener este pensamiento no era gratuito, es decir, que tener este pensamiento lo podía llevar a uno a morir quemado en la hoguera. Pensar por fuera de la religión y ser considerado hereje llevaba a que a uno lo matarán. Todo esto no es un cuidado gratuito, sino que formaba parte de una cuestión de época. 

Marx y Freud, lectores de Spinoza 

-La segunda parte del libro está dedicada a las lecturas de Spinoza, en particular a la que hicieron Marx y Freud. ¿Qué nos podés comentar al respecto? 

-Hay varias cosas. Marx fue un lector de Spinoza, cuando era joven hacía resúmenes de las obras que leía y una de ellas es la obra de Spinoza. Lee el Tratado Teológico Político y la correspondencia de Spinoza y a partir de ahí hace un resumen que transcribe en papel, lo manda a que otros lo transcriban y armó un texto que llamó El tratado teológico político de Spinoza. Así se conoce, como si él hubiese sido el autor. Obviamente, este texto nunca se publicó, no se publicó en vida. Tampoco se publicó después, tampoco se publica cuando se hacen las Obras Completas en la época de Stalin, que corre ese texto y recién se publica en 1976.  

Es un texto que lo importante no es solo lo que está ahí escrito sino lo que sacó Marx de los textos de Spinoza. Así, digamos, Marx logra incorporar un pensamiento crítico, con Spinoza va tomando forma en Marx el pensamiento crítico, especialmente sobre las posiciones religiosas que en el siglo XIX todavía tenían una gran importancia. Creo que en este sentido la deuda de Marx hacia Spinoza es desarrollar, avanzar en este pensamiento crítico, que en caso de Marx  le da un desarrollo posterior con El Capital y otros textos.  

En Freud, hay conjunciones y tensiones con el pensamiento de Spinoza. Marx reconoce la influencia de Spinoza aunque no lo nombra, en cambio, Freud tenía temor de citar a filósofos como Spinoza o Nietzsche, para que no pensaran que el psicoanálisis era una filosofía, sino que el psicoanálisis formaba parte del pensamiento positivista de la medicina. En este sentido Freud dice que él es deudor del pensamiento de Spinoza.  

Hay varias cuestiones en esta relación, por ejemplo, la concepción que tiene Spinoza donde plantea que en la vida del ser humano existen pasiones alegres y pasiones tristes. Es decir, las pasiones tristes están determinadas por el odio, la depresión, etc. Mientras que las pasiones alegres son el amor, la solidaridad, etc. La forma de luchar contra las pasiones tristes es apoyarse y sostenerse a pensamientos ligados a las pasiones alegres.  

Esto recuerda a las pulsiones de vida, al erotismo y las pulsiones de muerte, que están ligadas al odio y a todo lo destructivo y autodestructivo. Acá hay una dicotomía entre Freud y Spinoza que es en relación con la muerte, para Freud la muerte forma parte de la condición propia del ser humano y en la medida que el ser humano genere sus posibilidades de vida, su erotismo, en el sentido amplio de la palabra, va a permitir que la muerte se vaya desplazando paso a paso. La muerte forma parte de la interioridad del ser humano, venimos de la nada y volvemos a la nada, en el medio está la vida.  

En cambio, Spinoza no tenía este pensamiento, porque no incorpora la negatividad, él sostiene que la muerte es un accidente que viene del exterior, no es algo propio del ser humano sino algo propio de la exterioridad del sujeto que lo tiene que asumir, pero como algo exterior.  

Otro punto importante está ligado a la relación entre lo que yo llamo la corposubjetividad que es la ligazón entre lo psíquico, lo cultural y lo orgánico, o sea, hay una interrelación entre estas tres cosas. Spinoza habla de un paralelismo entre lo orgánico y lo psíquico, que él llama pensamiento, en realidad es el alma, cuando desaparece el cuerpo, desaparece el pensamiento, desaparece el alma.  

También plantea que los cuerpos afectan y son afectados dentro del colectivo social, este pensamiento que retomó de diferentes maneras Freud, es lo que hace que exista una relación entre lo psíquico, lo orgánico y la relación con lo social y cultural.  

Acá encontramos cuestiones, figuras importantes como para poder encontrar cierto hilo entre el pensamiento de Spinoza y Freud, y anteriormente Marx. Pero también encontramos cuestiones que se oponen, pensemos que Spinoza estaba muy lejos de pensar como Marx de la lucha de clases o como pensaba Freud el inconsciente, estaba muy lejos, no lo tenía. Por eso, se suele tomar a Spinoza para pensar ciertas cuestiones de Freud y Marx, también es importante pensar ciertas cuestiones de Spinoza de forma dialéctica desde lo que nos plantean Marx y Freud, cómo es la lucha de clases dentro del multitudo, dentro del colectivo social o el inconsciente dentro de la subjetividad de cada uno. 

-¿Querés agregar algo más? 

-Creo que es un pensador importante para poder desarrollar hoy, para poder pensar cómo combatir esta nueva forma de fascismo, para poder pensar cómo se ha vaciado la democracia en tanto ya no permite el desarrollo de nuestras potencias, sino todo lo contrario, más allá de nuestras cuestiones de derechos que son importantes en la medida en que podamos desarrollar nuestras potencias. Nos encontramos con un mundo dónde, por ejemplo, nuestro país tiene 50% de pobreza, aumento de depresión y suicidios, etc. Nos llevan a esta sensación de impotencia, cómo decía Spinoza, el predominio de las pasiones tristes.  

Tenemos que poder pensar una democracia desde «la alegría de lo necesario», como titulo mi primer libro sobre Spinoza y Freud. La alegría de lo necesario son esas potencias alegres que nos permiten conseguir lo necesario que todos necesitamos. 

-El sábado 22 fue la presentación 17:30 en la Biblioteca obrera «Juan B. Justo», en Avenida La Plata 85. Pero también revista Topía convocó a un homenaje a Héctor Freire el jueves 20. ¿Podrías comentarnos sobre esta actividad que nos tocó muy de cerca? Héctor Freire fue co-conductor del programa «Ciudad Cultural» que se emite por esta radio los días jueves de 19:00 a 20:00 y en lo personal un gran amigo y compañero de militancia sindical. Pero fue un homenaje más bien hecho desde la poesía. 

-La idea fue recordarlo a Héctor, fue un gran amigo, compañero de revista durante 25, casi 30 años. 

-¿Una especie de sapo de otro pozo no? 

-Sí, sí, formaba parte del Consejo de Redacción representando el área cultural y, por supuesto, era el único que tenía derecho a interpretarnos. Él nos interpretaba, no solamente a nivel individual, sino grupal, le dábamos ese permiso. Los que lo han escuchado en la radio saben su potencia, sus posibilidades en relación con la poesía, la escritura, la crítica de cine. 

-La pintura. 

-En la editorial Topía le hemos publicado varios libros. Se hizo en la Casa de la Poesía y fundamentalmente tratamos de recordar algunas historias, anécdotas e ir generando un recuerdo de Héctor, que se lo merece, a través de la obra que ha dejado y está muy presente. 

Y agregar que no convocamos solamente a la revista Topía, sino que hubo otras revistas, de Mar del Plata, por ejemplo, otras dos o tres revistas en las que Héctor participó y que se convocaron el jueves para recordarlo a través de algunas poesías y textos.  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.