El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz concede una entrevista a la AFP el 13 de septiembre de 2016 en París La moneda única europea fue mal concebida, bajo la influencia de la «ideología neoliberal», y hoy es causa de muchos de los males de la zona euro, como el estancamiento, el desempleo o […]
El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz concede una entrevista a la AFP el 13 de septiembre de 2016 en París
La moneda única europea fue mal concebida, bajo la influencia de la «ideología neoliberal», y hoy es causa de muchos de los males de la zona euro, como el estancamiento, el desempleo o los populismos, advierte el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en una entrevista con la AFP.
«Cuando las reglas son malas, se debe cambiarlas, si no, vamos derecho al desastre», afirmó el economista con motivo de la salida en Francia de su libro ‘El euro: cómo la moneda única amenaza el futuro de Europa’.
Stiglitz se quitó su corbata por la sofocante y poco habitual temperatura en París para un mes de septiembre. Pero no perdió su elocuencia, en particular para multiplicar sus críticas contra la política económica europea.
«Con modelos económicos erróneos, llegamos obligatoriamente a un mal diagnóstico y a malas recetas», aseguró el muy mediático execonomista jefe del Banco Mundial y Nobel de Economía 2001.
Aunque a veces busque las palabras adecuadas, sus ataques son frontales. Tras el lanzamiento del euro, «los economistas esperaban el primer shock para poner a prueba la moneda. Se produjo en 2008 y las consecuencias fueron desastrosas», resumió el economista estadounidense.
Stiglitz fustiga las reglas, en particular el inquebrantable 3% de déficit fiscal, el máximo autorizado, según las reglas europeas, «que cae del cielo» y que no se basa «en ninguna teoría económica».
«Es Dios el que transmitió los diez mandamientos en el monte Sinaí, pero las reglas del euro son simples seres humanos las que las establecieron», dice, con un sesgo de ironía, pidiendo así la revisión de las normas.
– Un ejemplar para el ortodoxo Schauble –
«La idea de que la austeridad permite volver a tener crecimiento y prosperidad la rechazan en la actualidad la mayoría de los economistas e incluso el FMI (Fondo Monetario Internacional). Por desgracia, sigue siendo la opinión que predomina dentro del gobierno alemán y en particular en su ministerio de Finanzas», sostiene el premio Nobel, que se propone enviar un ejemplar de su libro al ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schauble.
«Estoy seguro de que mi obra no lo convencerá», sonríe Stiglitz, que denuncia en su libro lo que presenta como «la ideología liberal» que reina en la UE.
Y su definición de «ideología» no deja lugar a dudas. «Se trata de una creencia que no está necesariamente basada en pruebas», explicó, recordando que la austeridad fracasó con la Gran Depresión, luego en Asia y en Argentina. «¡Ahora también en Europa!», expresó.
«Los más interesante es que el FMI aprendió del pasado y reconoció que se equivocó», subrayó.
En cambio, sorprende que en Europa aún haya gobiernos como el de Angela Merkel que persisten en exigir políticas de ajuste «incoherentes con las reformas que necesita la zona euro».
– Bueno para bancos, malo para la gente –
Para Stiglitz los errores están en los orígenes mismos del euro. Los europeos «pusieron la carreta delante de los bueyes» al lanzar la moneda única sin crear las instituciones necesarias para gestionarla.
Peor aún, «la moneda única quitó a los Estados los dos mecanismos de ajuste más importantes: la tasa de cambio y las tasas de interés. Los países tienen las manos y los pies atados y sólo disponen de margen en la política fiscal. Lo mismo para el Banco Central Europeo que sólo debe concentrarse en la inflación», enumera.
Stiglitz pide reaccionar para no poner en peligro el proyecto europeo. «El euro es quizás bueno para algunas personas y para los banqueros, pero no lo es para los ciudadanos comunes. La sociedad se estanca, no crece, lo que da impulso a los partidos de extrema derecha», advierte.
En su libro, Stiglitz presenta varias soluciones para sacar a Europa del callejón sin salida en que se encuentra.
Da su preferencia a una zona euro dotada de instituciones que permitan su buen funcionamiento, como un BCE que «no se limite a luchar contra la inflación, sino que se concentre en la lucha contra el desempleo y el crecimiento».
Si los países no aceptan más Europa, propone entonces varias pistas para que haya menos. «La más fácil» sería una salida de Alemania del euro, lo que haría que los otros países fueran más competitivos a través de una devaluación de la moneda única.
Otra opción sería un divorcio de mutuo consentimiento o también la creación «de dos o tres zonas monetarias» a la espera de la creación de las instituciones necesarias.