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Subasta al martillo del petróleo iraquí

Fuentes: Global Research

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

El ex Vicepresidente estadounidense Dick Cheney, el ex Ministro de Defensa Donald Rumsfeld y todo un surtido de neocons estadounidenses van a disponer de mucho tiempo para poder dedicarse a cuidar su apoplejía. Una de las razones clave para desencadenar la guerra contra Iraq en 2003 fue la de hacerse con el control de sus preciosos campos petrolíferos, configurando así un gran acuerdo para el nuevo gran juego en Eurasia -el frente energético- y restringiendo el acceso de Europa y Asia a los asombrosos 115.000 millones de barriles de probadas reservas de petróleo de Iraq.

Washington, después de gastar al menos 3.000 billones de dólares y matar a más de un millón de iraquíes, ha conseguido lo siguiente: que en Bagdad, los pasados días 11 y 12 de diciembre, su sueño de oleoductos quedara definitivamente enterrado en la segunda ronda de licitaciones para explotar una serie de inmensos y enormemente rentables campos petrolíferos.

Las ofertas, supervisadas por el Ministerio del Petróleo, se presentaron en un programa-concurso de televisión en directo. En vez del «American Idol«, los iraquíes vieron el «Ídolo del Petróleo». En un ambiente vocinglero parecido a un bazar de alfombras, el ministro jugó a «esto son lentejas, si quieres las tomas o si no, carretera y manta«, obligando a 44 corporaciones extranjeras de las grandes del petróleo a reducir al máximo la tasa que cobran por cada barril que extraen en Iraq y sometiéndolas a contratos de veinte años. A esas multinacionales no se les dio una porción de la producción petrolera iraquí; se les va a pagar una tasa de dos dólares por barril cuando aumenten la producción por encima de un nivel mutuamente acordado.

Sin embargo, para las grandes petroleras, la posibilidad de conseguir una rendija de todos esos campos megagigantes bajo control chií al sudeste de Iraq -la mayor concentración de ese tipo del mundo- llevó a todos los jugadores a gritar: «Llueve petróleo!» Una vez que pagas la entrada, ya estás dentro del teatro. Y qué teatro… El gobierno iraquí puede terminar pagando a las grandes petroleras hasta 50.000 millones de dólares por sus conocimientos técnicos. Todos esos acuerdos de «servicio» eludirán al parlamento iraquí, que podría descabalar todos esos planes. Y las grandes petroleras conseguirán aún dos dólares por cada barril extra de crudo que extraigan por encima del objetivo mínimo de producción.

En junio, Iraq celebró su primera subasta petrolera, ofreciendo a las compañías extranjeras la oportunidad de aumentar la producción en los campos que ya estaban en funcionamiento. En esta última subasta, era la primera vez que las firmas extranjeras podían pujar por campos sin explotar. De los diez grupos de campos disponibles, se concedieron siete.

Ganar-ganar para Rusia y China

Cheney y Rumsfeld jamás imaginaron que el guión iba a desarrollarse de esa manera. En vez de que las grandes petroleras de EEUU se llevaran la parte del león, los competidores estratégicos Rusia y China resultaron ser los grandes ganadores. El «premio de consolación» de Dick Cheney fue que la alianza EXXON-MOBIL-SHELL consiguiera la fase 1 de Qurna Oeste a primeros de noviembre. EXXON-MOBIL era la favorita para llevarse también Rumaila (17.800 millones de barriles de reservas). Pero una alianza BP-CNPC (China National Petroleum Corporation) se lo llevó al final porque, a diferencia de EXXON-MOBIL, estuvieron de acuerdo en reducir su tarifa a los 2 dólares que exigía el Ministerio del Petróleo.

CNPC (50%), junto con sus socios de TOTAL, de Francia (25%), y PETRONAS, de Malasia (25%), fueron también los grandes ganadores de Halfaya (4.100 millones de barriles de reservas, con una proyectada producción de 535.000 barriles por día -bpd-), al sudeste de Amara.

De nuevo PETRONAS, con el 60%, y la Japan Petroleum Exploration Company (JAPEX), con el 40%, invertirán la friolera de 7.000 millones de dólares para desarrollar el campo de Gharaf (unas reservas de alrededor de 860 millones de barriles, con una proyectada producción de 230.000 bpd). La puja fue feroz. Los perdedores fueron una oferta conjunta turco-india, un consorcio kazajo/surcoreano/italiano y PERTAMINA, de Indonesia.

Una alianza entre PETRONAS-SHELL consiguió el muy codiciado campo de Majnun (con reservas de más de 12.000 millones de barriles, con una proyectada producción de 1,8 millones de bpd), cerca de la frontera iraní. La rusa LUKOIL (85%), con un socio minoritario, STATOIL (15%), consiguió la fase 2 del inmenso Qurna Oeste (situado a 65 kilómetros al noroeste de Basora, que cuenta con alrededor de 12.000 millones de reservas y una proyectada producción de 1,8 millones de bpd), que en teoría ya se le había concedido bajo Saddam. Cuando Saddam anuló ese contrato con LUKOIL, se culpó a las sanciones de Naciones Unidas instigadas por EEUU, aunque Saddam culpó a la misma LUKOIL.

La fase 1 de Qurna Oeste (8.700 millones de barriles de reservas, con un proyecto para aumentar la producción desde 300.000 bpd a 2,3 millones bpd antes de 2016) la ganó en noviembre la anteriormente mencionada alianza entre EXXON MOBIL-SHELL. Los perdedores fueron TOTAL, de Francia, un consorcio de PETRONAS, PERTAMINA Y PETROVIETNAM, y una alianza entre BP-CNPC:

GAZPROM (40%), con sus socios minoritarios TPAO, KOGAS y PETRONAS, consiguió Badra (con una proyectada producción de 170.000 bpd). A diferencia de la loca carrera para conseguir los campos del sur, nadie pujó por el campo de Bagdad Este, por razones obvias: está situado en una zona virtual de guerra [1].

¡Qué vienen los chiíes!

Iraq nacionalizó su industria petrolera en 1972. Ahora las grandes petroleras vuelven para vengarse. El Ministro de Petróleo iraquí, Hussain al-Shahristani, no tuvo inconveniente en admitir las ambiciones de Iraq diciendo: «Nuestro objetivo principal es aumentar nuestra producción de petróleo de 2,4 millones de barriles por día a más de 4 millones en los próximos cinco años». Iraq está en estos momentos exportando menos petróleo que durante el régimen de Saddam, pero persigue exportar 7 millones de barriles diarios en 2016. Shahristani insiste también en que «nuestro país tendrá un control total sobre la producción».

Eso puede ser enormemente cuestionable.

De momento, el gobierno del Primer Ministro Nuri al-Maliki en Bagdad es, obviamente, un ganador. En la actualidad, Iraq recoge sólo 60.000 millones de dólares al año en ingresos del petróleo. Eso no es suficiente para reconstruir un país destruido por la guerra Irán-Iraq de la década de 1980, las sanciones de las Naciones Unidas y la ocupación estadounidense. Puede decirse que la industria petrolera iraquí no tendría suficientes fondos, equipamiento y técnicos para ponerse en pie de nuevo por sí misma.

Que con más ingresos del petróleo, Bagdad pueda imponer ley y orden -empezando por el capital- y equipar completamente a sus 275.000 soldados más las fuerzas policiales, esa es ya otra cuestión. Nadie sabe con seguridad quién controlará Iraq en el futuro próximo, con elecciones parlamentarias a la vista en marzo del próximo año. Es posible que un nuevo gobierno se vea tentado a volver a negociar esos contratos, o incluso a invalidarlos.

En los próximos años, si Iraq llega a alcanzar el objetivo de producir al menos cuatro millones de barriles al día, es lógico plantearse si eso no incidiría sustancialmente en el precio del petróleo, aunque impedirá que se dispare fuera de toda proporción. China está importando ahora alrededor de cuatro millones de barriles diarios, y esta cifra seguirá aumentando. China, por sí sola, es capaz de devorar cualquier aumento de la producción en el mercado global del petróleo.

Lo que se verá finalmente en los primeros años de la década del 2010 será la aparición de un Iraq relativamente rico, bajo control chií y con relaciones amistosas con Irán y el Hizbollah del Líbano. En lo esencial, el Islam chií seguirá en alza. Las autocracias y dictaduras del Golfo amigas de EEUU gritarán de nuevo: «¡Que vuelve la media luna chií!». Los think tank estadounidenses pueden verse tentados a definir a Maliki como el nuevo Saddam. La única diferencia es que para entonces, Cheney y compañía estarán a salvo instalados cómodamente en el basurero de la historia.

Nota:

  1. Para ver qué compañías consiguieron qué de forma detallada, pínchese: http://www.iraqoilreport.com/oil/production-exports/complete-round-2-results-3371/

Pepe Escobar es autor de «Globalistan: How the Globalizad World is Dissolving into Liquid War» (Nimble Books, 2007) y «Red Zone Blues: a shapshot of Baghdad during the surge«. Acaba de publicarse su nuevo libro «Obama does Globalistan» (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: [email protected]

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/KL16Ak02.html