Variados pero coincidentes, los informes especializados indican que la comida será cada vez más cara. Los bienes y mercancías («commodities») en alza, las barrigas del Tercer Mundo en baja Los altos precios de los productos agropecuarios «llegaron para quedarse», afirmaban a mediados de julio pasado especialistas del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), y […]
Variados pero coincidentes, los informes especializados indican que la comida será cada vez más cara. Los bienes y mercancías («commodities») en alza, las barrigas del Tercer Mundo en baja
Los altos precios de los productos agropecuarios «llegaron para quedarse», afirmaban a mediados de julio pasado especialistas del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), y todo gracias al desvió de esas producciones hacia la producción de etanol.
El presidente del Comité Técnico Nacional de Estudios Económicos del organismo, Gerardo Cruz Vasconcelos, señalaba a la agencia de noticias Notimex que, en lo que va de este año, los precios de los alimentos en Estados Unidos han crecido a una tasa anual de 6,7 por ciento y en China de 6,2.
En principal factor de incidencia sobre esa situación, consideran los especialistas del IMEF es «la reducción de la oferta mundial de algunos productos agrícolas como el maíz y la caña de azúcar, resultado de su desvío para la producción de etanol».
Al mismo tiempo, los expertos califican esa inflación en los precios de los «commodities» como una tendencia global que puede tener consecuencias para los países pobres con bajo potencial agropecuario, admitía el despacho de la agencia informativa mexicana.
En México, los precios de la tortilla, pan, huevos, frutas y azúcar han mostrado un crecimiento sostenido – a veces sobre el 100 por ciento- entre diciembre de 2005 y abril de 2007.
En Argentina, y más allá de los índices oficiales -cada día menos creíbles-, los precios de las carnes rojas, pescados, lácteos y hortalizas treparon, en ciertos casos, entre un 50 y un 100 por ciento en los últimos dos meses.
Aquí, las cuentas del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) son cada vez más cuestionadas, incluso por sus propios trabajadores. En ámbitos gubernamentales y empresarios llegó a atribuirse esos aumentos a las bajas temperaturas invernales que se registraron en las últimas semanas.
Por supuesto, que a los argentinos que cada día hacen sus compras para comer les cuesta creer que un queso duro para condimentar fideos haya alcanzado los precios que alcanzó, simplemente porque hace frío.
Por tercer mes consecutivo, y de la mano del aumento en el valor del petróleo y los productos agrícolas, el índice que releva el precio de las principales «commodities» que exporta Argentina marcó un nuevo récord, afirmó el miércoles último el diario local La Nación, habitual defensor de los intereses más conservadores.
El Índice de Precios de las Materias Primas (IPMP) aumentó un 4,7 por ciento en julio respecto de junio y un 25,4 por ciento respecto del mismo mes del año anterior. Volvió así a marcar un nuevo máximo desde principios de 1996, cuando el Banco Central comenzó a elaborarlo. Desde el piso, registrado en febrero de 1999, acumula un alza del 130,2 por ciento.
Los precios que más subieron en julio respecto del mismo mes del año anterior fueron los pellets de soja (43,6 por ciento), el aceite de soja (40,6 por ciento), los porotos de soja (38,2 por ciento), el maíz (29,4 por ciento), y el trigo (17,8 por ciento).
«El dato no sólo favorece a los sectores exportadores de la economía argentina, ya eleva el valor de los productos que venden fronteras fuera del país -soja y sus derivados, como los pellets y el aceite, trigo, petróleo, cobre y aluminio, entre otros-, sino que, retenciones mediante, eleva también la recaudación impositiva», destacó La Nación.
Sin embargo, este escenario tiene otro beneficiario, el sector financiero especulativo. El Banco Central (BCRA) de Argentina elaboró un proyecto para habilitar a las entidades del sector a comercializar masivamente contratos a futuro y derivados de «commodities».
La idea es que los bancos puedan comenzar a ofrecerles a sus clientes ya no sólo futuros de granos -los más comunes en el mercado local- sino contratos de cobertura de «commodities» como el petróleo, el acero, el oro o la plata, que hoy no se operan en el país.
«Tanto la Organización para el Desarrollo y Crecimiento Económico (OECD) como la Organización Mundial de Alimentos (FAO) y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) coinciden en que se mantendrán los precios de las ‘commodities’ en la próxima década en torno a los valores actuales (altos) y que hasta incluso aumentarán en algunos casos, en aquellos donde la oferta encuentra mayores restricciones (tecnológicas, de costos, de dotación de tierras, etc.) para proveer mayores cantidades a precios estables», sostiene un informe especial de la Fundación Mediterránea (Argentina), entidad que prohijó, por ejemplo, el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, uno de los arquitectos locales del modelo neoliberal de los ’90.
Según ese informe, «para Argentina, los productos que se verán más favorecidos serán los cereales, principalmente el maíz y el trigo, que desplazarán a tercer lugar el desempeño proyectado para la soja y sus derivados inmediatos».
En el primer caso, los números indican que frente a un crecimiento de las exportaciones de todo el planeta de 18 y 28 por ciento entre el 2006 y el 2016, las ventas de la producción nacional de esos cereales se expandirán entre 83 y 58 por ciento, respectivamente.
Mientras que por el contrario, en lo que respecta a las colocaciones de soja se prevé que en dicho período se verificará una retracción de 13 por ciento, en comparación con un aumento de la demanda internacional de 44 por ciento, en tanto que en el caso de los subproductos, las proyecciones asignan un crecimiento equilibrado entre los envíos de Argentina al resto del mundo y los del intercambio planetario, en torno a 30 por ciento.