El escándalo por la masiva evasión de impuestos de destacados gerentes y políticos alemanes en el principado de Liechtenstein empieza a elevar el interés y la presión sobre Suiza, Austria y otros «oasis tributarios». «El cliente bancario tiene el derecho a la protección de su esfera económica privada, por lo mismo, el banco tiene la […]
El escándalo por la masiva evasión de impuestos de destacados gerentes y políticos alemanes en el principado de Liechtenstein empieza a elevar el interés y la presión sobre Suiza, Austria y otros «oasis tributarios».
«El cliente bancario tiene el derecho a la protección de su esfera económica privada, por lo mismo, el banco tiene la obligación de guardar silencio sobre todos sus asuntos». Así define la Asociación Suiza de Banqueros el llamado «secreto bancario», una figura jurídica que representa la mayor ventaja de la economía bancaria de Suiza, pero también de países como Liechtenstein, Luxemburgo, Austria y de otros llamados «oasis de impuestos».
El caso del descubrimiento de pistas sobre la presunta evasión multimillonaria de impuestos por parte de altos gerentes y políticos alemanes ha revivido el debate sobre la compatibilidad de ese «pilar» de dichas economías bancarias con las leyes europeas, justo en tiempos del debate sobre si Suiza ha de integrarse o asociarse a la Unión Europea.
Dos docenas de «paraísos de impuestos» en Europa
En realidad, la problemática de los «paraísos tributarios» no incumbe sólo a los países de la UE sino a todos aquellos cuyos ciudadanos buscan evadir el pago de impuestos llevando, a menudo, grandes capitales producto de desfalcos u otro tipo de criminalidad, a las dos docenas de lugares en Europa que favorecen esta práctica. Entre esos otros paraísos tributarios más conocidos se encuentran también Andorra, Holanda, Dinamarca, Gran Bretaña, Lituania, Malta, las islas franco-británicas del Canal de la Mancha como Jersey y Guernsey, pero también enclaves como San Marino y el mismísimo Vaticano. En América Latina, Panamá es el más destacado centro bancario de evasión de impuestos, pero igualmente lo es Bermuda, Cayman, Belice y hasta Costa Rica.
Los bancos suizos no hablan de «secreto bancario» sino de «secreto del cliente bancario» porque, según ellos, es el cliente y no el banco el protegido. Si bien es cierto que la esfera íntima de la persona está amparada por las constituciones democráticas, este derecho es socavado por el mismo Estado que arguye tener la obligación de conocer el verdadero estado financiero de sus ciudadanos con el fin de recaudar impuestos para el bien común.
El secreto bancario: ¿una especia en vía de extinción?
Pero el secreto del cliente bancario ya no es el fuerte insalvable que fue durante muchas décadas. Ya en efecto, Suiza tuvo que hacer recientemente concesiones a Bruselas que exigía información para cobrar el impuesto a los intereses obtenidos por los capitales depositados por los clientes bancarios.
En Alemania misma, el secreto bancario prácticamente desapareció con la ley que permite a las autoridades de la Agencia Nacional de Empleos obtener toda la información sobre las cuentas de quien solicite subsidios de empleo y social. Pero también el cónyuge que sospeche que su pareja le oculta un capital en cuentas anónimas tiene el derecho a reclamar información.
Tanto suizos como austriacos temen que el último escándalo internacional de evasión de impuestos en Liechtenstein comprometa también a sus economías. Lo que en realidad preocupa a Suiza, Austria y demás «oasis fiscales» es que la presión de la Unión Europea aumente para que el secreto del cliente bancario sea abolido de una vez por todas.
Suiza: la niña bonita tiene garras
Sobre todo Suiza, es considerada como «el mayor obstáculo» para el esclarecimiento de la evasión internacional de impuestos, como lo dijera el ex ministro alemán de Hacienda, Hans Eichel. Y el nerviosismo en Suiza es tal que recatados gerentes no dudan en hacer comparaciones odiosas. Pierre Mirabaud, presidente de la Asociación Bancaria Suiza, se aventuró a decir desde Ginebra que «las pesquisas de la policía fiscal alemana hacían recordar a la Gestapo». Más ecuánime fue James Nason, vocero de la Asociación Suiza de Banqueros, quien precisó que «los bancos preguntaban sólo por el propietario del dinero y no si ya habían pagado impuestos».
De acuerdo con la Comisión Helvética de Bancos (EBK), la mayor instancia de inspección bancaria del Estado suizo, en ese país alpino «las bases jurídicas son claras y hay un secreto del cliente bancario», como indicó su vocero Alain Bichsel.
Evasión de impuestos es un delito contra el bien común
Pero la situación es vista en Alemania y otros países de otra forma. Si bien es cierto que Suiza coopera en caso de defraudación de impuestos, no lo hace en caso de evasión. Y esto es precisamente lo que muchos evasores de impuestos de todas las pelambres aprovechan, para martirio de muchos Estados que necesitan tanto los capitales como los tributos escapados.
Pero el secreto bancario de Austria, considerado de los más estrictos, también está en la mira, y no sólo de la Unión Europea. La Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económicos (ODCE) acusa a Austria, entre otros, de «no cumplir con los estándares para el esclarecimiento de los delitos fiscales». Una dura sindicación que deja sin cuidado al ministro austriaco de Hacienda, Wilhelm Molterer, el cual «no ve ningún motivo para cambiar nada». El vocero en finanzas del partido austriaco popular ÖVP está incluso seguro de que «los austriacos defenderemos el secreto del cliente bancario con todos los medios».
Una de dos. O suizos y austriacos son unos muy fervientes defensores de la libertad individual o el secreto del cliente bancario es, en efecto, una figura de monumental rentabilidad para los países que la aplican y los clientes que la aprovechan.