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Entrevista a Matteo Pronzini

Suiza: ¿El paso firme de una política industrial?

Fuentes: Viento sur

Tras una fuerte movilización, el Parlamento aprobó una ley provisional de apoyo a las acerías suizas, amenazadas de cierre. Entrevistamos a Matteo Pronzini, responsable del sector industrial MEM de Unia y miembro electo del Gran Consejo del Movimiento por el Socialismo (MPS) en el cantón del Tesino.

¿Cuál es la situación concreta de las acerías Stahl Gerlafingen y Swiss Steel?

En términos numéricos, en primer lugar: Stahl Gerlafingen, en el cantón de Solothurn, emplea a 505 trabajadores; Swiss Steel, en Emmenbrücke, en el cantón de Lucerna, emplea a 700.

Stahl Gerlafingen había anunciado una primera reestructuración en la primavera de 2024. La empresa había anunciado que quería cerrar una línea de producción. Hicimos un frente común entre todos los sindicatos y primero tratamos, con el comité de empresa, de comprender la situación general del sector del acero para proponer soluciones alternativas. 

La particularidad de estas dos empresas es que reciclan la mayor parte del acero de Suiza a partir de chatarra. El acero que sale es, por tanto, limpio, entre comillas. En comparación con Europa, su producción emite menos CO₂, porque la electricidad es de origen hidráulico y la materia prima llega por ferrocarril. A partir de esta constatación, se decidió que había que vincular la defensa de los puestos de trabajo con la del clima. También para ser coherentes con las últimas votaciones sobre el clima en Suiza, donde la población apoya una reducción de las emisiones.

Defender la producción de acero suizo es, por tanto, defender una producción útil para la sociedad y más ecológica. En este sentido, se evita adoptar una posición nacionalista que quiera salvar el acero suizo solo porque es suizo. Sin embargo, las dos empresas no producen para los mismos sectores. Stahl Gerlafingen produce principalmente acero para la construcción. Es más fácil intervenir porque hay un mercado interior y, detrás, todo el sector de la construcción. Swiss Steel es un poco diferente. La empresa produce aceros para el sector de la maquinaria, especialmente para la automoción. La mayor parte se exporta. Por lo tanto, es importante reorientar esta producción de acero bajo en carbono hacia el mercado interno. Por ejemplo, para trenes, ascensores, equipos hospitalarios… 

Gracias a la movilización de las y los empleados del sector, el Consejo Nacional y luego el Consejo de los Estados adoptaron un “alivio transitoria de las tasas de uso de la red eléctrica”. ¿Qué significa esto en concreto?

¡Hay que destacar que las movilizaciones en el sector industrial son muy poco frecuentes en la Suiza alemana!

Después de nuestra primera intervención en Stahl Gerlafingen en primavera, nos dimos cuenta de que la situación era difícil y que iba más allá de la cuestión del cierre de una línea de producción. Durante el verano, entre otras cosas, se pidió al Consejo Federal que considerara la posibilidad de imponer el uso de acero en los contratos públicos.

Cuando la empresa anunció en otoño que quería despedir a 120 trabajadores más, comenzamos un trabajo de movilización permanente en la empresa, con asambleas y discusiones con las y los trabajadores. Organizamos una movilización en la plaza federal el lunes 21 de octubre: las y los trabajadores no trabajaron y fueron a Berna, con demandas muy claras de apoyo político a la producción local y contra los despidos.

Por cierto, quiero destacar que el apoyo del Climate Strike [iniciativa en defensa del clima], que se unió a la lucha desde el principio, fue importante. El hecho de que una iniciativa de este tipo apoyara una lucha obrera fue un símbolo muy fuerte. Tanto en las manifestaciones como en la recogida de firmas, estuvieron a nuestro lado.

También lanzamos una petición que recogió más de 15 000 firmas. Inmediatamente intentamos contactar con los consejeros nacionales y los consejeros estatales. Ya había habido intervenciones parlamentarias de representantes electos de Lucerna y Soleura, en particular una moción del consejero de Estado de Soleura Roberto Zanetti (PS) que pedía medidas para proteger la industria del acero y el aluminio suizos, aprobada por los dos consejos en 2023, en contra de la opinión del CF. 

Durante esta movilización, trabajamos con Roger Nordmann, consejero nacional (PS/VD). Fue él quien propuso reducir los costes de la energía eléctrica durante los próximos cuatro años, con una escala regresiva: un 50 % de reducción el primer año, y luego un 37,5 %, un 25 % y un 12,5 %. Esta solución fue aceptada por las dos cámaras, a pesar de la fuerte oposición del sector burgués y de la patronal (la asociación Swissmem hablaba de tabú).

El otro aspecto del proyecto es que implica que las empresas que reciban esta ayuda no paguen dividendos ni bonificaciones a los directivos. Las cantidades en juego ascienden a 25 millones de francos para Swiss Steel y 20 millones para Stahl Gerlafingen. Esta última no va a despedir, pero ha puesto a parte del personal en desempleo técnico. ¡Ya se han salvado 120 puestos de trabajo! Todavía estamos negociando con Swiss Steel, que quiere mantener la supresión de puestos de trabajo y anunciar 50 despidos, a pesar del apoyo estatal y en contra del plan social elaborado con los trabajadores.

Es un gran triunfo, la movilización ha valido la pena. La prensa de la Suiza alemana ha cubierto bien nuestra lucha, tal vez también por la relación entre la cuestión climática y el mantenimiento del empleo. Esta lucha es un buen ejemplo, muy concreto, de lo que debe hacer la izquierda hoy en día. Frente a la precariedad y el miedo al desempleo, que las fuerzas nacionalistas instrumentalizan, la autoorganización de las y los trabajadores es vital. Por ejemplo, pasaron un día hablando con las comisiones del Consejo Nacional vestidos con ropa de trabajo. Simbólicamente, fue fuerte.

En el caso de Vetropack, a pesar de la movilización sindical y luego transpartidista, no se pudo hacer nada para conservar siquiera el polo de reciclaje de vidrio… ¿Es esta decisión en el caso de las acerías una primera brecha en la posición de la patronal, que hasta ahora rechazaba cualquier política industrial?

La lucha de los trabajadores y trabajadoras de Vetropack fue valiente. Desafortunadamente, el movimiento sindical no logró ganar esta batalla, pero esta lucha dio una perspectiva. Inició una nueva reflexión sobre la cuestión de la política industrial.

Los círculos económicos burgueses (pienso en el presidente del Partido Radical) se oponían firmemente a cualquier intervención política en la economía, afirmando que en Suiza es un dogma que no se puede cuestionar. Esto es, evidentemente, deshonesto, porque cuando es necesario, por ejemplo, para salvar bancos, la ayuda puede desbloquearse muy rápidamente…

Lo que está claro es que esta decisión política, esta ley transitoria de cuatro años, nos sirve de ejemplo para el futuro. Es posible salvar empresas que son útiles para la sociedad; no para la economía, sino para la sociedad. Para apoyar estos sectores, se puede intervenir en la política empresarial. Por ejemplo, los demás elementos del texto aprobado por las cámaras exigen que las empresas apoyadas, además de la prohibición de pagar dividendos y bonificaciones, mantengan el lugar de producción y presenten un plan, un plan de negocios, para los próximos siete años con una estrategia concreta con una perspectiva de cero emisiones.

Es importante valorar esta experiencia de lucha, esta intervención en territorio burgués, como decía el camarada Trotsky.

Este plan de apoyo es temporal. ¿Qué medidas se necesitarían a más largo plazo, especialmente en los sectores que producen mucho CO₂?

Buena pregunta. En un sector que utiliza mucha energía y que produce, está claro, mucho CO₂, hay que considerar en primer lugar si se trata de una producción útil para la sociedad o no. Un poco como, en otro nivel, la cuestión de las empresas de armamento. Al mismo tiempo, también hay que defender la idea de que no corresponde a los trabajadores y trabajadoras pagar la factura.

En el sector del metal y el acero, parece bastante obvio que debemos mantener la producción, porque debemos producir túneles, puentes… debemos producir cosas con acero. Pero este mantenimiento no impide que el sector también deba reducir las emisiones de CO₂. Es un elemento de la ley provisional.

Lo esencial, como en el caso de las luchas en las acerías, es que se necesita una fuerte presencia sindical. En el pasado, se hablaba de control obrero. Debemos cuestionar la posibilidad de que los jefes decidan por sí solos. No debemos aceptarlo más y, sobre todo, nunca olvidar (o recordar…) que son los trabajadores los que producen la riqueza, los que hacen el trabajo, ya sea físico o intelectual.

Lo que vimos en esta movilización, y lo que es muy interesante, fue un proceso, una dinámica de autoorganización de las y los trabajadores. Ya no era una idea abstracta, se había convertido en una realidad. Siempre es muy conmovedor ver a los trabajadores y trabajadoras tomar las riendas de la movilización. También fueron ellos y ellas quienes, de forma muy espontánea, intentaron desde el principio forjar una solidaridad entre las plantillas de Stahl Gerlafingen y los de Swiss Steel. También llamaron a la solidaridad internacional y recibieron apoyo. Existen otras experiencias en Europa y en otros lugares en las que colectivos de trabajadores y empresas intentan combinar la cuestión de la defensa de los puestos de trabajo con la de contribuir a resolver la emergencia climática. Esta es la tarea que debemos continuar y ampliar.

Entrevista realizada por Niels Wehrspann

Texto original: SolidaritéS

Traducción: viento sur

Fuente: https://vientosur.info/el-paso-firme-de-una-politica-industrial/