El 80% de los ciudadanos europeos estaría de acuerdo con que existiera una tasa para las transacciones financieras realizadas por entidades bancarias, fondos de inversión de alto riesgo y otras instituciones financieras, según la encuesta realizada para Oxfam, en la que preguntó a más de 12.000 personas. La recaudación de esta tasa se utilizaría paga […]
El 80% de los ciudadanos europeos estaría de acuerdo con que existiera una tasa para las transacciones financieras realizadas por entidades bancarias, fondos de inversión de alto riesgo y otras instituciones financieras, según la encuesta realizada para Oxfam, en la que preguntó a más de 12.000 personas.
La recaudación de esta tasa se utilizaría paga ayudar a los más pobres del planeta. Como Robin Hood en los bosques de Sherwood, se trata de que los bienes de los más ricos se den a los más pobres. Una redistribución de la riqueza en toda regla.
Organizaciones internacionales, como Oxfam, Save the Children, Plan Internacional o Ayuda en Acción, se han unido alrededor de la campaña «Tasa Robin Hood» para exigir que se convierta en una realidad.
Ésta no es una idea nueva ni transguesora. Ya en los años 70, se habló de la Tasa Tobin para las transacciones en divisas, en un momento donde los mercados comenzaban a liberalizarse.
La Tasa Robin Hood se ha adaptado a los nuevos tiempos y alcanzaría a todas las transacciones financieras que cada día mueven alrededor de cuatro billones de euros. De ellas, sólo el 1% tienen que ver con el comercio internacional. El resto son movimientos especulativos que no añaden ningún valor productivo a los mercados y economías mundiales.
«La actividad financiera ha crecido en los últimos 30 años más de un 400%, pero sólo en operaciones especulativas, desconectadas de la economía real», explica Susana Ruiz, portavoz de Intermon Oxfam.
La Tasa Robin supondría un 0,05% de las transacciones financieras. Pero ese pequeño 0,05% supone un total de 300.000 millones de euros al año. Tan sólo en España esta mínima tasa recaudaría más de 6.000 millones.
Y este dinero ayudaría a que gobiernos y organismos internacionales lucharan contra la pobreza, dentro y fuera de sus países, y contra los efectos del cambio climático.
«Estamos en el momento perfecto», asegura Gonzalo Fanjul, experto en activismo contra la pobreza. Por un lado, explica Fanjul, el contexto internacional es inmejorable.
La crisis internacional va a hacer que durante unos años el gasto público sea cada vez menor y la presión fiscal sobre los ciudadanos aumente. Por ello, la lucha contra la pobreza no sólo necesita de voluntad política.
Es el momento de proponer iniciativas prácticas que no supongan una carga para los ciudadanos, que ya están pagando «los platos rotos».
Fanjul, por otro lado, cree que la Tasa Robin lleva consigo un aspecto pedagógico importante ya que se trata de demostrar que quien nos ha llevado a la crisis, sea quién haga mayor esfuerzo para salir de ella.
La población mundial, así, entendería que, como dice el refrán español, «quien la hace la paga». Se instalaría en el mundo un sistema más justo, donde los que tienen más recursos no pudieran abusar tan fácilmente de aquellos que tienen menos, o nada.
Otro punto interesante, según Fanjul, es que en estos momentos de crisis algunos grupos políticos y de presión se «empeñan» en enfrentar a los pobres de los países del Norte con los pobres del Sur.
La Tasa Robin Hood propone que la recaudación vaya destinada un tercio a lo efectos del cambio climático, otro tercio a la cooperación al desarrollo de los pueblos del Sur y un último tercio a la lucha contra la pobreza de los nacionales de cada país.
Una vez más estamos en el momento adecuado. Tenemos los mecanismos y es viable. El Parlamento Europeo, el 8 de marzo, ya dio luz verde a esta tasa y explicó su idoneidad ya que ayudaría a reducir las actividades especulativas y los déficits públicos.
El G-20, con Francia y Alemania a la cabeza, ha incluido la Tasa Robin Hood en la agenda de la próxima reunión que se celebrará en París. La sociedad civil no nos podemos quedar atrás.
Hay que estar ahí para mantener la tensión y gritar que ya estamos cansados de injusticia, que no somos tontos y que nos damos cuenta. No puede ser que los de siempre volvamos a pagar los abusos de los más ricos.