Independientemente el esquema de rescate de Henry Paulson funcione o no, una cosa esta clara: El sistema capitalista ha fracasado espectacularmente. El secretario del tesoro de la administración Bush, Henry Paulson, está pidiendo el equivalente financiero de la ley marcial–$700 billones y un cheque en blanco para rescatar el sistema Wall Street de la catástrofe […]
Independientemente el esquema de rescate de Henry Paulson funcione o no, una cosa esta clara: El sistema capitalista ha fracasado espectacularmente.
El secretario del tesoro de la administración Bush, Henry Paulson, está pidiendo el equivalente financiero de la ley marcial–$700 billones y un cheque en blanco para rescatar el sistema Wall Street de la catástrofe causada por la codicia ciega de los parásitos súper ricos que lo manejan.
Los Demócratas que controlan el congreso han dicho que concederán el pedido de Paulson de darle virtualmente poderes ilimitados para que pueda llevar a cabo una operación de rescate financiero a una escala similar a la «guerra contra el terrorismo» que el gobierno de los Estados Unidos lleva alrededor del mundo. Ellos han quedado satisfechos con nada más que una promesa de una pequeña ayuda-quizás mas tarde, posiblemente-a la clase trabajadora.
«Nosotros necesitamos darle al secretario la autoridad para trabajar,» dijo Christopher Dodd (D-Conn.) quien preside el Comité de Banca del Senado en el programa This Week de la cadena ABC. «Estos son asuntos complejos. Yo no creo que deberíamos ejercer un control excesivo sobre esa parte.»
Como si cuestionar la petición de Paulson de ejercer control personal sobre $700 billones en desafío a la Constitución de los Estados Unidos es «ejercer un control excesivo».
Aparte de ridiculizar el sistema político estadounidense, el plan de súper rescate económico de Paulson, entierra 30 años de lo que el New York Times catalogó como el «dogma del mercado»-la ideología de que el capitalismo funciona mejor para todos liberándolo de las regulaciones. Hace algunas semanas atrás esta era una certeza dentro de la política estadounidense, compartida por los principales partidos, si acaso con una cara más humana con los Demócratas.
Ahora todo eso ha cambiado. Un terremoto hecho por el humano ha hundido el sistema financiero mundial, y la perspectiva del gobierno para tratar de arreglarlo entierra el viejo lema de Ronald Reagan de que «el gobierno no es la solución al problema, el gobierno es el problema.»
«Esta pasada semana marca un cambio decisivo en la evolución del capitalismo americano,» escribió David Wessel del Wall Street Journal. «El Septiembre Negro, el shock financiero más grande desde la Gran Depresión, ha forzado al Republicano Secretario del Tesoro y al que preside la Reserva Federal a implementar la más musculosa intervención del gobierno en la economía desde la Gran Depresión en un esfuerzo para prevenir la devastación económica de la Gran Depresión.»
En efecto, la crisis en Wall Street es un indicador de todo el sistema de mercado libre, que en su impulso por enriquecer a una minoría produce caos en el mejor de los casos, y en el peor de los casos incalculable miseria y sufrimiento. Lo que Paulson quiere es salvar este sistema a cuenta del resto de nosotros-para que las mismas prioridades se puedan reimponer.
¿Un plan de salud nacional al estilo del Medicare? Muy caro. ¿Un plan de desembolso para reconstruir las desmoronadas escuelas públicas? Inaccesible. ¿Un plan de gobierno para reconstruir las desmoronadas infraestructuras y poner a los desempleados a trabajar? Nostalgia ingenua del Nuevo Trato de los años 30.
Pero ahora que los mismos trabajos del mercado han causado a varios de los nombres más reverenciados de Wall Street desaparecer de la noche a la mañana y amenazan la riqueza de los súper ricos, es hora de darle al Secretario del Tesoro Paulson–antiguo CEO de Wall Street–un poder personal ilimitado para gastar cientos de billones de dólares de contribuyentes para comprar deudas malas amarradas a la crisis de las viviendas.
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IRONICAMENTE, ES la nacionalización de las instituciones financieras por el supuesto mercado libre de la Administración Republicana de Bush la que revive el fantasma del Nuevo Trato del Presidente Demócrata Franklin Roosevelt de los años 30, el cual expandió masivamente programas y gastos de gobierno para tratar de levantar la economía de la Gran Depresión.
La propuesta de Paulson-George Bush, el «líder del mundo libre,» es por supuesto, irrelevante-de gastar $700 billones en la crisis financiera, vino a sólo tres días de que los Estados Unidos invirtiera $85 billones para efectivamente nacionalizar AIG, la agencia aseguradora más grande del mundo. AIG estuvo cerca de su hundimiento por su envolvimiento en malas hipotecas respaldadas por activos de seguridad, y su fracaso habría podido desencadenar el colapso de instituciones financieras alrededor del mundo.
La toma de AIG fue la secuela de haber puesto hace un par de semanas $200 billones en la nacionalización de Fannie Mae y Freddie Mac, empresas subvencionadas por el gobierno que tienen o garantizan cerca de la mitad de las hipotecas de la nación. Seis meses antes era visto como una movida sin precedentes cuando el Banco de la Reserva Federal puso unos $29 billones para financiar la toma del banco de inversiones Bear Stearns por JPMorgan Chase.
Ahora Paulson quiere controlar completamente los $700 billones del dinero de los contribuyentes para comprar las malas hipotecas respaldadas por activos de seguridad del gobierno de Estados Unidos y de instituciones financieras extranjeras. «El camarada Paulson tomo los centros de comando de la economía,» escribió el economista y columnista del New York Times Paul Krugman en su blog en una irónica referencia al socialismo.
Pero las nacionalizaciones de Paulson y planes de rescate financiero son el polo opuesto del socialismo, un sistema económico en el que los trabajadores que crean la riqueza controlan y planean democráticamente la economía. Por el contrario, Paulson quiere prescindir de la aparente democracia que existe bajo el sistema de Washington–y concentrar en sus propias manos el completo control de grandes partes de la economía.
En este momento de agudas crisis, las realidades del sistema político de Estados Unidos quedan expuestas. Las personas que más cuentan no son los ciudadanos ni los que votan, o ni siquiera aquellos elegidos por ellos para que los representen en el Congreso o en la Casa Blanca. En vez de estos, decisiones de gobierno cruciales están siendo tomadas personalmente por un hombre que costo $500 millones, el cual actuará a favor de los intereses de su clase.
El boom de las viviendas ayudo a poner mayores cantidades de riqueza en manos de una pequeña minoría; ahora, ellos quieren pasar el costo de la quiebra al público. Y en vez de crear una nueva agencia de gobierno la cual pueda estar sujeta al control del congreso y la revisión publica, el Plan de Paulson propone contratar compañías privadas para que compren las deudas malas-lo que significa muchos millones de dólares en cuotas por lo que sea que las compañías de Wall Street le consigan al negocio del Departamento del Tesoro.
Para poder hacer políticamente más aceptable la toma de poder de Paulson, habrá unas cuantas migajas para los trabajadores. Esto puede incluir leyes que hagan más fácil el renegociar las hipotecas a unas tasas de interés más bajas, o quizás un modesto paquete de estímulo económico de unos $50 billones. Pero en vez de insistir que Paulson incluya ayudas para las personas trabajadoras como parte de su propuesta, los Demócratas han claudicado en su primera oportunidad y sólo prometen vagamente hacer algo en el futuro.
De este modo, el Senador Demócrata Charles Schumer de Nueva York, uno de los hombres principales de Wall Street en Washington, se enrolló con la propuesta de Paulson. «Nosotros no haremos una navidad con este proyecto de ley» con medidas que puedan ayudar a gente trabajadora, dijo Schumer en Fox News. «Los tiempos son unos muy urgentes.» El añadió que un paquete de estímulos «no necesariamente tiene que ser parte del rescate económico.»
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¿ Funcionará siquiera el Plan de Paulson?
Paulson espera reestablecer la confianza en el sistema financiero mundial, el cual ha estado cerca de la parálisis en días recientes porque los bancos se niegan a comerciar entre ellos mismos. Todos los bancos mienten sobre sus deudas malas en sus hojas de balance, y razonablemente asumen que las otras partes han hecho lo mismo.
Para contrarrestar esta tendencia, el 18 de septiembre la Reserva Federal hizo disponibles $180 billones para préstamos a bancos centrales extranjeros, lo que creó como resultado la disponibilidad de decenas de billones más para que bancos privados e instituciones financieras pudieran tomar prestado. Pero como notó un investigador de Morgan Stanley, «la intervención no se dirige directamente al problema clave…el deseo de los bancos de acaparar más efectivo y su renuencia a hacerse prestamos entre si.»
No hay ninguna garantía de que el programa a largo plazo de Paulson pueda evitar esta crisis inmediata. Está diciendo que Paulson y Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, sintieron la necesidad de conceder un seguro gubernamental que sobrepase los 3.4 trillones de depósitos bancarios en el mercado de dinero de fondos mutuos por un año.
Las Comisiones de Seguridad y de Intercambio también intervinieron con una prohibición de 10 días en las «ventas cortas» de acciones en 799 instituciones financieras–una táctica utilizada por los especuladores para apostar a la caída del valor de la acción. Fueron los vendedores cortos los que ayudaron a dirigir a la bancarrota al banco de inversiones Lehman Brothers y forzaron a otra, Merryl Lynch, a ser vendida a Bank of America.
Pero los vendedores cortos sólo estaban respondiendo a la realidad de la situación-cientos de millones de dólares en activos mantenidos por instituciones financieras en el mundo entero que sólo valen una fracción de su valor indicado.
Incluso si el Congreso le diera a Paulson todo lo que el pide, aún quedan grandes preguntas. ¿Cuánto el Departamento del Tesoro pagará por las malas hipotecas respaldadas por activos de seguridad? A principios de año, Merril Lynch vendió hipotecas subprime respaldadas por activos de seguridad originalmente valoradas en $30.6 billones por solo $6.7 billones-22 centavos sobre el dólar. ¿Paulson usará el dinero de los contribuyentes estadounidenses para pagar ese cantidad-o el doble de eso, o la mitad? Y, ¿qué precio Paulson conseguirá cuando el Tesoro, en cambio, trate de vender esas deudas tóxicas a fondos de cobertura?
«Si Wall Street se escapa con esto,» escribió William Greider en el Nation, «habrá representado una histórica estafa al público Americano–azúcar para los villanos, dolor y daños duraderos a las victimas.»
En cualquier caso, los activos malos tendrán que marcarse, tarde o temprano, y los bancos se verán forzados a aumentar sus reservas de capital para compensar por las perdidas. Eso, en cambio, los hará reacios a la hora de prestar, cortando así el elemento vital de una economía que se encuentra ya enfangada en una recesión.
Si el Plan de Paulson se alcanza, la economía puede evitar el fuego de un colapso del sistema financiero, pero se mantendría en la sartén de freír de una miserable economía decadente con aumento en los niveles del desempleo. (Entonces ahí están los posibles efectos secundarios del programa de Paulson, incluyendo la devaluación del dólar y la creciente inflación, mientras la Fed y el Departamento del Tesoro bombean cientos de billones de dólares a la economía).
Es imposible de preveer el próximo giro en una crisis que era inimaginable hace poco tiempo atrás. Pero una cosa esta bien clara: El sistema capitalista ha fracasado espectacularmente.
La Corporación América y sus piratas intelectuales por contrato en la academia y los medios han predicado por décadas que no hay ninguna alternativa al mercado. Si los trabajadores no estuviesen viviendo bien, debiera ser su culpa por fracasar al no cumplir con los retos de una sociedad competitiva y orientada al individuo.
Ahora, la clase dominante esta tratando de usar el gasto del «gran gobierno» para que rescate sus propios intereses.
Si alguna vez fue el tiempo de utilizar el viejo cliché de que «el emperador no tiene ropa,» es este. Aquellos que quieran luchar por los intereses de la clase trabajadora debieran ser enérgicos a la hora de argumentar por una alternativa a este sistema corrupto y caótico–una alternativa basada en el control democrático de la economía y que busque satisfacer las necesidades humanas.
Traducido por Daniel Orsini Vélez para La Trinchera Obrera.