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Entrevista a Joao Machado

«También la izquierda radical ha sido sorprendida por la amplitud de las movilizaciones»

Fuentes: Inprecor/Viento Sur

Actualmente, Brasil vive un período de desarrollo económico y social. Desde Europa no se entienden bien las razones de la protesta, más allá de la subida de las tarifas del transporte público. ¿Cuál es tu opinión? ¿Se trata de una manifestación de la clase media qué no se siente representada? La verdad es que la […]

Actualmente, Brasil vive un período de desarrollo económico y social. Desde Europa no se entienden bien las razones de la protesta, más allá de la subida de las tarifas del transporte público. ¿Cuál es tu opinión? ¿Se trata de una manifestación de la clase media qué no se siente representada?

La verdad es que la idea de que haya una situación de pleno desarrollo económico y social en Brasil es falsa. El gobierno federal intenta difundir esa idea y la burguesía internacional (y sus medios de comunicación) también, pero no es eso lo que sucede.

Es verdad que durante gobierno Lula hubo más crecimiento de la economía que en el gobierno que le precedió de Fernando Henrique Cardoso (FHC). Pero si miramos por el patrón histórico de Brasil, o si hacemos la comparación con el conjunto del mundo, el crecimiento de Brasil es muy mediocre; en los últimos diez años es uno de los menores de América Latina, es menor que el crecimiento de los otros países llamados «emergentes», etc.

Por otra parte, en los dos años del gobierno Dilma Roussef, de los que ya contamos con datos, el crecimiento ha caído aún más: 2,7 % del crecimiento del PBI en 2011 y 0,9% de crecimiento del PBI en 2012. En 2013, a pesar de las esperanzas puestas por el gobierno en una gran recuperación, los datos ya indican que el crecimiento será, otra vez, mediocre. Por supuesto eso se explica, en buena parte, por los reflejos de la mala situación de la economía mundial (de la misma manera que buena parte de los resultados menos malos del gobierno Lula se explican por el boom internacional de las commodities, impulsado sobre todo por China), pero el asunto es que no hay un proceso de crecimiento económico significativo en Brasil.

Si pensamos en términos un poco más amplios, más de acuerdo con la hipótesis del «desarrollo», la evaluación es aún peor. En los últimos diez años, Brasil ha retrocedido desde el punto de vista de su industria -hay un proceso de desindustrialización- y sobre todo del punto de vista de sus relaciones económicas con el exterior. Se ha vuelto un país exportador de commodities, exporta menos productos industriales que hace veinte años. Así, su dependencia al exterior ha aumentado.

Pero los problemas económicos van aún más lejos. En los últimos meses hay un proceso de regreso de la inflación, limitada, pero perceptible (en este momento, se espera que se acerque al 6% anual). Al mismo tiempo, hay un deterioro de las cuentas externas (explicado, en parte, por la sobrevalorización del real, la moneda brasileña, lo cual es una imposición del modelo de control de la inflación). Crecimiento débil con inflación y deterioro de las cuentas externas es una combinación de circunstancias que restringe mucho el margen de maniobra del gobierno. Y como es un gobierno muy conservador desde el punto de vista económico, lo que intenta hacer con más fuerza es controlar los gastos públicos y dar incentivos a los capitales, lo cual, hasta ahora, ha dado muy pocos resultados.

Hay un aspecto de la pregunta con el cual estoy más de acuerdo. Es claro que las movilizaciones no se explican solamente, y quizás ni principalmente, por la relativamente mala situación económica actual (aunque el precio del transporte público sea realmente elevado para el poder de compra de la población). La indignación en contra de la represión a las manifestaciones y el apoyo al derecho de manifestación… tienen un peso importante.

Y también tiene un peso importante lo que sugiere la pregunta, que yo no plantearía como «la clase media que no se siente representada», sino más bien como una pérdida general de legitimidad del sistema político. Una gran parte de la población siente que los partidos mayoritarios hacen políticas muy parecidas (lo que se ha expresado claramente, por ejemplo, por la actuación muy similar y, en general, común, de los dos gobernantes más directamente responsables del transporte público en Sao Paulo, el alcalde Fernando Haddad, del PT, y el gobernador Geraldo Alckmin, del PSDB).

Es verdad que el gobierno federal ha tenido un apoyo claramente mayoritario en los últimos años, y en particular en las elecciones. Pero hubo encuestas publicadas poco antes del inicio de las movilizaciones que indicaban una caída significativa de ese apoyo. Y el sector que menos apoya el gobierno es justamente el sector intermedio de los asalariados (una parte del proletariado, por supuesto) y las capas medias. El gobierno tiene un apoyo mayor en los asalariados más precarios, en los más pobres, el sector que algunos analistas llaman «el subproletariado». Pero hasta una parte de ese sector se ha rebelado -precisamente, las iniciativas de acciones contra comercios y bancos, quemas de coches… parten de él- ya que ciertamente se siente explotado y oprimido.

¿Cuáles son los sectores sociales que dominan la economía? El crecimiento económico de Brasil, ¿ha beneficiado a toda la sociedad?

La economía brasileña está dominada por una alianza entre el capital financiero, el gran capital industrial y el agronegocio (la gran burguesía rural), tanto nacionales como extranjeros, con algunas contradicciones entre ellos. Al capital industrial, por ejemplo, la política de sobrevalorización del real le crea problemas, pues le dificulta la competencia con las importaciones. Pero como ese capital acepta el marco general neoliberal de la política económica del gobierno, no tiene mucho margen para hacer presión por cambios en esa política.

El crecimiento económico de Brasil en los últimos años -que existió, aunque sea menos significativo de lo que dice la propaganda del gobierno y los elogios que ha recibido de la burguesía internacional- ha beneficiado sobre todo al capital financiero y al agronegocio. Pero también se ha distribuido algo para las capas más pobres de la sociedad, sobre todo a través del gran crecimiento de la asistencia social (lo más importante en ese plan es el conocido programa «Bolsa Familia») y por el crecimiento, también significativo, del salario mínimo (lo que tiene también implicaciones para los que reciben pensiones, que son indexadas al salario mínimo). Esa es la principal razón del mayor apoyo que tiene el gobierno federal en las capas más pobres. Además, aunque la situación de la enseñanza pública no sea nada buena, el gobierno federal ha expandido la enseñanza pública universitaria federal y tiene una política de becas que ha ampliado el acceso de sectores populares a la enseñanza universitaria privada.

Han perdido los asalariados intermedios y los que reciben salarios más elevados, especialmente los empleados públicos. Esa es una de la razones por la cual quienes pueden ser clasificados como «capas medias» (lo que incluye una parte del proletariado, incluso de obreros) tienen una opinión mucho más negativa del gobierno. También han perdido sectores como los campesinos y los indígenas (que no son numerosos en Brasil) porque el gobierno favorece al agronegocio y no la agricultura campesina. El gobierno federal permite un verdadero genocidio de los indígenas -hay muchos asesinatos de indígenas por los grandes propietarios rurales y el gobierno federal lo tolera- por que los grandes propietarios de tierra (el agronegocio) son una parte importante de las alianzas políticas para garantizar la llamada «gobernabilidad».

¿Cuál es tu balance del PT en el poder?

Creo que es posible resumir la línea seguida por los gobiernos del PT de la siguiente manera: hacer concesiones a «los de abajo», a condición de no entrar en ningún choque con las clases dominantes, lo que implica no hacer ningún cambio fundamental en la orientación de la política neoliberal apoyada por esas clases. Es una orientación fundamentalmente conservadora. Mientras la situación económica, el crecimiento económico, lo permita y mientras la fuerza de Lula, del PT y de las organizaciones que él dirige permitan contener las reivindicaciones de los trabajadores y capas oprimidas de la sociedad, es factible dar algo a los de abajo sin quitar nada a los de arriba. Lula parece creer, y al parecer ha convencido de ello al PT, que, más o menos, es posible gobernar para todos, substituyendo la lucha de clases por la negociación (sobre todo con los de arriba) y el control (para los de abajo, cuando la negociación no es suficiente). En algún momento -como parece que empieza a acontecer- esa línea tendrá que agotarse. Al final, los gobiernos del PT no han eliminado las violentas contradicciones de la sociedad brasileña, ni la dependencia del imperialismo, ni las contradicciones del capitalismo. Y el control de las demandas de los de abajo por parte del PT y de sus aliados y de las organizaciones dirigidas por ellos, no puede ser eterno. Toda esa línea ha debilitado el movimiento obrero y popular, y esta situación se mantendrá al menos por unos años, hasta que pueda reorganizarse. Hasta ahora eso le parecía secundario al PT, pues contaba con la fuerza electoral, ampliada mediante las amplísimas alianzas que se iban haciendo con la derecha.

Hay otros aspectos de la línea del gobierno que son muy negativos. Uno que hay que destacar es el desprecio por las cuestiones ambientales, reforzado por las alianzas con los sectores del agronegocio. Otro es la apertura de espacio para la derecha fundamentalista religiosa, reforzada también por la importancia que tiene en su aparato de alianzas.

¿Cuándo y cómo nacen las protestas? ¿Cuáles son las reivindicaciones?

Hay muchas reivindicaciones distintas, y hasta contradictorias, que han nacido en momentos distintos. Pero podemos considerar que el centro del movimiento ha sido la ciudad de Sao Paulo, y que la reivindicación que ha dado origen a las movilizaciones ha sido la revocación del aumento del precio del transporte urbano, que ha pasado de 3,00 a 3,20 reales [aproximadamente, 1 euro=2,95 reales]. La primera manifestación fue el 6 de junio. Mientras la reivindicación era básicamente esa, hubo otras dos manifestaciones, que fueron creciendo, pero sin alcanzar un nivel extraordinario: algunos miles de personas. El 13 de junio hubo una manifestación más grande (por lo menos 15.000 personas) y en ese momento hubo una represión policial más fuerte que en las manifestaciones anteriores. Hubo más de 250 personas detenidas y algunas decenas heridas por balas de goma o por porrazos. Hubo varios periodistas detenidos y heridos. Fue muy difundida la fotografía de una periodista herida por una bala de goma en el ojo. Fue a partir de ahí cuando se produjo el gran crecimiento de la movilización en Sao Paulo y la extensión del movimiento. En la siguiente manifestación en Sao Paulo, el 17 de junio, junto a la revocación del aumento del precio del transporte urbano, el eje fue la protesta contra la violencia de la policía. Entre el 13 y el 17 las manifestaciones contaron con una gran ola de simpatía y se expresó un fuerte sentimiento social en contra de la violencia policial y por el derecho de manifestación. En esos días hubo un cambio en la actitud de los grandes medios de comunicación, que pasaron de una abierta hostilidad al «irrealismo» de la reivindicación a cierta simpatía (aunque considerando, todavía, que el aumento del precio había sido «pequeño»…) y, sobre todo, de atribuir la responsabilidad de los actos violentos a los manifestantes a atribuírsela a la policía militar por sus «excesos».

En ese contexto, el gobierno del Estado decidió cambiar de línea y suspender (parcialmente) la represión. El sentimiento de solidaridad hacia las manifestaciones, el rechazo a la violencia de la policía, la actitud más favorable de los medios de comunicación… favorecieron la extensión de las manifestaciones y su impacto nacional (la prensa ha calculado que hubo manifestaciones en más de 400 ciudades) y, a la vez, la amplificación de sus consignas. Como ya he dicho, la protesta en contra de la represión pasó al centro de las motivaciones; junto a las consignas sobre el transporte, la más común fue: «qué coincidencia, sin policía no hay violencia» (ya que la manifestación, casi hasta su finalización, fue muy tranquila). En la manifestación del lunes 17 junio, otro tema importante fue la protesta contra los exorbitantes gastos por la Copa del Mundo de Fútbol y la Copa de las Confederaciones. Hubo mucha presencia de consignas del tipo: «yo no quiero balón, quiero escuela» (que en portugués rima: «não quero bola, quero escola»). También hubo consignas afirmando que la salud y la educación son más importantes que el fútbol. Junto a ellas, han tenido peso consignas en contra la homofobia, tema que ha originado muchas movilizaciones de protesta en contra de la derecha fundamentalista religiosa en los meses anteriores (hay una gran movilización de opinión publica en ese momento contra el proyecto de ley que permite tratar la homosexualidad como enfermedad, defendido por la derecha fundamentalista religiosa). Al mismo tiempo, empezaron a tener una fuerte presencia consignas en contra de la corrupción. Por supuesto, esto corresponde a un sentimiento popular, pero también a una línea de la prensa más derechista. El fin de semana del 15 y 16 de junio, la revista de mayor circulación del país -y la más a la derecha -, Veja, titulaba en portada: «La revuelta de los jóvenes -después del precio de los pasajes (billetes de transporte), toca a la corrupción y a la criminalidad» («A revolta dos jóvens; depois do preço das passagens, a vez da corrupção e da criminalidade»). Otros órganos de prensa no fueran tan lejos como proponer a la juventud luchar en contra de la criminalidad (es decir, por más policía), pero destacaron también la cuestión de la corrupción. En las manifestaciones del lunes 17 también empezaron a tener presencia grupos claramente de extrema derecha, colaborando con provocadores de la policía, pero de manera aún poco expresiva. Todo ello ha reforzado, sobre todo, el sentimiento en contra de «los partidos» y, principalmente, de sus banderas. A partir del jueves 20 la presencia de los grupos de derecha se acentuó más. Al mismo tiempo que las manifestaciones se han hicieron masivas y se extendieron por todo el país (ya en el lunes 17 hubo manifestaciones en muchas capitales del país y en otras ciudades, con seguramente mucho más de 100.000 personas en Sao Paulo y más de 100.000 en Rio de Janeiro según los medios de comunicación), también comenzaron a tener mucha diversidad y e incubar contradicciones importantes.

¿Hay semejanzas con las movilizaciones de indignados en otros países?

Es seguro que hay muchas semejanzas entre las protestas de Brasil y los movimientos de indignados de otros países. Son, sobre todo, movimientos de la juventud (aunque quizás en Brasil haya, a partir del lunes 17, más presencia de otros grupos de edad); todos se han valido de medios de convocatoria por facebook y otros de ese tipo. Hay un sentimiento de indignación frente a la injusticia que es una componente fuerte de las motivaciones del movimiento. Pero, naturalmente, hay muchas particularidades de Brasil; por ejemplo, no creo que en ningún otro país el movimiento de indignados se haya enfrentado con un gobierno de un partido con la historia del PT. Es posible también que en Brasil contemos con una red de organizaciones sociales y populares «no tradicionales» de varios tipos, más fuerte que en otros países.

¿Cuáles son los sectores sociales que están en el origen de las movilizaciones, sus formas de lucha y organización?

En el origen del movimiento en contra del aumento del precio del transporte público en Sao Paulo estuvo el Movimento Passe Livre (MPL, es decir, por la gratuidad del transporte público). Es un movimiento que existe desde 2005 y que ha impulsados movilizaciones muchas veces, pero jamás con la amplitud de ahora. Es un movimiento que se define como apartidario y antijerárquico, horizontal, pero no anti-partidos. En general, siempre ha tenido buenas relaciones con los partidos más a la izquierda, como en PSOL y el PSTU. De hecho, el PSOL y el PSTU han apoyado las movilizaciones desde el 6 de junio, colaborando con el MPL; también algunos sectores del PT se han sumado. Organizaciones de juventud cercanas al PSOL (en las que militan jóvenes del PSOL) han tenido una participación importante. Desde el inicio han participado también sectores anarquistas. La base social del MPL es sobre todo la juventud de las «capas medias» (como lo son los propios miembros del MPL). No hay duda que es un movimiento de izquierda y, en general, más a la izquierda que el PT. Después del 13 de junio, muchos otros movimientos y organizaciones se han incorporado a las movilizaciones y han participado en sus convocatorias. En Sao Paulo, se han destacado el MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo) y el movimiento Periferia Activa, que organizan a personas sin acceso a la vivienda en las periferias de la ciudad. También han llamado a la movilización sectores del movimiento de mujeres, del LGTB, además de movimientos de juventud. También lo ha hecho la izquierda gubernamental (sectores del PT y el PC do B). Se ha ampliado la participación de anarquistas. Por otro lado, , como ya dije antes determinados grupos de extrema-derecha han empezado a participar con el objetivo de intentar cambiar el foco del movimiento.

En otras ciudades los sectores que han convocado las manifestaciones son similares: colectivos que luchan por la gratuidad o contra los aumentos de precios de los transportes públicos (el MPL no existe en todo el país; en diversas ciudades hay movimientos semejantes), en colaboración con partidos de izquierda. En muchas ciudades hay Comitês Populares da Copa, que desde hace más de dos años organizan una movilización crítica en no solamente contra los exorbitantes gastos para el Mundial de Fútbol sino también contra las violaciones de derechos de poblaciones desplazadas por las obras en curso, contra la legislación de excepción durante el campeonato (por exigencia de la FIFA), etc. En muchas ciudades, eses comités han tenido (y siguen teniendo) una participación importante en las convocatorias de manifestaciones. De hecho, las manifestaciones que han sido más violentamente reprimidas por la policía, por exigencias de la FIFA, han sido las cercanas a los estadios en los que se juega la Copa de las Confederaciones; en general, durante la pasada semana, ha habido más gente protestando fuera de los estadios de fútbol que viendo los partidos.

¿Qué relación tiene el movimiento actual con los otros movimientos sociales: sin tierra, sin techo, etc.? ¿Hay articulación entre este movimiento y otros sectores sociales?

Como he explicado en la pregunta anterior, hay una participación importante de los movimientos sin techo, de jóvenes, de habitantes de las periferias, de los comités populares de la Copa. En algunas ciudades, el Movimiento Sin Tierra ha apoyado las manifestaciones, aunque éstas estén protagonizadas por la población urbana. Por otro lado, no hay relación, o no hay buena relación, entre las movilizaciones actuales y el movimiento obrero organizado. Podemos decir que no se nota la participación de la clase obrera como clase, aunque la CUT (y creo que también otras centrales sindicales) hayan empezado a apoyar formalmente las manifestaciones. Yo creo que la dificultad más importante para eso -que afecta también, en alguna medida, a las relaciones entre el movimiento que se expresa en las manifestaciones y el MST- es el control de la CUT por el gobierno federal y la excesiva proximidad del MST con ese mismo gobierno. Naturalmente, el tono del movimiento es muy en contra del gobierno federal (además de los gobiernos estatales y las alcaldías en general).

Desde Europa se ve con perplejidad que en el país del futbol la gente se movilice al mismo tiempo que el mundial, pidiendo menos fútbol y más inversiones en otros sectores (educación, sanidad, etc.). ¿Cómo explicas esto?

De hecho, también para nosotros eso, junto al volumen de las manifestaciones, fue una sorpresa Pero no es difícil encontrar la explicación. Esa Copa de las Confederaciones (y, con aún mayor razón, va pasar lo mismo con el Mundial) no está hecha para que el pueblo pueda participar. Las entradas son caras. Además, y más importante que eso, todo el proceso de organización de los llamados «megaeventos» (Copa del Mundo de Fútbol, Olimpíadas, Copa de las Confederaciones) es escandaloso y ofende al sentimiento de justicia de la gente. El gasto es muy grande, el beneficio de las empresas es muy grande, las exigencias de la FIFA en materia de seguridad -un verdadero estado de excepción. son absurdas. Una parte de la población sufre por los desplazamientos a consecuencia de las obras. Yo creo que, en vez de funcionar como un atenuador de las movilizaciones, la Copa de las Confederaciones las ha impulsado fuertemente. El sentimiento de justicia, la indignación contra la injusticia de la gente ha hablado más alto que el gusto por el fútbol.

¿Cual es la respuesta del gobierno a las reivindicaciones del movimiento? ¿Hay contradicciones en el aparato del Estado?

El gobierno, o mejor, los distintos gobiernos de diferentes partidos por todo el país, han cedido en la cuestión de los precios del transporte urbano. En ese tema inicial, el movimiento ha obtenido una clara y rápida victoria. Además, en el viernes 21, la presidenta de la república hizo un discurso prometiendo «oír la voz de las calles», diciendo que «no tolerará disturbios (arruaças)» y, sobre todo, garantizando la seguridad de los juegos de la Copa de las Confederaciones y proponiendo «un pacto nacional por los servicios públicos». Es decir, no plantea ningún cambio de orientación política; sólo dice que va intentar hacer las cosas de forma mas eficiente y con más coordinación lo mismo que venía haciendo hasta ahora con los gobernadores de Estados y alcaldes. Aún es pronto para decir si eso tendrá algún impacto. Por el momento no parece que se hayan dado cambios en la situación. Las movilizaciones siguen y hay más previstas para los próximos días [el lunes día 24, la presidenta se ha comprometido a organizar un referéndum que abra paso a una reforma constitucional].

En las respuestas que han dado los diferentes gobiernos de diferentes partidos (del PT y de sus aliados, y de la oposición de derecha) hubo muchas más similitudes que diferencias. No creo que, por el momento, se pueda hablar de nada que se parezca a contradicciones en el aparato del Estado.

¿Qué relación hay entre este movimiento y la izquierda? ¿Piensas que está siendo recuperado por la derecha?

Me he referido antes a esa cuestión. El movimiento tiene una clara tendencia apartidaría (en el sentido que hay una desconfianza fuerte con relación a los partidos), aunque yo no lo llamaría, de ninguna manera, apolítico. La tendencia inicial del movimiento fue muy claramente de izquierda: la bandera del transporte público gratuito (o la revocación de los aumentos de su precio) es claramente de izquierda. Otros temas del movimiento, como la crítica a los gastos exorbitantes de la Copa, la defensa de mejor salud y educación, son también de izquierda, de la misma manera que las consignas contra la homofobia, por ejemplo. Por otro lado, a partir de la manifestación del jueves 13 de junio en Sao Paulo, cuando quedó claro que el movimiento tendría un gran crecimiento, la derecha, e incluso la extrema derecha, empezaran a movilizarse para controlarlo apoyándose en los medios de comunicación y en su presencia directa en las manifestaciones. El jueves 20 de junio, en varias ciudades, sobre todo Sao Paulo y Rio de Janeiro, en las que se dieron las manifestaciones más grandes, la presencia agresiva de grupos de extrema derecha, con la colaboración de provocadores policiales, logró una victoria parcial expulsando de las manifestaciones a gente que llevaba banderas de partidos o de movimientos. En Sao Paulo, la acción empezó contra las banderas del PT, pero después se extendió a banderas de otros partidos o movimientos. Y llegó hasta el acoso hacia gente que simplemente vestía ropa roja.
Esas agresiones se han podido apoyar en el sentimiento espontáneo de desconfianza hacia los partidos que, por lo menos, tiene dos razones distintas: el desprestigio de los partidos institucionales (hasta gente que apoya el gobierno tiene una idea negativa de los partidos que lo integran) y lo que se ve, con bastante razón, como oportunismo de los partidos más de izquierda que, al llevar grandes banderas y situarse al frente de las manifestaciones, buscan dar la impresión de que un gran parte de la gente que se manifiesta los apoya. Además, ese sentimiento fue muy reforzado por los medios de comunicación burgueses, que buscan impulsar el sentimiento de que «todos deben unirse en torno de la bandera brasileña».

No creo que el movimiento esté siendo recuperado por la derecha, ni que pueda serlo por el momento. Lo que hay es una gran lucha de orientaciones y de consignas. Es muy importante señalar que hasta ahora lo que se ha logrado concretamente han sido victorias de izquierda, por ejemplo, las revocaciones de los aumentos de los precios del transporte urbano en todo el país. Es interesante observar que el anuncio de esa revocación en Sao Paulo y Rio de Janeiro, y en varias otras ciudades, fue conocido el miércoles 19 (otras ciudades ya lo habían hecho antes). A pesar de ello, la manifestación prevista en esas ciudades para el día 20 se mantuvo «como conmemoración». El sentimiento de victoria amplió la participación en la manifestación (los medios de comunicación han hablado de más de 300.000 personas en Río de Janeiro, por ejemplo), pero, al mismo tiempo, la dejó sin ninguna consigna unificadora clara.

Una cuestión clave es que sectores significativos del pueblo han hecho la experiencia de participar en movilizaciones masivas, que han obtenido victorias, y eso les ha gustado. Más adelante, esto puede agotarse por cansancio, pero no creo que pueda ser recuperado por la derecha.

¿Qué problemas le plantea al PT este movimiento?

La situación del PT es muy difícil, al menos en lo inmediato. No hay duda que es el partido que más ha perdido con las movilizaciones. Sobre todo, ha perdido una buena parte de su discurso de los últimos años: no va poder seguir diciendo que hay un proceso de desarrollo en Brasil y que el pueblo está satisfecho. Y una de sus orientaciones centrales, la política de los «megaeventos», ha fracasado completamente. La Copa de las Confederaciones, que veía como una oportunidad de aumento de su prestigio, ha significado un inmenso desgaste.

Es la primera vez en su historia que el PT se enfrenta con grandes movilizaciones de masas que le son hostiles. Desde el inicio del gobierno Lula -ya con la muy conservadora reforma de las pensiones- el PT se acostumbró a hacer frente a huelgas y movilizaciones contrarias a sus distintos gobiernos. Muchas veces, contando con la colaboración de la mayor parte de las direcciones sindicales, ha negociado; otras veces, ha recurrido a la represión. Pero incluso la mayor movilización en contra uno de su gobiernos -contra la reforma conservadora de las pensiones- no se puede comparar con el volumen de las movilizaciones que hay actualmente.

Obviamente, eso está provocando un profundo malestar en el PT. Antes del jueves 20, el presidente del partido Rui Falcão, hizo un llamamiento a la militancia del PT para que participara en las manifestaciones con sus banderas. El resultado fue un desastre: buena parte de los manifestantes lo vieron como una provocación y fue una de las razones que facilitaron a los grupos de extrema derecha la expulsión de los militantes que llevaban banderas de partidos (y de movimientos).

Ahora, la tendencia predominante en el PT, y sobre todo en los sectores que le apoyan desde una posición más a la izquierda, como hace el MST en los últimos años, es llamar a la unidad de toda la izquierda (o sea, con la oposición de izquierda a los gobiernos del PT), para hacer un frente común «contra la derecha». Pero esto es muy contradictorio con el hecho que los gobiernos del PT no muestran ningún signo de cambio de orientación. Mantienen la misma línea que ha provocado (y sigue provocando) las manifestaciones. Es evidente que la oposición de izquierda a los gobiernos del PT no puede aceptar una alianza sobre esas bases.

¿Qué problemas plantea el movimiento a la izquierda radical? ¿Cuáles son los retos que enfrentan actualmente estas movilizaciones, para que no sean solamente un estallido sin futuro? Una primera cuestión es lograr una buena comprensión de lo que sucede. También la izquierda radical ha sido sorprendida por la amplitud de las movilizaciones y la complejidad de la lucha que se da en este momento entre sectores de izquierda y derecha en las manifestaciones. Estamos avanzando, creo, en la comprensión de la situación.

Una segunda cuestión es la relación con el PT y sus partidos satélites, como el PC do B, sobre la cuestión de qué unidad de la izquierda buscar. Hay una presión de esos sectores en favor de la «unidad de la izquierda». En ese momento hay un debate en los distintos sectores de la izquierda radical, pero yo creo que la posición dominante es muy clara y correcta: no podemos hacer ninguna alianza con sectores que están defienden, aunque sea de forma «crítica», los gobiernos del PT. La unidad de la izquierda que debemos buscar es con los sectores que se sitúan en la oposición a los gobiernos del PT (y, obviamente, en la oposición a los gobiernos de la oposición de derecha al gobierno federal). Eso incluye sectores anarquistas, apartidarios, movimientistas, como el MPL de Sao Paulo. En ese marco, una trampa que es necesario evitar es el debate sobre las banderas de los partidos. Por supuesto que los partidos tienen el derecho de tener y llevar banderas, pero ahora hay que encontrar la mejor manera de combinar la defensa de la legitimidad de la participación de los y las militantes partidarios en las movilizaciones, sin dar la impresión (y en muchos casos no se trata sólo de una «impresión») de querer aparecer como la dirección del movimiento y sin difundir, de forma poco honesta, la idea de que todos los manifestantes apoyan al partido. Hay otros símbolos de partidos que son mucho más aceptados, como, por ejemplo, camisetas. La batalla central no es por la «marca» de los partidos, sino por la orientación política del movimiento, por sus reivindicaciones y consignas.

Con eso pasamos a otro desafío, que es el de encontrar (junto con todos los sectores que impulsan el movimiento) cuales son las mejores reivindicaciones y consignas para avanzar ahora. Hay algunas ideas más o menos claras. La cuestión del transporte urbano -avanzar hacia la gratuidad o, quizás, en la gratuidad para los jóvenes o algo en esta línea, la cuestión de la calidad de ese transporte…- sigue siendo un eje importante.

Esta semana se van a platear dos o tres cuestiones prioritarias: los protestas en contra la Copa de las Confederaciones (y los gastos en general de los «megaeventos»), y la lucha en contra en el proyecto de ley que permite tratar la homosexualidad como enfermedad, defendido por la derecha fundamentalista religiosa. Ya hubo una manifestación bastante grande en Sao Paulo estrictamente sobre ese tema (el viernes 21), con más de 10.000 personas, y es un tema que ha estado muy presente en muchas de las manifestaciones más masivas. El tema está en debate en la Cámara de Diputados, y muchos diputados ya empiezan a hacer declaraciones afirmando que hay que posicionarse en contra. Una victoria a corto plazo parece muy probable.

Finalmente, el desafío más duro es la batalla contra la derecha (en especial, los grandes medios de comunicación) y contra los grupos de extrema derecha. Una manera de llevarla a cabo es, justamente, convocar manifestaciones por reivindicaciones y consignas claras, en las cuales los manifestantes tendrán naturalmente una inclinación à la izquierda, y los grupos de derecha y extrema derecha, si participan, estarán aislados.

La unidad de la izquierda no gubernamental es otra manera de hacer frente a la derecha.También será necesario cuidar más los aspectos más organizativos, como la protección de los manifestantes contra las provocaciones.

¿Como definirías la situación política de Brasil hoy?

Hay señales de que la política que el PT en el poder -como resumí antes: dar alguna cosa para «los de abajo», a condición de no entrar en ningún conflicto con las clases dominantes- se está agotando. El PT ha sido, sin dudas, el partido más afectado por las manifestaciones, aunque otros partidos gubernamentales aliados del PT (como el PMDB, del gobernador de Rio de Janeiro, Sérgio Cabral, muy criticado por los manifestantes) u opositores a él (como el PSDB, del gobernador de Sao Paulo), también hayan sido afectados.

No creo que haya ninguna posibilidad de «golpe de la derecha», como algunos sectores del PT han planteado. La derecha no tiene ninguna razón para dar un golpe: el gobierno del PT puede no ser el gobierno de sus sueños, pero le sirve bien. En esa crisis, los partidos más a la derecha se han comportado de una manera muy parecida al PT. Lo que interesa a la derecha es aprovechar la crisis para desgastar el PT (habla mucho en los medios de comunicación de corrupción, intentando hacer creer que el problema de la corrupción es una cuestión más federal que estatal) y ubicarse mejor para la próximas elecciones.

No está claro hasta dónde va el movimiento, ni en qué medida representará un cambio en la correlación de fuerzas. Tenemos indicaciones de que el movimiento tiene fuerzas para seguir adelante, puede conquistar más victorias, pero no parece probable que lleve por sí mismo a un cambio más fundamental. Una limitación clave es que, aunque la pérdida de legitimidad del sistema político sea fuerte, el movimiento no se plantea el objetivo de cambiar el régimen político o el gobierno, y estamos lejos del «que se vayan todos».

Por otro lado, parece seguro que habrá algún cambio en la correlación de fuerzas como efecto de las movilizaciones. El PT y sus satélites han perdido mucho, la oposición de derecha también ha perdido, aunque menos. Las organizaciones el movimiento social más cercanas al PT y a sus aliados, como la CUT, que ya están muy burocratizadas, probablemente van a perder algo. Organizaciones más independientes, como las distintas organizaciones que han impulsado las movilizaciones, probablemente se reforzarán.

En cuanto a los partidos políticos no gubernamentales (que son mucho más débiles que el PT o que los partidos de la oposición de derecha), podemos evaluar, hasta ahora, que un partido que se va a reforzar es la Rede Sustentabilidade de Marina Silva, partido que está aún en proceso de obtención del registro. Es un partido que, ya a partir de su nombre, intenta hacer creer que no es un partido. Tiene una imagen «limpia» y no está en ningún gobierno. El PSOL, probablemente, también ha sido ya beneficiado por el movimiento, y podrá serlo más, aunque aparezca a muchos de los manifestantes como, en cierta forma, «parecido» al PT, ya que es un partido de izquierda, y el PT aún es visto por la población como el mayor representante de la izquierda, sin olvidar que el sentimiento de desconfianza hacia los partidos en general sea fuerte. El PSOL es el partido que tiene más sintonía con las reivindicaciones que han dado origen al movimiento y que predominan en él. Además, sus militantes (y incluso sus parlamentarios) han participado desde el inicio en las movilizaciones, especialmente sus militantes más jóvenes. Es seguro que las organizaciones juveniles cercanas al PSOL tienen ya más autoridad, y se van a reforzar. En todo caso, muchas cosas se decidirán en las luchas de los próximos días o semanas.

¿Hay una alternativa creíble a la izquierda del PT? ¿Cuáles son los principales retos a que se enfrenta la izquierda anticapitalista?

Por el momento, no hay una alternativa creíble a la izquierda del PT a nivel nacional. Aún estamos en las fases iniciales de la reconstrucción de la izquierda anticapitalista brasileña, después del golpe que ha sufrido con la adhesión del PT a la institucionalidad burguesa. El PSOL, que es de lejos la principal alternativa política a la izquierda del PT, aún es muy débil, y tiene, además, muchas contradicciones internas. Puede ser una alternativa creíble en algunas ciudades, como sucedió en las elecciones de octubre del 2012, pero no a nivel nacional. El principal reto que la izquierda anticapitalista tiene en ese momento es contribuir al desarrollo del movimiento, en el sentido que comenté anteriormente. Si lo logra, estará al mismo tiempo avanzando en el proceso de su reconstrucción y de constituirse como una alternativa creíble a la izquierda del PT.

* Integra la dirección nacional del Partido Socialismo e Liberdade (PSOL) y la corriente Enlace. Es militante de la IV Internacional (Comité Internacional).

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