Geoff Cumming conversó con Tariq Alí, aprovechando la estancia de éste en Auckland, Nueva Zelanda, en donde dictará tres conferencias bajo el título El Imperio y sus Futuros, en el marco de las Sir Douglas Robb lectures. Se siente el aroma de la revolución en el aire, otra vez. Los veteranos de los movimientos […]
Geoff Cumming conversó con Tariq Alí, aprovechando la estancia de éste en Auckland, Nueva Zelanda, en donde dictará tres conferencias bajo el título El Imperio y sus Futuros, en el marco de las Sir Douglas Robb lectures.
Se siente el aroma de la revolución en el aire, otra vez. Los veteranos de los movimientos de protesta de la de década de 1960 y de los levantamientos democráticos que fracturaron a la Unión Soviética están celebrando las increíbles escenas de Oriente Medio, donde las protestas contra las dictaduras en Egipto y Túnez encendieron una mecha que promete repartirse por todo el mundo árabe.
Las fuerzas reaccionarias – que van desde la brutal represión en Libia de Gaddafi a las tropas sauditas sancionadas por los Estados Unidos en Bahrein – pueden acabar con la disidencia, por ahora; pero, si los fundamentos son auténticos, ¿cuánto tiempo más aguantarán?
«Esto no ha terminado todavía», dice Tariq Alí, militante socialista de la revueltas de los años 60 vuelto escritor, historiador, cineasta y comentarista político.
«La primera vuelta ha ido a favor de la gente, pero ¿quién sabe cuántas otras vueltas habrá que soportar?»
Este paquistaní establecido en Londres está aquí para dictar las conferencias Sir Douglas Robb de este año en la Universidad de Auckland. La presencia de Alí es una especie de golpe de Estado para la universidad, debido al crecimiento del ‘poder de la gente’ en el norte de África. Las tres conferencias (la primera fue la noche del jueves, la segunda es el lunes) tratan temas de actualidad, que van desde el crecimiento de China y el futuro del imperialismo norteamericano, a lo que puede representar la insurgencia árabe para los grupos de jihadistas de la región.
En persona, este hombre de 67 años está lejos de la leyenda de pelo largo que fuera vilipendiada por los tabloides británicos durante las protestas contra la Guerra de Vietnam en Londres, en 1968. Fue perseguido por la Special Branch (los servicios secretos británicos), insultado y amenazado – y no sólo por los derechistas.
«Los británicos estaban muy atrasados en esos días. No estaban acostumbrados a que alguien de una ex-colonia les dijera qué hacer.
«Me dijeron que volviera a Asia. Yo les respondí: ‘Pero, si ustedes estuvieron en mi país durante 150 años; yo sólo he estado aquí cinco minutos».
Se ha afeitado el bigote y cortado la melena y el pelo hace mucho tiempo se volvió un gris distinguido, pero, cuando Alí habla, su lenguaje es tan temerario como siempre. Gaddafi es un «dictador loco que ha causado la muerte y bombardeado a su propio pueblo». En Egipto, el Pentágono «más o menos puso al Ejército en el poder».
A corto plazo, el pronóstico para la democracia en el mundo árabe no muy es prometedor. Si Gadafi recupera el control, puede alentar a otros dictadores a aumentar la represión, dice.
Mientras que la administración Obama ha sido muy dura con Gadafi, no tiene ninguna crítica para Arabia Saudita, cuya familia gobernante es «tan mala como Gadafi», dice Alí.
«Y allí está Arabia Saudita enviando soldados a Bahrein, obviamente con el apoyo de EE.UU. Esa es la actitud que hace que los EE.UU. sean el hazmerreír en el mundo árabe.»
Los levantamientos han puesto nerviosos a los EE.UU., a Gran Bretaña y a Francia, dice, -preocupados por las dictaduras que ellos mismos instalaron.
«Es casi como si creyeran su propia propaganda basura de que ni a árabes y ni a musulmanes les interesa la democracia.»
Según Alí, es todo lo contrario.
«Hay motivo para tener esperanza. Estos son los acontecimientos más alentadores en el mundo árabe desde las décadas de 1960 y 1970 y ahora se extiende a partes de Europa, con grandes manifestaciones en Zagreb, Croacia».
Por supuesto, él sabe del efecto dominó – famoso en 1968 cuando, a la vanguardia de las manifestaciones en Londres, mantenía conexiones con los movimientos de izquierda en Berlín y París. La guerra de Vietnam fue el catalizador de las protestas, pero tenían motivaciones aliadas: la desigualdad y la rebelión contra la ortodoxia política y la represión.
El clamor por el cambio era contagioso. En los EE.UU., el movimiento de derechos civiles sacó fuerza de las protestas estudiantiles antibélicas. Hubo levantamientos estudiantiles en Argentina, Pakistán e Italia. En Checoslovaquia, los movimientos democráticos fueron reprimidos por tanques soviéticos.
Dice que los levantamientos de este año tienen raíces similares a los acontecimientos del 68 – «el deseo de la gente de liberarse, en busca de la auto-emancipación». Pero la mejor comparación es con las campañas por la democracia que azotaron Europa en 1848. Al final, las protestas de 1968 fracasaron.
Para que el cambio perdure, debe haber ciertos ingredientes clave – principalmente una constitución aprobada por voto que consagre la democracia y garantice derechos básicos como el trabajo, la vivienda y la educación. Señala a América del Sur -Venezuela Bolivia y Ecuador- como ejemplos de otros elementos.
Con la lucha por la democracia en el Tercer Mundo en el centro de la atención, Alí ve irónicamente la enorme apatía y consenso políticos que tienen acogotados a la mayoría de los países occidentales. Según Alí, la democracia occidental se ha convertido en una dictadura del capitalismo.
«Yo lo llamo el vaciamiento de la democracia: no importa si se es Laborista o Tory, o se está a favor de Bush o de Obama – todos son lo mismo».
Su último libro, El Síndrome Obama, sostiene que -lejos de la promesa de un cambio radical en la política exterior de EE.UU.- la administración de Obama ha sido un caso de ‘más de lo mismo’.
Incluye a Nueva Zelanda entre las democracias dóciles, desde que los laboristas abrazaron la economía neoliberal en la década de 1980 en demostración de la continua lealtad neozelandesa hacia los EE.UU. Como lo indica la promoción de la segunda conferencia que dictará Alí, Nueva Zelanda sigue siendo un sátrapa leal (subordinado) de los EE.UU. «Deberíamos abrazar más plenamente a China», dice.
«Nueva Zelanda y, en cierta medida, Australia, son países que se niegan a aceptar su geografía. Permanecen estados vasallos, primero de Gran Bretaña, luego de los Estados Unidos. Para mí es extraño que Nueva Zelanda y Australia no tengan banderas propias».
La región evitó lo peor de la recesión mundial gracias a la fuerza económica de China, y no gracias a los EE.UU.
«El segundo idioma oficial de Australia y Nueva Zelanda debería ser el chino.
«Nueva Zelanda puede tener un acuerdo de libre comercio con China, pero no hay duda de quién determina su política exterior. Nueva Zelanda tiene tropas muriendo en Afganistán -. ¿Qué tiene que ver Afganistán con Nueva Zelanda?»
El tema de la tercera conferencia de Alí, el próximo miércoles es, justamente, el surgimiento de China y lo que significa política y económicamente. Creo que podemos asegurar que no prevé que siga los pasos de los EE.UU., como potencia imperialista.
«China es la prueba de que al capitalismo le va muy bien donde no hay democracia, muchas gracias».
El desgano de otras democracias occidentales – y su apatía – también está vinculado al entrelazamiento del capitalismo y el estado.
«La gente tiene la sensación de que es inútil protestar porque han sido derrotados: millones se manifestaron en contra de la guerra de Irak: las manifestaciones más grandes en la historia no tuvieron efecto sobre las elites gobernantes, que de todas formas nos llevaron a la guerra, dijeron mentiras y se salieron con la suya».
Como consecuencia, las protestas se han limitado a pequeños grupos de izquierda. «Tenemos una estructura política que no es vulnerable a las acciones de protesta de las masas. En cambio, la sociedad occidental se ha caracterizado por el consumismo masivo, la apatía de las masas y una obsesión con la fama. La gente se está ahogando en ella».
Sin embargo, Alí considera que la lucha entre el socialismo y el capitalismo sigue un ciclo, entre el radicalismo y el reaccionarismo – y los excesos del capitalismo pueden ser su debilidad. Los mayores niveles de vida de occidente descansan sobre un castillo de naipes.
«Una de las razones por la que a la gente le parece que le va mejor es que viven de la deuda. La deuda familiar en la mayor parte del mundo occidental ha alcanzado niveles sorprendentes: tres países europeos -Islandia, Irlanda y Grecia- se habrían derrumbado de no haber sido rescatados por la Comisión Europea. Otros países se tambalean».
Ahí radica la esperanza de que occidente pudiera aprender de los levantamientos en el mundo árabe. -Quién sabe, puede extenderse a los países occidentales si se quiebra el parche que le han puesto a la crisis [financiera].
-Ha habido una gran marcha en Wisconsin en defensa de los derechos sindicales…»
Fiel a sus creencias
Es posible que el futuro estelar de Alí hubiera estado trazado desde el primer día. Su madre, la hija de un líder político conservador, se unió al Partido Comunista el año en que él nació.
Su abuela, aunque lejos de ser una compañera de viaje, le tejió un suéter blanco con una hoz y martillo en rojo. Su padre era editor del Pakistan Times, el periódico de mayor circulación en el país, hasta el golpe militar en 1949. Su casa era un santuario dedicado a Stalin.
Lo que es interesante acerca de Alí es que se ha mantenido consistente en sus creencias, a pesar de los largos inviernos, cuando sus ideales marxista-socialistas parecieron enterrados debajo del gigante consumista del capitalismo occidental.
El prolífico escritor, cineasta y padre de tres hijos vive en el bohemio Highgate, pero conserva sus ideales socialistas. «El mundo ha cambiado, pero no he abandonado mis creencias».
Entre sus amigos íntimos están Robin Blackburn y Perry Anderson, del movimiento de protesta de los años 60, movimiento al que se unió a través del consejo de redacción de New Left Review, que celebró 50 años el año pasado y que edita su pareja, Susan Watkins. Pero él sigue desconcertado por la manera en que muchos de los que tomaron por asalto las barricadas en los años 60 han pasado a engrosar las filas del capitalismo.
«He perdido algunos amigos muy cercanos que cruzaron al otro lado y solamente se unieron al zeitgeist. Duele escuchar a alguien a quien estimábamos defender la guerra en Irak, o el bombardeo de tal o cual país».
«Siempre me duele ver a la gente abandonar sus creencias; pero sus personalidades no han cambiado. Muchos de los más dogmáticos defensores de la izquierda se convirtieron en defensores igualmente dogmáticos del capitalismo.»
Tariq Alí es miembro del consejo editorial de SIN PERMISO. Su último libro publicado es The Duel: Pakistan on the Flight Path of American Power [hay traducción castellana en Alianza Editorial, Madrid,2008: Pakistán en el punto de mira de Estados Unidos: el duelo].
Fuente: http://www.nzherald.co.nz/world/news/article.cfm?c_id=2&objectid=10713493
Traducción para www.sinpermiso.info: Antonio Zighelboim