El presidente Michel Temer insiste en decir que Brasil está en recuperación económica y que la crisis está cerca del fin. Él dice eso para probar que, a pesar de ser un pésimo presidente, lo mejor es mantenerlo en el mandato para «no generar inestabilidad». Eso puede ser fácilmente desmentido por la realidad.Temer hace propaganda […]
El presidente Michel Temer insiste en decir que Brasil está en recuperación económica y que la crisis está cerca del fin. Él dice eso para probar que, a pesar de ser un pésimo presidente, lo mejor es mantenerlo en el mandato para «no generar inestabilidad». Eso puede ser fácilmente desmentido por la realidad.
Temer hace propaganda de datos del Catastro General de Empleo y Desempleo (CADEG), que por tercer mes consecutivo mostró que el país creó puestos de trabajo. Sería la esperanza para aquellos que están desempleados.
Pero, vamos a los hechos. Entre enero y junio de 2017, fueron creados 67.358 empleos, un número ridículo se es comparado con los 13,8 millones de desempleados, según las cifras oficiales. Esa «creación de empleos» no resuelve ni 1% del problema. En junio, fueron creados cerca de 9.000 puestos de trabajo, insuficiente para resolver el desempleo hasta en una ciudad pequeña.
Además de eso, el sector que más crea empleos en el mercado de trabajo es el del agronegocio. Ese año la zafra fue considerada buena, lo que empuja la economía. Pero, después de la recolección, el sector va a parar de generar empleos. La construcción civil, la industria y el sector servicios continúan despidiendo.
Temer también se vanagloria de haber «derrotado la inflación». La previsión para este año es que esté debajo de 4%, uno de los índices más bajos de la historia. Pero, eso no es mérito del presidente. Cualquier persona que pasó por un aula de economía aprendió que la inflación excesivamente baja es señal de recesión en la economía. Como nadie está comprando, los comerciantes bajan el precio para acabar con el stock. Nada para celebrar.
Si en la economía las cosas no están bien, en la política la situación está lejos de la llamada «estabilidad» que Temer publicita. El gobierno tuvo dos victorias. En el Senado, con la aprobación de la Reforma Laboral en la Comisión de Constitución y Justicia de la Cámara Federal, que votó contra el informe que era favorable a la denuncia de corrupción presentada por Janot [1]. Dígase de paso, con millones de enmiendas y compra de votos de diversos diputados. Eso no significa el fin de la inestabilidad y de la crisis del gobierno abierta luego de la delación de la JBS el día 17 de mayo.
Ahora, en el inicio de agosto, la Cámara de Diputados, por la primera en la historia, va a tener que votar si el presidente de la República es procesado por delito de corrupción. Serán necesarios 342 votos para que Temer sea apartado de la Presidencia y responda al proceso. Rodrigo Maia [2] asumiría automáticamente en su lugar.
Temer adopta como estrategia la mantención de la base aliada, que sustenta su gobierno como arma de defensa. Fueron sustituidos más de 20 diputados descontentos para la votación del proceso contra él en la Comisión de Constitución y Justicia de la Cámara de Diputados y liberados millones de reales en asignaciones de enmiendas. Las tensiones entre Temer y Maia son debatidas todos los días en los diarios.
El PSDB está dividido. Un ala del partido defiende abiertamente la aprobación de las reformas y el apartamiento del gobierno. Lo que unifica a los políticos que apoyaron el golpe en este momento es la defensa de sus mandatos y de la prisión ante la otra ala burguesa, representada por la Lava Jato y por vehículos de comunicación como la Rede Globo.
Claro que este gobierno no va a caer de podrido. Sin el pueblo en las calles, Temer puede continuar en el poder, o ser sustituido por alguien que banque el proyecto de reformas. Pero, los hechos muestran que el palabrerío del presidente sobre «fin de la crisis» es pura bobada.
En este momento, el gran elemento es el retroceso de las movilizaciones de los trabajadores. Ocurrió una traición de las principales direcciones sindicales del país en relación a la lucha contra la Reforma Laboral. Pagamos cara la demora de convocar a una nueva huelga general después del 24 de mayo en Brasilia. Es preciso retomar el camino de la unidad en defensa de los derechos de la clase trabajadora y por el Fuera Temer. Ese es el camino que puede garantizar la movilización de la clase trabajadora. La agenda de las alas burguesas en movimiento, independiente de la mantención, o no, de Temer en el poder, es avanzar en la Reforma de la Previsión Social en el segundo semestre.
La sesión de la Cámara de Diputados para analizar el parecer de la Comisión de Constitución y Justicia sobre el pedido de investigación del presidente Michel Temer, está marcada para el 2 de agosto. Es preciso convocar un nuevo día nacional de luchas por las centrales sindicales. Es tiempo de reiniciar el ciclo de luchas y resistencia de la clase trabajadora.
Temer hace propaganda de datos del Catastro General de Empleo y Desempleo (CADEG), que por tercer mes consecutivo mostró que el país creó puestos de trabajo. Sería la esperanza para aquellos que están desempleados.
Pero, vamos a los hechos. Entre enero y junio de 2017, fueron creados 67.358 empleos, un número ridículo se es comparado con los 13,8 millones de desempleados, según las cifras oficiales. Esa «creación de empleos» no resuelve ni 1% del problema. En junio, fueron creados cerca de 9.000 puestos de trabajo, insuficiente para resolver el desempleo hasta en una ciudad pequeña.
Además de eso, el sector que más crea empleos en el mercado de trabajo es el del agronegocio. Ese año la zafra fue considerada buena, lo que empuja la economía. Pero, después de la recolección, el sector va a parar de generar empleos. La construcción civil, la industria y el sector servicios continúan despidiendo.
Temer también se vanagloria de haber «derrotado la inflación». La previsión para este año es que esté debajo de 4%, uno de los índices más bajos de la historia. Pero, eso no es mérito del presidente. Cualquier persona que pasó por un aula de economía aprendió que la inflación excesivamente baja es señal de recesión en la economía. Como nadie está comprando, los comerciantes bajan el precio para acabar con el stock. Nada para celebrar.
Si en la economía las cosas no están bien, en la política la situación está lejos de la llamada «estabilidad» que Temer publicita. El gobierno tuvo dos victorias. En el Senado, con la aprobación de la Reforma Laboral en la Comisión de Constitución y Justicia de la Cámara Federal, que votó contra el informe que era favorable a la denuncia de corrupción presentada por Janot [1]. Dígase de paso, con millones de enmiendas y compra de votos de diversos diputados. Eso no significa el fin de la inestabilidad y de la crisis del gobierno abierta luego de la delación de la JBS el día 17 de mayo.
Ahora, en el inicio de agosto, la Cámara de Diputados, por la primera en la historia, va a tener que votar si el presidente de la República es procesado por delito de corrupción. Serán necesarios 342 votos para que Temer sea apartado de la Presidencia y responda al proceso. Rodrigo Maia [2] asumiría automáticamente en su lugar.
Temer adopta como estrategia la mantención de la base aliada, que sustenta su gobierno como arma de defensa. Fueron sustituidos más de 20 diputados descontentos para la votación del proceso contra él en la Comisión de Constitución y Justicia de la Cámara de Diputados y liberados millones de reales en asignaciones de enmiendas. Las tensiones entre Temer y Maia son debatidas todos los días en los diarios.
El PSDB está dividido. Un ala del partido defiende abiertamente la aprobación de las reformas y el apartamiento del gobierno. Lo que unifica a los políticos que apoyaron el golpe en este momento es la defensa de sus mandatos y de la prisión ante la otra ala burguesa, representada por la Lava Jato y por vehículos de comunicación como la Rede Globo.
Claro que este gobierno no va a caer de podrido. Sin el pueblo en las calles, Temer puede continuar en el poder, o ser sustituido por alguien que banque el proyecto de reformas. Pero, los hechos muestran que el palabrerío del presidente sobre «fin de la crisis» es pura bobada.
En este momento, el gran elemento es el retroceso de las movilizaciones de los trabajadores. Ocurrió una traición de las principales direcciones sindicales del país en relación a la lucha contra la Reforma Laboral. Pagamos cara la demora de convocar a una nueva huelga general después del 24 de mayo en Brasilia. Es preciso retomar el camino de la unidad en defensa de los derechos de la clase trabajadora y por el Fuera Temer. Ese es el camino que puede garantizar la movilización de la clase trabajadora. La agenda de las alas burguesas en movimiento, independiente de la mantención, o no, de Temer en el poder, es avanzar en la Reforma de la Previsión Social en el segundo semestre.
La sesión de la Cámara de Diputados para analizar el parecer de la Comisión de Constitución y Justicia sobre el pedido de investigación del presidente Michel Temer, está marcada para el 2 de agosto. Es preciso convocar un nuevo día nacional de luchas por las centrales sindicales. Es tiempo de reiniciar el ciclo de luchas y resistencia de la clase trabajadora.
Notas del traducror
[1] Rodrigo Janot es el fiscal general del Estado.
[2] Maia es diputado federal del partido Demócratas (DEM).
Traducción: Ernesto Herrera para Correspondencia de Prensa
Fuente: http://esquerdaonline.com.br/2017/07/19/temer-fala-em-fim-da-crise-mas-realidade-e-outra/